TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



¿PARA QUE NACÍ? ¡¡¡UN TRUENO DESPERTÓ MI ALMA!!5




Hemos visto, pues, que los medios de producción y de cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesía, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar cierto grado de desarrollo estos medios de producción y de cambio, las condiciones en que la sociedad feudal producía y cambiaba, toda la organización feudal de la agricultura y de la industria manufacturera, en una palabra, las relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Frenaban la producción en lugar de impulsarla. Se transformaron en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas, y se rompieron. En su lugar se estableció la libre concurrencia, con una constitución social y política adecuada a ella y con la dominación económica y política de la clase burguesa. Ante nuestros ojos se está produciendo un movimiento análogo. Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda la sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros. Desde hace algunas décadas la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de toda la sociedad burguesa. Durante cada crisis comercial se destruye sistemáticamente, no sólo una parte considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que el cualquier época anterior hubiera aparecido absurdo, se extiende sobre la sociedad la epidemia de la superproducción.
La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de barbarie momentánea: diríamos que el hambre, que una guerra devastadora mundial la ha privado de todos sus medios de subsistencia: la industria y el comercio parecen aniquilados. Y todo eso, ¿por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya al desarrollo de la civilización burguesa y de las relaciones de propiedad burguesas; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan este obstáculo precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, entonces? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.
Las armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelven contra la propia burguesía. Pero ésta no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios.
En la misma proporción en que se desarrolló la burguesía, es decir, el capital, se desarrolló también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acreciéntale capital. Estos obreros, obligados a venderse, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.   

El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al proletario todo carácter sustantivo y le hacen perder con ello atractivo. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día al obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio del trabajo, como el de toda mercancía, es igual a su coste de producción, por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajos son los salarios. Más aún, cuando más se desenvuelve el maquinismo y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo, bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento de trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento de las máquinas, etcétera.
La industria moderna ha transformado el pequeño taller del Maestro patriarcal, en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en las fábricas, están organizados bajo formas militares. Como soldados rasos de la industria, están colocados bajo la vigilancia de una jerarquía completa de oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo del patrón de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, odioso y  exasperante, cuanto mayor es la franqueza con que se proclama que no tiene otro fin que el lucro.

Cuanto menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporción en que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los niños. Por lo que respecta a la clase obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda significación social. No hay más que instrumentos de trabajo, cuyo costo varía según la edad y el sexo. Una vez que el obrero ha sufrido la explotación del fabricante y ha recibido su salario en metálico, se convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista oficial (las entidades financieras) y oficioso (los usureros).
Pequeños industriales, pequeños comerciantes, rentistas, artesanos y campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otros tiempos, caen en las filas del proletariado; unos porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve despreciada ante los nuevos métodos de producción. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población. El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo.

Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, después, por obreros de una misma fábrica, más tarde, por los obreros del mismo oficio de la localidad contra el burgués aislado que los explota directamente. No se contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de producción, y los dirigen contra los mismos instrumentos de producción: destruyen ls mercancías extranjeras que les hacen competencia, rompen las máquinas, incendian las fábricas, intentan reconquistar por la fuerza la posición perdida del trabajador de la Edad Media. En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y disgregada por la competencia. Si los obreros forman en masas compactadas, esta acción no es todavía la consecuencia de su propia unidad, sino de la unidad de la burguesía, que para alcanzar sus propios fines políticos debe –y por ahora puede- poner en movimiento a todo el proletariado. Durante esta etapa, los proletarios no combaten, por tanto, contra sus propios enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, es decir, contra los vestigios de la monarquía absoluta, los propietarios, los burgueses no industriales y los pequeños burgueses. Todo el movimiento histórico se concentra en manos de la burguesía; cada victoria alcanzada en estas condiciones es una victoria de la burguesía.

Pero la industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el número de proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y adquiere mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de existencia de los proletarios se igualan cada vez más a medida que la máquina va borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente bajo. Como resultado de la creciente competencia de los burgueses entre sí y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios son cada vez más fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la máquina coloca al obrero en situación cada vez más precaria.; las colisiones individuales entre el obrero y el burgués adquieren más y más carácter de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a formar coaliciones contra los burgueses y actúan en común para la defensa de sus salarios. Llegan hasta formar asociaciones permanentes para choques circunstanciales. Aquí y allá la lucha estalla en sublevación.


¡¡¡UN TRUENO DESPERTÓ MI ALMA!!! 4




La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es las luchas de clases.

Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, es una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaría de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.

En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa división de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además en casi todas estas clases todavía encontramos gradaciones especiales.

La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado. De los siervos de la Edad Media surgieron los villanos libres de las primeras ciudades; de este estamento urbano salieron los primeros elementos de la burguesía.

El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición.

El antiguo modo de explotación feudal o gremial de la industria ya no podía satisfacer la demanda, que crecía con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. La clase media industrial suplantó a los maestros de los gremios; la división del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareció ante la división del trabajo en el seno del mismo taller.

Pero los mercados crecían sin cesar, la demanda iba siempre en aumento. Ya no basta tampoco la manufactura. El vapor y la máquina revolucionaron entonces la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manifactura; en lugar de la clase media industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios jefes de verdaderos ejércitos industriales –los burgueses modernos-.

La gran industria ha creado el mercado mundial ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de todos los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó a su vez en el auge de la industria, y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a segundo término las clases legadas por la Edad Media.

La burguesía moderna, como vemos, es por sí misma fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de producción y de cambio. Cada etapa de la evolución recorrida por la burguesía ha ido acompañada del correspondiente éxito político. Estamento oprimido bajo la dominación de los señores feudales; asociación armada y autónoma en la comuna; en unos sitios, República urbana independiente; en otros, tercer estado tributario de la monarquía; después durante el período de la manufactura, contrapeso de la nobleza en las monarquías feudales o absolutas y, en general, piedra angular de las grandes monarquías, la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del Poder político en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa. La burguesía ha representado en la historia un papel altamente revolucionario.

Dondequiera que ha conquistado el Poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarrabas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus “superiores naturales” los ha desgarrado sin piedad paro no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel “pago al contado”. Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple –valor de cambio-. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y bien adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal.

La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, poeta, al sabio, los ha convertido en sus servidores asalariados. La burguesía ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las redujo a simples relaciones de dinero.

La burguesía ha revelado que la brutal manifestación de fuerza en la Edad Media, tan admirada por la reacción, tenía su complemento natural en la más relajada holgazanería. Ha sido ella la que primero ha demostrado lo que puede realizar la actividad humana; ha creado maravillas muy distintas  a las pirámides de Egipto, a los acueductos romanos y a las catedrales góticas, y ha realizado campañas muy distintas a los éxodos de los pueblos y a las Cruzadas.
La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constante distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencia y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profano, y los hombres al fin se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.

Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos.

Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios recomunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta a las más bárbaras.  Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones si no quieren sucumbir, a adoptar el modelo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza.        

La burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad. Ha creado urbes inmensas; ha aumentado la población de las ciudades en comparación con la del campo, substrayendo una gran parte de la población al idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente. La burguesía suprime cada vez más el fraccionamiento de los medios de producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en manos de unos pocos. La consecuencia obligada de ello ha sido la centralización política. Las provincias independientes, ligadas entre si casi únicamente por lazos federales, con intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes, han sido consolidadas en una sola nación, bajo un solo gobierno, una sola ley, un solo interés nacional de clase y una sola línea aduanera.


La burguesía, con su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la adaptación para el cultivo de continentes enteros, la apertura de los ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la tierra. ¿Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?

¿PARA QUÉ NACÍ? ¡¡¡UN TRUENO DESPERTÓ MI ALMA!!3



“Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”
Las enseñanzas del “crucificado” nos relatan que no basta con procurar obrar bien sino que hay que padecer bien con humildad y misericordia. El alma que no es probada carece del sello de la predestinación, que es la paciencia y perseverancia. Desconfía de los aplausos y duda del mérito de tus virtudes. Piensa que todas tus tribulaciones han pasado primero por el corazón del crucificado.

“Que vuestra luz brille delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras”
Tu conducta debe servir de modelo a los demás. No es suficiente el que obras bien, es necesario inducir también a los otros a la virtud para contribuir con todas las fuerzas a la gloria y al reinado de Dios (los límites de nuestra ignorancia) sobre la tierra.

“Guárdate de hacer tus acciones para ser visto por los restantes humanos”
El crucificado no debe buscar la estima y aprobación de los humanos, porque es una usurpación de la gloria que es de Dios (los límites de nuestra ignorancia). Ten cuidado con la vanidad, porque la obra en sí más excelente que hicieras con el fin de ser estimado, quedaría eternamente perdida. Aquel que en todas sus cosas se propone el agradar al crucificado, no puede, por un temor excesivo a la vanidad, abstenerse de dar ejemplo.

“Sed perfectos como el crucificado”
El cristiano por el bautismo está obligado a aspirar a la perfección. Primero huye de todo pecado. Procura por medio de la fe y el amor elevarte sobre todas las cosas creadas.

“Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
La justicia es una virtud íntegra, que consiste en dar a Dios (los límites de nuestra ignorancia) y a los hombres lo que les pertenece. Examina tus intenciones, que son el alma de tus acciones. Las acciones no sirven ante el crucificado, solotas intenciones las hacen buenas o malas. Es de temer, por tanto, que muchas de nuestras acciones, aunque buenas en la apariencia no sean justas a los ojos del crucificado que conoce las intenciones ocultas de nuestro Ser.
Seamos sumisos con nosotros mismos liberándonos de la vileza natural de nuestro primigenio estadio humano. Hagamos a los demás el bien que quisiéramos que a nosotros nos hiciesen. La justicia exige que siendo tú la nada misma, estés siempre disminuido, y sujeto ante Dios (los límites de nuestra ignorancia). Dios (los límites de nuestra ignorancia) se ve forzado por la justicia a escuchar nuestros deseos de conocimiento.

“Más yo os digo: no resistáis al mal, antes si alguno te hiere en la mejilla derecha, presenta también la otra”.
Aquel que agravia se hace un daño a sí mismo, mientras que con la venganza harías tú a tu alma un mal mucho mayor.

“Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, y rogad por los que os persiguen y os calumnian”.
El crucificado habiendo descendido del cielo a la tierra para lavar con su sangre las injurias del humano, nos suplica que salgamos a su encuentro para conocer la emancipación. El odio es un sentimiento infernal propio de quién pertenece al demonio. No debe, por tanto, entrar en tú corazón el resentimiento. No dejes con o sin razón, que haya en el espíritu del prójimo ninguna nube contra ti. Pide que el crucificado repare con prontitud tus faltas contra la caridad, aunque sea a costa de tu amor propio.


Estas reflexiones atemporales que tanto confunden al humano en su confrontación cuerpo versus alma, suenan como campanas lejanas en los oídos del primitivo. Nuestra historia en la superficie ha estado marcada, especialmente, por el sentimiento de supervivencia y ésta ha guiado frecuentemente nuestros pasos y alaridos. Cuando la masa surge como fenómeno social, configura sus propios movimientos humanos que buscan como solucionar su existencia terrenal con un horizonte de consumo y consumismo. Si bien el marxismo grita y denuncia los desequilibrios en la supervivencia humana, cuando los estómagos están llenos, no ofrece esperanza para el grado secundario de nuestra esencia. El avance industrial nos ha traído progreso social y más años de vida pero ¿tiene el hombre alguna función más que justifique su existencia o es ésta un acto de vanidad más?


Muchos años después del Sermón de la Montaña tuvo la humanidad el Manifiesto Comunista. Recordemos su síntesis y contexto histórico:

¿PARA QUE NACÍ? ¡¡¡UN TRUENO DESPERTÓ MI ALMA!!! 2



“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”

Cuando un alma ha llegado al menosprecio del mundo, con el espíritu de pobreza, a la tranquilidad con la mansedumbre, viendo que en la tierra todo es vanidad y aflicción del espíritu, llora su destierro y sus faltas pues nuestras lágrimas atraen hacia nosotros la misericordia divina. Acepta en espíritu de penitencia los dolores que te hacen con frecuencia verter lágrimas, y deja a la emancipación que has cultivado, el consuelo de enjugarlas.

“Bienaventurados los que tienen hambre y ser de justicia, porque ellos serán hartos”

El deseo de la justicia, es el primer paso en el camino de la perfección. La verdad y la justicia, he aquí el pan que debes dar a tu alma llevando una vida seria y abundante en buenas obras. Mira tu flaqueza para pedir con fervor. Cada uno recibe el pan espiritual según la medida de sus deseos.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"

La práctica de esta palabra llena de encanto el trato con el prójimo. Dispones a hacer servicio a aquellos de quienes tenemos alguna queja y a recibirlas con benevolencia. Analiza si realmente te esfuerzas por lograr esta caridad llena de sencillez, que deja a nuestras obras libres de todo egoísmo y resentimiento. Es mejor la misericordia que el sacrificio.

“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”

Cuanto más pura es un alma, más estrechamente se une a ella la Esencia Divina. Teme todo cuanto pueda empañar la pureza de corazón, sobre todo el pecado y esas aficiones imperfectas que lo llenan de polvo. Vela por la pureza de la inteligencia que es la mirada del corazón. Ama todo lo que guarda la pureza interior; la oración, el alejamiento del mundo, la presencia de la emancipación. Así, será tu corazón un cielo en el que habitará la docta ignorancia que te hará crecer a ti y a tú entorno.

“Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios”

La paz conservada con la rectitud de la voluntad es la compañera de la pureza; ésta no se obtiene más que con el perdón de los pecados, porque es una consecuencia de la justicia. El gran secreto para gozar de paz es el no separar uno su voluntad de la de Dios (los límites de nuestra ignorancia). Con la práctica de las virtudes que conservan la paz (humildad, mansedumbre, abnegación, el silencio) anteponiendo el bien del prójimo a nuestro gusto. El Espíritu Santo, que es amor, es lazo de unión y paz entre los humanos.

¿PARA QUÉ NACÍ? ¡¡¡UN TRUENO DESPERTÓ MI ALMA!!!1




¿Para qué nací? Para salvarme. Que voy a morir… es infalible. Dejar de ver a Dios, y condenarme, dura cosa será, pero posible.
Posible, ¿y tengo ánimo de alegrarme? Posible, ¿y tengo amor a lo visible? ¿Qué hago? ¿En qué me empleo? ¿En qué me encanto?
O yo soy loco, o debo ser humano.


Aprovechemos nuestra vida, ahora que aún es tiempo, no vaya a ser cosa que en el momento menos pensado Dios nos llame y nos encuentre con nuestras lámparas apagadas. Seamos precavidos, trabajemos por nuestra salvación y la del prójimo a cada instante y no olvidemos rezar; el poder de la oración es incalculable y tengamos la seguridad que siempre seremos escuchados.


Hoy me he despertado algo agitado. Con las luces aún poco fijadas, la angustia de los sueños ha presidido mi amanecer. Con la razón dormida el inconsciente ha dialogado con el alma agitando una enorme tormenta de conceptos desconocidos.
¿Qué es Dios más que los límites de mi ignorancia? ¿Quién se ha adueñado de ella? ¿Cómo he sido deslumbrado por el miedo para que no vea la luz? ¿Es el rezo un diálogo racional interno que acepta la ignorancia como determinismo humano? Los pastores de la tierra nunca me han convencido dado que, mayormente, su espiritualidad se ha manifestado de forma casi funcionarial, es decir, aplicando soluciones predeterminadas ante problemas individuales. No he tenido la suerte de poder abrazar la docta ignorancia y más bien he conocido la soberbia indocta. Todo ello me conduce al repaso del denominado Sermón de la Montaña, texto bíblico que puede considerarse como la referencia social del humano tanto con una lectura plana como con una disección profunda de la metafísica social del SER en sociedad.

“¡Oh, pobres, bienaventurados sois porque el reino de los cielos os pertenece!
Para merecer la divina promesa, “no tengas nada, ni desees más de lo necesario” menos cosas hallarás que son necesarias a tu posición.

“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”

El pobre tiene necesariamente que ser manso para soportar la pobreza y los desprecios que esta pueda ocasionarle. La verdadera mansedumbre reprime en el fondo del alma todos los ímpetus de cólera y rabia, y al exterior toda señal de impaciencia cuando el corazón está sufriendo o cuando nuestro amor propio ha sido resentido.

LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL



ESCUCHA LAS PALABRAS DEL CRÍTICO, QUE TE REVELARÁN LO QUE TUS AMIGOS TRATAN DE OCULTARTE. PERO NO TE DEJES ABRUMAR POR LO QUE EL CRÍTICO DIGA. NUNCA SE HA EREGIDO UNA ESTATUA EN HOMENAJE A UN CRÍTICO. LAS ESTATUAS SON PARA LOS CRITICADOS.
La experiencia espiritual es la experiencia inmediata de una presencia, no de una formulación; es la presencia de la realidad absoluta, de  “lo que es” por eso libera de toda fórmula.
La experiencia espiritual es libertad completa, es el fin de cualquier sumisión. El auténtico poder de la espiritualidad viene de su profundidad; de lo compacto y masivo de la experiencia que proporciona; del conocer y valorar silencioso; de la libertad completa que, a partir de esa experiencia, se consigue en el pensamiento, en la sensibilidad, en la acción, en los proyectos de vida.
El poder de la espiritualidad no nace ni de sus organizaciones, ni de sus élites, ni de sus creencias; nace en el seno mismo de su desnudez radical.
La espiritualidad no tiene nada que proponer fuera de la libertad omnímoda, de su desnudez completa.
Así, la experiencia espiritual, que es la experiencia de la dimensión absoluta del existir, deja sin ninguna verdad a la que agarrarse, sin ninguna bondad, sin poder, sin moral fijada, sin certezas formulables,  sin seguridades, sin resguardos, en el vacío y en la desnudez, sin morada. Pero proporciona una verdad que es presencia compacta, inmediata y silenciosa. Proporciona el poder de liberarse de toda sumisión, incluso y sobre todo, de la sumisión a uno mismo. Todo nace desde dentro y se apoya en la propia interioridad y autonomía, pero la base de la propia y total autonomía, iniciativa, creatividad y libertad radical es la experiencia, en uno mismo, de la gran dimensión del existir.
Las religiones tienen una relación intrínsica con las sociedades estáticas preindustriales. Ésta es una constatación importante. Por regla general, donde se da ese tipo de sociedades, se da la religión, y donde desaparece, la religión entra en crisis y tiende a desaparecer.

Por esta razón, las religiones están también intrínsicamente ligadas a la heteronomía. El programa colectivo de las sociedades estáticas es revelado y, por tanto, heterónomo. Se dice que procede de una fuente exterior al ser humano. Esa fuente es el fundamento de las interpretaciones y valoraciones de lo real, de las normas de vida, de las leyes fundamentales, de las organizaciones, tanto sociales como familiares.

¿PODRÍAS PRESCINDIR DEL YO?





La disciplina, es la capacidad

de decidir lo que uno
quiere llegar a ser.

Si deseamos que nuestro espíritu
prospere, debemos dotar a nuestra
existencia de mayor densidad.
Cada día más, licuamos nuestro SER
con banalidades consumistas que
sólo satisfacen el momento..
¡¡Qué somos entonces!!

¿YO &; MOMENTO?
o
¿NOSOTROS &; ETERNIDAD?


¡¡¡LAS CADENAS DEL YO!!!

La EMANCIPACIÓN del YO
nos llega como una brisa alpina
que despierta el ALMA.
Su frescura invade la conciencia
encaminándonos hacia postulados
superiores en el compromiso social.
En este estadio de vigilia liberada
del egoismo, podemos canalizar la
esperanza de amor.

¿TE QUIERES PLANTEAR QUE HARÁS PARA GANARTE EL PAN DENTRO DE CINCO AÑOS?



La sombra no existe:
Lo que tú llamas sombra
es la luz que no ves.

Consciencia: Conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones. 
Conciencia: Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. Conocimiento interior del bien y del mal.
¿Hay CONCIENCIA sin CONSCIENCIA?
Es más que frecuente vivir cada día casi sin saber si nos hemos despertado. La vorágine de nuestra angustia es tal que tenemos una presencia en la sociedad sin tener un horizonteque de sentido a nuestra presencia.Es como si vamos a una fiesta sin que nadie nos invite y por lo tanto sin que nadie nos espere.Disfrutamos escasamente del momento y, como consecuencia, no disponemos de una razón noble que justifique nuestra presencia aquí.No hay necesidad de adaptarse al sufrimiento:existe la posibilidad de librarse por completo de él.Pero el camino es un poco difícil;el camino es un desafío.
¿Donde está el sentido?
¿Entonces?

¿ES LA ESPIRITUALIDAD PRECISA Y SIRVE PARA ALGO?



La verdad más profunda se encuentra con la ayuda de una breve y sencilla historieta.

La estructura cultural en la que se sustentan las religiones está agotada, muerta, y debe por tanto, ser abandonada, porque es un perjuicio para las condiciones culturales de las nuevas sociedades industriales.
A esa nueva manera de vivirse la espiritualidad ya no deberíamos llamarle religión, porque el término sugiere fijación, dominio, sumisión, control del pensamiento y del sentir, control de la moralidad, de los modos de vida, de las creencias. “Religión” evoca ideas de exclusivismo y exclusión, organización jerárquica de control ideológico en manos de un grupo.
La dimensión espiritual no es una explicación de los misterios de la existencia, ni una explicación de la vida y de la muerte, ni una solución a los problemas metafísicos de la existencia. No soluciona nada, sólo crea personas capaces de crear explicaciones y solventar problemas.

La espiritualidad no es un sistema de creencias; no puede, pues, controlar nada. Y no sólo no controla nada sino que hace saltar en pedazos cualquier sistema de control, porque pone en contacto con la realidad de una manera tal que relativiza cualquier forma de pensar, sentir y vivir. La espiritualidad tampoco es un conjunto de formas que monopolizan la verdad y el buen camino; la espiritualidad es libertad de toda forma y de toda horma. Porque libera de todo molde, puede utilizar cualquiera de ellos y puede dar pie a crear el que convenga, cuando convenga.

ACEPTANDO LA SOLEDAD TE DESCUBRIRÁS



LA DIGNIDAD DE LO ESENCIAL
"Tú eres lo que estás buscando" (Deepak Chopra)
Primero averigüe su deseo esencial y lo que es bueno para usted. Alinee sus deseos con lo que realmente quiere. Así no se dejará llevar por otros deseos que supongan una huida ni una distracción. Finalmente céntrese en este compromiso. Con ello se fortalece, se siente seguro, y su caminar por el mundo es más digno.
Disfrutar el caminoVivimos en la cultura de ofrecer y buscar recompensas. Si invierte aquí, ganará tanto. Si sigue tales pautas, recibirá la recompensa del cielo. Si sigue siete pasos, logrará el éxito. Estas promesas no son necesariamente erróneas. Cada acción conlleva un retorno. El problema es que al centrarnos en el beneficio, no prestamos atención a la calidad de la acción. Nos atrapa la satisfacción del deseo y no cuidamos el camino para llegar a ella. Si buscamos la calidad de cada instante con atención plena, viviremos mejor y aportaremos más.

¿YA TIENES EDAD Y MODELO MENTAL PARA ALEJARTE DEL DESEO?




¿NUESTROS DESEOS NOS PUEDEN LLEVAR A UN ESTADO DE PAZ INTERIOR?

"El deseo implica apertura
a la alteridad: trascender tu yo,
tu pequeño mundo, para abrirte al otro" (Javier Melloni)
Los deseos son uno de nuestros motores. La pregunta clave es: ¿cuál es el deseo por el que vale la pena luchar y satisfacer?
El deseo esencial está conectado con tres ejes. El primero es el deseo de conocer y ampliar nuestros horizontes. Desde pequeños nos mueve la curiosidad por saber y por comprender el mundo que nos rodea. El segundo eje es el impulso de hacernos completos. "Tu conciencia proviene de la unidad", dice Deepak Chopra. Por eso deseamos la unión, sentirnos el uno con el otro. Es un deseo que nos conduce fuera de nosotros. Amamos y buscamos ser correspondidos. Nos damos al otro desde nuestros dones, sintiendo así alegría. El tercero es el impulso a actuar para expresar la creatividad. Así nos damos al mundo desde nuestro talento y nuestros dones. Una acción con la que aportamos y construimos un mundo mejor nos llena de sentido.
Cuando nos desviamos de estos tres ejes esenciales nos invade la sensación de carencia. Tenemos carencias afectivas, estamos faltos de conocimiento o nuestras acciones están vacías de sentido. El resultado es que sentimos un estado de necesidad.
La necesidad crea un vacío que nos impulsa a relacionarnos para cubrirlo con amor y con poder. Nos atrae el amor. Nos atrae el poder. Sin darnos cuenta, caemos en la trampa de un amor que no es amor, sino deseo, y de un poder que no es poder, sino codicia.
Cuando el deseo invade el alma y esta no lo puede contener, este se convierte en algo destructivo y devastador como el cáncer que devora todo lo que encuentra a su paso. Se convierte en una dependencia que pasa a ser una adicción. Adicción al sexo, a la bebida, a los malos tratos, a la sumisión, a someter, al dinero... Entonces el deseo nos esclaviza. Perdemos la soberanía interior. Somos marionetas del deseo. No es de extrañar que vivamos insatisfechos y frustrados. Para huir de estas sensaciones, nos distraemos. Y así seguimos en la rueda del deseo insaciable.
Deje de ser marioneta del deseo. El primer paso para lograr dominio sobre uno mismo es, precisamente, desearlo. El poder mental es capaz de canalizar los pensamientos de manera positiva. Solo cuando uno se da cuenta de lo que subyace a sus deseos puede transformarlos. ¿Qué encubre el deseo que nos vence? ¿Qué es lo que realmente desea? Buscamos amor, paz, respeto, atención, o bien queremos huir de una situación que nos sobrepasa. Aunque la mente suele pedir cosas visibles y materiales, sus necesidades son más profundas y ninguna cosa superficial y efímera puede satisfacerlas.
La meditación nos conduce hacia lo auténtico y eterno. También ayudan las afirmaciones y la visualización. Visualizar consiste en crear imágenes positivas en su mente y, de esta forma, reforzar el pensamiento y fortalecer su voluntad para alcanzar aquello que afirma.
Las afirmaciones son pensamientos determinados. Son promesas que nos hacemos a nosotros mismos. Sirven para romper los hábitos negativos o pensamientos débiles. Por ejemplo: "Hoy haré que el pasado sea pasado y miraré al futuro con una nueva visión". El pasado tiene buenas y malas experiencias. Sin embargo, tendemos a evocar lo negativo. El efecto de esto es que nuestra actitud hacia el futuro se contamina. Un método efectivo para soltar el pasado es ver el beneficio que hubo. Cuando se reconoce un beneficio en lo que sucedió, es más fácil terminar con el resentimiento o la aflicción.

¿AUN NECESITAS COMPRAR COSAS PARA ESTAR EQUILIBRADA?




Marionetas del deseo
MIRIAM SUBIRANA
Llenamos la vida con distracciones, pero seguimos insatisfechos. El deseo nos esclaviza. Si es nuestro motor, ¿cómo nos ponemos al volante?
El deseo tiene una dinámica en la que siempre hay un punto de insatisfacción. Gisela Zuniga, autora y terapista alemana, explica cómo esta dinámica nos atrapa: "El ser humano ha permitido que lo desvíen de lo auténtico y que la multiplicidad lo seduzca y se apropie de él. Placeres y posibilidades ilimitados corren en su dirección como un torrente y se enseñorean de él". Si convertimos la vida en una continua expectativa, en una continua demanda, nuestra agonía crece incesante e incansable.
"Mi mujer cada semana necesita comprarse ropa nueva porque así se siente mejor. ¿Es normal?
LA INSATISFACCIÓN DE TENER
"La mente adopta la forma
del objeto que contempla"
(B. K. S. Iyengar)
El director del departamento de decoración y muebles de unos grandes almacenes me comentó alguna vez que cada semana veía entrar a las mismas personas llevándose bolsas cargadas de objetos y se preguntaba dónde los ponían. Era testigo de la compra compulsiva de multitud de personas.
En una ocasión, un señor llamó al programa de radio en el que colaboro, el día que tratamos la adicción a la novedad. Explicó lo siguiente: "Mi mujer cada semana necesita comprarse ropa nueva porque así se siente mejor. ¿Es normal? Ya no nos cabe la ropa en los armarios".
Esta mujer compra por aburrimiento, por incomodidad consigo misma, por obsesión con el cuerpo y para impresionar y agradar a otro. Gasta sin responsabilidad. Vive en la superficialidad "del traje", no en la esencia del ser.
Del mismo modo, empleamos el tiempo para distraernos y no para construir creativamente. Si sintiéramos la cercanía de la muerte y estos fueran nuestros últimos días, nos dedicaríamos a algo más esencial y significativo.
Una mujer me manifestó su preocupación porque sus hijos siempre piden comprar los nuevos tipos de galletas, de yogur, etcétera. La publicidad les convence de que se trata de algo nuevo, pero son los mismos productos de siempre. Lo que cambia es el envoltorio. Sus hijos adquieren estos productos que luego se quedan en la nevera y la mujer se pregunta qué hacer.
¿Qué sociedad hemos construido para que, teniendo tanto -probablemente más que nunca-, continuemos tan insatisfechos? ¿Qué es lo que hace que nuestra insatisfacción siga aumentando? Es una grandísima pregunta.
Vivimos en la cultura del tener, en la que corremos tras los logros, el poder, las posesiones, las personas, los objetos y las modas. Llega un momento en el que no sabemos hacia dónde corremos ni cuál es el sentido, ya que seguimos en una insatisfacción permanente.
Nuestros espacios son cada vez más pequeños y abarrotados de cosas. Espacios pequeños no solo a nivel físico, sino también a nivel interno: no nos queda espacio para pensar ni sentir desde el ser. Mientras la mente está abarrotada de pensamientos y de deseos, no hay espacio para la inspiración ni para la creatividad. Nos falta el espacio interior que permita un fluir de energía creativa. Solo cuando creamos y vivimos de dentro a fuera llenamos nuestra vida de sentido.
El problema surge cuando los deseos pasajeros nos distraen de nuestro propósito esencial. Luego sentimos culpa por el tiempo perdido y el dinero malgastado. Y de este modo se perpetúa nuestro malestar. Zuniga lo define así: "Desesperado, el hombre vive su vida a la carrera, como un hámster subido a su rueda. Es tal la velocidad a la que lo hace que apenas si tiene tiempo para cobrar aliento. El hombre no vive. Lo viven. Y todo porque ignora que su verdadero sitio está en el centro. Aquí, en el centro, hay paz y tranquilidad".

¿COMPRAS LAS CREENCIAS DE OTROS?




NI DOGMAS NI GURÚS
"Ten mucho cuidado de aquellos que te vendan sus propias creencias, pues están obstaculizando tu propio descubrimiento de la vida" (Anthony de Mello)

Cuentan que un sabio explicaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre la entendían. "Maestro", le dijo uno de ellos una tarde. "Tú nos cuentas los cuentos, pero no nos explicas su significado". "Pido perdón por eso", se disculpó el maestro. "Permíteme que para enmendar mi error te invite a comer un rico melocotón". "Gracias maestro", respondió el alumno. "Quisiera, para agasajarte, pelarte el melocotón yo mismo. ¿Me permites?" "Sí. ¡Muchas gracias!". "¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?", le preguntó seguidamente el sabio. "Me encantaría, pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro". "No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte. Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo". Y el alumno, con cara de asco, gritó nervioso: "¡No, maestro! ¡No me gustaría que hicieras eso!". El sabio hizo una pausa y concluyó: "Si yo os explicara el sentido de cada cuento, sería como daros de comer una fruta masticada".
Desde un punto de vista emocional, nadie puede ayudarnos. Como mucho, los demás pueden acompañarnos en nuestro proceso. Pensar lo contrario es un acto de soberbia y de superioridad. Las personas que creen que ayudan suelen posicionarse por encima de los que reciben dicha ayuda. En cambio, las personas que ejercen temporalmente el rol de acompañantes procuran mantenerse al mismo nivel, posibilitando que el aprendizaje sea recíproco. En vez de dar consejos y recetas sobre la manera en la que otros deberían vivir sus vidas, es mucho más útil y eficiente hacer preguntas y compartir reflexiones que nos permitan crecer en comprensión.
VICTIMISMO Y PATERNALISMO
"La mayoría de personas que ansían la libertad no quieren renunciar a sus cadenas" (Khalil Gibran)El triunfo de la autoayuda tiene mucho que ver con la pérdida progresiva de credibilidad que están padeciendo las instituciones religiosas. De hecho, algunos sociólogos afirman que la autoayuda está en camino de convertirse en la gran religión del siglo XXI. Lo cierto es que ambas comparten una serie de paralelismos, entre los que destaca el paternalismo. Esta similitud pone de manifiesto el victimismo imperante en nuestra sociedad. En general, queremos que alguien o algo resuelvan nuestros problemas y conflictos. Por eso solemos aferrarnos a personas o instituciones que nos ofrezcan consuelo y nos garanticen seguridad.
De entre las personas que buscan asesoramiento para mejorar cualquier ámbito de su vida -ya sea a través de libros, cursos o consultas privadas-, muchos buscan un parche con el que aliviar su malestar a corto plazo. Fruto de la desesperación, anhelan dar con una fórmula mágica que erradique definitivamente su sufrimiento. Muy pocos estamos dispuestos a cuestionarnos a nosotros mismos, asumiendo que somos cocreadores y corresponsables no solo de nuestro estado de ánimo, sino también de nuestras circunstancias actuales. Tanto es así, que en la jerga del crecimiento personal empieza a hablarse acerca de los "cursillistas". Es decir, individuos que empalman un curso tras otro, del mismo modo que devoran decenas de libros de autoayuda sin apenas dedicar tiempo para digerir, procesar y -lo más importante- poner en práctica dicha información.
Si verdaderamente estamos motivados para cultivar el arte de la felicidad, la acumulación de conocimiento puede llegar a ser un obstáculo. Más que eruditos, lo esencial es que aprendamos a ser sabios. Y la sabiduría podría definirse como la capacidad de obtener resultados de satisfacción de forma voluntaria, lo cual es una cuestión de compromiso y entrenamiento. Y es que sabe más acerca del perdón quien ha perdonado una vez a alguien, que quien ha leído libros y hecho cursos sobre "aprender a perdonar" y todavía no ha perdonado. Dado que hay tantas herramientas y tantos profesionales en el mercado, es necesario que desarrollemos nuestro propio criterio. A la hora de escoger un referente, es más importante la energía que nos transmite su presencia que los títulos que cuelgan de la pared de su despacho.
Aunque se suelan meter en el saco de la autoayuda, existen muchas corrientes de pensamiento que promueven una verdadera curación a medio plazo. El denominador común de todas ellas es el autoconocimiento, un proceso que nos permite descubrir cómo funcionamos y qué necesitamos para ser felices. De hecho, la comprensión y sabiduría ya se encuentran en nuestro interior. Tan solo hemos de eliminar las capas de condicionamiento que nos separan de ellas. Eso sí, el primer paso suele ser el más difícil, pues consiste en vencer el miedo a conocernos.
CUESTIÓN DE HUMILDAD
"No puedo enseñaros nada, solamente puedo ayudaros a buscar el conocimiento dentro de vosotros mismos, lo cual es mucho mejor que traspasaros mi poca sabiduría" (Sócrates)Lo mejor que podemos hacer quienes nos dedicamos profesionalmente al crecimiento personal es actuar como espejos donde los demás puedan verse reflejados. Lo importante es el mensaje, no el mensajero. De ahí que parte de nuestro aprendizaje consista en preservar la humildad. Para lograrlo hemos de estar comprometidos con nuestro propio autoconocimiento, trascendiendo la necesidad emocional de "ser alguien" (relacionada con el ego) y la necesidad económica de "conseguir algo", vinculada con la ambición y la codicia. Así es como podemos disfrutar de nuestra profesión con una auténtica vocación de servicio.
La autocrítica no solo es signo de madurez, sino que es la base sobre la cual construir una sana y honesta ética profesional. Y esta es especialmente necesaria en un ámbito tan delicado como es el de la autoayuda. Lo que está en juego es nuestra capacidad para inspirarnos los unos a los otros para aprender a disfrutar más plenamente de este milagro que llamamos "vida".

No te creas nada, experiméntaloHablar acerca de la felicidad y del sentido de la vida suele encender nuestras alarmas y ponernos a la defensiva. Y no es para menos. Hay tantos caminos para encontrar lo que estamos buscando como seres humanos existen en el planeta. Pero, dado que todos compartimos una misma naturaleza humana, existen ciertas claves que pueden facilitarnos dicha senda. Eso sí, en relación con este proceso de aprendizaje es imprescindible que no nos creamos nada de los que nos digan, incluyendo, por supuesto, la información contenida en este artículo. Ya nos han vendido demasiadas creencias acerca de quiénes somos y de cómo hemos de vivir nuestra vida. De ahí que sea fundamental que recibamos con escepticismo y pensamiento crítico cualquier reflexión de este tipo. De lo que se trata es de verificar la información a través de nuestra propia experiencia. 

CUIDADO CON PERSONAS Y ORGANIZACIONES QUE TE PROPONEN AYUDA





EL NEGOCIO DE LA AUTOAYUDA

"No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación" (Aldous Huxley)


A lo largo de la última década se ha multiplicado exponencialmente el número de personas interesadas en conocerse mejor y potenciar su inteligencia emocional. Y como consecuencia directa ha emergido con fuerza un nuevo sector profesional: el de la autoayuda. Debido al malestar generalizado, no solo se ha puesto de moda, sino que se ha consolidado como un negocio muy lucrativo. Cada vez hay más espacios en los medios de comunicación -como este que está leyendo- orientados a dar cobertura a estas nuevas necesidades y motivaciones emergentes. Y en las librerías comerciales, esta sección ya ocupa una parte significativa. De hecho, están aflorando "expertos" en el tema por todas partes. Hoy en día, todo el mundo conoce lo que es el coaching, aunque muy pocos saben exactamente para qué sirve.
Pero, ¿qué es la autoayuda? ¿Por qué suele tener una connotación tan negativa? En primer lugar, cabe señalar que la autoayuda es el concepto que se utiliza para etiquetar cualquier iniciativa psicológica, espiritual o esotérica alternativa a la terapia convencional y a la religión tradicional. Y eso, en sí mismo, ya es motivo para ganarse unos cuantos enemigos. Sobre todo porque puede robar parte de la clientela. Popularmente se suele ridiculizar por considerarse una "pseudociencia" llena de "charlatanes" y "vendedores de humo", sin títulos oficiales que acrediten su competencia y profesionalidad.
Más allá de la opinión que tengamos al respecto, la autoayuda es un movimiento psicológico cargado de buenas intenciones. Sin embargo, alberga una contradicción en sí misma. 'Autoayuda' quiere decir 'ayudarse a uno mismo'. Si bien los demás pueden escucharnos, apoyarnos y compartir con nosotros lo que han aprendido de sí mismos, nadie más puede resolver nuestros problemas y conflictos existenciales. Cada uno de nosotros está llamado a recorrer su propio camino.