TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



¡¡¡TE HAGO UNA PROPUESTA!!!


La verdad es que amamos la vida,
no porque estemos acostumbrados a ella,
sino porque estamos acostumbrados al amor.
Nietzsche

PERDONA LA INTROMISIÓN
PERO EL "COACHING COMPROMETIDO"
TE PROPONE ALGÚN PLAN DE ACCIÓN
Cambiar el miedo por la Esperanza.
Ríe.
Ayuda a un necesitado.
Juega con un niño.
Busca tu felicidad.
Piensa en lo que tienes.
Deja de ser un rehén de los demás.
Date un capricho.
Abandona tu soberbia.
Abraza + la humildad.
Acepta al otro como legítimo otro.
Vive con tus emociones.
Deja de ser víctima y acepta ser responsable.
Lee un libro.
Distingue entre hechos y opiniones.
Se solidaria.
Además de docente acepta + compromiso.
Abandona lo material.
Trabaja con la confianza y deja el control.
África también existe.
Pon acción a tu visión y tendrás un sueño.
Comparte cosas con los demás.
Deja que los demás te ayuden.
Se generoso.
Escucha a los demás.
Abandona tu "caja de confort".
Del error nace el aprendizaje.
¿Qué les falta?
¿Cómo puedo colaborar?
Abandona ¿qué hay aquí para mí?
Escribe tu ilusión.
Ama
No dejes que otros gestionen tu libertad.
Vive lo que aprendes y no quieras enseñar
aquello que no has vivido.

¿ILÓGICOS O LÓGICOS?



¿Por qué somos tan ilógicos?
JENNY MOIX


Nos creemos muy racionales, pero la mente nos tiende trampas a cada paso. Cuidado con hacer afirmaciones tajantes, porque a menudo sacamos deducciones extrañas.
Imaginemos que vamos al médico y nos puede informar sobre nuestra enfermedad de dos maneras:
1. El 80% de las personas se curan.
2. El 20% mueren.
¿Cuál de las dos elegiríamos? En general, los humanos preferimos la primera, pero a un ordenador le daría absolutamente igual porque ambas contienen exactamente el mismo mensaje.

“¿Cómo es posible que en las rebajas todavía cuelen los precios de 19,90 euros o 39,90 euros, si sabemos que es una estrategia de ventas?”
“Si alguien nos diera a elegir entre dos números de lotería: 44.444 o 63.425, ¿a que escogeríamos el segundo?”

Este tipo de sesgo se denomina enmarcamiento. Twersky y Kahneman lo acuñaron para denominar cómo las personas responden de manera diferente a descripciones distintas, pero objetivamente equivalentes.
En 1982 se llevó a cabo una investigación en Estados Unidos que mostró que los cirujanos (como humanos que son) también sucumben al efecto del enmarcamiento. Los participantes en el experimento, basándose en datos clínicos reales, informaron sobre una intervención quirúrgica de una determinada manera a un grupo de ellos y de otra distinta a un segundo grupo. Concretamente, se les dijo esto: “La supervivencia media para esta intervención es del 93%”. “La mortalidad media para esta intervención es del 7%”. Los cirujanos informados en positivo (sobre la supervivencia) se mostraron más dispuestos a recomendar esta operación a sus pacientes.
Si fuéramos lógicos, no debería haber diferencias. Pero las hay.
El enmarcamiento lo podemos ver cada día si analizamos periódicos de distinta tendencia política. Los mismos datos son presentados de manera opuesta. ¿Cómo interpretamos esos datos? Si nos anuncian que un 55% de los españoles están a favor de la medida X, nuestro cerebro lo resume y se queda con la idea de que la mayoría de los conciudadanos están a favor. Este reduccionismo se debe a un tipo de economía mental, o dicho de otra forma, de pereza mental. No nos paramos a pensar que el 45% de los españoles están en contra.
Además del enmarcamiento, veamos otros fenómenos ilógicos.
el orden de las palabras
El orden de los factores…
sí altera el producto
Existe un tipo de experimento en el que se presenta, a dos grupos de personas, una descripción de un supuesto individuo con los mismos adjetivos, pero con el orden cambiado. Una es: “Pedro es inteligente, habilidoso, impulsivo, criticón, empecinado y envidioso”. La segunda: “Pedro es envidioso, empecinado, criticón, impulsivo, habilidoso e inteligente”. ¿A quién caerá mejor Pedro?, ¿a los que han leído la primera o la segunda? Normalmente, los sujetos que leen la primera descripción puntúan mejor a Pedro. Cuando leemos o escuchamos información, no lo hacemos de forma pasiva; nuestro cerebro, de manera automática, va anticipando lo que vendrá a continuación. Si el primer adjetivo es positivo, prevemos inconscientemente que lo siguiente también lo será, y si no lo es, lo matizamos automáticamente para que se acerque lo más posible a nuestra primera impresión.
Si no lo hemos hecho nunca, es interesante reflexionar un rato sobre la palabra pero. Supongamos que tenemos un jefe y nos dice: “Me gusta mucho tu trabajo, pero eres impuntual con las entregas”. O bien: “Eres impuntual con las entregas, pero me gusta mucho tu trabajo”. ¿Qué nos gustaría más? Sin duda, el segundo comentario. Nos está diciendo exactamente lo mismo, pero cuando hay un pero, el énfasis siempre lo ponemos en la parte final.
Así que vayamos con mucho cuidado con los peros. Si alguien nos explica un problema y al acabar le decimos: “Te entiendo, pero…”, ¿se sentirá comprendido? Pues no mucho. Quizá podríamos cambiar el pero por un y, por ejemplo: “Te entiendo y, además, pienso…”. O simplemente cambiar el orden, darle nuestra opinión, y al final, “pero te entiendo”. Pequeños matices de grandes resultados.
Daltonismo numérico
“Una pizca de probabilidad tiene tanto valor como una libra de quizá” (James Thurber)
Al igual que las palabras, los números también los interpretamos de forma curiosa. Los estudios demuestran que, bajo un cierto límite, las probabilidades nos parecen equivalentes. Por ejemplo, nuestro cerebro interpreta igual una probabilidad del 8% y otra del 1%. Asimismo, nuestra ilógica con los porcentajes la podemos detectar en el hecho de que preferimos que la probabilidad de que nuestro avión se estrelle sea de 0,000001 (1/1.000.000) que de 0,0000009 (9/10.000.000). En este caso, lo de menos es el resultado, la elección depende simplemente de que en el primer supuesto hay un 1 en lugar de un 9, y por este motivo la probabilidad nos parece menor.
La trampa numérica más cotidiana en la que caemos es la de las rebajas. ¿Cómo es posible que la estrategia de la camisa de 19,90 euros o el pantalón de ¡sólo 39,90 euros! todavía cuele? No somos tontos y sabemos perfectamente que es una estrategia de ventas y que, en realidad, si el producto cuesta un céntimo menos no influirá en nuestra decisión. No obstante, parece que sí lo hace, pues de lo contrario esta táctica ya no se utilizaría.
Conclusiones erradas
“Vivimos en la era de la televisión. Una sola toma bonita ayudando a un viejo dice más que todas las estadísticas sanitarias”(Margaret Thatcher)
Cuando extraemos una conclusión de cualquier tema, lo hacemos basándonos en la información que tenemos más accesible. Si nos preguntan si consideramos más probable que una palabra inglesa empiece por la letra k o que tenga una k en la tercera posición, probablemente afirmaremos que son más numerosas las palabras que empiezan por k. Sin embargo, existen alrededor de tres veces más vocablos con una k en tercera posición. Nuestra respuesta se basa en procesos que tienen que ver con los mecanismos de nuestra memoria. Debido a ellos nos resulta más fácil recuperar y recordar las palabras por las letras que empiezan que por cualquier otra incluida en ellas. Las palabras que empiezan por k son más accesibles, pero eso no significa que realmente sean más abundantes.
¿Y si nos preguntan si en España hay más muertes por suicidios que por accidentes de tráfico? En general, contestamos que hay más muertes en las carreteras, aunque en realidad no es así. Nuestra respuesta se debe a que se informa muchísimo más de las muertes por accidentes. Los suicidios suelen ser silenciados.
Las estadísticas no tienen nada que hacer comparadas con lo que ven nuestros ojos. Aunque nos informen del elevado porcentaje de muertes por cáncer de pulmón debidas al tabaco, si nuestro tío Paco, de 89 años, ha fumado toda la vida como un carretero y está como un roble, ¿qué conclusión sacamos?
Deducciones sesgadas
“Saltar rápidamente a conclusiones rara vez conduce a felices aterrizajes” (S. Siporin)
Supongamos que se ha realizado un estudio sobre las familias españolas que tienen seis hijos y se ha comprobado que una de cada tres tienen tres chicos y tres chicas. Sigamos imaginando y pensemos que analizamos el orden de nacimiento de los hijos. ¿Qué orden creemos que es más probable?
1. Mujer, hombre, hombre, mujer, hombre, mujer.
2. Hombre, hombre, hombre, mujer, mujer, mujer.
La primera opción es más típica o representativa de un orden al azar y por ello se suele contestar que es la más probable. Sin embargo, las dos secuencias son igualmente probables estadísticamente hablando.
El mismo fenómeno pasaría si alguien nos diera a elegir entre dos números de lotería: el 44.444 o el 63.425. ¿A que escogeríamos el segundo? El primero nos parece menos probable, porque una cifra con todos los números iguales es menos representativa, menos típica.
Nos explican que Juan es un chico delgado, lleva gafas, es licenciado en Historia y le encanta leer. Y luego nos preguntan si creemos que es bibliotecario o camarero. Si tuviéramos que apostar, la mayoría diríamos que es bibliotecario, tal como lo demuestran muchas investigaciones. Nuestra respuesta se vuelve a basar en lo que nos parece más representativo o típico. Sin embargo, tendríamos más probabilidades de acertar si apostáramos a que es camarero, simplemente porque existen muchos más camareros que bibliotecarios en nuestro país.
imaginación contra la lógica
Cuando el río suena…quizá no lleve agua
El 28 de diciembre, una amiga me llamó por teléfono para contarme un suculento cotilleo. Había pillado in fraganti, muy acaramelados, a un amigo nuestro, casado, con una amiga divorciada. Me sorprendió muchísimo porque son dos personas de ambientes muy diferentes y que aparentemente no encajan. Así que solté el típico “¡No me lo puedo creer!”. Entonces ella me ofreció todo lujo de detalles que mi mente recreó en profundidad. Al final, riéndose, me dijo que era una completa inocente. Entonces, caí en la cuenta de la fecha en la que estábamos.
Lo curioso de la anécdota es que, aunque sé que no es verdad…, no sé…, ahora no me sorprendería tanto encontrarlos juntos.
Lo que me pasó lo describe a la perfección Massimo Piattelli, autor de Los túneles de la mente: “Los experimentos encuesta, e incluso los casos reales de la vida, nos han demostrado mil veces cómo una historia plausible y bien explicada puede hacer que consideremos objetivamente probables acontecimientos a los que minutos antes no hubiéramos concedido ni la más mínima probabilidad”.
Causalidad donde no la hay
“La vida es el arte de sacar conclusiones suficientes a partir de datos insuficientes” (Samuel Batler)
Nuestra mente tiende a ordenarlo todo. El caos nos incomoda e intentamos darle sentido y explicación a lo que ocurre. Podemos encontrar una causa a meras coincidencias. Y al hacerlo, algunas veces incluso podemos caer en el pensamiento mágico. Por ejemplo, a interpretar hechos a través de un supuesto orden cósmico o de ondas invisibles. No entremos en las creencias espirituales de cada uno, en este terreno sería absurdo analizar cuáles son más lógicas. Lo que puede resultar ilógico es recurrir a ellas para explicar hechos que pueden ocurrir muy probablemente por simple azar.
¿Cuál es el número mínimo de personas que hay que reunir en una habitación para que haya una probabilidad superior al 50% de que coincidan los cumpleaños de dos de ellas en el mismo día del año? Una respuesta clásica es 183, pero no. La respuesta exacta es ¡24! Las coincidencias son mucho más probables de lo que nos pensamos.
Como muy bien afirma el biofísico y químico Massimo Piattelli: “La razón no es una facultad congénita que actúa en nosotros de manera espontánea y sin esfuerzo”. Así que, para ser un poco más lógicos, debemos esforzarnos mucho, aunque nunca lo vamos a conseguir del todo.
Pero siempre nos queda ser humildes con nuestras deducciones y dejar a un lado nuestras afirmaciones tajantes.

¿QUÉ BUSCAS AFINIDADES O REALIDADES MEDIBLES?



En el amor siempre hay algo de locura,
más en la locura siempre hay algo de razón.
Nietzsche

¿Qué buscas afinidades a realidades medibles?
Todos nosotros tenemos tendencia a poner "etiquetas" a las personas y cosas.
Si somos capaces de cambiar dichas "etiquetas" que hemos puesto a través de nuestro modelo mental, cambia la emoción y cambia la acción en el lenguaje, es decir,
cambia nuestra posición en el universo.
Para cambiar las "etiquetas" debemos
iniciar un proceso voluntario y conciente.
Podemos iniciarlo analizando lo que pensamos
de la otra persona y para qué lo hacemos así.
Cuestionarte y preguntarte si
podrías pensar lo contrario de esa misma persona.
Intentar y conseguir ponerte en los
"zapatos" de la otra persona.
¿la otra persona hace las cosas mal o
tu la tienes etiquetada?
¿para que te sirve tu relación con esa persona?
¿cómo crees que te valora la otra persona?
¿para qué crees tiene esa opinión de ti?
¿entiendes que esa persona podría actuar así por alguna razón?
¿Hay más hechos que no has tenido en cuenta?
¿Existe algo por lo que te gustaría pedirle perdón?
¿Podrías redefinir un nuevo objetivo con esa persona?
¿Que buscas afinidades o realidades?
¿Que te complazcan o que te hagan reflexionar?
¿que te adulen o que te ayuden a crecer?
¡¡recuerdas aquello de aceptar al otro como legítimo otro!!
¿Quién soy?
Mi singularidad se disuelve en cuanto la examino y,
finalmente, estoy convencida de que mi singularidad
procede de una ausencia de singularidad.
Incluso tengo en mí algo mimético que me impulsa
a ser como los demás.
Edgar Morín

¿LIDERAS TU FUTURO?



¿No es la vida cien veces demasiado
breve para aburrirnos?
Nietzsche
Un lider (todos somos líderes de nosotros mismos) debe tener 10 retos.
Ha de tener un proyecto ilusionante, dar ejemplo para tener credibilidad, ofrecer expectativas, mostrar confianza en el proyecto, dar autonomía a los empleados y colaboradores, animar a probar, aceptando y sin castigar los posibles fracasos, reconocer los valores y los exitos de los demás, aprender los errores propios y de los ajenos; fomentar el orgullo de pertenencia a la organización, y celebrar los éxitos, aunque lleguen en periodos de crisis. A estos diez retos, que el directivo debe tener en su gestión diaría, debe añadierse, el de ser capaz de agradecer la labor de los que le rodean.Y, además comprender que la belleza puede estar también en la diversidad.

¡¡¡Nadie es dueño de la realidad!!!
"Para conocer la verdad de las cosas
hay que seguir la sombra de ellas".

SOBRE LOS MODELOS MENTALES.... 2



Intenta amar como si
nunca te hubieran herido.
Baila como si nadie
te estuviera viendo.
Trabaja como si no necesitases
el dinero.
No vayas, por tanto, mirando
fuera de ti.
Entra en tí mismo, porque la
verdad habita en el interior
del humano

• ¿Cómo identificamos el modelo mental que tenemos?

Este es uno de los temas claves en la definición de los modelos mentales ya que no solemos tener conciencia de nuestros MM o los efectos que generan en nuestros comportamientos y relaciones.
Si a una persona le preguntamos cual es su MM, probablemente le cueste encontrar la respuesta o simplemente no responda.
El lector de este artículo puede hacer la prueba de buscar responder a la pregunta de cuál es su modelo mental y procurar escribirlo. Probable y casi seguramente se encontrará sin poder definirlo claramente.
El aprendizaje oculto aquí es que,
el hecho de ignorar nuestro MM no nos libra de ninguna responsabilidad por nuestra manera de ser y comportamiento,
tanto positiva como negativamente.
Todos tenemos un modelo mental central que nos usa
y desde el cual nos relacionamos, conversamos y actuamos.
Un primer paso entonces, es comenzar a crecer
en nuestro nivel de conciencia acerca del MM
que nos usa y si vemos que no es lo que deseamos
o no nos brinda la posibilidad o el poder
(como capacidad de acción)
de llegar a los resultados que buscamos,
simplemente desafiarlo y cambiarlo.

Sobre los modelos mentales...... 1


Las emociones modifican
nuestra condición de observador.
Y así aprendemos sobre las cosas ....
pero "no de las cosas"

• ¿Qué es lo que hace necesario pensar y hablar acerca de Modelos Mentales?
Los seres humanos producimos los resultados en el mundo de posibilidades que somos capaces de ver y creer.
En ese mundo que juzgamos posible para accionar y producir resultados nos vamos desarrollando y generando también oportunidad para otros.
Tanto la posibilidad que observamos como la oportunidad que aprovechamos y compartimos con otros, lo hacemos conforme al modelo mental que tenemos como individuos y como organización. Teniendo esto en consideración podemos entender más aún porque nuestra organización se llama "Oportunidad en Red".
Como síntesis, se plantea entonces, que cada persona, equipo y organización comprende el mundo
y actúa en base a sus modelos mentales (MM).

SER YO "AQUÍ Y AHORA"



La generación instantánea
FRANCESC MIRALLES

Desde hace una década vivimos en la cultura del aquí y ahora, en la que la urgencia domina nuestra vida. Pero ¿vivir así nos hace más felices o sólo oculta el miedo a pensar?
Tanto antes de la crisis como durante la crisis, la sociedad del derroche ha penetrado hasta tal punto en todos los aspectos de nuestra vida, que el consumo compulsivo ya no se limita a lo que adquirimos en las tiendas. El consumismo se ha trasladado a las relaciones sentimentales, cada vez más efímeras, por no hablar de nuestra sufrida agenda diaria, que sobrecargamos de compromisos y actividades. Consumimos tiempo y recursos en una carrera alocada contra el ritmo natural de las cosas.
“Corremos sin cesar porque no sabemos adónde vamos ni qué queremos hacer con nuestra vida. Detenernos nos da miedo”
"Si se cumplen los pronósticos, nos aguarda un mundo más lento y pequeño en el que los vecinos y el barrio recuperarán importancia"
Todo lo queremos instantáneo. Antes, preparar un café en casa era un ritual que implicaba desenroscar la cafetera, llenar el filtro de café molido, volverla a cerrar, esperar a que el fuego hiciera emerger el café con un sonido inconfundible… Hoy ponemos una cápsula en la máquina y obtenemos en cuestión de segundos un café
instantáneo.
El problema no es el café, sino que esta misma urgencia domina el resto de ámbitos de nuestra vida. Somos la generación Nespresso.
Con prisa y sin pausa
“Tanta urgencia tenemos por hacer cosas, que olvidamos lo único importante: vivir”
(Robert Louis Stevenson)
La cultura de la impaciencia se empezó a gestar con la revolución industrial y ha llegado a su cénit esta última década. Con la implantación masiva de Internet y de la telefonía móvil, nos hemos acostumbrado a los resultados inmediatos. Escribimos el nombre de un restaurante en la ventanita de Google y antes de un segundo tenemos su ubicación exacta en el mapa. Mandamos un correo electrónico, y si no obtenemos respuesta rápida, llamamos para ver qué sucede.
Según el psicólogo Miguel Ángel Manzano, “las nuevas tecnologías nos han construido un mundo virtual con el que nos relacionamos la mayor parte del tiempo; por tanto, cada vez estamos más acostumbrados a esos tiempos de reacción y cualquier cosa que se dilate demasiado nos molesta”.
Nuestra generación exige resultados a cortísimo plazo. Pero ¿vivir así nos hace más felices? ¿Dónde está el placer de la espera? ¿Qué sentido tiene correr tanto cuando no sabemos hacia dónde queremos ir?
Antiguamente, la paciencia y la lentitud se consideraban virtudes capitales para hacer grandes obras, como copiar un manuscrito o edificar una catedral. De hecho, estudios modernos como el de Malcolm Gladwell y su ley de las 10.000 horas reivindican el tiempo y la dedicación como clave de la excelencia. La precipitación, en cambio, genera estrés, angustia y frustración. Tal como decía hace un siglo el escritor británico Chesterton, el problema de las prisas es que al final nos hacen perder mucho tiempo.
‘Speed dating’
“Las grandes leyes de la naturaleza son: no corras, no seas impaciente y confía en el ritmo eterno” (Nikos Kazantzakis)
La pasión por lo instantáneo explica el auge de fórmulas como el speed dating, en el que los singles disponen de siete minutos con cada persona en una multicita que les obliga a saltar de mesa en mesa. En cada minicharla, el emparejado/a debe decidir si va a marcar en la cartulina el nombre de quien tiene delante para un futuro contacto o bien termina aquí el encuentro.
Una sesión de speed dating comporta conocer de siete a 10 personas en una hora, aunque en versiones más aceleradas –con encuentros de dos minutos– se puede aumentar el número de citas a 25 por hora. En muchos de estos locales se promueve el fast food durante los encuentros, porque se ha comprobado que tener algo en la mano, por ejemplo un trozo de pizza, permite controlar mejor los nervios. La música machacona a buen volumen hará el resto.
La pregunta es adónde nos lleva todo esto. Aunque en esta cadena de flirteos elijamos a alguien que a su vez nos ha seleccionado, nuestro umbral de tolerancia en la próxima cita será más bien escaso. Quien no quiere perder más de siete minutos en conocer a alguien tardará ese mismo tiempo en desencantarse cuando se adentre en la complejidad del otro.
Esta misma prisa hace que los padres hayan perdido la paciencia a la hora de educar a sus hijos, además de sufrir constantes conflictos con familiares, amigos y compañeros de trabajo por una simple falta de tiempo para aclarar las cosas.
Antes o después tendremos que preguntarnos por qué estamos viviendo de esta manera y qué obtenemos con ello.
Lo que oculta la carrera
“La velocidad no sirve para
nada si te dejas el cerebro por el camino” (Karl Kraus)
Detrás de la generación Nespresso se oculta un problema de ansiedad generalizada. Corremos sin cesar porque no sabemos adónde vamos ni qué queremos hacer con nuestra vida. Como detenernos a pensar nos da miedo –existe el riesgo de descubrir que andamos perdidos–, entre una cápsula de experiencia instantánea y la siguiente, seguimos a la carrera.
Sobre esto, el periodista José María Romera afirma que “la agitación que impera en nuestro tiempo deja poco espacio a la reflexión y al sosiego. Esperar es casi un acto heroico cuando la conducta más frecuente ante el rechazo o el fracaso es el abandono a las primeras de cambio. Sólo en la medida en que nos reconciliemos con la duración propia de cada cosa podremos obtener de ella el máximo beneficio”.
Hay una serie de hábitos que nos permiten pasar de lo instantáneo al lento y placentero rugido de la cafetera de la vida. Algunos de ellos serían:
Recuperar el hábito de esperar. Aunque haya cola en una tienda o parada del mercado, si es allí donde queremos comprar, no buscar una solución instantánea cambiando de lugar.
Congelar los correos electrónicos conflictivos. Al menos 24 horas, ya que una respuesta instantánea y en caliente puede destruir en cinco minutos una relación edificada en años.
Encargar un libro en la tienda del barrio. Como en los viejos tiempos, esperar su llegada una semana o dos aumentará la ilusión cuando lo tengamos en las manos.
Ver películas de arte y ensayo. Contra la velocidad que imprime el cine comercial, revisitar películas europeas de los sesenta y setenta, o bien optar por la filmografía oriental, nos educa en un ritmo más calmado y reflexivo.
Ejercitarnos en la espera y la lentitud tiene un valor adicional, ya que hay indicios de que el gran batacazo que ha supuesto para nuestro modo de vida la última crisis económica va a imprimir un giro radical al mundo.
El fin del ‘low cost’
“Uno puede estar a favor
de la globalización y en contra de su rumbo actual, lo mismo que se puede estar a favor de
la electricidad y contra la silla eléctrica” (Fernando Savater)
Antes de que nos cansemos de lo instantáneo, parece ser que el mundo va a encoger y nos obligará a vivir con un ritmo más pausado y natural. Esa es la tesis del analista económico Jeff Rubin, que en su libro Por qué el mundo está a punto de hacerse mucho más pequeño anuncia el retorno a una cultura basada en los productos locales.
“Cuando el barril de petróleo vuelva a costar tres dígitos, esto acabará con la cultura low cost y demostrará que la globalización ha sido un sueño o una pesadilla, pero, en cualquier caso, que es económicamente insostenible. Ya era ecológicamente inviable, pero ahora también lo será desde un punto de vista financiero. Tomaremos el avión, pero no para ir a Vietnam de vacaciones, sino en ocasiones muy señaladas y pagando un precio muy alto, tal y como sucedía antes.
La imposibilidad de transportar mercaderías baratas de una parte del mundo a otra, según Rubin, nos obligará a producirlo todo más cerca: desde los granos de arroz hasta los barcos. Lo que era exótico volverá a ser exótico, y caro. Dicho de otro modo, tener fresas en invierno se convertirá en un lujo de excéntricos. Nos tendremos que reacostumbrar a una cultura más local y artesana y, con ello, a los ciclos naturales.
La próxima generación
“Ha de haber algo más en la vida que tenerlo todo” (Maurice Sendak)
Si se cumplen estos pronósticos, nos aguarda un mundo más lento y pequeño que implicará viajar menos en coche y caminar más a menudo. Compraremos y trabajaremos más cerca de casa y, por tanto, nuestros vecinos y el barrio en el que vivimos recuperarán la importancia de antaño.
El fin de lo frívolo y lo inmediato tendrá gran repercusión en la psicología de la sociedad. Así lo asegura el periodista cultural David Barba, que prepara el primer ensayo sobre la generación Nespresso: “Nuestra visión de la escasez será sustituida por una mentalidad de abundancia. A lo largo de la historia, las sociedades tradicionales, mucho más pobres en lo material, han sentido como una bendición la posesión de alimentos u objetos de sobra, y jamás faltó un lugar en la mesa para el caminante que necesita un plato de comida. Sin embargo, nuestra sociedad de la opulencia siente como ninguna otra la idea de la escasez, el preconcepto de que no hay suficiente para todos y, por tanto, no es posible compartir el bienestar con los recién llegados o con los elementos ‘no-productivos’. En una sociedad moralmente mejorada, la solidaria mentalidad de la abundancia –más propia de la naturaleza humana, como han demostrado las psicologías humanistas del siglo XX– emergerá para quedarse”.
Por tanto, la buena noticia de la crisis es que, cuando pase el vendaval, seremos capaces de ver nuestras verdaderas prioridades, todo lo esencial que nos había pasado de largo en nuestra agotadora carrera hacia ninguna parte.

Pensamiento Sistémico y Coaching




¿QUÉ ES EL PENSAMIENTO SISTÉMICO?

El pensamiento sistémico es la actitud del ser humano, que se basa en la percepción del mundo real en términos de totalidades para su análisis, comprensión y accionar, a diferencia del planteamiento del método científico, que sólo percibe partes de éste y de manera inconexa.
El pensamiento sistémico aparece formalmente alrededor de mediados del siglo XX, a partir de los cuestionamientos que desde el campo de la biología hizo Ludwing von Bertalanffy, quién cuestionó la aplicación del método científico en los problemas de la Biología, debido a que éste se basaba en una visión mecanicista y causal, que lo hacía débil como esquema para la explicación de los grandes problemas que se dan en los sistemas vivos.
Este cuestionamiento lo llevó a plantear un redefinición global en el paradigma intelectual para entender mejor el mundo que nos rodea, surgiendo formalmente el paradigma de sistemas.
El pensamiento sistémico es integrador, tanto en el análisis de las situaciones como en las conclusiones que nacen a partir de allí, proponiendo soluciones en las cuales se tienen que considerar diversos elementos y relaciones que conforman la estructura de lo que se define como “sistema”, así como también de todo aquello que conforma el entorno del sistema definido. La base filosófica que sustenta esta posición es el HOLISMO (del griego holos = entero).

¿CÓMO TE LLEVAS CON TUS COMPAÑERAS DE GINECEO?


"la pobreza no es natural"
Es algo creado por el hombre
y que por tanto puede ser
erradicada por las acciones humanas.
Nelson Mandela

El conflicto consiste en un enfrentamiento o choque intencional entre dos seres o grupos de la misma especie
que manifiestan los unos hacia los otros una intención hostil, generalmente acerca de un derecho,
y que, para mantener, afirmar o restablecer el derecho,
tratan de romper la resistencia del otro,
usando eventualmente la violencia,
la que podría llevar al aniquilamiento físico del otro.
En este campo, el coaching comprometido, no el coaching "analgésico/docente",
puede colaborar enormemente.
En éstos escenarios el "cambio de observador"
se revela como fundamental
para encontrar nuevos espacios de comprensión
y acercamiento.
Podríamos mirar desde otro ángulo
el área de lo permitido como vehículo de avance,
ante los viejos conceptos.
Anclarse en posicionamientos de tradición/seguridad
no aportan nada nuevo ante los conflictos tradicionales.
En los espacios del "conflicto"
la INNOVACIÓN tiene un terreno abonado.
Razonar y ceder para un beneficio común resulta determinante.
El espacio de lo permitido es muy amplio......
no lo limitemos con nuestro "MODELO MENTAL"

¿LA TELEVISIÓN, ENTRETENIMIENTO O SEDACIÓN?




¿Para qué vemos tanto la tele?
BORJA VILASECA

No se trata de demonizar el entretenimiento, el trabajo o la diversión, sino de analizar para qué los utilizamos. Si se trata de un medio de escapar de nosotros mismos, es el momento de salir del círculo vicioso.
No importa si vivimos solos o acompañados de nuestra pareja e hijos. Una vez en casa, cansados físicamente y agotados mentalmente, solemos desplomarnos en el sofá. Y justo en ese preciso instante, después de un día marcado por la obligación de hacer y el deseo de tener, nos encontramos irremediablemente con nuestro ser. Es sin duda el verbo más importante de nuestra vida, pero también al que prestamos menos atención. De ahí que sentados en el sillón, solos, en silencio y sin hacer nada, nos invada una incómoda sensación. Es como un runrún que empieza a vibrar con fuerza en nuestro interior, una experiencia conocida como “vacío existencial”.

“Hemos entrado en una nueva era con un nuevo tipo de ser humano: el hombre que se evade de sí mismo”
“Se trata de analizar si trabajo, consumo o diversión son medios de escapar del malestar o fines en sí mismos”

Lo paradójico es que al empezar a conectar con nosotros mismos, con lo que sentimos en nuestro interior, solemos encender la televisión de forma mecánica con la intención de evadirnos de esa molesta y desagradable sensación. Es un acto sutil, totalmente inconsciente. Y lo cierto es que después de tantos años siguiendo este mismo ritual, huir de nosotros mismos termina por convertirse en una rutina. Lo hacemos por una simple cuestión de comodidad e inercia.
De hecho, según los informes que realiza Corporación Multimedia, los españoles nos pasamos una media de casi cuatro horas al día delante de la caja tonta. Se estima que nos tragamos al menos una hora de anuncios publicitarios y otra haciendo zapping.
Y eso no es todo. Según un estudio de la Asociación Europea de Publicidad Interactiva, la actividad de navegar por Internet ya supera en número de horas a la semana a la de ver la tele. Visto con perspectiva, nuestro tiempo de ocio empieza a tener un denominador común: estar sentados, narcotizándonos delante de una pantalla. De ahí que algunos sociólogos constaten que hemos entrado en una nueva era con un nuevo tipo de ser humano: el homo evasivus. Es decir, “el hombre que se evade de sí mismo”.
Llegados a este punto, los psicólogos y coachs contemporáneos proponen una serie de preguntas para averiguar qué hay detrás de nuestra adicción a escapar de nuestro mundo interior:

“¿Cuánto tiempo dedicamos cada día a estar realmente con nosotros mismos sin evadirnos?
¿Qué necesidad tenemos de entretenernos?
¿Qué sentimos cuando estamos a solas, en silencio y sin nada con lo que distraernos?
Y en definitiva: ¿somos conscientes de que huir de nosotros mismos no es la solución, sino el problema?
¿Por qué hacemos lo que hacemos?
“El aburrimiento es un síntoma inequívoco de que no estás a gusto contigo mismo” (Erich Fromm)
Resulta incómodo cuestionar nuestro estilo de vida. Pero tarde o temprano no nos va a quedar más remedio que pararnos y ver qué ocurre en nuestro interior. Y este ejercicio de honestidad, humildad y coraje es el principio de la verdadera crisis existencial, que no es más que asumir la responsabilidad y el compromiso de resolvernos a nosotros mismos.
Al estudiar la etimología de las palabras, nos damos cuenta de que en este caso el problema es también la solución. El término malestar, por ejemplo, está compuesto por el adjetivo mal y el verbo estar y básicamente significa “estar mal”. Un sinónimo contemporáneo, totalmente aceptado por la sociedad, es el aburrimiento. Procede del latín abhorrere, que quiere decir “tener horror”. Es decir, que cuando afirmamos estar aburridos, en el fondo estamos diciendo que sentimos horror dentro de nosotros. De ahí que para escapar nos orientemos hacia la diversión. Lo cierto es que este sustantivo, que viene del verbo latino divertere, significa “apartarse, alejarse, desviarse de algo penoso o pesado”. Recapitulando, sólo cuando estamos mal experimentamos horror en nuestro interior, lo que nos lleva a apartarnos y alejarnos de nosotros mismos, buscando distracciones de todo tipo en el exterior.
La filosofía del autoengaño
“No hay peor ciego que el que no quiere ver” (proverbio chino)
Se cuenta que el emperador romano Alejandro Magno, de camino hacia India, fue a visitar al filósofo griego Diógenes de Sínope. Era una mañana de invierno, soplaba el viento y Diógenes descansaba a la orilla de un río, sobre la arena, tomando el sol desnudo. Nada más verlo, Alejandro Magno quedó fascinado por la energía y la paz que desprendía su presencia. “Señor, por todas partes me cuentan que es usted un gran sabio”, afirmó el emperador. “Me gustaría hacer algo por usted. Dígame lo que desea y se lo daré”. Sin apenas inmutarse, Diógenes le contestó, con voz tranquila y serena: “Muévete un poco, que me estás tapando el sol. No necesito nada más”.
Su respuesta le dejó impresionado. Tras unos segundos de silencio, el filósofo le preguntó: “¿Adónde vas, Alejandro?”. “Y sobre todo, ¿para qué?”. Seguro de sí mismo, el emperador le contestó: “Voy a India a conquistar el mundo entero”. Diógenes le miró a los ojos y le hizo una nueva pregunta: “Y después, ¿qué vas a hacer?”. Alejandro Magno se lo pensó un buen rato y finalmente afirmó: “Después descansaré, viviré tranquilo y seré feliz”.
Diógenes se echó a reír. “Estás loco”, le espetó. “Yo estoy descansando ahora. No he conquistado el mundo y no veo qué necesidad hay de hacerlo. Si al final lo que quieres es descansar, vivir tranquilo y ser feliz, ¿por qué no lo haces ahora? Y te digo más: si lo sigues posponiendo, nunca lo harás. Morirás. Todo el mundo muere en el camino, pero son muy pocos los que realmente viven”.
Desenchufarse para conectarse

“El vacío existencial no se llena, sino que se trasciende por medio de la aceptación” (Viktor Frankl)
No se trata de demonizar el trabajo, el consumo y la diversión. Pero sí de reflexionar acerca de si son medios para escapar de nuestro malestar, o fines en sí mismos con los que disfrutar de todo cuanto nos ofrece la vida. Y es que podemos ver la tele o navegar por Internet para matar el tiempo, o bien podemos hacerlo como resultado de una elección consciente. La clave para saber desde dónde tomamos la decisión se encuentra en lo que nos mueve a hacerlo.
El primer paso es a menudo el más difícil. Consiste en salirnos de la rueda para dedicar tiempo y espacio para estar con nosotros mismos. Porque es en el silencio y en la inactividad donde reconectamos con lo que somos. Y dado que llevamos tantos años escapando de nuestro dolor, insatisfacción y malestar, esto es precisamente lo primero con lo que nos encontramos. Forma parte del proceso de autoconocimiento. Es la cortina de humo que nos separa de nuestro verdadero bienestar.
Para salir de este círculo vicioso hemos de adueñarnos de nuestro diálogo interno. Así, podemos contrarrestar nuestra inercia mental con nuevas preguntas: “¿Quiénes somos? ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué le falta a este momento para sentirnos felices?”.
A menos que aprendamos a estar bien con nosotros mismos, seguiremos sintiendo el impulso mecánico de alejarnos de nuestro mundo interno, orientándonos obsesivamente a la actividad constante y el consumo desbocado. Así, la finalidad del crecimiento personal es recuperar nuestro autogobierno interno, que suele dar como fruto un bienestar duradero. Es entonces cuando se nos revelan dos verdades inmutables: que nosotros somos lo que andamos buscando y que no hay mayor fuente de dicha que vivir el momento presente, en un íntimo contacto con la realidad.

Anclados en la pereza
Cuenta una historia que un niño se encontró con Perezoso, un perro que estaba sentado en medio de un camino y no paraba de gruñir y quejarse. “¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo?”, le preguntó. El animal negó con la cabeza. De pronto, el niño descubrió que aquel perro estaba sentado sobre un clavo oxidado. “¡Cuanto más tiempo tardes en sacártelo, más te dolerá la herida!”. Y añadió estupefacto: “¿Por qué no te levantas?”. Cansado de escuchar al niño, finalmente Perezoso le contestó con sorprendente tranquilidad: “Porque no me duele tanto como para hacer el esfuerzo de levantarme”.

¿EXISTE RIQUEZA ENTRE LOS POBRES?




Los pobres deben estar en el centro de una sociedad emancipada y solidaria como principio de su estructuración, organización y misión.
La civilización de la riqueza, ofrece desarrollo y felicidad, y los medios para conseguir ambas cosas.
Por lo que toca a lo primero, en última instancia, propone la acumulación privada del mayor capital posible por parte de los individuos, grupos, multinacionales, estados o grupos de estados, como la base fundamental del desarrollo.
Y por la que toca a lo segundo, propone "la acumulación poseedora, individual o familiar, de la mayor riqueza posible como base de la propia seguridad y de la posibilidad de un consumismo siempre creciente como base de la propia felicidad". Ignacio Ellacuria

¿QUIERES?



DIGNIDAD Y ÉTICA

Vivimos en un mundo de posibilidades
que podemos abrir
si nos liberamos de la costumbre.
***
Los modelos mentales
son aquellas opiniones, juicios,
creencias, patrones del
pensamiento hondamente
arraigados en nosotros.
Influyen en nuestra manera
de ver el mundo,
hace que observemos
selectivamente.
Condicionan nuestra
forma de actuar.
Están por debajo de
nuestras conversaciones.
Así con la emancipación
de nuestros antepasados,
pudo la palabra expresar
la mentira y la sabiduría.
Esto pudo conducirnos
a la rectitud del espíritu
evitando tanta y tanta
exclusión de humanos.
Ahora eres tú la
protagonista.
No duermas tu
potencial
de
sabiduría.
¡¡¡NUNCA ES TARDE!!!

VIVIMOS EN UN INSTANTE MÁGICO QUE SE PUEDE ACABAR EN CUALQUIER MOMENTO



Quem se descreve se limita,
portanto, eu sou:
Limitadamente Ilimitada
Perfeitamente Imperfeita
Deliciosamente Complicada
Rigorosamente Feminina
Perigosamente Sensual
Escandalosamente Divertida
Bombasticamente Geniosa
Sabiamente Silenciosa
Essencialmente Emotiva
Lucidamente Insana
Absolutamente Viva
Exageradamente Eu
!Inesquecível... e Feliz!!!
Má Salvatori

La INTELIGENCIA no se ha dado a los humanos
para evadirse de sus compromisos reales,
sino para cargar sobre sí
con lo que son realmente las cosas
y con lo que realmente exigen.
El hacerse cargo de la realidad
supone un estar en la realidad
de las cosas y no meramente un estar
ante la idea de las cosas
o en el sentido de ellas.
"La acción del coaching debe
unir por gracia lo que la vida separa
(mujeres, hombres, niños;
diferencias de nacimiento
y de aspecto; de nación,
lengua o modo de vida;
diferencias culturales o educativas;
nivel de vida o creencias;
emociones o sentimientos,
intereses o ilusiones)..
siempre debe procurar unir y amar"

¿PASIÓN O CONCIENCIA?


¿Puede el amor vencer la diferencia de edad?
XAVIER GUIX


Dicen que el amor no tiene edad. Cada vez se observan más parejas separadas por muchos años de diferencia, sorteando las virtudes y amenazas del tiempo asimétrico. ¿Locura o quebranto de un prejuicio cultural?
Jesús y Belén se conocieron en el instituto, como profesor y alumna. Acabado el periodo académico, ella mantuvo la relación y logró conquistar a su admirado maestro, casándose cuando ella tenía 22 años y él 48. Él no quiso tener hijos, una situación que pesó demasiado y acabó con la relación 15 años después. A Jacinto, director general de una empresa, le prendó enseguida la pasión y la elegancia de una de sus nuevas directivas. Se enamoraron. Dos años de difícil cortejo, con divorcio por medio. Se casaron, ella con 33 años, él con 52. Actualmente tienen dos hijos y son felices. Helena mantuvo durante cinco años una relación con un chico 12 años menor que ella. Al final rompió la relación, no porque no le quisiera, sino porque él se había convertido en una especie de hijo adoptivo.

“Género y tiempo tendrán otros significados y prevalecerá el criterio del amor auténtico y menos el condicionado”

Son casos de los que van proliferando en nuestra sociedad, y que subrayan nuevos aspectos en las dinámicas de emparejamiento. No aludo, en cambio, a las múltiples historias que no han pasado la barrera del compromiso, los vaivenes sexuales entre mujeres maduras y hombres mucho más jóvenes, ni a la larga tradición del hombre cincuentón persiguiendo lolitas. Más allá de lo difícil que resulta enmendar las calenturientas voracidades de nuestra libido, ¿qué nos están diciendo estas conductas sobre la pareja de hoy? ¿Estamos ante un mero prejuicio social o se intuye la caída de otro tabú? En la nueva consciencia que se proclama, ¿se están derrumbando las barreras del tiempo?
De quién nos enamoramos
Uno no se enamoró nunca, y ése fue su infierno. Otro sí, y ésa fue su condena (Robert Burton)
Alcanzar un estado de enamoramiento puede llegar a ser incluso vulgar. Nos atrae un color de pelo, una melena o unos rizos, unos pómulos enrojecidos, unas curvas sinuosas, unos vaqueros rotos, símbolos en definitiva de algo que se nos muestra como un reflejo interior, como algo que por su sola existencia nos arrastra a un antiguo estado de placidez. Luego vienen otras sutilezas: una mirada, esa forma altiva de andar, un rostro que emana bondad, seguridad al hablar, inocencia, pasión desbordante. Más símbolos que ponen en evidencia nuestras proyecciones.
Cuando esas proyecciones van más allá de lo visible acaparan también nuestros deseos y nuestras carencias. Buscamos otros padres y otras madres, buscamos los opuestos a nuestros progenitores, buscamos lo que creímos perder un día o de lo que siempre nos pareció carecer. Buscamos y encontramos arquetipos: el maestro, o el sabio, la enfermera o cuidadora, el protector, la geisha… y al final admiramos los valores personales: la sabiduría, la generosidad, la amistad, el tesón, la fortaleza interior, la entrega, la compasión. Enamorarse es querer eternizar un instante en el que nos encontramos a nosotros mismos en el otro.
¿Qué buscan y qué encuentran los amantes de edades lejanas? Dicen las chicas de 20 años que los de su generación son unos críos y que prefieren a hombres más seguros y que les aporten más conocimiento. Dicen las mujeres de 50 que los de 30 son vigorosos, dinámicos y divertidos. Dicen los chicos jóvenes que las mujeres maduras les aportan experiencia y estabilidad. Dicen los hombres maduros que encuentran en las jóvenes belleza, pasión y menos complicaciones existenciales. Visto así, todo se reduce a un intercambio de cromos, a un ejercicio de complementariedades, cuando no de compensaciones. Ya en la Grecia antigua se sabía que no hay mayor transacción que la belleza por sabiduría.
El miedo al paso del tiempo
Las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara (Montaigne)

Cuenta Sócrates, en Fedro, de Platón, que cada uno se entretiene con los de su propia edad, ya que se comparten placeres, sobre todo el de la amistad, a pesar de que también pueden acabar por producir asco. Lo que constriñe acaba siendo pesado para todo el mundo, empeorando las cosas si la diferencia de edad es considerable. Tiene su explicación.
Quien es mayor goza de ver, sentir y tocar ese cuerpo joven, vinculando amistad y placer al unísono. Pero, ¿qué consuelo y qué placeres podrá dar a su amado o amada con el paso del tiempo? ¿Cómo evitar que no acabe siendo una cosa desagradable? Sócrates mismo apuntillaba: porque ha de ver una cara vieja que ya no está en la flor de la primavera, añadiendo todo lo que no es agradable de sentir, y menos aún de practicar si no es por constreñimiento, cumplidos inapropiados, así como reproches inaceptables.
Pinta un panorama que asusta, aunque toca donde más duele: el miedo al paso del tiempo. Para el maduro se entrecruza la posibilidad del hastío de su joven pareja y, a la vez, encontrarse solo en plena vejez. La persona joven, en cambio, además de adueñarse del conocimiento ajeno, sigue viviendo en la perspectiva de la inmortalidad. Por mucho que se quieran, eso resta equidad a la relación, alimentando sus temores que se recrudecen con el paso de los años.

Más allá del prejuicio
La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo (William Shakespeare)

Los tiempos han cambiado, y los cuidados de la salud y el cuerpo ocultan el paso del tiempo. Sin embargo, no puede ocultarse lo vivido, no puede prescindirse de lo aprendido, ni puede evitarse lo que está aún por hacer. Si algún prejuicio se impone, chismorreos al margen, es el estancamiento que puede suponer regresar a un estadio anterior de consciencia, si la pareja más joven invita a ello. Del mismo modo, no conviene adentrar a nadie en caminos que aún no le tocan vivir. No importa tanto la edad, sino lo que verdaderamente puede ser compartido entre los interesados.
Sin embargo, hay algo que no se debe obviar en esta sociedad en transformación: la progresiva alteración del concepto del tiempo. Existe prejuicio en tanto que existe un modelo imperante en el que las relaciones son para toda la vida. Al ser así, se impone un criterio de simetría en las edades de los cónyuges. Si, por el contrario, se rompen las fronteras del tiempo, el amor, la relación, como todo, simplemente es ahora y aquí, es autenticidad y compromiso, es amor que ama sin contar el tiempo. Entonces puede suceder que las relaciones no tengan edad, ni fecha en el calendario.
No adivino ni pronostico. Observo sólo la conducta humana y constato que el mundo que conocemos está cambiando y puede haber otros escenarios posibles. Ocurrirá que a lo largo de una vida tendremos diferentes parejas, algunas tal vez del mismo sexo, así como de edades diferentes. Género y tiempo tendrán otros significados y prevalecerá el criterio del amor auténtico, y menos el condicionado, en una sociedad más libre en la que cada cual podrá optar, ya sin miedos ni culpas, a vivir como desea vivir. Aunque parezca una utopía, eso ya está ocurriendo hoy. Platón tenía sus razones, sin embargo, estamos empezando a salir de la caverna.

¿CÓMO TE VA TU REMAR EN EL ESTANQUE DE LA SOLEDAD?



COACHING PARA EL NARCISIMO Y LOS BORDERLINE.
"vivimos en un instante mágico
que se puede acabar en cualquir
momento"
Detrás de nuestra imagen fotográfica, frecuentemente, existe una personalidad críptica que nos acompaña por los avernos de nuestra existencia.
Así hay patrones de conducta que se desvían de las expectativas socio/culturales previstas en la oficialidad y que complementan la realidad social de manera significada.
Los narcisistas y los borderline (personalidad límite).
Los primeros son incapaces de amar y, para compensar ese vacio, buscan desesperadamente admiración. Los segundos, carentes de autoestima, terminan enganchados a relaciones que se encargan de dinamizar con sus ansiedades y cambios de humor.
Si los narcisistas "usan" a los demás como espejo que refleje su grandeza, los borderline los necesitan para conseguir lo que en el fondo desean: ser abandonados.
Podemos considerar que los cambios en la sociedad afectan a la psique del individuo, produciendo cada vez más una juventud obsesionada con el poder, la belleza y la riqueza (narcisistas), y también con las relaciones superficiales y las posesiones materiles (borderline).
Con el coaching, la misión, trata de liberar a los borderline de la nociva fantasía que les hace posponer su vida hasta que encuentren a alguien que cuide de ellos. Con los narcisistas, diferenciar a los extravertidos -arrogantes y soberbios- de los introvertidos -que se presentan como tímidos pero pronto destapan su necesidad de ser reconocidos como superiores.
Para los narcisistas el resto del mundo existe sólo para hacerles sentir bien. Te halagan y te manipulan para hacerte ver lo maravillosos que son, pero en cuanto consigan tu admiración, de dejarán.
Ambos , narcisistan y borderline, sufren pero
también hacen sufrir.

¡¡¡TODOS TENDREMOS NUESTRO CALVARIO!!!




EMANCIPACIÓN, EMANCIPACIÓN.......
ESTÁS AHÍ........
PARA QUÉ ME HAS
ABANDONADO.....


La pobreza existe como
consecuencia de la acción
del hombre.
Entonces sólo
él puede
eliminarla
¿AÚN JUEGAS A LA PRIMITIVA?

¿ESCUCHAMOS NUESTRO ECO?



Vivimos en un instante
mágico que se puede
acabar en
cualquier momento.
¡¡¡no lo desperdicies, entonces!!!


Cuando nuestra propia VOZ
es la resonancia de un diálogo interno
que nos reconoce plenamente,
podemos y debemos identificar
las diversas facetas de nuestro YO.
Así con una alineación existencial
seremos + plenos y
podremos reconocer nuestros
límites y potenciales.
¡¡Nosotros somos los responsables
de nuestro mañana!!

¿SITUACIÓN O PROBLEMA?



Nuestras reflexiones no podrán suponer
que los cambios que estamos sufriendo
y
el tipo de sociedad a la que hemos ido a parar
sea la consecuencia de una decadencia.
Quien parte de ese supuesto
lo
hace desde un juicio previo que es un prejuicio.
Quien parte de un prejuicio no tiene ninguna posibilidad de comprender.
Quien no acepta, no comprende.
Partimos de la hipótesis de que la cultura
de un grupo equivale a un programa que
incluye un sistema de comprensión
y
valoración de la realidad,
un sistema de actuación en el medio y
un sistema de relación social.
Por conseguiente, ha de haber
una estrecha relación entre el modo
de
vida de los grupos y su sistema cultural.
"Salimos a buscar y no ha encontrar

¿TIENE SENTIDO PARA TÍ TU PROFESIÓN?



Motivarnos en el trabajo
JENNY MOIX


Por estrés o por aburrimiento, a veces el trabajo nos supera. Saber trocear los problemas para abordar las partes y variar nuestra actitud puede ser un buen principio para el cambio.
En los tiempos que corren, si tenemos trabajo somos unos auténticos privilegiados. Justamente por lo conscientes que somos de esta realidad, ya casi ni nos permitimos quejarnos, aunque en algunos casos nuestro empleo pueda ser una fuente de sufrimiento. Desahogarse puede venir bien, siempre y cuando no nos quedemos encallados en las quejas y nos permita tomar conciencia de nuestros problemas y de la necesidad de luchar para mejorar la situación.

“Como no estamos motivados, no nos implicamos; pero quizá no estamos motivados porque no nos implicamos”

Según Mihaly Csikszentmihalyi, no nos deberíamos conformar sólo con reducir los dolores de cabeza laborales, sino que deberíamos buscar la felicidad en nuestro trabajo. Este catedrático de Neurociencias de la Universidad de Stanford y experto en felicidad ha descubierto que es más fácil encontrarla en el trabajo que en el ocio. Basándose en sus estudios, afirma que la felicidad es un “estado de flujo”. Este estado se da cuando estamos totalmente concentrados, completamente comprometidos con la actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Todo tu ser está allí, y estás aplicando tus facultades al máximo. Se caracteriza por una sensación de gran libertad, gozo, compromiso y habilidad.
En sus experimentos, este especialista ha comprobado que en la mayoría de las personas estudiadas estos estados de flujo son más usuales durante el trabajo que fuera del mismo. Para conseguir fluir debe alcanzarse un estado de equilibrio entre el desafío de la tarea y la habilidad de quien la realiza. Si la tarea es demasiado fácil o demasiado difícil, la persona no podrá fluir.
Este equilibrio ideal no se da cuando el trabajo que tenemos asignado es demasiado para nosotros (en este caso aparece el burn out –síndrome del quemado–) o cuando tenemos poco trabajo o nos resulta muy fácil (en este caso aparecerá el boreout –síndrome del aburrido).
Los síntomas del burn out y del boreout son muy parecidos: cansancio, irritabilidad, desinterés por todo, dolores físicos… Sin embargo, hay una clara diferencia entre los dos estados. Las personas que sufren burn out (estrés) suelen decirlo, incluso presumir. En cambio, los trabajadores que padecen boreout (aburrimiento) lo ocultan. Sea cual sea nuestro caso, vamos a reflexionar sobre algunos puntos que quizá nos ayuden a optimizar nuestro rendimiento y a aumentar nuestra satisfacción laboral.

Dividir el problema
“Divide las dificultades que examinas en tantas partes como sea posible para su mejor solución” (René Descartes)

Una conversación inventada, pero representativa:
A. ¿Qué tal el trabajo?
B. Fatal.
A. ¿Por qué?
B. No sé… Por todo.
A. ¿Estás mal con tus compañeros?
B. No, si son muy buena gente.
A. ¿Es por tu jefe?
B. Hombre, mi jefe a veces me altera un poco, pero en general no me quejo. En realidad es que estoy llevando un proyecto que… no hay forma…
En esta conversación, el “todo” ha pasado a ser “un proyecto” y si siguiéramos preguntando y dividiendo este proyecto en partes, quizá ese “todo” se traduciría en sólo algunos aspectos del proyecto. No podemos solucionar “todo”, pero, probablemente, sí esos aspectos concretos. Lo primero que tenemos que hacer es trocear la problemática, y de esta forma se convertirá en abordable.
Recuerdo una conversación que mantuve años atrás con una mujer. La tengo bien anclada en la memoria porque me hizo reflexionar. Hablaba con mucho orgullo de cómo organizaba su trabajo. Era una mujer de la limpieza. Me contó que ella nunca se agobiaba: “Primero limpio una habitación y no me pongo a limpiar otra hasta que está totalmente acabada. Me gusta mirarla a ver si todos los detalles están bien. Cuando considero que está como a mí me gusta, entonces cierro la puerta y voy a por otra habitación. Y todo esto lo hago con mis cascos, porque me encanta escuchar música y cantar”.
Cuando estamos desbordados es crucial establecer algún tipo de orden. Para ello, dividir nuestro trabajo en parcelas es indispensable, y distinguir las que son importantes, urgentes, delegables…, también. Hay quien este orden lo convierte casi en un ritual y es el primer paso que da en su jornada laboral. Algunas personas empiezan por los temas más pequeños porque así les da la sensación de que se sacan muchas cosas de encima rápidamente, otras prefieren empezar por los más complicados porque se sienten más capaces de concentrarse al principio. Cada cual tiene que encontrar su propia fórmula.

Enfocar desde otro ángulo
“Lo que importa es cuánto amor ponemos en el trabajo que realizamos” (madre Teresa de Calcuta)

Un trabajo no es aburrido o interesante por sí mismo, sino que nos lo parece. Cuando encontramos nuestro trabajo aburrido, solemos caer en una trampa de enormes dimensiones. Intentamos escaquearnos y hacer cualquier otra cosa para distraernos. Parece que, como no estamos motivados, no nos implicamos, pero quizá tendríamos que analizarlo al revés: no estamos motivados porque no nos implicamos. Por eso cuanto más nos escabullimos, más aburrido nos parece.
Nos pueden decir lo que tenemos que hacer, pero no cómo. Todos tenemos un margen para la creatividad. Si intentamos mejorar, aprender, ser creativos, podemos dar un giro a nuestro trabajo, se trata de cambiar el enfoque. Mihaly Csikszentmihalyi cuenta el caso de Rico, un trabajador de una cadena de montaje. Su trabajo lo podríamos calificar como soporífero; sin embargo, él se había propuesto hacerlo con la máxima economía de gestos y con elegancia. A lo largo de los años había conseguido reducir el tiempo medio de su cometido en 48 segundos. Estaba tan contento como lo podría estar un atleta que ha reducido su marca.
Imprescindible cambiar el enfoque, la actitud. No tenemos que formar parte del problema, sino de la solución. Nadie dice que sea fácil, por eso precisamente puede constituir nuestro gran reto.
Conocer el sentido
“Cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto más crecerá” (J. C. Friedrich von Schiller)

“Tres albañiles estaban desempeñando la misma tarea cuando un hombre que los observaba se acercó a ellos.
El hombre le preguntó al primer albañil:
–¿Qué está usted haciendo?
A lo que el albañil respondió:
–¿No lo ve? ¡Estoy apilando ladrillos!
Y continuó con su trabajo después de hacer un gesto molesto debido a que consideraba que el hombre le había hecho una pregunta de respuesta obvia.
El hombre repitió la misma pregunta al segundo albañil.
–¿No ve. Estoy levantando una pared?
El hombre formuló la pregunta al tercer albañil, el cual respondió con gran orgullo diciendo:
–¡Estoy construyendo el hospital infantil del pueblo!
¿Cuál de los tres albañiles será más feliz y resistirá mejor las situaciones adversas en su trabajo? La respuesta es obvia. Y nosotros, ¿qué sentido le damos a lo que hacemos?
Imaginemos que pudiéramos elegir un jefe a la carta. Probablemente escogeríamos uno que nos premiara cuando trabajamos bien, que nos ayudara a aprender de nuestros errores, que no nos exigiera demasiado, pero sobre todo no demasiado poco, con el que nos sintiéramos cómodos y libres para comentarle nuestras inquietudes…
Aunque parezca paradójico, en algunos casos, encontrar ese jefe ideal no sería la solución. Si nuestro jefe nos elogia, pero por dentro pensamos que no nos lo merecemos o que en realidad lo hace porque quiere algo más; si nuestro jefe nos indica nuestros errores para que podamos superarlos, pero no los reconocemos; si nuestro jefe nos exige algo que podemos dar, pero no ponemos ganas… Ese jefe excelente no serviría para nada.
En realidad, hay dos jefes: el externo y el interior (nosotros mismos). Y aunque lo perfecto sería que los dos fueran buenos jefes, si tuviéramos que elegir, es mejor que todas esas cualidades las tenga el jefe interior. En otras palabras, es más importante la automotivación que la motivación externa.

Aumentar la implicación
“Dentro de ti tienes más talento del que nunca has aprovechado y más fuerza de la que nunca has puesto a prueba” (Ludin, Paul y Christensen, en ‘Fish!’)

Es usual oír frases como “yo también necesito una palmadita en la espalda de vez en cuando”. Según como sea nuestro jefe, eso es casi imposible, así que nos la hemos de dar nosotros. No se trata de consolarnos; si realmente aprendemos a automotivarnos, no hay nadie mejor que nosotros mismos para saber cómo nos podemos premiar.
Así que vamos a aprender cómo premiarnos, a convertir nuestras tareas en retos, a ser un jefe ideal para nosotros mismos. Pensemos en cómo vamos a estar dentro de tres años si todo sigue igual que hasta ahora en nuestro trabajo. Si estamos desmotivados, el panorama puede resultar desolador. En el caso de que ya lo hayamos intentado todo, pero sigamos descontentos, quizá deberíamos empezar a plantearnos cambiar de empleo. Por el contrario, si creemos que es posible aumentar nuestra implicación y adoptar una actitud más constructiva, debemos decidir cuál va a ser nuestro primer paso. Pensemos en algo concreto y que podamos hacer ya mañana