TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



TEXTOS PARA EL ALMA 222



Perder o renunciar aquí puede habitar una clave de nuestra dignidad. Entendemos como pérdida la carencia o privación de algo que se poseía. Mientras que la renuncia es y debe ser un acto unilateral por el cual abdicamos a un derecho o acción sin beneficio alguno. Si queremos ser sinceros en nuestra intimidad, sabemos que pérdida poca tenemos pues nada nos pertenece. En cambio sí que queda recorrido para la renuncia pues demasiadas son las cosas que nos aturden y distraen. Buscamos con mayor insistencia de la deseada la posesión de bienes y personas a las que esclavizar laboral y personalmente. Faltos de amor al otro, lo sometemos mediante estrategias de aparente bondad. Para atraerlo utilizamos "cebos" capitalistas que unido al sexismo y al consumo conformamos una sociedad carente.

TEXTOS PARA EL ALMA 221



Aquello que vemos es una parcialidad de lo que ocurre. Vivimos con campos ópticos y mentales reducidos y, en nuestro ego, lo decodificamos como una opción total y verdadera. Darse cuenta de tal circunstancia y aceptarlo es un paso adelante en nuestro compromiso emancipador. Despertar esta curiosidad y aceptar de que nuestro modelo mental puede contemplar diversos escenarios nos ayudará para entender esa realidad sistémica que nos abriga cotidianamente.

TEXTOS PARA EL ALMA 220



La existencia amable debe tener una fuerte sensibilidad con la empatía. Estar atento al "momento" del otro es un respeto que reduce la distancia entre las personas. Esto, sin duda, requiere de un enorme esfuerzo toda vez que supone un profundo abandono del YO. Esta afirmación tan insistente nos conduce hacia el paraíso de una "existencia amable" que, aunque doliente reconforta al "otro" y eleva a quien la práctica. Podemos intentar, todos, desenterrar este tipo de convivencia de los baúles del olvido al objeto de engrandecer la socialización humana.

TEXTOS PARA EL ALMA 219



"Aparta de aquí Satanás porque piensas como los humanos" Esta declaración bíblica nos puede situar ante el enorme egoísmo del YO. La atmósfera de nuestro momento social está orientada hacia el egoísmo productivo. Tanto tienes, tanto vales. Todo es un intercambio de expectativas y si no tienes nada que ofrecer nada eres. Un trabajador, de cualquier edad, que haga más de tres años que este en el paro ya queda aparcado y solo puede aspirar a un puesto de beneficencia. La discapacidad va a la baja. Ya no son atendidos con generosidad dado su elevado coste y junto con los jubilados, cada día con mayor frecuencia, son abandonados a su suerte. Es decir, invisibles para la opulencia productiva. Ante tal dantesca realidad debe ganar fuerza la visión sistémica del individuo que contemple y fomente la existencia humana en todo su recorrido. No puede atender, una sociedad madura, a la mujer solo cuando es guapa y con fertilidad manifiesta. También cuando entra en la constelación menopáusica y su universo de belleza palidece debe ser considerada y no aparcada en el bingo y las telenovelas. Elevar-nos de los territorios diabólicos del YO puede ayudarnos a ver al prójimo desde la cumbre y contemplar todo su potencial. En su felicidad esta la tuya.

LA INSEGURIDAD Y LA BAJA AUTOESTIMA, ORIGEN DE LOS CELOS


Los celos no son románticos

La inseguridad es el principal motivo de este sentimiento pernicioso para cualquier relación

La solución: poner límites desde el principio y que la confianza sea el principal valor

El discurso que sigue a continuación es válido para cualquier tipo de pareja y el protagonista puede ser indistintamente un hombre o una mujer: “Me siento fatal cuando mira a otros. En ese momento creo que no valgo nada y que todos son más atractivos que yo. Últimamente sufro mucho, tanto que miro sus mensajes cuando no se da cuenta. Sé que es irracional y que está fatal, pero no lo puedo evitar, me da seguridad tenerlo controlado. La incertidumbre me mata y me derrumbo con el solo hecho de pensar que pueda enamorarse de otra persona. Le interrogo cada vez que llega más tarde de lo normal y hago críticas a todas las personas del sexo contrario que vemos por la calle para comprobar su reacción”.


El celoso ama más,
pero el que no lo es
ama mejor” Molière
Los celos son una respuesta emocional que padece mucha gente ante la idea de pérdida de la atención del ser querido. Y pueden partir de motivos justificados, como haber sufrido una infidelidad, o ser producto de la distorsión o fantasías de una de las partes implicadas en la relación, porque no solo los sufren las parejas por amor; también existen celos entre hermanos, amigos y en el entorno de las relaciones de trabajo. Sea cual sea el origen, puede llevarle a vivir una relación tormentosa y destructiva, tanto para el que los sufre como para el que convive con una persona que los tiene.
Existe una idea irracional de que los celos son románticos y se intenta justificar pensando que son fruto de quien quiere de verdad. Falso. En el momento en el que el nivel de sufrimiento lleva a controlar lo que otra persona hace, a actuar de forma victimista para llamar su atención, a demandar el amor de manera inapropiada, a manipular al otro para que pase más tiempo con uno u obligarle a vestirse para no llamar la atención, se convierten en una fuente de conflicto, insatisfacción y dolor. Algunos de los motivos más comunes que explican la celotipia son:

La inseguridad y la baja autoestima. La persona celosa se compara con “otros rivales” y se siente débil y percibe que no está a la altura. Piensa que cualquiera podría sustituirle en la relación. Y en esa batalla imaginaria se siente perdedora. Según la percepción del celoso, no tiene nada interesante que ofrecer, ni en lo que concierne a su físico ni a su personalidad. Este tipo de individuos critican con dureza a los demás y siempre les encuentran debilidades, porque el fallo del otro les da a ellos valor. Por el contrario, el éxito de los demás les lleva a sentirse miserables y vulnerables con sus amigos, pareja o profesión.

La idea de posesión. Muchas personas se creen dueños del estilo de vestir, de las conversaciones o del tiempo de sus parejas. Lo controlan todo por miedo a perderlas. Se creen con el derecho de decidir respecto a su trabajo, a con quién se relaciona y a las decisiones que tiene que tomar en su vida. A veces, la misma forma de expresarse en un momento romántico o en una presentación social es posesiva –“te quiero solo para mí”, “mi marido” o “mi mujer”–, pero eso no debe hacer creer que la persona nos pertenece.
La sensación de injusticia y de no recibir el mismo trato. Los celos también se pueden deber a la interpretación sobre lo que está ocurriendo. Por ejemplo, llega un nuevo hermano a la familia y el primero, inquieto con la atención que despierta el bebé, saca la conclusión de que a él ya no le quieren igual y que otro le está robando la atención y el cariño.
Los celos destructivos llevan a consecuencias devastadoras en la pareja. Aquello que se intenta evitar perder, terminará por dejarle. Nadie es capaz de estar sometido y ser feliz en una relación en la que está encorsetado o en la que es mejor no expresar según qué comentarios porque pueden ser malinterpretados. La persona celosa también trata de minar la forma de ser y las fortalezas de su pareja. La debilita para que pierda confianza, para que nadie se fije en ella y la pueda retener a su lado. La idea es: “Si yo no soy lo suficientemente bueno como para merecerte, me cargo tu atractivo, y así estamos los dos a la misma altura”. Pueden llegar a ser muy manipuladores con tal de conseguir lo que desean.

Marido celoso no tiene reposo” Refrán popular
Los celosos siente que su vida sería horrible si perdieran a la persona amada e invierten toda su energía en retenerla de forma equivocada. Al final consiguen lo que más temían, la ruptura. Si usted está siendo víctima de estas exigencias, sepa que ceder y dar explicaciones de todo lo que hace solo va a potenciar más el problema. Si desea cambiar la dinámica de su pareja, pruebe a poner en práctica estos consejos:
No ceda ante demandas absurdas que afectan a su estilo de vida y su escala de valores. Para la sana convivencia, ambas partes tienen que hacer concesiones, pero existen unos límites. Tener un espacio personal, hacer deporte, mantener amistades, elegir la forma de vestir, con quién se reúne en el trabajo… son conductas normales que forman parte de su vida y de su bienestar. Si cede cada vez que su pareja le pide que renuncie a estas actividades, estará reforzando la conducta del celoso. Ponga límites, con un tono de voz tranquilo, y explique que estas cosas no son negociables.
No justifique y dé explicaciones de cada llamada y mensaje que reciba. Usted necesita poder actuar como cualquier persona digna de confianza. Hablar, informar de lo que hace durante el día, compartir inquietudes y pedir consejo para tomar decisiones es complicidad. Pero los interrogatorios con preguntas controladoras solo llevan a conflictos y a una situación de tensión innecesaria.

Ignore el chantaje emocional: como malas caras, que le retire la palabra, comentarios del tipo de que no puede estar sin usted cuando sale, que siente mucha ansiedad y que sufre mucho. La dependencia emocional no es positiva para ninguna de las partes. Tienen que aprender a convivir y a realizar actividades en pareja que sean placenteras, pero también a tener su tiempo personal y a disfrutarlo.
Si es usted la persona celosa y desea confiar y actuar de manera distinta, puede:
Aceptar que las relaciones pueden ser para toda la vida o no. Nadie nos asegura un amor eterno. Hasta podría ser usted el que en un futuro tomara la decisión de romper. Aceptar lo que no depende de nosotros nos da tranquilidad. Fantasea con sentirse solo y el sufrimiento que le causará esta situación. ¿No se da cuenta de que toda su atención está puesta en lo negativo?
Dé libertad a su pareja, respete su intimidad y su espacio. Las personas necesitamos estar en equilibrio, y el tiempo que invertimos con nosotros mismos es muy enriquecedor: leer, correr, ir a jugar al pádel con los amigos, tomar un café con otra persona. Hacer todo juntos asfixia, salvo que sea el deseo de los dos. No saque conclusiones del tipo “si quiere salir a correr solo es que prefiere la carrera a estar conmigo, y esto significa que no me quiere lo suficiente”. No haga juicios de valor sin fundamento.


El que es celoso no es nunca celoso por lo
que ve; con lo que se imagina basta” 
Jacinto Benavente
Confíe. La confianza es uno de los valores más importantes en una relación. ¿Su pareja le ha fallado, le ha sido infiel, tiene alguna experiencia traumática con ella? Si no es así, deje de confabular.
Distráigase cuando sienta el malestar de los celos. Deje de atender a lo que siente y deje de interpretarlo. ¡Olvídese! Invierta ese esfuerzo en leer, salir a pasear, practicar su deporte favorito o realizar cualquier actividad que, en lugar de potenciar más su rabia, le calme. Fantasear con qué estará haciendo y con quién solo le llevará a sentirse peor.
Trabaje su autoestima. Su pareja se ha enamorado de usted y desea que estén juntos. Trate de ver cuáles son sus puntos fuertes, pregúntele qué le atrajo, hágale saber que es importante para usted que le diga cosas que le hagan sentir atractivo. Su bienestar y felicidad no pueden depender únicamente de sentirse deseado por el otro, sino de encontrar en su interior lo que le hace ser una gran persona. Acepte lo que no desee cambiar, potencie lo que le atrae de sí mismo y trabaje las áreas que desea mejorar.
Nadie puede cortarle las alas, nadie tiene derecho a controlar su vida, ni a manipularle para que se convierta en lo que el otro desea. Una pareja sana tiene como cimientos la confianza del uno en el otro.

Porque "el todo" viene a ser "parte"



Porque “el todo” viene a ser "parte".

El sentido del humor es la virtud del carácter desenvuelto o desenfadado, la de quien vive y piensa seguir viviendo con desenvoltura, sin corsés que le opriman ni cuellos que separen su cabeza del resto de su cuerpo y de su vida. Se pregunta el desenfadado si, de vez en cuando, no  será inevitable enfadarse. Sabe por experiencia que no lo es vivir enfadado. Aplacado el enojo, vuelve siempre a ser posible reírse un poco de todo porque todo viene a ser parte, al fin, de este extraño regalo que es la vida. De todo se puede reír uno porque todo, aunque no siempre podamos o queramos creerlo es un regalo y, como tal, se puede y se debe, aún quizá, desenvolver. Todo puede ser dado, dato, y ¡ojo al dato! No hay dato sin alguien que, al entregarlo, lo haya dejado envuelto a nuestra vista y parecer.
Si las apariencias defraudan, a veces, es porque envuelven siempre, no solo cuando nos sentimos defraudados por ellas o por nosotros mismos. Y desenvolverlas es la habilidad característica de quienes intentan resistir el engaño con un poco de desengaño y la desilusión con ilusiones que llegan y se van cuando uno menos se lo espera. Si Tales hubiera quedado sin humor y sin sentido en el fondo del pozo al que cayó mientras contemplaba las estrellas, no habría llegado a la posteridad como el primero de los filósofos. No fue así y dejó crecer la ignorancia bajo sus pies, descubierta de repente la tierra que no pisaba. Debió de reírse seguramente un rato antes de levantarse. Si es que pudo levantarse y salir solo del pozo.
EL PODER DEL QUERER
“Nada es lo que parece”, suele dar por consabido el que necesita excusas para poder parecer, él también, lo que no es. Pero no es que nada sea lo que parece o parezca lo que no es. Es que todo acaba siendo más o menos de lo que empezó a ser. El mundo es expresivo, acepta expresarse tal como es, pero casi nunca todo a la vez. Al comienzo parecía una cosa y ha resultado otra, no otra diferente sino otra más, o menos. Lo que veíamos lo seguíamos viendo, pero ahora como quien ya no repara en ello o lo echa de menos. Bastará con desenvolverlo para descubrirlo, para sorprender su desnudez esquiva y paradójica. Lo desenvuelto o desnudo no puede atraer la atención por sí mismo si no salta a la vista con segundas intenciones. Lo desnudo necesita imponerse a la fuerza de ser visto; desconoce la cortesía de presentarse o dejarse de presentar primero como un regalo, con envoltura que mejor le pueda convenir. Lo desenvuelto se impone con la fuerza sin bocado de la desnudez, “Ya sabes cómo es….” Solemos decir, encogiéndonos de hombros cada vez que, en realidad, no sabemos qué decir.
Ahora bien, ¿qué es la fuerza sin cortesía, la fuerza por sí misma, antes de convertirse en la fuerza de esto o de aquello? La fuerza “no es una casualidad nacida de la debilidad de los otros” La fuerza del poder no nace entre sus víctimas, que pueden callar o rebelarse –nunca se sabe-, sino entre sus espectadores, más dispuestos a aplaudir que a observar, en silencio, el espectáculo. La fuerza del poder es el querer, querer incluso a aquellos que, en el fondo, no se quiere en absoluto pero se necesita y aplaude, por ello, su existencia. No queremos porque podemos sino al revés: podemos porque queremos, y queremos, como queda dicho, porque necesitamos querer. El mundo está mucho más armado de voluntades mal empleadas que desempleadas. Ni falta quien no quiera algo o a alguien en la vida, falta quien sepa quererlo. Reír es pasar por todo sin detenerse, sin pararse para nada en nada. Es pasar sin demorarse en calcular la debilidad de las personas y sus circunstancias, que esperan siempre de nosotros más oídos que ojos. El que sabe reír no necesita reírse de nadie, aireada o veladamente, en beneficio del poder y de su fuerza. Ya encuentra en la vida misma ocasión de reír cada vez que le venga en gana y sin que nadie decida, por él. Reír, si viene a ser un objetivo, ya no es reír; es divertirse. Y las fábricas de diversión las ponen en pie y las financian los que necesitan la risa de muchos para sus fines, nada risibles, por cierto.
El sentido del humor es una envoltura efímera, la más efímera de las envolturas que sirven para cubrir la desnudez, la pura verdad de la vida, porque su utilidad se reduce a un momento, ese momento en que, una vez descubierta, pasamos sin parar a otra cosa, a otro desenvoltura. Uno de los registros del humor más frecuentados, sin embargo, en tiempos de penuria, es el humor mordaz, el que no pasa sin detenerse, antes bien, se para a morder hasta hacer sangre con sed ingrata, como si la prohibición de derramar sangre no vedara también vampirizaría.
De todo se puede reír uno, ¿no es cierto?, pero, ¿le gustaría al mordedor que le mordieran? No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti, enseña la máxima de la ética mínima para todos los seres con apariencia humana. Pero el mordaz, el sarcástico, se la salta a la torera, jaleado por un público incansable que le aplaude la faena. El mordaz busca el aplauso antes que la risa. Por eso el poder le busca a él para sus fines, para que muerda siempre a los mismos y nunca a los otros. A condición, por supuesto, de que parezca dispuesto a morder a todos. El sarcasmo es un alarde de timidez innata.
Que el sentido del humor sea el más efímero de los sentidos que la vida requiera para ser vivida lo torna, pues, ambivalente. Con él se pueden hacer dos cosas bien distintas: pasar o pararse, tomar lo efímero por lo que es, flor de un instante, o por lo que no es, fruto ajado. Que uno se pueda reír de todo mientras lo desenvuelve  no le autoriza a nadie a dejar lo desenvuelto a la vista, expuesto a la mordedura del que se para a hacer sangre de lo visto en vez de pasar por ello sin más. Habrá que pararse un instante, a lo sumo, pero no para morder o dejar morder a otros sino para envolver de nuevo lo que se ha desenvuelto, tal vez, a carcajadas. La buena risa es la que, una vez desperdigada, se vuelve a recoger en una sonrisa.
Y es que el sentido del humor no consiste solo en reírse de todo tanto como de uno mismo. Consiste también en sonreír en silencio después  de haberse reído, tal vez, ruidosamente. Se le hiela el alma al que sabe reír pero no sonreír, morder pero no acariciar, regodearse pero no pasar por todo una vez, como enseña el poeta…. Sonreír es el arte de terminar la risa y apurar a tiempo la copa de vino. Es el arte de pasar por ella sin prisa y sin pausa, que tanto importa. Porque, si ya es difícil empezar algo que nunca se ha visto hecho entre las propias manos, no es menos fácil acabarlo, verlo ya hecho y dejarlo estar, ser por sí mismo. Y, si asistir a un principio conmueve, ¿no conmueve aún más asistir al final de lo que vimos nacer? Sonreír es el arte de morir en vida sin esperar la muerte. La muerte no merece, al fin y al cabo, tanta cortesía.
Hay también, como la risa mordaz, otra sonrisa, forzada ésta y secuaz del aplauso que necesita el poder para ser reconocido. Risa y sonrisa vienen o para pasar o a quedarse. Cuando llegan para pasar vienen a hacer lo que pueden y se van. Cuando vienen, en cambio, a quedarse vienen a confirmar la vieja fe en el cielo y en la piedra. Cuando perduran el cielo y la piedra mientras se acaba el tiempo de lo que no puede durar pero sí morir, así perdura hasta hoy la fe en el valor sin fin de lo que permanece. Lo que perdura, lo eterno, es la verdad y la divinidad es su fuerte. Lo que no perdura, lo efímero, es lo mortal, y lo humano es su voz.
Pero el sentido del humor se aparta de la vieja fe y reivindica el valor perdurable de lo que perdura. La verdad permanece porque, de una cosa que hoy es verdad y mañana ya no, ¿qué cabe esperar? Pero en el desierto de la verdad pura no podemos vivir mucho tiempo. Es en la fértil variedad de los sentidos, que se mudan y renuevan sin cesar, donde podemos y queremos todos vivir. Basta con que nos fijemos un poco en el semblante del cielo. Veremos que, como en el color de la piedra a la luz de cada hora diurna, se puede entonar hoy también el haiku Basho:
Nubes, neblina,
Innumerables cambios
A cada instante.
La verdad, para ser humana, ha de ser dada, ha de rendir tributo a la sensibilidad varia y mudable de los seres con apariencia humana. Y que todo pueda ser dado, ¿no significa acaso que nada debe ser impuesto porque todo lo que se impone es tributario de la fuerza y no de la sensibilidad? El sentido del humor abre un camino, el más universal de todos, a la ética de la verdad. La verdad, antes de ser verdad, ha de ser humana, respetuosa con la humanidad compartida por el que la dice y el que la escucha.
Tales, el filósofo, no era un pobre incauto, estereotipo de todos los filósofos que viven en las nubes y no pisan tierra. Tales es, más bien, el prototipo de quienes saben tomarse la vida con filosofía, es decir, con buen humor. Y el buen humor es lo primero que no ha de faltar a la comunicación de la verdad para que sea humana, verdad sentida  y consentida en la casa común de los hombres que es el ethos, es decir, “la casa”, raíz de la palabra “ética”. Hay que decir la verdad con el aire de andar por casa y no con los aires de quien se propone defender la verdad.
A la verdad nadie se ha atrevido nunca a ponerle muros, casa. Ni siquiera la filosofía que, fiel a sí misma,  es la que es, la que se envuelve con la palabra “filosofía”, es decir, “amor a la sabiduría” según la célebre definición atribuida a Pitágoras. La filosofía que es amor a la sabiduría, es decir, conciencia de lo limitado que es nuestro saber, ¿ha llegado a  ser alguna vez conciencia de lo limitada que es también la comunicación de nuestro saber? ¿o conciencia del límite que el saber más vasto debería respetar para ser, además de vasto, profundo? Porque no es lo mismo saber más que saber más honda, más entrañable.
No es lo mismo saber que saber enseñar, comunicar lo que se sabe y lo que no se sabe pero se anhela reconocer un día. Al servicio primero de la Emancipación y más tarde de la ciencia moderna, que ha acabado por prescindir de su servicio viniendo a satisfacer así la antigua aspiración de algunos hombres, que aún hoy tienen la filosofía por distracción de un tal Tales y de otros como él, la filosofía ha viajado con el mismo rumbo de quienes querían saber más sin preocuparse por comunicar lo ya sabido o no todavía. Saber más es saber mejor y saber mejor es saber más, la cualidad reducida a cantidad. El saber ha trazado un círculo completo entorno suyo y se ha encerrado dentro para no salir ya al encuentro de los que no saben o no tienen esperanza, es decir, de la inmensa multitud de caminantes que intentamos tomarnos la vida con filosofía.
Y así la ciencia se ha convertido en la llave del futuro o más bien la esperanza en el futuro de la nueva Emancipación. Los antiguos conceptos de esperanza se han abierto a reconocer que con el pensamiento científico abre la capacidad para ensanchar el círculo del saber. Podrá así retener en él a quienes necesitan asomarse al límite sabiendo que nunca podrán salir fuera porque no hay nada fuera o porque decir “fuera” es lo mismo que decir nada.
El desierto de la verdad pura donde entramos cada vez que deseamos estar dentro de nosotros mismos pero no para quedarnos a vivir allí sino para salir a contar lo que hemos creído ver o hemos visto nos, lleva a la espiritualidad.
Dentro del círculo que el saber ha trazado en torno suyo hay mucho ruido, mucho afán, porque el futuro de la ciencia está siempre cerca, demasiado cerca, y no se puede uno dormir en los laureles. Conviene estar al día. Pero lo cierto es, por otra parte, que sin despertar tampoco se puede vivir. Y, como despertar es salir fuera y fuera del círculo no hay nada, corresponde a los viejos conceptos de esperanza seguir alumbrando, dentro del orden acotado por el círculo, su eterna vigilia de pureza y desnudez, de silencio y desierto. Si no es posible despertar hacia fuera, como después del sueño, lo será, al menos, despertar hacia dentro, como en los sueños,  que, expuestos a la duda cartesiana, podemos confundir con la vigilia: ¿lo he vivido o soñado?, nos preguntamos a veces. La espiritualidad es esperanza en esta vida  y no en otra que se pueda comparar con ésta porque, en el fondo, no es otra, es ésta. No hay otra vida que ésta ni otro saber que saber más o mejor. Atención a lo interior. Lo exterior es todo vano intento.
Pero aquí la pregunta brota con la misma facilidad que la  comparación entre dos vidas o entre dos maneras de entender la vida: ¿cómo puede haber dentro si no hay también fuera?, o también, ¿cómo podremos conocer esta vida si no imaginamos otra con la que compararlas? Si no hay fuera no hay comunicación porque la comunicación supone, al menos, uno fuera del otro. Y, sin posibilidad de comunicación, el círculo del saber se cierra sobre nosotros y nos consume. Sin posibilidad de comunicación la ciencia deja la vida extenuada en el desierto, allí donde, por mucho silencio que haya, nadie quiere quedarse a vivir. Para vivir todos necesitamos rendir un cierto tributo a la sensibilidad y a la desenvoltura del buen humor, tomándonos la vida con filosofía.
  El día que podamos conocer otra vida, es decir, vida fuera de nuestro planeta, nos conoceremos a nosotros mismos mucho mejor que ahora. No solo mucho más sino también mucho mejor. Romperemos para siempre el círculo cerrado por la ciencia y por la esperanza. En cierto modo, el futuro del saber ya ha empezado para cada  uno de nosotros porque, como solemos decir cuando estamos de buen humor, cada cual es un mundo. Y, ¡ay de él si no llega a serlo, si es tan solo un satélite de otro!
El filósofo y el monje
Silos





TEXTOS PARA EL ALMA 218

   

Si,si... somos lo que pensamos y en consecuencia ahí está el motor de nuestra acción. Si hacemos nuestra esta idea: "que la paz nos acompañe por los caminos de la sinceridad y nos conduzca hacia la Emancipación. Con el corazón abierto a la esperanza de una nueva creación ofreciendo siempre UNA RESPUESTA AMABLE al prójimo como signo de amor", seguro que actuaremos bajo unos valores menos primarios y egoístas que los postulados por la ortodoxia capitalista; TENER obviando el SER. 
Esta sociedad que nos rodea mantiene unas "creencias dominadoras" muy alejadas del pensamiento expresado anteriormente y por tanto nuestro pensamiento se centra en TENER. Poseer por tanto es lo primordial. No importa, todo vale para combatir el miedo a la soledad. La miseria es que, con este pensamiento posesivo/consumista obviamos infinitas opciones de potenciación del Ser tales como la escucha del otro. Si, si somos lo que pensamos y hemos de distinguir la diferencia entre un "Mandala" y un "viaje a Ítaca" entre un reto material y un crecimiento espiritual. Sin duda aun puedes.....adelante, no olvides tu Emancipación del YO.

TEXTOS PARA EL ALMA 217



La velocidad en la existencia es materia vital e importante en algunos casos. Con el pasar de los años la lentitud aparece y paulatinamente nos diferencia los unos de otros.
Más ¿a que llamamos velocidad? Dicen que es el tiempo usado entre recorrer una distancia. Y que esta son los metros, por ejemplo, que separa un punto de otro.
¿Entonces? ¿Tienen sentido estas medidas para considerar la existencia personal del humano?
Parece ser que no. Analizar nuestra existencia no tiene ni velocidad ni distancia ni tan siquiera un punto de partida ni un punto final.
Eso de existir es una experiencia personal que no responde a medidas, solo obedece a sensibilidades.
¿Existir para el tener o existir para el SER?

¿Existir para ti o hacerlo para los demás? Toma pues tú el mejor camino.

TEXTOS PARA EL ALMA 216



 En un pueblo costero de buena mañana poca gente se ve por la calle. Sus paseos vacíos dan testimonio mudo de una civilización comercial que, fuera de temporada toman el aspecto de campo santo. Silencio, mucho silencio que ayuda a reflexionar sobre infinitas cosas. Eso sí, con una singular luz que nos ciega y apaga el horizonte. Silencio y luz son la combinación perfecta para enamorarte se la vida y aprovechar su fluir en libertad y alegría.

TEXTOS PARA EL ALMA 215



Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los ciclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallaras en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los ciclopes ni al salvaje Poseidón encontraras si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tú alma ante ti. Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en las que llegues -y con placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender de sus sabios. Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Más no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar vieja ya, en la isla, enriquecida de cuanto ganaste en el camino sin esperar que Ítaca te enriquezca. Ítaca te brindo tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene nada que darte. Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado. Así, sabia como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya que significan las Ítaca.

TEXTOS PARA EL ALMA 214



Se abrió la puerta y no salió ni entro nadie. ¿Fue quizá la luz del mundo que se manifestó? Los moradores de la nave central, interrumpida su oración hacia el otro, se quedaron mirándose los unos a los otros en silenciosa comunión. Poco a poco la feligresía implorante abandonaba aquel oratorio que paso a paso quedaba ausente de almas piadosas. El ambiente era frÍo y la luz se abría paso entre las cristaleras de la bóveda. ¿nos había abandonado la Emancipación? 

¿SE PUEDE APRENDER DE LOS NIÑOS?


No hay maestro pequeño

Preguntar, asombrarse, seguir el instinto, vivir el momento. estar orgullosos de los logros...

Son algunas de las lecciones que se pueden aprender de los niños si se está atento

Una vez, una madre primeriza le preguntó a Alejandro Jodorowsky cómo debía educar a su hijo, a lo que el artista chileno le respondió sin vacilar: “Deja que él te eduque a ti”. Esta anécdota, más allá del inteligente juego de significados, encierra una gran verdad que en muchas ocasiones se pasa por alto. Y es que los niños tienen mucho que enseñar y los adultos tenemos mucho que aprender. Carlos Goñi y Pilar Guembe, en su libro Aprender de los hijos, lo resumen de forma brillante al asegurar que “cada hijo nos trae el mismo mensaje: a partir de ahora, todo va a ser al revés: aprende el que enseña, recibe el que da, queda lleno el que se vacía. El poeta inglés George Herbert decía que un padre vale por cien maestros; nosotros pensamos que la frase también se puede aplicar a los hijos”.
Sí, se puede aprender de los hijos, pero también de los niños en general. Incluso podemos reaprender del niño que sigue estando dentro de nosotros. Decía Novalis, el gran poeta del romanticismo alemán, que “ahí donde está la infancia se encuentra la edad de oro”. Una edad de oro en la que crecemos, nos desarrollamos y aprendemos con naturalidad, sin ningún esfuerzo. Lo que ocurre es que llega un momento en el que olvidamos aquellos valores y actitudes que teníamos incorporados y que nos hacían descubrir el mundo de una forma apasionada y apasionante. Existe un momento en nuestra vida en el que toda actitud infantil es rechazada con frases del tipo “no seas niño” o “parece mentira, es peor el padre que el hijo” y cosas por el estilo que seguro que suenan familiares. Así, poco a poco, estas sanciones verbales van calando en el interior y hacemos eso que solo deberían hacer las frutas, es decir, madurar. Si nos apartamos de nuestra infancia, también lo hacemos de las grandes posibilidades de instruirse, desarrollarse y crecer. Son muchas y muy variadas las grandes lecciones que se pueden aprender observando a estos pequeños maestros. A continuación, 10 de ellas, aunque, como suele pasar con el aprendizaje, sea del tipo que sea, lo mejor es que cada uno observe y saque sus propias conclusiones.

La niña prodigio Adora


Svitak, en una inspiradora
conferencia sobre por
qué el mundo necesita
un pensamiento infantil: 
ideas audaces, creatividad
salvaje y optimismo.
1. Ahora es lo que cuenta. Los niños viven el momento con total intensidad, sin reservarse nada para después. Ponen toda su energía, empeño y corazón en lo que están haciendo ahora. Cuando están corriendo, cuando están construyendo una torre de piezas de madera, cuando se bañan en la playa… son capaces de estar inmersos en el presente. Ese es su tiempo y ahí es donde viven, sin dejarse agobiar por pensamientos del pasado ni preocupaciones del futuro que es posible que jamás lleguen.
2. Preguntar aquello que no se sabe. Sentenciaba Confucio que la verdadera sabiduría está en “saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe”. Sin duda, en la infancia, conscientes de todo aquello que se ignora, no paramos de preguntar y preguntar. No nos da vergüenza admitir que no sabemos esto o aquello con tal de obtener respuestas, y una vez conseguidas aparecen los “por qué” tan temidos por los padres, porque es muy posible acabar en un callejón sin salida o en cuestiones metafísicas. Pero es siendo capaces de preguntarse el porqué de todo como se crece y se sigue adelante.
3. Asombrarse de lo que nos rodea. Si no se ejercita, la capacidad de asombro disminuye con el paso del tiempo. Y con ella, la creatividad. Pero se puede practicar, podemos obligarnos a que las cosas nos sorprendan. Decía Proust que “la verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos”. Esos nuevos ojos son los mismos que tuvimos cuando éramos pequeños. Porque si mirásemos el mundo con los ojos de un niño, sería un lugar absolutamente maravilloso y mágico. No habría espacio para las rutinas, ni el aburrimiento, ni la desidia.
4. Caerse es parte del aprendizaje. Observando lo que ocurre en un parque cualquiera se puede ver con qué naturalidad los niños y niñas que allí juegan se caen y se levantan y se vuelven a caer como si no hubiera pasado nada. Tejanos rasgados, vestidos manchados, alguna pequeña heridilla que requiere de un poco de agua y ya está. El juego continúa. Ellos se caen sabiendo que se van a levantar y que se van a volver a caer. Si de mayor es tan difícil aprender a ir en bicicleta no es por una cuestión de habilidad o equilibrio, es por el miedo que da caer. Y quien dice bicicleta dice cualquier desafío que requiera de superar los miedos propios.
5. Y mancharse también. La suciedad asusta. Queremos vivir, pero salir impolutos del intento. Tocamos la comida con cubiertos, nos sacudimos enseguida la arena o la nieve en el abrigo. Los adultos crean un mundo aséptico que huele a consulta de médico y que los alergólogos alertan de que es pernicioso para el desarrollo del sistema inmunitario. Pero además esta cruzada en contra de la suciedad hace tomar distancia del mundo, pero cuando este se vive con total intensidad salpica. Experimentar ensucia. Explorar ensucia. Construir ensucia. Es parte del aprendizaje.
6. Liberados de la obsesión por lo nuevo. Ver una película y volver a verla una y otra vez. Querer escuchar ese cuento que ya ha sido contado en cientos de ocasiones. Repetir la misma camiseta porque es su favorita. Los niños reinciden. No están sujetos por la espiral de la novedad constante. Por esa ansia que produce el incesante bombardeo publicitario que dice que lo nuevo es mejor. Son inmunes, aún, a ello
7. Seguir el propio instinto. Los más pequeños actúan y deciden por instinto. Por instinto se acercan y confían. Por instinto crecen y se desarrollan. Esta conducta en muchas ocasiones es la que da las respuestas correctas. Pero luego aparece el cálculo de posibilidades. El qué pasaría si… La duda constante y, en definitiva, la parálisis por análisis. Debemos reaprender a seguir nuestro instinto.
8. Orgullo de los logros propios. “¡Mira, mamá, lo que sé hacer!”. Seguro que esta frase nos suena. Y es que estos grandes maestros no esconden sus progresos. Saben felicitarse cuando tienen que hacerlo, estar alegres por las cosas que aprenden, y son capaces de celebrar sus éxitos y compartirlos con sus seres queridos. Una actitud de entusiasmo por la superación que les lleva a querer conquistar nuevas cimas y afrontar nuevos desafíos. ¿Cuánto hace que no nos felicitamos a nosotros mismos? ¿Cuánto que no somos capaces de compartir un logro personal?
9. Si río, río. Si lloro, lloro. Saber expresar los sentimientos y no tener miedo o reparo en ello es una gran lección de inteligencia emocional. Los niños son capaces de llorar en público, de reír a carcajadas, de entregarse a sus emociones. Y no esperan a que les adivinemos los sentimientos. No. Si requieren de un abrazo, de un beso de buenas noches, de un consuelo… lo piden, y así la vida es mucho más sencilla. También son capaces de admitir el miedo o que algo les asusta, y de esta manera, con ayuda, es mucho más sencillo afrontarlos y superarlos.
10. ¿Amigos? Hacer amigos es una cuestión de confianza, aceptación, generosidad, espontaneidad… Cuando se es pequeño cuesta muy poco hacer amigos, compartir, jugar, divertirse, explorar juntos. Es una actitud alegre y despreocupada que hace que el mundo sea un lugar menos solitario. ¡Con lo poco que nos cuesta pedir amistad en Facebook y lo duro que se hace decir “¿amigos?” en la vida real! A ellos no.
11. Yo creo. Los niños creen. En los Reyes Magos, en las hadas y en cualquier tipo de magia, incluso la propia. ¿Nos suena cuando vienen y tratan de convencernos de que este objeto o este otro tiene propiedades mágicas? Claro, es posible que piensen que eso les hace vulnerables, ingenuos tal vez. Pero ya nos advertía Roald Dahl, el famoso escritor de libros infantiles: “El que no cree en la magia nunca la encontrará”. Sea como sea, la verdadera cuestión es mantenerse despierto a lo desconocido, a las posibilidades, al misterio, a lo que no entendemos. Por ejemplo, abrirnos a la magia de volver a ser niños.

Pequeña lección histórica

Cuando Donato d’Angelo Bramante hubo terminado por fin los planos de la basílica de San Pedro, envió a su hijo de siete años para que se los entregara al papa Julio II. El Papa, satisfecho por el trabajo, puso ante el niño una caja llena de monedas de oro y dijo: “Mete la mano y toma todas las monedas que puedas”. “Creo que será mejor que usted tome las que pueda y se las dé a mi padre”, contestó el niño. “¿Por qué no crees que eres capaz de hacer esto?”. “Sí que me creo capaz, pero usted tiene las manos más grandes”.

TEXTOS PARA EL ALMA 213




NO DAS EL PERFIL 
Son diversas las ocasiones que he oído decirme: "no das el perfil". Sin duda, la primera vez, ocasionó en mí un trauma caótico. El cielo se vino abajo y la oscuridad me invadió.....estaba fuera del perfil......era muy joven. Con los años lo he oído diversas veces mas......tal circunstancia luctuosamente repetitiva me ha llevado a analizar qué es esto del perfil. Aun no lo sé pero alguna aproximación tengo. Aquellos que creen ser los "arquitectos del perfil conveniente"  son normalmente poco soñadores y temerosos. Les incomoda Ítaca y buscan en la seguridad gris el valle de sus emociones. Dicen usan el sentido común cuando lo verdadero es que tienen miedo. !!!por que cambiar aquello que funciona!!! Y la monótona obediencia hace años que es segura. El "perfil" conveniente debe ser poco soñador y que no cree problemas al guión. Que otorgue, al arquitecto de perfiles, la tranquilidad de aquellos sin sueños ni creatividad. ¿quién pone puertas al campo? ¿por qué el convencionalismo nos aburre con su llamada seguridad? Bien esta vivir con orden y concierto. Necesario es, sin duda, unas expectativas de futuro más cuando nos encorsetan son nocivas y peligrosas. Si, si "NO DOY NI QUIERO TENER EL PERFIL del amante domesticado ni del profesional obediente que al abrigo de la comodidad cava, diariamente, su fosa de vulgaridad. Tampoco pretendo nada, ningún calificativo que la gramática pueda perfilar a un individuo. Simplemente he querido libertad responsable por la que, sin duda, he de pagar, como Prometeo, un precio emocional enorme.....entiendo las pautas y partituras......para el sentido común. El mundo y su sociedad lo hacemos todos cada día....no abdiques a la libertad envuelto en la vulgaridad. 
Si, si ya lo sé...."no doy el perfil"

TEXTOS PARA EL ALMA 212




Quién vive en la Emancipación elige el amor al prójimo. Seguir su camino es optar por el amor como estadio lleno de compasión.
Si, la compasión del corazón es un fiel reflejo del amor en la Emancipación. Un humano decidido a amar puede irradiar una bondad sin límites. Un ciudadano responsable es un apasionado de la humanidad pues la Emancipación le ha dotado de una inteligencia y cerebro universal y holístico.
Los humanos emancipados no pueden ser maestros de inquietud, sino servidores de confianza. No podemos ni debemos ir por el mundo haciendo de “maestros enterados de todo” sino de hermanos acogedores.
Cuando incansable la colectividad humana emancipada, escucha y reconcilia, manifiesta su luz de amor, compasión y  consolación encamina su existencia hacia la aceptación del otro desorientado.

Cuando la sencillez va íntimamente unida a la bondad, el humano puede crear espacios de esperanza a su alrededor generando confianza. Todo se transforma, La Emancipación espera que seamos un reflejo de su presencia portadores de una esperanza infinita. La paz de nuestra esencia puede hacer bella la vida de quienes nos rodean. 

VUESTRO SOY, PARA VOS NACÍ....¿QUE MANDAÍS HACER DE MI?






Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

Teresa de Ávila

¿BUSCAMOS LA LUZ?




En una noche escura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste;
oh noche amable más que el alborada;
oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada, con el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

San Juan de la Cruz

LA MENTE INTUITIVA ES UN REGALO SAGRADO Y LA MENTE RACIONAL ES UN FIEL SIRVIENTE. HEMOS CREADO UNA SOCIEDAD QUE HONRA AL SIRVIENTE Y HA OLVIDADO EL REGALO


Decidir con lucidez

Tomar resoluciones claras y hacerse las preguntas adecuadas resulta crucial

Es positivo no dejarse llevar por los impulsos ni bloquearse pensando en exceso

A lo largo del día tomamos muchas decisiones. Algunas le incumben sólo a uno, son pequeñas y no tienen aparentemente mucha trascendencia. Por ejemplo, qué camisa me voy a poner. Hay decisiones que influyen o repercuten en los demás e implican una responsabilidad personal e incluso colectiva. Es lo que ocurre cuando alguien conduce de forma temeraria, ensucia lugares públicos o invierte en un banco que financia armas. Otras cambian el rumbo de nuestra vida, como sucede en caso de separación o cambio de lugar donde se vive. Con cada decisión que se ejerce, se va creando la realidad de cada uno y ese paso puede variar el destino de una persona.
Por ejemplo, se resbaló y se torció el pie porque mientras caminaba su mente estaba en otro sitio y andaba distraído. Además, ese día había optado por las sandalias y no los zapatos que protegían mejor sus pies. Una pequeña decisión puede tener grandes repercusiones.
Desarrollar la habilidad de tomar resoluciones claras y efectivas es crucial. Éstas influyen en el presente y contribuyen a crear el futuro. Se necesita claridad para discernir, luz para decidir, voluntad y determinación para poner en práctica las resoluciones.

El discernimiento
tiene más que ver
con preguntas que
con respuestas”
Mariana Caplan
¿Cómo lograr tomar decisiones coherentes, inteligentes, equilibradas y apropiadas? El discernimiento es la guía. ¿Qué es lo que más conviene? ¿Qué es lo que crea un mayor bienestar? ¿Qué es lo más adecuado en esta situación y para esta o estas personas? ¿Qué es lo justo? ¿Qué es lo ético? ¿Qué implicará menos desgaste y ofrecerá mejores resultados? ¿Qué precio habrá que pagar por ciertas decisiones? ¿Nos acercará a nuestro propósito o ideal?
Discernir es una facultad que todos tenemos y no siempre se utiliza con sabiduría. Cuando nos dejamos llevar por la rutina de los hábitos, se actúa mecánicamente sin ser conscientes del impacto de las decisiones. Luego uno se ve atrapado por los resultados que esta actitud provoca.

Hay momentos en los que la claridad se reduce y la confusión aumenta. No se discierne bien cuando la actividad mental nos mantiene ocupados con pensamientos negativos, inútiles y que debilitan. En esos momentos se ha desconectado del poder interior de cada uno y se está más expuesto a ser vulnerables a las influencias externas. Entonces cuesta encontrar las soluciones adecuadas que liberen de las presiones y de los obstáculos.

Es bueno no precipitarse y saber esperar a que se disuelvan las nubes. Entre los hábitos y el parloteo mental es fácil dejarse llevar por los impulsos. Es preferible fortalecer la voluntad para no ser una marioneta de los impulsos, hábitos, ni los deseos compulsivos.
Para lograrlo, cada día puede proponerse realizar algo o concentrarse durante un rato meditando o caminando. Observe cómo usted mismo boicotea su propósito, pero aun así ejercite su voluntad: haga lo que se ha propuesto. Por ejemplo, ¿cuán a menudo consume información cada día?, ¿cuántos minutos por hora?, ¿por qué consume información con tanta frecuencia?, ¿qué porcentaje de la información le nutre y cuánta es una pérdida de tiempo y de energía? Ejercite su voluntad: “Esta semana sólo miraré el correo electrónico, las noticias y webs dos veces al día”, y decida cómo va a reemplazar ese tiempo con su creatividad. O bien, “a tal hora cada día de esta semana voy a desconectar el teléfono durante 15 minutos y voy a relajarme y a pensar en algo inspirador que me conecte con lo que me da vida”. Pensar en algo que le revitalice, que le recuerde lo que es esencial y tiene sentido para usted. Elija una acción que implique desarrollar su voluntad.

Tenga muy en
cuenta hacia dónde se dirige, porque bien podría acabar llegando” Lao-Tzu
La primera voluntad para practicar es sobre los hábitos mentales. ¿Quiere realmente dejar de pensar en esa persona, situación o dilema que ocupa su mente, le distrae y le entretiene? Si es así normalmente se enfrentará a una doble situación: por un lado querrá liberarse de esa garra para obtener mayor claridad mental, pero por otro su mente está habituada y casi adicta a ese modo de discernir. Propóngase centrarse en otra cosa cada vez que su cerebro le dirija a ese pensamiento que le ocupa tanto espacio.
Resulta útil reconocer que cada uno es el creador de lo que ocurre en su mente. Cuando se dispara, hay que detenerse a respirar hondo, a observar lo que está pensando y a preguntarse ¿quiero seguir haciéndolo? No. Entonces, ¿qué quiero?, ¿qué es lo apropiado? Deje espacio de calma, respire conscientemente hasta que se vaya creando silencio interior y deje espacio para que aparezca la voluntad que actúa como freno a esa actividad mental que es innecesaria.
Esta práctica es tan sencilla que parece que no puede funcionar. Pero pruébelo y vaya tomando las riendas de su mente, parando, respirando, observando y con paciencia dejando que surja el silencio. A medida que se disuelven los pensamientos instantáneos se crea claridad, surgen otros que estimulan la creatividad y la apertura y, con paciencia, llega la intuición y la voluntad. En definitiva, lo que es apropiado en cada momento y situación, y la voluntad para aplicar las decisiones.
En un artículo anterior en esta misma sección se habló de que “seguir la intuición es conectar con la brújula interna que ayuda a mantener el rumbo. Es una voz interior que en ciertos momentos susurra para ayudarnos a decidir. La sabiduría de nuestra intuición nos ofrece una verdadera guía”. Sin embargo, debido a la programación que a menudo se lleva grabada parece necesario analizar, intelectualizar, procesar, buscar razones, dar vueltas al asunto que se tenga entre manos, todo porque impera la creencia de que cualquier problema que aparezca requiere de mucho pensamiento racional para solucionarlo. Así se utiliza mucha energía mental y la consecuencia es que nos perdemos dando demasiadas vueltas a las cosas y negando el acceso a la sabiduría interna, que se manifiesta en la intuición.

La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el regalo” Albert Einstein
Aunque para decidir con claridad es bueno tener los fundamentos sobre los que se basará la decisión, no siempre es útil pensar demasiado, más bien nubla la visión y roba fuerza de voluntad para aplicar la resolución. Después de tanto pensar, a veces se está confundido, cansado y no quedan fuerzas para hacer lo que se quería. A no ser que uno se dé cuenta y lo comprenda, su atención está continuamente distraída por la conversación mental y es incapaz de escuchar y percibir los sentimientos de la intuición.
Entrar en un espacio de silencio facilita atender a la voz interior, la más íntima, la que brota del fondo del ser. Crear espacios de tranquilidad permite escuchar lo que realmente se quiere. Una vez se alcanza esta situación, se ve claro que se debe fortalecer la mente para que no distraiga de los propósitos que se persiguen, para que sea nuestra aliada y no provoque un efecto de boicot.
De lo contrario aparecen las excusas, surge esa barrera que nos limita por obra y gracia de nuestra propia mente. Se propone uno ir al gimnasio, adelgazar o realizar un viaje: tener una conversación pendiente y compartir lo que se siente, pero se va posponiendo y, por unas causas u otras, se acaba por no ponerse manos a la obra. También suele hablar la voz del crítico interior que juzga cada pensamiento e idea que brota en nosotros. Es perfeccionista, quiere que no haya equivocaciones. El resultado: se deja para otro momento o provoca parálisis. El saboteador nos hace desistir y bloquea la creatividad. Una voz inspira a actuar y otra lleva a no hacerlo. ¿A cuál es preferible escuchar y seguir?
Para que su mente sea aliada y cómplice en sus propósitos es necesario prestar atención para percibir y poder discernir sin dejarse llevar por estas voces boicoteadoras. El cerebro se fortalece con pensamientos saludables y positivos, que estimulen su valentía, alegría y paz interior; pensamientos que beneficien y sean amorosos, que estimulen la creatividad y la apertura.

El primer paso es el paso de la percepción clara. Percibir lo que está pensando… tal cual es” Jiddu Krishnamurti
Una reflexión de calidad está basada en una motivación sana y constructiva. Es como una flecha: tiene la fuerza concentrada. En ese momento, en esa situación, lo que piense surge de sentir y discernir con la luz de su sabiduría. Crea y confíe en ella. Practique la consciencia plena para decidir con lucidez. Supere así a su saboteador y sea el director de su orquestra interior. Venciendo los temores que le frenan y desbloqueando su energía creativa surge la concentración en el pensamiento y la determinación en la acción.

Las claves están en las preguntas

Un aspecto importante a considerar es darnos cuenta de que vivimos en el mundo creado por nuestras preguntas. Encontrar la adecuada nos ofrecerá el marco propicio para elegir. Por ejemplo, en una situación concreta se puede preguntar: ¿por qué me toca vivir esto? ¿Cómo se atreve a tratarme así? Las respuestas le llevan a decidir con enojo, tristeza o preocupación. O bien se puede preguntar: ¿qué me enseña esta situación? ¿Qué puedo aprender aquí? ¿Qué generará más paz? ¿Qué sería lo más sabio que puedo hacer aquí? ¿Para qué voy a intervenir? ¿Cuál es mi intención? Las respuestas a estas preguntas le llevarán a ver con mayor claridad su motivación propósito, a ser capaz de aportar luz y paz a la situación. Sus interrogantes influyen en sus resoluciones y con ellas crea su realidad. Plantéese cuestiones sabias para resolver con lucidez.