TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



Podemos sustituir el hábito de QUEJARNOS por el de AGRADECER.



TODOS ESTAMOS CONDENADOS POR
EL TIEMPO.
Disfruta de tú día a día mientras
puedas.

Desde el impulso que nos da
la EMANCIPACIÓN
podemos caminar con valentía
y naturalidad hacia los
edenes de la libertad.
Con esta dignidad sin
oropeles nos acercamos
con humildad a descubrir
los vaivenes de la
vida.

¡¡¡TÜ.... PUEDES!!!


Claves para olvidar el Victimismo
BORJA VILASECA


Para preservar la inocencia con la que nacimos, solemos quejarnos, protestar y victimizarnos constantemente. El camino es aceptar nuestra parte de responsabilidad, saber qué queremos y actuar para cambiar.
Caminando por un prado, un granjero se encontró un huevo de águila. Lo metió en una bolsa y, una vez en su granja, lo colocó en el nido de una gallina de corral. Así fue como el aguilucho fue incubado y criado junto a una nidada de pollos. Al creer que era uno de ellos, el águila se limitó a hacer durante toda su vida lo mismo que hacían todos los demás. Escarbaba en la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, imitando así el vuelvo del resto de gallinas.
“A menos que abandonemos el victimismo, seguiremos culpando a otros cada vez que choquemos con algo que produzca dolor” “El sistema capitalista nos ha convencido de que somos simples ‘gallinas de corral’. Por eso vivimos limitados por nuestros miedos”
Los años fueron pasando y el águila se convirtió en un pájaro fuerte y vigoroso. Y un buen día divisó una magnífica ave que planeaba majestuosamente por el cielo. El águila no podía dejar de mirar hacia arriba, asombrada de cómo aquel pájaro surcaba las corrientes de aire moviendo sus poderosas alas. "¿Qué es eso?", le preguntó maravillada a una gallina que estaba a su lado.
"Es el águila, el rey de todas las aves", respondió cabizbaja su compañera. "Es todo lo contrario de lo que somos. Tú y yo hemos nacido para mantener la cabeza agachada y mirar hacia el suelo". Y así fue como el águila nunca más volvió a mirar hacia el cielo. Tal como le habían dicho, murió creyendo que era una simple gallina de corral.
LA SOCIEDAD PREFABRICADA
"Estamos produciendo seres humanos enfermos para tener una economía sana" (Erich Fromm)
La sociedad es un fiel reflejo de cómo pensamos, somos y nos comportamos la mayoría de individuos. Y en paralelo, cada uno de nosotros es una creación hecha a imagen y semejanza de la manera de pensar, de ser y de comportarse de la sociedad. Y más allá de potenciar nuestras fortalezas y cualidades innatas, la maquinaria del sistema capitalista nos ha convencido, al igual que le sucedió al aguilucho, de que somos simples gallinas de corral. Por eso solemos vivir limitados por nuestros miedos, frustraciones y carencias.
De hecho, el crimen más grande que se ha cometido en contra de la humanidad ha sido -y sigue siendo- condicionar la mente de los niños con falsas creencias que obstaculicen su propio descubrimiento de la vida. A esa edad, todos somos inocentes. No podemos defendernos de la poderosa influencia que la sociedad ejerce sobre la construcción de nuestro sistema de creencias y, por ende, sobre la creación de nuestra identidad.
Debido a nuestra incapacidad para discernir, cuestionar y decidir, a lo largo de nuestra infancia no nos queda más remedio que creernos las normas, directrices y dogmas que nos son impuestos desde fuera. Por más que a este proceso le sigamos llamando "educación", en realidad es más certero denominarlo "cadena de montaje". De ahí que muchos sociólogos afirmen que formamos parte de una "sociedad prefabricada".
EL FIN DE LA INOCENCIA
"Lo que se les dé a los niños,
los niños darán a la sociedad"
(Karl Menninger)
Generación tras generación, los adultos vamos proyectando de forma inconsciente nuestra manera de ver y de comprender el mundo sobre los más pequeños. Cabe recordar que cuando nacen, los niños son como una hoja en blanco: limpios, puros y sin limitaciones ni prejuicios de ningún tipo. De hecho, la palabra "inocencia" procede del latín innocentia, que significa "estado del alma limpia de culpa". Es decir, aquello que los adultos, ya prefabricados, solemos anhelar constantemente.
No obstante, en general somos personas victimistas. Por eso el victimismo se ha convertido en uno de los rasgos más destacados de la sociedad contemporánea. Y dado que a nivel emocional solo podemos compartir con los demás aquello que primero hemos cultivado en nuestro interior, entre todos hemos creado y consolidado "la cultura de la culpa". Así, la mayoría de seres humanos intentamos diariamente eludir cualquier tipo de responsabilidad poniendo de manifiesto nuestra falta de madurez. Y lo peor es que esta limitación, como otras, la terminamos inculcando sobre las nuevas generaciones.
Entre otros ejemplos cotidianos, es común ver a un niño pequeño chocar contra una mesa y caerse al suelo. Y puesto que el golpe le ha producido dolor, en ocasiones se pone a llorar. Su llanto suele llamar la atención del adulto que lo está cuidando en ese momento, que enseguida corre para atenderlo. Si bien la mesa es un objeto inerte, carente de voluntad y libre albedrío, el cuidador, con todas sus buenas intenciones, comienza a gritar "¡mesa mala!, ¡mesa mala!". Estas acusaciones suelen tranquilizar al niño, que a su vez comienza a imitar a su tutor, culpando a la mesa del golpe y de su dolor.
ADICTOS A LA QUEJA
"Nos quejamos cuando el agua
de la ducha sale fría, pero ¿acaso valoramos cada vez que sale caliente?" (Christophe André)
Visto con perspectiva, lo cierto es que es muy fácil protestar por el funcionamiento del sistema capitalista. Basta con abrir la boca y decir lo que pensamos. Es muy fácil quejarse por la manera en la que se gestionan las empresas. Basta con abrir los ojos y reparar en lo que vemos. Es muy fácil criticar y juzgar la actitud de nuestros políticos. Basta con abrir los oídos y escuchar la forma en que estos hablan. Es muy fácil lamentarse por el comportamiento de la sociedad. Basta con estirar el brazo y señalar sus errores y defectos.
Es tan fácil protestar, quejarse, criticar, juzgar y lamentarse que todos sabemos cómo hacerlo. Basta con adoptar el rol de víctima y creer que el mundo es un lugar injusto, en el que la culpa de nuestros problemas, conflictos y sufrimientos siempre la tienen los demás. Sin embargo, en última instancia somos cocreadores y corresponsables de que la economía sobre la que se asienta nuestra existencia sea tal y como es. De hecho, con nuestra manera de ganar, de gastar, de invertir y de ahorrar dinero apoyamos y validamos el sistema cada día.
Con respecto a las empresas, si no fuera por ellas no habría empleo. Y sin este, careceríamos de ingresos con los que cubrir nuestras necesidades básicas. Más allá de cuáles sean nuestras circunstancias sociales y económicas, fichamos cada lunes en la oficina por elección propia. Además, mediante el consumo diario de productos y servicios permitimos la subsistencia de millones de compañías. Es cierto que vivimos condicionados por la publicidad y el marketing, pero nadie nos apunta con una pistola para saciar nuestros caprichos y deseos.
CADENAS INVISIBLES
"La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo" (Séneca)
Un veterano mercader de camellos atravesaba el desierto del Sáhara junto con su hijo adolescente, que era la primera vez que lo acompañaba. Al caer la noche, decidieron acampar en un oasis. Tras levantar la tienda, padre e hijo empezaron a clavar estacas en el suelo para atar con cuerdas a los camellos. De pronto, el joven se dio cuenta de que tan solo habían llevado 19 estacas y 19 cuerdas, y en total había 20 camellos.
"¿Cómo atamos a este camello?", preguntó inquieto el hijo adolescente. Y el mercader, que llevaba muchos años recorriendo el desierto, le contestó sonriente: "No te preocupes, hijo. Estos animales son muy tontos. Haz ver que le pasas una cuerda por el cuello y luego simula que lo atas a una estaca. Así permanecerá quieto toda la noche". Eso es precisamente lo que hizo el chaval. El camello, por su parte, se quedó sentado e inmóvil, convencido de que estaba atado y de que no podía moverse.
A la mañana siguiente, al levantar el campamento y prepararse para continuar el viaje, el hijo empezó a quejarse a su padre de que todos los camellos le seguían, excepto el que no habían atado. Impasible, el animal se negaba a moverse. "¡No sé qué le pasa a este camello!", gritó indignado. "Parece como si estuviese inmovilizado". Y el mercader, sin perder la sonrisa, le replicó: "¡No te enfades, hijo! El pobre animal cree que sigue atado a la estaca. Anda, ve y haz ver que lo desatas".
ASUNCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD
"Hemos levantado la estatua
de la libertad sin haber construido primero la de la responsabilidad" (Viktor Frankl)

Aunque la culpa nos alivia, también nos ata con cuerdas que no existen a estacas invisibles. Lo curioso es que la culpa solo existe en aquellas sociedades que promueven el victimismo y niegan la responsabilidad. Si el niño pequeño, inspirado por el adulto que lo acompaña, asume que ha chocado contra una mesa -por seguir con el ejemplo anterior-, estará en el camino de aprender que ha sido él, y no la mesa, quien ha provocado su dolor. Y puesto que con los años el niño se convierte en adulto, a menos que abandone el victimismo, seguirá culpando a los demás, a las circunstancias e incluso a la vida cada vez que choque contra cualquier persona, cosa o situación que le produzca dolor.
Y es que solemos quejarnos de nuestra pareja y de nuestros hijos, pero ¿acaso nos responsabilizamos de que somos nosotros quienes los hemos elegido? Solemos maldecir a nuestro jefe y a nuestra empresa, pero ¿acaso nos responsabilizamos de que somos nosotros quienes hemos escogido nuestra profesión y nuestro lugar de trabajo? Y en definitiva, solemos lamentarnos de que nuestras circunstancias actuales son como son, pero ¿acaso nos responsabilizamos de que estas son el resultado, en gran medida, de las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de nuestra vida?
Curiosamente, al observar más detenidamente el actual escenario socioeconómico, todos estamos de acuerdo en un mismo punto. La mayoría de ciudadanos nos lamentamos por la falta de líderes, por la ausencia de referentes y, sobre todo, por la decadencia de valores que padece ahora mismo la sociedad. Esta percepción pone de manifiesto que estamos en contra de muchas cosas, pero ¿a favor de qué? Y tal vez más importante: ¿quién asume la responsabilidad de convertirse en el cambio que quiere ver en el mundo?

No confio en ti, porque no creo que seas capaz de llevarlo a cabo



Competencia.
Los juicios de incompetencia pueden llegar
a debilitar mucho las relaciones.
Confiamos en la medida en que creemos
que la persona es competente
para cumplir aquello con lo que se ha
comprometido.
En las organizaciones, los responsables
encargan tareas a los equipos que juzgan
competentes para llevarloas a cabo.
La falta de competencia tiene solución
a través del aprendizaje, cualquier
habilidad puede ser entrenada.
Muchos jefes juzgan incompetentes
a sus colaboradores y no actúan para
resolver la situación, porque cuando la
desconfianza se instala, no confía
en la capacidad del otro para superar
la falta de competencia.
Muchos directivos tienen poca confianza
en la capacidad de desarrollo de sus
equipos; otros simplemente no
tienen costumbre de trabajar en su
desarrollo profesional más allá
de proponer para ellos algún curso
de formación.
La práctica de identificar áreas de mejora,
establecer planes de acción, hacer seguimiento
y dar feedback continuo es
bastante poco frecuente todavía
hoy en día.
Sin embargo, creo que el desarrollo
de colaboradores es una de las
competencias de liderazgo más
importantes.
¡¡¡Para qué darles carne si pueden comer patatas!!!
.....dicen ejecutivos de alguna multinacional sobre sus
colaboradores periféricos......

El miedo llamó a la puerta, salió la confianza y cuando abrió ya no había nadie.



Sinceridad.
Confiamos en el otro en la media
en que creemos que es sincero y, al
contrario, desconfiamos de aquel que
creemos que nos miente.
Este juicio sobre la sinceridad se basa,
a veces, en hechos contrastatados,
pero no siempre es así.
Cuántas veces juzgamos que alguien
no está siendo sincero y le retiramos
nuestra confianza sin contrastar los
hechos al dar crédito a un tercero,
interpretar erróneamente una situación
o recoger rumores.
Por otra parte, supongamos que la
otra persona nos ha mentido.
¿Es suficiente motivo para romper
nuestra confianza?
Hay muchos factores que pueden
llevar a una persona a mentir.
Pongamos como ejemplo a aquellas
organizaciones que no deja espacio
para los errores, que los persigue y
castiga generará empleados que
mentirán por miedo a las consecuencias.
Un jefe que sólo da órdenes, que
no deja a sus colaboradores
la posibilidad de negociar sus peticiones,
generará situaciones de incumplimiento
que se saldarán frecuentemente con
mentiras para evitar la
crítica o acción punitiva.
¡¡¡Reflexionemos y aceptemos que la
llamada mentira puede ser la respuesta
a la intransigencia.!!!

Generalmente nos ganamos la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra



La confianza es el material que nos
permite la interacción con los otros,
un fenómeno esencial para poder
relacionarnos con los demás.
Nuestra capacidad de intervención en el
mundo depende en gran medida de
nuestra confianza en nosotros mismos,
en las personas que nos rodean e
incluso en el mundo en que
habitamos.
La confianza es un elemento fundamental
para emprender proyectos,
para crecer y emancipar-se en la
sociedad, para innovar, para, para, para ..........
Por el contario la falta de confianza
genera miedo. Cuando no podemos
confiar el mundo se muestra más amenazante
y peligroso, nos parece que nos pueden
hacer daño o que la acción que
nos planteamos abordar irá mal,
actuamos para protegernos,
buscamos nuestra seguridad, nos
escondemos, dedicamos parte de nuestro
tiempo a buscar y hacer cómplices
a otros para que desconfien igual
que nosotros.
El lider que desconfía sólo puede generar
relaciones basadas en el poder. Tendrá
dificultades para delegar, porque no
confía en la capacidad de sus equipos
para llevar adelante los proyectos, así
que asumirá directamente las tareas o las
supervisará muy estrechamente, dejando a su
equipo muy poco margen de acción.
¿Tienes confianza en tí?

Uno de los hábitos más arraigados del ser humano es verse a sí mismo como una víctima de las circunstancias.


Culpar o responsabilizarse

Tenemos la tendencia a no considerarnos
parte de los problemas que nos afectan.
La mayoría de las veces solemos buscar la causa
fuera de nosotros.
Buscamos culpables para descargar nuestra
rabia o para liberarnos de la tensión que
supone aceptar que hemos tenido que ver con
lo ocurrido.
Esto ocurre porque, al declararnos "no"
culpables, declaramos también nuestra
inocencia.
Encontrar culpables es sencillo, forma parte de la
capacidad que tenemos para construir explicaciones.
Las explicaciones tienen muchas ventajas aparentes;
alivian la tensión, ponen la culpa fuera, eximen de responsabilidad
y nos ahorran el trabajo de tener que hacer algo
al respecto.
Sin embargo, las explicaciones también tienen algunos
inconvenientes que no siempre percibimos, porque
cuando culpamos a otra persona o a las circunstancias,
la única acciín que nos queda disponible es la
QUEJA.
Si el otro es el culpable de lo que me ocurre,
entonces no hay nada que YO pueda hacer.
Mis posibilidades de acción quedan reducidas a la nada,
bloqueadas
Lo mismo de lo que nos quejamos lo podemos
observar desde la responsabilidad que no
juzga en absoluto lo ocurrido. Lo que nos
interesan son las acciones posibles que podemos
realizar para resolver el problema. Porque si
somos capaces de mirar las cosas de una manera nueva,
entonces encontraremos nuevas posibilidades
de acción que antes no veíamos.
¿Hay algo que querrías hacer diferente?

¿ESTÁS CONFORME CON TU IMAGEN PÚBLICA? ¿OBEDECE ESTA A TÚ IDENTIDAD?




Cómo ser un nuevo modelo de hombre
JOSÉ LUIS ÁGREDA


La masculinidad impuesta históricamente tiene cura. La clave: dejar a un lado las etiquetas y crear una imagen propia en la que compartir y sentir no sean sinónimo de menos virilidad.
La identidad masculina se ha visto influida por la reafirmación de la mujer y la liberación homosexual, que han cuestionado el modelo tradicional del varón. En las últimas décadas, algunos hombres se han feminizado, aunque son muchas más las mujeres que se han masculinizado. La masculinidad ha ido ganando terreno en los espacios, las vidas y las conductas de muchas mujeres. Una masculinidad que no ha sido siempre la mejor, ya que ha vuelto a muchas mujeres más duras y agresivas. Podríamos afirmar que el paradigma masculino tradicional sigue presente en nuestros espacios, en nuestra vida privada y pública, en nuestros países.
“Para reencontrarse, el hombre tiene ante sí una tarea urgente: aceptar su mundo de sentimientos sin sentirse menos hombre”
“Fortalecer valores como la tolerancia, la aceptación y la flexibilidad le ayudarán a vivir en paz en tiempos de turbulencia”
Existe una masculinidad emocional y físicamente sana e integradora, necesaria para construir un mundo mejor a todos los niveles. Sin embargo, en el mundo sigue predominando una masculinidad tóxica que se expresa en las guerras, violaciones, accidentes, muertes, conductas deportivas y sociales, actitudes sexuales, en la corrupción, en los negocios desprovistos de ética, en un consumismo inmoral y en la multiplicación de las adicciones. Todo ello ¿para qué? ¿Serán formas de esconder la angustia y el vacío existencial? Sin duda, ello influye en que vivamos relaciones insatisfactorias, condicionadas por el lastre social, cultural e histórico que nos ha llevado a un vacío interior.
Hombres y mujeres buscamos modelos masculinos alternativos al modelo cultural impuesto socialmente de lo que, durante siglos, ha significado ser hombre.
La auténtica cuestión
“¿Qué hacer con el bagaje de valor y arrojo que debieron acumular para estar a la altura del papel real?” (Marina Subirats)
Por miedo a perder una imagen social viril, muchos hombres se aíslan de sus propias emociones. Se centran en la acción hasta que son adictos al hacer, hacer y hacer. La acción llega a convertirse en una huida de sí mismos. Para reencontrarse, el hombre tiene ante sí una tarea urgente: aceptar su mundo de sentimientos y no por ello sentirse menos hombre. Robert Moore, doctor en psicología y teólogo, y Douglas Gillette, fundador del Institute for World Spirituality en Chicago, dicen que hemos llegado a “pensar que los sentimientos, y en particular nuestros sentimientos, son obstáculos molestos e inadecuados para ser hombres”.
Afortunadamente, cada vez son más las personas de género masculino que intentan conectar con su identidad libres de los condicionamientos externos y abriéndose a su verdadero ser. De esta manera se encaminan hacia la liberación de lo que durante milenios ha significado ser “hombre” en su sentido castrante y destructivo.
La cuestión que se plantea es cómo logra uno conectar con su verdadera identidad. Para vivir una vida emocionalmente inteligente, sin adicción al poder de dominar ni a la acción, es bueno parar y hacer introspección, es decir, mirar hacia dentro. Es una mirada que busca el sentido y conecta con lo esencial, aquello para lo que merece la pena vivir. A este fin, la práctica de la meditación y la búsqueda de espacios de silencio pueden ser muy beneficiosas. En el silencio, uno aprende el arte de escuchar, tan necesario para relacionarse y a veces tan olvidado. Escuchar lo que se siente y dejarse sentir. Escuchar lo que se quiere y oírlo. Al meditar, uno viaja al encuentro de sí mismo y recupera el poder del ser.
El poder del ser
“Aquellos que desean crear un nuevo estado de cosas deben comprenderse a sí mismos en su relación con otro” (Krishnamurti)
La verdadera identidad del hombre está conectada con la esencia de la masculinidad que prevalece más allá de los modelos patriarcales impuestos, más allá de lo que ha significado ser hombre durante siglos. A esta esencia la denominaríamos la masculinidad eterna, en la que el hombre vive todo su potencial en su ser. Para ser hombre no necesita demostrar, vencer ni triunfar. Cambia su visión y su enfoque: en vez de competir con armas adquiridas, coopera con sus armas innatas, con sus talentos y valores, cultivando su inteligencia emocional y espiritual. Vive una masculinidad madura, con raíces emocionales y espirituales propias.
Recuperar el poder interno implica tener un mayor dominio de su mundo interior y de sus facultades, como son la mente, el intelecto, los condicionamientos y los hábitos. La práctica del control mental, del pensamiento positivo y de la meditación le ayudará a conseguirlo. Fortalecer valores como la tolerancia, la aceptación y la flexibilidad le ayudará a vivir en paz en tiempos de turbulencia y cambios como los que vivimos. Cualquier debilidad, dispersión, falta de enfoque y fluctuación interna le robará la energía necesaria para sentirse pleno. Liberarse de cualquier aspecto que le haga sombra le permitirá gozar de una vida más plena. Para superar una debilidad es necesario aceptarla sin vergüenza, reconocerla con sinceridad, entender por qué está ahí y empezar a trabajar el valor o fortaleza que contrarreste esa debilidad y le ayude a vencerla.
La nueva hombría
“Es una masculinidad sostenida en el coraje del espíritu y del compromiso y en la valentía de la compasión” (Sergio Sinay)
No se trata simplemente de pasar de un modelo machista a ser un hombre políticamente correcto que limpia en casa, cuida del niño, la pareja lo alaba y la sociedad lo apoya. La transformación necesaria es más profunda, más de raíz. Implica replantearse los valores, las actitudes y la conducta. Es necesario reformular las creencias acerca de lo que es ser hombre.
Fundamentados en su poder interior, los hombres cambiarán los mandatos que configuran la identidad de género en nuestra cultura. Hasta que no se transformen, en el mundo laboral tampoco entrarán la compasión, la fraternidad, la trascendencia, la espiritualidad, el humanismo y un espacio para la alteridad, la condición de ser otro.
Con autoestima, asentado en su valor interior, el hombre puede ser sin necesidad de imponer, forzar ni presionar. Esta es la condición imprescindible para el encuentro con el otro. Aprender a relacionarnos sin dañarnos, a amarnos sin atarnos, a ser cómplices recuperando y preservando nuestra identidad original y eterna, a experimentar la unidad en la diversidad. Esta es mi propuesta de transformación integral para que sea posible la armonía en las relaciones.
Cuando un hombre aprende a verse a sí mismo en la integridad de su ser, es amoroso y sabe amar. Desde esa conciencia, va al encuentro del otro partiendo de un lugar diferente: no desde el conquistador que elude la entrega y la intimidad sentimental, sino desde el ser abierto y comprensivo que sabe comprometerse con sinceridad. Para él, el compromiso no significa atadura, sino complementariedad y enriquecimiento. Sabe tener al lado a una mujer como persona con los mismos derechos, obligaciones y necesidades que él, sin envidiar sus logros profesionales, su inteligencia o su ingenio.
Reconoce que ser varón no es sinónimo de ser más inteligente, más fuerte ni más poderoso. Es consciente de que el poder no se pierde cuando se comparte; que las decisiones asumidas a medias son más fáciles de tomar; que compartir el cuidado de los hijos es fundamental en su papel de padre; que ser frío no le hace más viril; que los hombres se expresan y lloran…, y no pasa nada.
Para llegar a disfrutar la complementariedad que armoniza a hombres y mujeres, y a estos entre sí, tenemos que emprender una tarea conjunta si lo que deseamos es lograr una transformación de raíz, cambiando el punto de partida y el eje desde el que miramos y percibimos la realidad. Así podremos despojarnos del lastre que arrastramos para ver el futuro con visión renovada. La recuperación de nuestra identidad auténtica pasa por redescubrir valores como el amor, la paz, la sinceridad, la empatía, la escucha, y despojarnos de todos los estereotipos que nos alejan de la posibilidad de lograr armonía y plenitud.
De esta manera, los hombres de hoy serán referentes para las nuevas generaciones como ejemplos de coraje con corazón, de empatía y escucha, de entrega y servicio; serán guías que ofrecen herramientas para un modelo de mundo deseable y una participación pedagógica en esa transformación. Padres que ofrecen una referencia válida a sus hijas en la búsqueda de un compañero. Modelos válidos de hombre para que sus hijos crezcan libres de condicionantes por razón de su sexo y contribuyan a la construcción de un mundo más saludable, desintoxicado de masculinidad machista.

Reconstruye tu propia imagen
“El concepto de uno mismo es el destino. El peligro es que nos volvamos prisioneros de nuestra imagen negativa, que le permitamos dictar nuestras acciones”. En esta frase de Nathaniel Branden se puede encontrar una clave para salirse de la masculinidad impuesta históricamente: reconstruir tu propia imagen. Una imagen de ti mismo independiente de los estereotipos culturales de género. Eso implica desaprender lo aprendido. Dejar de lado tus personajes, tus etiquetas, lo que se espera de ti. Así clarificas tu camino. Consiste en desaprender, soltar, conocer y construir. Cada hombre tiene que saber lo que está bien o lo que está mal para él. Lo que te acerca a tu plenitud y lo que te vacía. Lo que te conecta con tu ser y lo que te desconecta de lo esencial. Tener tus propios criterios de valor y, a partir de ahí, valorarte. Valorarte no solo por lo que ocurre en tu mundo sentimental o laboral, sino por lo que ocurre en la totalidad de tu mundo. Tener una imagen completa del ser. Se trata de conocer la masculinidad emocionalmente madura y tus cualidades innatas, conectarte con ellas y serlas, vivirlas para compartirlas. Reencontrar tu eje, tu columna vertebral, en ti y no buscarlo en el otro. Así reconstruyes tu propia imagen en la esencia de tu ser más allá de identidades limitadas por cuestión de género.

"YO SOY YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS"



Generación de CONTEXTO

Toda conversación esta inserta en un contexto y
todo contexto tiene una influencia fundamental en la
conversación (cum texto = todo lo que acompaña a la palabra)
Tener capacidad para generar el contexto más
adecuado no es estrictamente una habilidad
conversacional; sin embargo, aquellos que nuestran
una mayor maestría en la generación de contextos
tienen más facilidad para lograr los resultados
que se proponen.
A todos nos ha ocurrido alguna vez que, ante una
situación determinada, hemos generado un contexto
que, lejos de ayudar a la consecución de nuestros
objetivos, ha provocado la reacción contraria.
No siempre somos coherentes entre lo que queremos
obtener y el contexto quer elegimos para lograrlo,
tal vez porque no prestamos atención o porque no
nos parece importante.
El contecto genera expectativas en los demás,
de manera que cuando falla la coherencia, las
expectativas quedan frustradas y se
generan toda clase de emociones negativas que
dañan la relación.

Cuando estás inspirada por un gran objetivo, tus pensamientos rompen sus fronteras.....



Podemos sustituir el hábito
de quejarnos por el de
AGRADECER
Definimos la visión como un viaje
imaginario hacia un futuro deseable
para nosotros y para los que
nos rodean.
Se trata de un acto de auténtica
creatividad en el que muchas veces
ni siquiera sabemos qué podemos
hacer para conseguirlo y sin embargo
sentimos la fuerza y la profunda convicción
de que es allí donde verdaderamente
queremos pasar el resto de nuestras vidas.
Es el momento que nos decimos a nosotros
mismos ¡¡¡adelante!!!
Puede ser una declaración privada o
pública pero en ambos casos
nos abre una realidad.
Despierta recursos que desconocíamos
tener, hace que prestemos atención
a aspectos de la realidad
que antes nos pasaban desapercibidos.
Una visión compartida por un
grupo de personas tiene la
capacidad de modificar las relaciones
interpersonales, despierta el
compromiso del grupo,
estimula el deseo de estar
conectado y genera la
satisfacción de sentir que
se está participando en una
tarea importante.

Una "declaración" no es decir que algo es así. Es hacer que algo sea así.



¿Podemos sustituir el hábito de
quejarnos por el de agradecer?

Ya no me conoce el sol,
pues YO duermo de día.
La noche es AMOR
y oculta la hipocresía.
Declaración
Hay declaraciones que atañen a las relaciones
entre personas: "no quiero volver a hablar
de esto contigo"; "creoque eres mi mejor amiga"
y también hay declaraciones que nos hacemos
intimamente: "a paritr de ahora las cosas serán
diferentes"; "no puedo alcanzar este objetivo,
no vale la pena intentarlo".
Cuando hacemos una declaración, no estamos
describiendo lo que ha ocurrido,
sino que hablamos de lo que va a ocurrir
a partir de ahora.
Las declaraciones tienen capacidad de
generar algo nuevo,
algo que antes no estaba.
No obstante, para que algo cambie, hace
falta algo más que palabras.
Hace falta intención y determinación
para actuar en consecuencia.
Y también es necesario que las acciones que
realizamos sean coherentes con aquello
que hemos declarado.
La falta de coherencia entre lo
que decimos y lo que hacemos
compromete nuestra credibilidad y
daña la confianza.
Podemos clasificar las declaraciones en
dos grupos: las que expanden nuestras
posibilidades y las que las limitan: "Necesito tu
ayuda"; "tiene que haber algo que yo pueda hacer"
; "te estoy muy agradecida" son declaraciones
que potencian nuestras posibilidades. En cambio:
"Jamás volveré a confiar en mi jefe"no quiero
saber nada más de ti" limitan plenamente
nuestras acciones.
Así pues "vigila tus declaraciones" dado que
pueden limitarte a través del subconciente.
Visión es sueño + acción.

Se puede ser generoso dando poco, y miserable dando más?



GENEROSIDAD

Todos entendemos, casi seguro, lo que
puede significar generosidad. Lo asociamos
como dar y darse sin esperar nada a cambio.
Ofrecerse, ser útil, ayudar...todos estos
conceptos los asociamos con la generosidad
y el altruismo.
Más estas actitudes pueden incomodarnos y hasta
distanciarnos del "presumiblemente" generoso.
Cuando una persona se muestra muy generosa
provoca un desequilibrio en una relación que sólo
se reajusta cuando la otra persona puede devolver
de una forma u otra algo de lo recibido.
Así sólo seremos verdaderamente generosos
cuando estemos dispuestos a dejar que los demás
tambien lo sean con nosotros.
La generosidad es pues, un ciclo de amor
que no debes romper.
Recuerda:
Dar sin querer recibir puede ser de miserable.

Inferir o deducir...... ¿un engaño del lenguaje?



"Nada parece tan verdadero que no pueda parecer falso"

Por inferir definimos es la capacidad para sacar
una consecuencia o deducir algo de otra cosa.
Inferir nos permite sobrevivir dado que nos
posibilita analizar el entorno.
Sin esta capacidad tendríamos serias dificultades
para tomar decisiones, nos eternizaríamos
analizando toda clase de variables.
Pero también, deducir, tiene un riesgo.
Deducimos, básicamente, analizando un
número limitado de datos sin contemplar
otras opciones que podrían ser más
beneficiosas.
Lo que ocurre es que seleccionamos unos
pocos datos de la realidad renunciando a un número
infinitamente mayor de elementos,
pero al hacerlo creemos que aquello que
hemos seleccionado es todo lo que hay.
Aquello a lo que no hemos prestado atención
simplemente parece no existir.
La realidad, para nosotros, es sólo lo que
percibimos. Y este error cognitivo está en la
base de muchas dificultadesconversacionales
y, por tanto, en la selección
de los datos que analizamos para
determinar una realidad.
Así, atención, con la escucha no dar
juicios sólo con los primeros cuatro
datos que nos llegan en un momento.
Dar, el justo, protagonismo al tiempo.....
¿te parece?

¡¡¡MANTÉN SIEMPRE ENCENDIDA LA LÁMPARA!!!



Acercar-se a la emancipación
supone un esfuerzo y una constancia..
A menudo, otros, ridiculizan nuestro
compromiso atentando contra la voluntad.
Muchos, ya, hemos sido traicionados por
amigos y ultrajados desde
la envidia en la ignorancia.
Así sólo consiguen el definitivo
abandono de la emancipación y el
desprecio del amor.
¡¡¡Mantén siempre encendida la lámpara!!!


¿INTUICIÓN?



¿Podemos fiarnos de la Intuición?
JENNY MOIX

Lo dijo Einstein: “La única cosa realmente valiosa es la intuición”. No se trata de decidir todo a golpe de corazonadas, pero tampoco de ignorar totalmente las ideas ‘sentidas’ más que ‘pensadas’.
Supongamos que sufrimos una serie de síntomas para los cuales los médicos no encuentran un diagnóstico. Decidimos acudir a un prestigioso centro médico y allí nos plantean dos alternativas para diagnosticarnos. La primera consiste en introducir los signos de nuestra enfermedad en un potente ordenador cuyo software se basa en los últimos avances científicos. En el segundo caso, el diagnóstico deberemos dejarlo en manos de un reconocido especialista con muchos años de experiencia. ¿Qué camino elegimos? Probablemente, la mayoría de nosotros preferiremos confiar en el médico. Aunque no dudamos de que el ordenador utilizará una lógica implacable, sabemos que el experto, como humano que es, posee una potente herramienta de la que la computadora carece: la intuición. Si nos examina un especialista de carne y hueso, su cerebro puede captar, aunque él no sea consciente de ello, signos sutiles que sean la clave para conducir a un diagnóstico correcto, lo cual es tarea imposible para el ordenador.
“No caigamos en la trampa de pensarque la ciencia solo se basa en análisis y lógica, la intuición es responsable de su avance”
“Es habitual que pensamientos brillantes surjan cuando estamos relajados. En ese momento nuestra pantalla está más limpia”
Cuando intuimos parece como si nuestro cerebro nos regalara una idea que no sabemos de dónde ha salido. La intuición es una especie de trabajo subterráneo, procesamos la información inconscientemente. Este es uno de los aspectos que más lo diferencian del pensamiento lógico-racional, para el cual tenemos que hincar los codos. Al intuir, nuestras neuronas se ocupan ellas solas del tema.
A diferencia del pensamiento deliberativo, la intuición solemos relacionarla con las emociones. Y es que cuando intuimos notamos que sentimos esa idea y no que la pensamos.
Según Robin M. Hogarth, las intuiciones las podemos clasificar en dos grandes bloques. Un tipo serían los juicios intuitivos retrospectivos que son de naturaleza diagnóstica. El ejemplo anterior se ubicaría perfectamente en esta clase. Y en la segunda categoría se encontrarían las inferencias prospectivas; es decir, las predicciones.
Un viejo pescador que adivina el tiempo que hará durante el día con solo echar un vistazo al cielo constituiría un claro ejemplo de esta segunda categoría. Si a ese pescador y también a un experto meteorólogo les pidiéramos que nos enseñaran su técnica de predicción, ¿quién nos la explicaría con más claridad? Sin duda alguna, el científico. Él sabe muy bien en qué se basa y qué pasos deductivos da para llegar a la conclusión. El cerebro del pescador se basaría en la gran recopilación de datos que ha ido haciendo a lo largo de sus salidas a la mar para deducir de forma automática las intenciones de las nubes.
EL VALOR deL
SEXTO SENTIDO
“En el mar, como en el amor, suele ser mejor seguir una corazonada que obedecer a una biblioteca” (John R. Hale)
No caigamos en la trampa de pensar que la ciencia solo se basa en el método científico, analítico y lógico, la intuición es la mayor responsable de su avance. El mismo Einstein fue un defensor de la intuición: “La única cosa realmente valiosa es la intuición”. En una entrevista realizada en 1930 explicó que intuía que su teoría de la relatividad era cierta y que por eso no se extrañó cuando otros científicos la confirmaron empíricamente.
En muchos libros de autoayuda se presenta la intuición como una herramienta infalible, casi mágica. En ellos se suelen citar muchos ejemplos de emprendedores que han conseguido grandes éxitos siguiendo sus corazonadas. Huelga decir que en estos manuales no se dice ni una palabra de individuos que siguieron su sexto sentido y fracasaron estrepitosamente.
El cerebro va conectando datos, pero a veces lo hace con datos que están relacionados y otras asocia los que solo coinciden en el tiempo, pero que no tienen ningún tipo de relación causa-efecto. Cuando el pescador o el médico aciertan es porque sus neuronas han establecido una relación correcta. Pero no siempre tiene por qué ser así…
Aunque parece increíble, al conocer a una persona, la primera impresión solo tarda unos segundos en formarse. Y no tenemos por qué acertar; de hecho, es frecuente cometer errores imperdonables. Cuando un desconocido de entrada nos cae bien o mal suele deberse a que un rasgo físico, su forma de moverse, su forma de vestir… lo tenemos asociado a otra persona. Obviamente, no nos damos cuenta de que nuestra intuición se basa en una asociación inconsciente. Así, si nuestro cerebro conecta datos que se dan juntos por simple azar, todas las predicciones basadas en estas conexiones pueden ser nefastas.
Tiemblo cuando oigo expresiones del tipo “de un vistazo capto cómo son las personas”… Quizá les parece que sus predicciones siempre se cumplen, pero… ¿no se encargarán ellos de que así sea? Imaginemos una camarera que alardea de que siempre sabe quién le va a dar propina y que no pierde el tiempo con los clientes que presume que no le van a dejar ni un euro. Realmente, si ella trata mejor a los consumidores que asocia con la propina, ¿no es esperable que sean esos, con más probabilidad que los otros, los que finalmente dejen las monedas? Ni más ni menos que una profecía autocumplida. Como todos en el fondo compartimos más de lo que nos pensamos, ya estamos comprobando en nuestro caso qué intuiciones damos por sentadas cuando en realidad son incorrectas.
Tomar datos de la experiencia
“Gran parte de la intuición se adquiere mediante la interacción con el medio” (Robin M. Hogarth)
Si intentamos diseccionar el proceso de la intuición vemos claramente tres fases. En primer lugar, el cerebro recopila datos de la experiencia; seguidamente los procesa de forma inconsciente y automática, y en tercer lugar aparece repentinamente el resultado o la conclusión de este procesamiento en nuestra consciencia. Por tanto, si queremos mejorar nuestra intuición debemos optimizar estas tres fases.
Einstein afirmaba que intuyó la teoría de la relatividad, pero su cerebro no le regaló esta magnífica intuición de forma gratuita. Antes, él tuvo que dedicarse a estudiar noche y día sobre el tema. No paraba de alimentar su cerebro con datos. Su genialidad brotaba de muchos lugares diferentes, uno de ellos era su mirada. Observaba el mundo sin dejar que las teorías anteriores le obligaran a verlo de una determinada manera. Intentemos emular a Einstein, observemos mucho y sin prejuicios. Así nuestro cerebro tendrá el material que necesita para intuir.
Darle tiempo al inconsciente
“Las ideas se encienden unas con otras como las chispas eléctricas” (Johann J. Engel)
Una vez hemos recogido información, debemos limitarnos simplemente a darle tiempo a nuestro inconsciente para que trabaje por nosotros. Ap Dijksterhuis y su equipo de la Universidad de Ámsterdam lo confirmaron experimentalmente. A los sujetos se les ofrecía una compleja información acerca de cuatro posibles apartamentos. De cada uno de los cuatro se les daban 12 datos (localización, número de habitaciones, precio, etcétera). Su misión era escoger el mejor. A un grupo de participantes se les dio poco tiempo para pensar y, como es esperable, erraron más que los sujetos a los que se había dejado más tiempo. Pero lo más sorprendente es que había un tercer grupo a los que, después de darles la información, los distrajeron. Transcurrido el rato de distracción se les preguntó su preferencia. Este tercer grupo fue el que mostró decisiones más acertadas. Ellos no habían pensado conscientemente, puesto que se estaban distrayendo, pero su cerebro no había parado de combinar las ventajas e inconvenientes de los apartamentos, llevándoles a la decisión más conveniente.
Reconocer las señales
“Hay un chispazo en la conciencia, llámese intuición o como se quiera, que trae la solución sin que uno sepa cómo o por qué” (Albert Einstein)
Nuestra conciencia es como una enorme pantalla blanca. Nuestro inconsciente después de un duro trabajo proyecta sus conclusiones en esa macropantalla. Y es entonces cuando vemos la deducción de sus cábalas. Pero si tenemos la pantalla ocupada ¡no podemos ver nada! Una forma de poder despejarla consiste en meditar. De hecho, muchas personas que meditan habitualmente explican que muchas ideas originales les han venido mientras practicaban. Es también habitual que pensamientos brillantes surjan justo cuando estamos relajados en la cama, antes de dormirnos. En ese momento nuestra pantalla se encuentra más limpia.
Es posible que cuando el inconsciente llegue a su deducción nos encuentre durmiendo. ¿Qué hace entonces? No se espera a que nos despertemos, deja su mensaje dentro del sueño de manera más o menos simbólica. Son muchos los científicos o los literatos que han desenterrado sus descubrimientos de los sueños o los literatos que han construido el argumento de sus novelas en los brazos de Morfeo.
Y no olvidemos que las intuiciones se sienten más que se piensan. Debemos escuchar nuestro cuerpo, parar y notar cómo nos sentimos. Las bonitas palabras de Jean Shinoda envuelven esta idea: “Saber cómo elegir el camino del corazón es aprender a seguir la intuición. La lógica puede decirte adónde podría conducirte un camino, pero no puede juzgar si tu corazón estará en él”.

SI DESEAS QUE TUS SUEÑOS SE HAGAN REALIDAD, ¡DESPIERTA!



Soñar no cuesta nada
Cuando soñamos nos recreamos
sobre cómo prodrías ser las cosas.
Soñar no tiene compromiso, ni
tampoco coste....pero, claro está
tampoco tiene beneficio.
Cuando tenemos una visión clara,
es decir añadiendo acción a nuestro
sueño, sentimos una fuerza superior
que nos empuja a conseguir este sueño.
Cuando los sueños se frustan la culpa
la tiene las circunstancias ajenas a nosotros
Esto nos lleva a abrazar la resignación
ignorante el compromiso de la acción. Así
cuando no sabemos distinguir entre sueño y visión
(sueño + acción) difícilmente podremos intervenir
en nuestras vidas. Esta estará en manos ajenas.
Podemos despertar y hacernos preguntas tales
como "¿Qué quiero hacer en el futuro?" "¿Qué
valores son importantes para mi?" "Qué estoy
dispuesto a hacer y qué estoy dispuesto a sacrificar
para lograrlo?".
La visión tiene una enorme capacidad para
movilizar-nos y comprometernos con aquello
que verdaderamente deseamos.
La visión puede ser el motor de nuestra
reinvención cíclica.
¿vives la vida que tu deseas?

SER HUMANO....... Y SABIA



LA CONTRARIEDAD
EN EL SER HUMANO

Hay momentos en nuestro pasear
por la vida que se hacen especiales,
son regalos que el destino nos hace
sin más razón que la de hacernos
más sabios.
Sin avisar llega la contrariedad y
ante ella, nuestra aportación simplemente
debe ser percatarnos, darnos cuenta que,
los humanos envueltos en oropeles de
vanidad y abundancia, somos niños
indefensos ante la contrariedad.
Es esta o aquella contrariedad la que,
sin pretenderlo, nos hace más sabios.
Más sensibles a la realidad. Y claro está
nos duele pues nos rompe la fantasia
del cuento que nos permite permanecer
en nuestra zona de acomodación
¡¡¡Ella se muestra generosa y llega sin avisar!!!
TENLO PRESENTE.



No es lo mismo distinguir que conocer..



Quien conoce algo puede entenderlo
de forma racional y aun así vivirlo como algo que no le influye, algo ajeno.

Quien distingue algo lo tiene incorporado, lo ha integrado en su vida, lo ha experimentado personalmente, lo ha hecho propio y lo utiliza en su día a día cuando es necesario.

Quien distingue es siempre un observador, alguien que mira desde su propia concepción del mundo, desde su historia, su cultura y sus experiencias.

Es imposible separar el objeto a distinguir del observador que distingue. Por este motivo,que existan interpretaciones buenas o malas no creemos. Si la percepción de la realidad es subjetiva y depende del observador y de su concepción del mundo, entonces tenemos que aceptar la posibilidad de que existen tantas interpretaciones como observadores y que todas ellas son igualmente legítimas

¿Distinciones? ¿para qué?




Sobre la distinción..

El lenguaje nos proporciona la capacidad
de distinguir aquello que nombramos.
Cuando distinguimos algo nuevo, adquirimos
un aprendizaje que amplia nuestra mirada
y, por tanto, modifica nuestra capacidad de acción.
Un médico posee distinciones sobre el cuerpo
humano que le permite intervenir
sobre la salud, interpretar una prueba diagnóstica
o curar enfermos.
El coaching ayuda a la persona a buscar formas
de observar, a ampliar su mirada, para encontrar
nuevas opciones y alternativas que antes no veíamos.
¿quieres seguir?

¿QUÉ DESESTRUCTURA TU VIDA?



La emancipación
(liberándo-nos de los postulados del YO)
puede mitigar los devastadores
efectos de convivencia
que supone, para todos los colectivos
(grupos o empresas),
las manifestaciones del egoismo
y la vanidad.
Las turbulencias emocionales
que generan van acompañadas
de la des-estructuración
colectiva y en ella, el individuo,
pierde su identidad de SER.

¿CONTACTO? ¡¡¡Para qué!!!



Necesitamos Contacto
CRISTINA LLAGOSTERA


El bienestar también depende de las redes de relaciones que tejemos y de la capacidad para derrumbar los muros supuestamente defensivos que construimos a nuestro alrededor.
Una enfermera me contaba hace poco que durante la noche, cuando la oscuridad y la quietud reinan en el hospital, algunos pacientes demandan atención de manera repetida. Aducen diferentes tipos de malestar o necesidades que ella, como las demás enfermeras, procura resolver. Sin embargo, su experiencia le dice que detrás de esos síntomas se esconde más bien la necesidad de contacto. La soledad de la noche favorece que emerjan temores e inquietudes. Entonces, una caricia, una mirada atenta, coger la mano o acercarse a la cabecera de la cama a escuchar surten un efecto calmante inmediato.
“Los prejuicios sociales limitan y vetan la comunicación, especialmente en lo que concierne al tacto y la proximidad física”
Generalmente le damos poca importancia a estas “medicinas” gratuitas, pero establecer un contacto cercano y cálido con otra persona depara grandes beneficios tanto para la salud física como mental. Diversos estudios demuestran que la ternura y el tacto ayudan a disminuir el estrés, la ansiedad y el dolor. Bien conocido es el efecto analgésico que puede tener para un niño el beso de su madre. Desde el momento del nacimiento se busca instintivamente ese calor humano. Sin alimento, un bebé no podría sobrevivir, pero sin afecto tampoco. Ya de adultos, además de satisfacer unas necesidades fisiológicas básicas, existe una necesidad igualmente importante: sentir proximidad afectiva.
Es posible conectar con otra persona a través de la mirada, la palabra y la escucha, el tacto e incluso el gusto y el olfato. Los sentidos abren una puerta que favorece la comunicación. No obstante, a pesar de necesitarlo y desearlo tanto, el contacto profundo y genuino no abunda.
Bienestar compartido
“Todos nacemos del amor.
Es el principio de la existencia y su único fin” (Benjamin Disraeli)
Virginia Satir, pionera de la terapia familiar, repetía a menudo: “El contacto afectivo es a las relaciones como la respiración al mantenimiento de la vida”. Cualquier tipo de contacto supone un acto de comunicación. Esta capacidad de conectarse para enviar y recibir mensajes –con o sin palabras– da forma a nuestras relaciones.
Los neurólogos insisten en que los seres humanos, igual que las neuronas, necesitan estar conectados, y que su bienestar depende de las redes de relaciones en las que están integrados. Por eso se recomienda mantener intereses compartidos y establecer contacto afectivo con otras personas. Mientras que el aislamiento social se asocia con una mayor incidencia de problemas cardiovasculares, depresión, dolores musculares y deterioro de la memoria, estudios recientes con pacientes de cáncer han demostrado que las relaciones afectivas protegen a la hora de afrontar la enfermedad.
El precio del cariño
“La única anormalidad es la incapacidad de amar” (Anaïs Nin)
Una tragedia de nuestra sociedad es la cantidad de personas que están solas o se sienten solas sin haberlo elegido. Podemos estar conectados con millones de individuos a la vez, pero escasea el contacto real y cercano. En la era de la comunicación faltan herramientas para establecer relaciones en las que se conecte íntimamente con el otro. A menudo, en la familia se comparte un mismo techo, pero en la práctica se vive de manera separada, sintiéndose aislado incluso en compañía. Gran parte de los conflictos conyugales se debe a una desconexión entre los miembros de la pareja. Y hay personas que, a pesar de desearlo, no consiguen salvar la distancia que las aleja de los demás.
Una carencia crónica de cercanía emocional puede desembocar en relaciones en las que se acepta cualquier precio a cambio de cariño. Otras veces, el hambre de afecto se intenta compensar con sustitutos: compras compulsivas, comida, sexo… Una investigación revela que a menudo la mayor motivación para mantener relaciones sexuales es lograr un contacto afectivo.
Al contrario de otras necesidades humanas, la necesidad de contacto precisa de la participación de otra persona. Pero además existen barreras personales que pueden dificultar esa conexión. Por un lado, los prejuicios sociales limitan y vetan la comunicación, especialmente en lo que concierne al tacto y la proximidad física. Y otro tanto sucede con las propias defensas que a menudo aparecen ante el temor que genera la intimidad.
Una frontera permeable
“Tengo miedo de decirte quién soy. Porque si te digo quién soy, puede que no te guste cómo soy, y eso es todo lo que tengo”
(John Powell, músico)
Puede resultar sorprendente: lo que más se desea, en este caso la proximidad afectiva, también atemoriza. Inconscientemente, existe la impresión de que quien se muestra demasiado abierto corre el riesgo de ser invadido. Es lógico. Al entrar en contacto con otra persona nos mezclamos, aunque solo sea ligeramente. Quizá podemos sentir la pena, el dolor o la alegría que está sintiendo el otro, o algunos de sus pensamientos pueden infiltrarse.
Al entablar contacto es posible sentirse desnudo o vulnerable. Se desvela una parte interna de la personalidad, y existe el temor a la burla o a que el otro utilice la información para controlar o lastimar. Esta tendencia a defender el espacio personal es saludable, salvo cuando se convierte en una barrera que impide conectar con los demás. Pero el riesgo también implica una ganancia. Solo cuando alguien puede mostrarse como es puede conectar realmente con otra persona y enriquecerse de la relación. Aunque las fronteras personales deben existir, conviene que no sean rígidas e inamovibles, sino permeables según las circunstancias.
Bálsamo emocional
Tu misión no es buscar el amor, sino descubrir todas las barreras
que has creado en tu interior para no verlo” (Jalal ad-din Rumi)
Algunas personas necesitan el contacto. Lo manifiestan en una demanda continua de afecto y en que prefieren estar en compañía. Una exacerbada necesidad puede estar asociada a un pasado de carencias afectivas que han dejado un hueco difícil de llenar. Puede ser consecuencia de unos primeros vínculos distantes o ambivalentes con las personas más cercanas. O, por el contrario, quizá una dedicación excesiva provocó que se creciera centrado en las propias necesidades. Como personas precisamos el placer del contacto sin amenaza de intrusión o abandono a fin de adquirir una sensación de seguridad en las futuras relaciones. Sin embargo, apunta Boris Cyrulnik en su libro El amor que nos cura, ciertas relaciones adultas pueden sanar esas heridas emocionales.
No hemos de olvidar que elaboramos una imagen de nosotros mismos a través de la interacción con los otros seres humanos. Por eso, recibir cariño, atención y aprecio ayuda a sentir que se es merecedor del interés y el amor de los demás.
El contacto que transforma
“El encuentro entre dos personalidades es como el contacto entre dos sustancias químicas: si hay alguna reacción,
ambas se transforman” (Carl G. Jung)
Todos disponemos de las herramientas necesarias para establecer un buen contacto: las expresiones faciales, la mirada, los gestos, el cuerpo, la voz… La cuestión estriba en cómo las utilizamos. Para establecer un buen contacto es muy importante la congruencia. Significa que las palabras reflejan lo que sentimos y pensamos, y las expresiones corporales y faciales también. Desde esta autenticidad es posible ganar proximidad con los demás. Al abrirnos se produce una reacción expansiva que se mide tanto en el cuerpo como en la sensación de relajación y calor. Mientras que los sentimientos de hostilidad producen una retracción.
El beneficio del contacto es simétrico. Si se da una atención afectuosa, procura placer tanto tocar como ser tocado, escuchar como ser escuchado, mirar como ser mirado. Cuando fluye este calor humano, las defensas se aflojan y las personas se sienten más libres. Resulta asombroso, por ejemplo, el efecto que puede tener en una pareja dejar a un lado las pugnas para conectar realmente con el otro.
Tenemos a nuestro alcance un recurso económico a la par que efectivo: el contacto humano. Las caricias, las palabras, las miradas… no solo aportan consuelo, alivio, ternura, atención, afecto, sino que tienen la capacidad de transformarnos, haciéndonos sentir mejor y enriqueciéndonos como personas.