Upanishad

VARIEDADES DE LA MÍSTICA.

Segunda parte.

Intermitencias tuyas

"Cualquier cosa que puedas hacer, o que sueñes que puedas hacer; comiénzala. La audacia lleva en su seno el genio, el poder y la magia."

Wolgang Goethe.

"Me zambullí en el mundo de las ideas y de los velos divinos, hasta que finalmente alcancé el trono, y hete aquí que estaba vacío".
Así que me instalé en el trono y pregunté:
¡¡Maestro, ¡donde debo buscarte?"
Y los velos se apartaron y vi que yo era yo.
Me volví a ver lo que buscaba y resultó que era yo y no otro aquello hacia lo cual me dirigía.
Si es trono divino es la conciencia de Dios, ese trono está vacío hasta que Dios, es decir, el Universo, llega al estadio de la reflexión consciente sobre sí mismo, estadio que alcanza a través de criaturas como nosotros, que, al pensarlo, nos sentamos en su trono.

La irreaalidad del paso del tiempo es una de las intuiciones características de la mística y una consecuencia de la moderna física relativista, con su noción del Universo-bloque o espacio-tiempo.

El tiempo no pasa.

Nos hemos creado una ilusión colectiva de que el tiempo pasa. Pensamos que el tiempo puede ser como un río impetuoso que fluye del futuro hacia el pasado por la cascada del presente. Todo esto es un espejismo, una ficción creada para dar una lectura lineral de nuestra existencia vanidosa del SER.

Erwin Schopenhauer, impulsor de las corrientes budistas en Europa, escribió:

"En realidad solo hay una mente. Esta es la doctrina de las Upanishad. La unión con Dios místicamente experienciada regularmente involucra esta actitud. Nuestra manera de pensar habitual necesita ser corregida quizá mediante un poco de transfusión de sangre del pensamiento oriental. Aunque nosotros no queremos renunciar a la precisión lógica ha ha alcanzado nuestro pensamiento.

En realidad todas las criaturas vivas somos aspectos de un mismo SER que la tradición occidental llama Dios y las Upanihad llaman Brahman.

Fuente básica: Mosterín

"Cuando cerecemos de silencio interior, trivializamos, valatizamos y banalizamos la vida, al estar continuamente expuesta a la merced del viento que más sopla, del ruido que más aturde."