TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



TEXTOS PARA EL ALMA 424


   Carta a nuestro tutor  
Hola me gustaría decirte unas cuantas cosas toda vez tu eres mi tutor profesional -antes jefe- y cuidas mi plan de carrera.
. No me des todo lo que oído; a veces solo pido para ver hasta dónde puedo llegar.
. No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar también...y no quiero aprender a hacerlo.
. No me des órdenes a toda hora. Si me lo pidieras por favor lo haría rápido y con más agrado.
. Cumple tus promesas
. No me compares con nadie; especialmente con tus protegidos o familiares.
. No cambies tan a menudo de opinión sobre lo que debo hacer.
. Déjame valer por mí mismo; si tú haces todo por mí, nunca aprenderé a hacerlo por mí mismo.
. No digas mentiras delante de mí y mucho menos me pidas que las diga por ti.
. Cuando te equivoques en algo, admite tu equivocación, crecerá la opinión que tengo de ti y me enseñará a admitir también mis equivocaciones.
. Trátame con la misma amabilidad que tratas a tus familiares y protegidos.
. No me digas que haga cosas que tú no eres capaz de hacerlas; aprendo con tu ejemplo.
. Cuando te cuente un problema mío no lo andes divulgando.
. Trata de comprenderme.
. No me desanimes ni desprecies.
. No tengas tantos protegidos. Todos debemos tener las mismas oportunidades.
. No descapitalices la empresa. Es una falta de respeto al esfuerzo de sus profesionales.
Si te acercas a estos consejos, seguro, seremos mejores profesionales y personas.


TEXTOS PARA EL ALMA 423



  La diferencia entre el éxito  y el fracaso, a menudo, es la habilidad a levantarse una vez más que el número de tus caídas.

¡¡¡no importa lo que hayas hecho, qué error hayas cometido, tú no eres un fracaso hasta que no te hayas rendido.




TEXTOS PARA EL ALMA 422


La paciencia es amarga, pero su fruto dulce.

TEXTOSPARA EL ALMA 421


Estoy caminando por la Gran Vía las Corts Catalanes  recordando a la familia ausente. Buscando aquel recuerdo placentero que oxigene la esencia.
No lo encuentro, nací para "servir" la necesidad del " otro" que obviaba la potencialidad del niño concebido.
Paseaba por la Gran Vía con mamá para que le sirviera de compañía y si acaso para presumir de nene.

Eso es para mí la pasarela de la avenida José Antonio Primo de Rivera como se denominaba entonces.
¿Han existido para tu SER o te han enseñado a TENER?

TEXTOS PARA EL ALMA 420

  
                                        

 A veces  .......cuando nada marcha de acuerdo con lo esperado, y la preocupación es quien reina.
Cuando el quebranto de lágrimas inunda nuestros ojos, y todo parece ser inútil...

Solo una cosa puede ahuyentar las lágrimas que queman y ciegan, alguien que suavemente te eche el brazo por encima y susurre: NO TE PREOCUPES.

TEXTOS PARA EL ALMA 419


 La compañía...... - No tiene necesariamente que "poseerse" pues de ser así es limitadora.
La compañía también puede ser anónima y ocasional y nos llena de satisfacción igualmente que cuando tiene nombre.
Ir por una ciudad vacía, estar en el teatro solo, o cenar en la Costa Azul sin nadie en el restaurante, nos da la dimensión que sin "el otro" poco reflejo tiene nuestra existencia.
Somos seres sociables aunque no sabemos socializarnos. Muchos se cierran en la llamada familia para desarrollar su pluralidad y desde esa perspectiva creen entender el mundo.
Además analizan su geografía territorial mediante viajes organizados ignorando el origen del "producto interior bruto" de los países que visitan, por poner un ejemplo.

Familia, futbol, viaje organizado, y costumbre son los ejes de una socialización estéril que ignora al otro como fuente de conocimiento y de regalo de amor.

LA INSATISFACCIÓN PERMANENTE ACABA ALEJÁNDONOS DE LAS METAS QUE ENRIQUECEN LA VIDA.

Renunciar para ser felices

La insatisfacción permanente acaba alejándonos de las metas que enriquecen la vida. Tomar decisiones es un primer paso en el camino hacia el disfrute.


Si observamos a nuestro alrededor nos daremos cuenta de la gran diversidad de personas que nos rodean. Gente muy distinta a nosotros con sus propias prioridades, valores, ilusiones y miedos. Aunque son muchas las cosas que nos separan de ellos, una nos une de un modo singular: el deseo de ser felices. Pero esa dicha en ocasiones nos puede resultar un tanto esquiva. Seguimos sin saber qué nos acerca o nos aleja de ella, por lo que acabamos confundidos, empleando grandes cantidades de energía en cuestiones que poco aportan a nuestro bienestar.
Tendemos a asociar la conquista de ciertas aspiraciones con la felicidad: “Seré feliz cuando cambie de trabajo”, o “cuando consiga una pareja, o “si logro el divorcio”, o “cuando compre mi propia casa”. Aunque lo vivimos con naturalidad, cuando alcanzamos alguna de estas ansiadas metas, paradójicamente nos damos cuenta de que la felicidad no ha llegado. Sentimos satisfacción por el logro, sí, pero esta se desvanece con frustrante velocidad.
De este modo van pasando los días y los años, y no alcanzamos a comprender que vivimos como ratones en la rueda. Corriendo mucho, pero sin llegar a ningún sitio. Porque nada más terminar ya nos hemos marcado la siguiente meta, sin parar un segundo a disfrutar aquello que tanto nos costó lograr. Nunca estamos satisfechos, somos incapaces de renunciar a nada. Y ello nos hace infelices. En la novela 13,99 euros, de Frédéric Beigbeder, el protagonista, Octave, publicista, lo expresa así: “Siempre me las apaño para que os sintáis frustrados (…) Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es que nunca lo es durante mucho tiempo. Siempre hay una nueva novedad para lograr que la anterior envejezca (…) En mi profesión, nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume”.
¿Y si hemos estado equivocados todo este tiempo? ¿Y si la felicidad no reside tanto en lograr ciertas aspiraciones como en sentir satisfacción por lo que ya hemos logrado? El sentirnos felices o desdichados está muy relacionado con la manera en que percibimos nuestra situación actual, esto es, con lo satisfechos que nos sintamos respecto a lo que poseemos en el momento presente. En una sociedad en la que predominan valores como la ambición, la generación de necesidades y un inconformismo patológico, esto es un objetivo muy difícil de lograr.

Ganadores de lotería y víctimas de accidentes: ¿es relativa la felicidad?. Con este título, tres investigadores llamados Brickman, Coates y Janoff-Bulman publicaron en 1978 su estudio en el que comparaban la satisfacción de tres grupos de personas: ganadores de grandes sumas de dinero en la lotería, víctimas de accidentes que habían quedado en un estado de parálisis y un grupo control, sin lotería ni parálisis. ¿Sus resultados? “Los ganadores de lotería no son más felices que los controles y obtienen significativamente menos placer de los acontecimientos mundanos”. Por su parte, los que habían sufrido un accidente mostraron una tendencia a “idealizar su pasado”.

La filosofía budista sostiene que la felicidad está determinada más por el estado mental que por los acontecimientos externos. Circunstancias tan extremas como sufrir una grave enfermedad o ganar la lotería pueden provocar que nos sintamos más contentos o deprimidos a corto plazo, pero no suelen provocar efectos duraderos en nuestro estado de ánimo. Este tiende a volver a su nivel previo al cabo de un tiempo, tras un periodo de adaptación a la nueva realidad. Con demasiada frecuencia confundimos esa satisfacción o placer temporal con la felicidad, la cual es en realidad un estado mental consecuencia de cómo nos enfrentamos a la vida. Por ello vivimos enganchados al logro y nos volvemos adictos a las emociones efímeras.
Un camino para acercarnos a la tan ansiada felicidad reside en conseguir un buen equilibrio entre nuestras aspiraciones, basadas en una legítima ambición por mejorar nuestras condiciones de vida, y la capacidad de disfrutar y conformarnos con lo que tenemos. Es más que probable que la mera lectura de la palabra “conformarnos” haya disparado una especie de señal de alarma en el lector. Es normal, estamos programados para ello. Evitar el conformismo es un mecanismo de protección que nos permite seguir progresando, pero que puede terminar volviéndose en nuestra contra. La ambición por avanzar hace que la sociedad prospere y que la humanidad siga su curso: sin ese impulso para mejorar seguiríamos viviendo en las cavernas a merced de los elementos. El problema es que nos falta capacidad para apreciar lo que tenemos por miedo a quedarnos estancados. Vivimos siempre pendientes de lo que nos falta, muchas veces sin valorar lo que hemos logrado. Hemos acabado superando las aspiraciones naturales por crecer y prosperar para desembocar en una suerte de avaricia vital. Nunca estamos satisfechos, siempre queremos más, de lo que sea, porque más es siempre mejor: un coche más rápido, una casa más grande, un teléfono más inteligente y una escuela más cara para nuestros hijos. Pero como hemos dicho, esta nueva forma de avaricia vital no nos proporciona la felicidad, sino más bien una breve satisfacción puntual. Valorar lo que tenemos y conformarnos de un modo saludable con ello es el antídoto contra esta rueda infinita por el siempre más.
Constantemente somos bombardeados con la idea de que podemos tenerlo todo y no debemos sacrificar nada. Pero esto es, como poco, una quimera: ponerse metas poco realistas o querer llegar a todo es la receta perfecta para lograr una constante sensación de insatisfacción. Si aprendemos a identificar las renuncias que hay tras nuestras decisiones y conseguimos aceptarlas, estaremos más cerca de vivir con mayor plenitud.
Pensemos, por ejemplo, en resoluciones como cambiar de puesto de trabajo, tener hijos o dejar la relación con nuestra pareja. Difíciles, ¿verdad? Cuando nos enfrentamos a una toma de decisiones que sentimos complicada, lo que verdaderamente nos está costando no es elegir una de esas opciones, sino olvidarnos del resto de ellas. Pero la vida es así, debemos aprender a renunciar para poder seguir avanzando. Y aspirar a tenerlo todo conduce a la infelicidad.
Muchas personas acuden frustradas a la consulta de psicólogos y psiquiatras porque sienten que son incapaces de lograr sus metas, y que por más que se esfuercen no consiguen sentirse satisfechos. Ello les produce ansiedad y un bajo estado anímico, e incluso puede dañar sus relaciones sociales. Tras analizar su situación no es difícil ayudarles a darse cuenta de que es imposible obtener de ese modo la felicidad, ya que esta la han condicionado a la consecución de ciertos objetivos que, habitualmente, son incompatibles. Resulta complicado poseer una casa de muchos metros cuadrados y contar con mucho tiempo libre. Es difícil pasar más horas con la familia y conseguir un ascenso en el trabajo. También cuesta sacar tiempo para leer más libros mientras atendemos nuestro muro de Facebook. Hay que elegir.
El camino para que nuestras decisiones nos hagan felices pasa, necesariamente, por aceptar las renuncias como parte del proceso. El día no tiene más horas. Debemos elegir en qué invertimos nuestro tiempo y esfuerzo. Y eso, nuevamente, implica sacrificios. Pero estos deben ser conscientes, decisiones tomadas con determinación y asumiendo sus consecuencias. Por el contrario, si simplemente seguimos avanzando pero imaginando con nostalgia aquello que nunca fue, seguiremos sin valorar aquello que sí tenemos y que con tanto esfuerzo hemos logrado. En ocasiones la mente tiende a idealizar los caminos que no hemos seguido, imaginamos un futuro perfecto en el que tomamos la decisión adecuada y en el que la vida nos sonríe. No nos engañemos. Ninguna realidad, por buena que sea, soporta la comparación con una utopía.
Podemos ponernos los más diversos objetivos en la vida, pero todos ellos tienen en común un paso ulterior, el más importante: lograr la felicidad. No lo olvidemos. La vida implica tomar gran cantidad de decisiones de manera constante. Pero si conseguimos desplazar la atención desde esas renuncias al objetivo final, que es obtener el bienestar, nos resultará más sencillo seguir avanzando.

TEXTOS PARA EL ALMA 418

 
  

 Hoy el destino me ha traído a la iglesia parroquial de St. Juan Despi, lugar tranquilo y sosegado donde en pueblo llano administra sus penas.
Conocía, no hace mucho,  aquí a un banquero opulón que pasaba las mañanas en la digestión de un suculento desayuno a base de alubias fritas con panceta.
Con aspecto de "bonachón" distraía a sus clientes con argumentos simples y poco creíbles a día de hoy, más aceptables para la época.
Así es la socialización. Lo importante es que las gentes estén tranquilas y no se alboroten. Hay que buscar perfiles de distribuidores del modelo "bajos" para generar complicidad y a estos controlarlos a través del miedo y la comodidad.
Como buenas ovejas del rebaño,  necesitamos un pastor con su perro que no nos asusten demasiado ni nos saquen de la zona de confort. La Emancipación del egoísmo y la vanidad es un error, cree la  parroquia, es mejor pedir (al Estado o al Santísimo) o quejarse, que esforzarse.
Y así pasan los días....legumbres con panceta y fuútbol o telenovela.....
Este guion lo venos pueblo por pueblo, barrio por barrio.....año tras año.

Aaaah y los más afortunados además viajan en coche, tren y avión.....¡¡¡ Que suerte!!!

TEXTOS PARA EL ALMA 417



   
Es una cosa natural que nos cuesta aceptar.
La compañía de la soledad es algo singular que el humano ignora por temor a si mismo. Cada verano, la masa, gasta fortunas en realizar viajes olvidándose de conocer todo su potencial humano.

Sin duda vivimos como "seres de granja" que usamos aquello que tenemos a mano para satisfacción de la comodidad y usufructo de la riqueza.

TEXTOS PARA EL ALMA 416


Cantidad o calidad 

 Después del "finde"  del obrero, la "granja" vuelve a la cotidianidad. La comunidad obrera regresa a la exigencia del patrón sin más creatividad que la obediencia.
Como en una explotación ganadera se trata de cumplir con los mínimos para no ser sacrificados con el paro y sus sucesivos estadios.
A esto le denominamos "primer mundo" dado que nos permite vivir en el sueño de "tener" cuando realmente no nos pertenece nada.
Y los días pasan y el engaño existencial se agranda. La mayoría de los miembros de la comunidad viven en la esperanza de que "podría ser peor" y satisfacen su monotonía con la victoria de su equipo de futbol.
Lentamente llega el "hasta luego" y solo queda el silencio. La mirada perdida en el horizonte nos trasporta hacia un cercano pasado sin retorno. Nos decimos "si lo hubiera sabido" hubiera cultivado más el SER que el TENER ya que ahora que tengo libertad no tengo entendimiento y muero desde la ignorancia.

Eso si cumplí con una misión procreadora desde cualquier ángulo de aquello que llamamos FAMILIA.

TEXTOS PARA EL ALMA 415


El tiempo lo borra casi todo - 

El transcurrir del tiempo deja una huella silenciosa en nosotros.
Esa huella, como surco difuminado, es o puede ser el olvido que, como juez inflexible, borra toda esencia de nuestra vida.
Ese olvido es nuestra felicidad permanente pues si siempre estuviera "la memoria" estaríamos en continuo dolor.
Si, si pues hasta lo más bello llega a doler y solo nos salva ese bendito olvido que la decadencia nos regala.
Pero...... ¿que no debe borrar el tiempo? Complicada pregunta me formulo ya que lo que un día nos produjo satisfacción, seguramente ahora nos genera indiferencia y por tanto olvido.
¿Hay estadios de felicidad imborrables?
Si, si entiendo que sí. No podré olvidar tu sonrisa cuando llegaste sin esperar verme, ni las carcajadas que compartimos al finalizar el cautiverio militar.
Ya, con los años, se repitieron momentos alegres que, por singulares, pasaron una sola vez.
Ha llegado el olvido que, como perenne sombra, nos acompañara al jardín de los cipreses donde una grabación en piedra pretenderá inmortalizar tu nombre.

NADA NOS ENGAÑA TANTO COMO NUESTRO PROPIO JUICIO

El ‘síndrome de perder el tren’

Creer que una situación crítica es irreversible es un error. En cualquier momento podemos tomar los mandos de nuestro presente para moldear un futuro mejor


El otoño, aunque ya estemos atisbando su final, es sinónimo para muchos de tedio y rutina. Un tiempo de intimidad y silencio, de menos diversión. Sin embargo, para otros representa también una época estimulante, el pistoletazo de salida de una nueva temporada, de nuevos retos y ambiciones. Existen además otros otoños que nada tienen que ver con el calendario. Esa intensa y frustrante sensación de que ya es demasiado tarde para llevar a cabo algo que ansiamos, tarde para otras ilusiones. Sencillamente porque notamos que se secan las hojas de nuestro árbol y solo tenemos por delante un frío invierno.
A quien esté inmerso en una suerte de melancolía quizá le reconforte saber que no está solo
Sentimos que hemos perdido el tren, y nos pasa tanto en relación con un propósito profesional como con uno personal. Le ocurre a ese abogado de 35 años que considera que ya es tarde para apearse de una desilusionante carrera y renuncia a una empresa con la que sueña. Y también le sucede a una persona mayor que desiste de luchar por una relación sentimental, “porque a mi edad no toca”.
¿Pero qué nos lleva a sentir que hemos perdido el tren, que es demasiado tarde, y nos frena a la hora de apostar por algo? Nuestras acciones y decisiones están condicionadas por nuestras creencias o modelos mentales. Y todos tenemos un buen repertorio de ellas. Algunas nos impulsan; otras nos limitan. Pero muchas son inconscientes y todas son activas, porque moldean nuestros actos. Son juicios, opiniones muy arraigadas que se forman en el pasado, viven en el presente y condicionan nuestro futuro.

“Valgo lo mismo para un barrido que para un fregado” es una idea de acción permanente que nos proporciona un impulso positivo ante cualquier cambio. Al contrario, pensamientos como “hay que seguir la tradición familiar de ser abogado para estar bien considerado” o “hay que sufrir para tener éxito” nos dificultarán la deseada metamorfosis profesional. ¿Cuánto le costará a alguien que piensa que vale para todo llevar a cabo una reorientación profesional? ¿Cuánto le costará a alguien que piensa que para estar bien considerado ha de seguir la tradición familiar? ¿Lo ven?

Hasta aquí, creencias individuales. Pero más allá están las creencias colectivas. Muchos de nuestros pensamientos personales son a su vez compartidos por una familia, una comunidad, grupo social o cultura determinada. Las creencias colectivas nos refuerzan o nos limitan aún más. ¿Cuánto nos costará apostar por algo nuevo si, además de nosotros mismos, nuestro entorno nos repite que más vale pájaro en mano que ciento volando? Muchas veces viajar o salir de esos círculos más próximos nos ayuda a ver nuestra casa desde otra ventana, y a cuestionar aquellas creencias colectivas limitadoras de las que no éramos conscientes. Así, si pensamos que se nos ha pasado el tren, “porque a mi edad no es correcto volverse a casar o porque a los treinta y tantos he de estar ya bien situado”, será probablemente más difícil para nosotros alcanzar ese objetivo que deseamos.
Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de las mías
Jorge Luis Borges
¿Fin de la historia? No. Nuestras creencias tiñen nuestra percepción de las cosas, sí. Pero no con tinta permanente. Así pues, con un gran trabajo de introspección podemos revisar ese juicio que nos está impidiendo atrevernos a alcanzar nuestro objetivo. ¿Qué hay que hacer? Busquemos qué creencia nuestra está en juego, hagámosla consciente, revisemos su validez y después decidamos si queremos continuar con ella a cuestas o la sustituimos por otra. Nada fácil. Pero no es tinta indeleble. Este primer obs­táculo ¡se salva!
Una clienta en el ecuador de sus 40 me decía hace un par de años: “Me siento mayor, muy mayor. De repente, en dos años, me veo como una señora, me miro al espejo y es duro aceptar que todo caiga. Siento que envejezco. Plantearme un cambio laboral y pensar que he perdido el tren me hunde”.
En una línea del tiempo, existe el pasado, el presente y el futuro. Lo que no es presente o futuro pertenece al pasado. Y es que, citando a Peter Senge, solemos pensar en líneas rectas a pesar de que el mundo tenga estructuras circulares. Piensen en cómo ha sido su vida, ¿cómo la dibujarían? ¿Sería una línea cronológica tal y como aprendimos historia en el colegio? ¿Qué ocurriría si la visualizaran en círculos, en etapas? Como si fueran eslabones que se engarzan. Veríamos nítidamente qué engranaje les une, cuántos aros hay, qué distingue un aro del otro. Y en la perspectiva global observaríamos el collar de nuestra vida.
Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones sobre ellas
Epicteto
El pensamiento lineal al que estamos acostumbrados nos resta capacidad para reparar en los procesos y nos inclina a detenernos en los hechos concretos. Es muy ilustrativa la metáfora de la rana hervida. Si metemos una rana en una olla con agua a temperatura ambiente, se sentirá probablemente en su salsa. Si hacemos el experimento de calentar el agua de la olla a fuego muy lento, la rana no se dará cuenta del cambio progresivo de temperatura. Morirá hervida sin percatarse. Así de importante es la visión del proceso.
Cuando se tiene el síndrome de perder el tren, un cambio de enfoque puede ser providencial. Pensar en un proceso compuesto por ciclos y no en líneas rectas del nacimiento a la muerte puede llevarnos a ver y vivir nuestra situación de manera distinta. El Hudson Institute de Santa Bárbara propone analizar todo cambio a través de un diagrama circular estructurado en cuatro fases, parecido a la transformación de una oruga en crisálida y que muchos coaches conocemos bien.
La primera etapa del cambio en el ciclo de la mariposa es la del huevo. En esta fase uno se siente desmotivado, cabizbajo, atrapado en una melancolía que no le permite pensar, reír. Un tiempo que preside la lentitud, la pesadez, la falta de alternativas, la procrastinación (esa tendencia de dejar las cosas para más tarde). Una suerte de otoño interminable según nuestro ejemplo anterior. Pero sin que usted lo advierta está ocurriendo algo necesario en todo proceso de cambio. Es la parte positiva. Estamos en el inicio de una gestación. Lo duro es que la decisión de abandonar esta etapa no suele ser racional. Llegará a la raíz de nuestro propio trabajo interior o en un momento en que nosotros o alguien nos abra una puerta que de repente nos haga ver una dirección, un sentido claro.
Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio
Leonardo da Vinci
Este es el vestíbulo de un segundo periodo conocido como la fase de la larva, en la que algo nuevo se empieza a probar, pensar y forjar lenta e íntimamente. Tras haber empezado a tejer, protegidos por nuestro capullo, llega la fase de la crisálida, en la que la curiosidad y una energía renovada nos ayudarán a construir nuevas redes, a explorar otros horizontes y a concretar las ideas. Finalmente, alcanzaremos la última etapa, la de la mariposa. Aquí, por fin, la emoción, la adrenalina, el positivismo y el compromiso con unos objetivos –ahora sí– bien trazados marcarán un claro despegue de nuestro nuevo proyecto.
¿Se anima a cambiar de perspectiva? A aquel que piense que ha perdido el tren, que ya es tarde, y a quien esté inmerso en una suerte de melancolía vital con ganas de algo más, quizá le reconforte saber que no está solo. Cuando estemos en ese momento, en una fase claramente apática, probablemente sea enriquecedor recordar la vida como un proceso y no como una mera línea. Que permanezcamos más o menos tiempo en estos otros otoños dependerá de lo profunda y radical que sea la transición que queramos hacer. Y de lo profunda y radical que sea nuestra creencia de que llegamos tarde.
Pero no olvide que si toma conciencia de que ya está en un nuevo capítulo, probablemente las siguientes fases lleguen con mayor rapidez. Dese la oportunidad de sacar todo el jugo a cada etapa. Siga dibujando círculos. Dijo Viktor Frankl: “Muchos de los prisioneros del campo de concentración creyeron que la oportunidad de vivir ya se les había pasado y, sin embargo, la realidad es que representó una oportunidad y un desafío: que o bien se puede convertir la experiencia en una victoria, la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar como hicieron la mayoría de los prisioneros”.
elpaissemanal@elpais.es

TEXTOS PARA EL ALMA 414

    
Vi tu sombra
Solo recuerdo la sensación, pero me pareció ver tu sombra. Caminaba por la calle del convento de los capuchinos y al doblar la esquina me pareció verte.
Fue un momento, diría un instante,  más tu "pose" apareció en mi recuerdo con el brillo de siempre.
Al instante vino a la memoria las "charlas" mantenidas en uno u otro lugar. Siempre amenas y respetuosas aunque ocasionalmente discrepantes. Tu elegancia verbal asombraba a la "asistencia" que, como recordarás, era más o menos plural según la ocasión.
No recuerdo que nos distanció. Seguramente la "costumbre y el apego" de cada uno que,  como testamento determinante,  nos condujo hacia "jardines" distantes.
Corrí por la calle del convento de los Capuchinos pero no te alcancé. ¿Eras tú?
Ya no sé si te vi realmente o fue la imaginación. Lo cierto es que aquellos segundos de alegría de la mente están ahí; vivos, sonoros, electrizantes..........
Continúe andando a la escucha del torbellino callejero y me perdí.


TEXTOS PARA EL ALMA 413

   
 
  Eclosiona la vida 
 Pero en este ciclo también está la despedida. Cada estadio de los ciclos vitales tiene cara y cruz, si bien cuesta determinar el uno o el otro.
¿Nacemos para sufrir y morimos para descansar o viceversa?
Sinceramente en las 8 décadas que estamos en la conciencia aparente del SER, no sabemos la razón de la llamada presencia dentro del "sistema solar" y aunque moléculas temporales del absurdo, pensamos que el universo es nuestro.
Alrededor de la función reproductiva hemos organizado un teatro de falsedades donde la soberbia y la vanidad se han unido a los postulados del orgullo y el egoísmo. ¿Es esto nacer?, ¿o quizá sea morir?.
Podemos acordar que pudieran convivir dos nacimientos o incorporaciones a los flujos de sentido.
El básico o primero, podríamos acuñarlo, como el que se inscribe en el "registro civil" y se consume en el consumo. Otro alumbramiento posible seria aquel que constantemente aparece y que carece de  filiación e inventario. Se vive en silencio y en soledad, no se consume; se regala.
Nuestra responsabilidad es quedarnos en la cuna del primero o alimentar el "pudor" del segundo.

¡¡¡CUERPO O ALMA¡¡¡

TEXTOS PARA EL ALMA 412


 Sólo hay dos días en el año que no se puede hacer nada, uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir.

Dalai Lama