TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



Las luces ciegan nuestra conciencia



Las luces ciegan nuestra conciencia y modifican aquellos valores que, aun, nos quedan por perder. Parece como si la felicidad del capitalismo sólo pueda alcanzarse con el consumo y en él andamos persiguiendo la ganga y el glamour. El coaching ético nos propone diversas distinciones que nos permitan ver, desde otra perspectiva, la acción de nuestra feroz "apropiación de la realidad". La sobresaliente ciudadana Sor Juana Inés de la Cruz nos dejó testimonios de emancipación que quiero dejar aquí como homenaje a la voluntad de cambiar los destinos: Rosa divina, que en gentil cultura. Eres con tu fragante sutileza Magisterio purpúreo en la belleza, Enseñanza nevada a la hermosura. Amago de la humana arquitectura, Ejemplo de la vana gentileza, En cuyo ser unió naturaleza La cuna alegre y triste sepultura. ¡Cuán altiva en tu pompa, presumida soberbia, El riesgo de morir desdeñas, y luego desmayada y encogida. De tu caducos ser das mustias señas! Con que docta muerte y necia vida, viviendo engañas y muriendo enseñas.

Sor Juana Inés de la Cruz. México

¿AUN SIGUES SENTADO/A EN EL SOFÁ?



El capitalismo triunfante, en la mayoría de los casos,

educa a sus hijos dentro de la "flacidez social".

Tal circunstancia completada con la herencia,

hace que los medios de producción estén,

en muchos casos, en manos de incompetentes.

¿Puede ser esta una causa que impida el progreso social? Paralemante, en el otro extremo de la cuerda,

tenemos a la "aristocracia obrera/funcionarial" que

instalada en lugares de privilegio decide

quién trabaja y quién no. Quién rie y quién llora...

y en muchos casos ¿quién vive o quién no?

¡¡¡¡Y los demás en el silencio de la comodidad!!!!

¿Por qué el ser humano se comporta de manera estúpida dañando a otros y a sí mismo?






Quien te lastima te hace FUERTE,

quien te critica te hace IMPORTANTE,

quien te envidia te hace VALIOSO,

y a veces es divertido saber que aquellos que

te desean lo peor...

tienen que soportar que te ocurra LO MEJOR!!!

Le pido a la EMANCIPACIÓN que te cuide,

le pido que te ilumine,

le pido esté siempre a tu lado

y le pido que nunca te falte la Felicidad.



La incógnita teórica de la estupidez emocional


¿has pensado alguna vez en la gran incógnita teórica que plantea la estupidez emocional humana? Una y otra vez, ante las demostraciones de estupidez emocional, quedamos preguntándonos por qué. Propongamos un ejemplo práctico: usted está en un lugar al que todo el mundo ha acudido para pasar un buen rato, por ejemplo una fiesta de aniversario. Las personasvan arregladas para la ocasión. Hace escasos minutos una conocida se ha acercado y le ha saludado con afecto. En un momento dado, alguien se coloca a su lado, y bastante cerca de ella, e inicia una conversación en la que se refiere a su conocida en estos términos: ¿Se ha fijado? Va emperifollada, pero, claro, aunque la mona se vista de seda...." Su interlocutor está poniéndole a usted en un apuro con sus comentarios, puesto que si son oídos pueden herir a una tercera persona. Además, ante la incógnita de si otras personas han escuchado estos comentarios, su interlocutor le sitúa en una circunstancia incierta, inquietante e incómoda, cuando no directamente desagradable y tensa.

Lo más incomprensible quizás, es que su interlocutor no extrae absolutanebte ningún beneficio de hacer estos comentarios peyorativos: nada bueno se puede esperar de una situación tan desagradable. ¿Por qué lo hará? La incógnita se mantiene porque probablemente no tiene explicación.

¿Por qué el ser humano se comporta de manera estúpida, dañando a otros y a sí mismo, si con ello no obtiene beneficio alguno? Probablemente, en ninguna otra especie encontramos estas conductas inútilmente nocivas hacia los congéneres. Naturalmente, existen la competencia y la agresión, pero siempre para conseguir algún beneficio, a favor de la propia subsistencia. El resto de criaturas el perjuicio hacia un congénere nunca es gratuito e ineficaz, como sí lo es en el caso de la estupidez humana. Más tarde o más temprano, alguien rayará nuestro coche, romperá el espejo retrovisor de nuestra moto, se quejará de forma desagradable porque no le hemos dejado propina o escatimará ese gesto amable que hubiera facilitado tanto las cosas.

Puede que nunca logremos comnprender del todo la estupidez, pero si la reconocemos y detectamos a tiempo, sabremos como vivir mejor con ella a su pesar. Aprender sobre algo de lo que la vida cotidiana nos proporciona tantos elementos y tanto material siempre resulta útil. Incluso, cuanto más increíbles y disparatados son los casos de estupidez, más cómicos resultan si somos capaces de interpretarlos adecuadamente.

El insensato busca la felicidad en la lejania el sabio lo hace crecer bajo sus pies.



ESTUPIDEZ EMOCIONAL, ¿Qué es?


Todos sabemos que la inteligencia emocional es el talento para reconocer las emociones así como para posteriormente gestionarlas, hábil y adecuadamente favoreciendo nuestro bienestar y nuestras relaciones personales. Puen bien, la estupidez emocional consiste en todo lo contrario: la insensibilidad ante las emociones propias y ajenas, así como una gestión emocional torpe e inadecuada que complica y empeora innecesariamente cualquier vínculo con otra persona.

Si bien en un primer contacto, el estúpido emocional puede pasar desapercibido, basta un trato continuado o coincidir con él en una situación complicada para que se haga evidente su enorme predisposición a los sentimientos negativos, los cuales genera y aumenta exponencialmente sin una necesidad aparente. El estúpido emocional se retrata a sí mismo creando enormes conflictos a partir de los incidentes más nimios.

Que alguien carezca de inteligencia emocional no le sitúa, necesariamente, en el terreno de la estupidez emocional. De hecho, consideramos que alguien es un estúpido emocional integral solo cuando es contrario a todo cuantorepresenta ser hábil con las emociones.

Todos estamos expuestos al riesgo de manifestar eventualmente alguna conducta emocionalmente estúpida. Dado que la estupidez emocional es algo de lo cual, como veremos, no se libra nadie, será nuestra capacidad de darnos cuenta de ella, lo que marca las diferencias.

De igual modo que la inteligencia emocional, la estupidez emocional es independiente de la inteligencia abstracta: alguien puede ser estúpido emocional al margen de su cociente intelectual o de su formación académica. Así pues, se puede tener un cociente de inteligenciadestacable en cualquier sentido -bien sea por alto o por bajo- y ser, sin embargo, estúpido emocional.

Evidentemente, aquellos individuos que combinan un potente cerebro, un coeficiente intelectual elevado, con una alta aficción por la estupidez emocional, representan un gran peligro potencial, especialmente si ostentan un cargo jerárquico respecto a otros, por ejemplo institucional con trabajadores a su cargo, o una responsabilidad política sobre el destino de una colectividad. Esta peligrosidad de las personas estúpidas dotadas de alto nivel de inteligencia radica en que ellas son capaces de inducir a otros individuos a desarrollar ideas, sentimientos, conductas y situaciones estúpidas. El sistema que usan es trazar previamente un plan para la confusión de sus víctimas, induciéndoles a creer que sus sentimientos no solo no existen, sino que de hecho tienen otros. Los perniciosos efectos de este fenómeno derivan en las más cínicas y perversas circunstancias.

Aunque para inducir a otros a comportarse de modo estúpido, hay quién hace gala de una siniestra y perfeccionada estrategia mental, el desarrollo del comportamiento estúpido en uno mismo resulta mucho más fácil y cómodo. Lo prueba el hecho, de que existen multitud de enormes estupideces cuya realización no implica ni el más mínimo mérito.

Estupidez: Torpeza notable en comprender las cosas.

Estúpido: Falto de inteligencia

SEMIOLOGÍA DE TU EXISTENCIA.



Los mensajes de nuestros gestos

FERRAN RAMÓN-CORTÉS


Nuestro comportamiento esconde mensajes que a menudo contradicen nuestras palabras. ¿Qué información damos a nuestro entorno con nuestros gestos? ¿Cómo nos juzgan a través de estas señales ocultas? Hace algunas semanas visité a un directivo en su oficina. Quería entrevistarse conmigo para hablar de un tema de comunicación que le preocupaba. Llegué puntualmente a las nueve, y su secretaria me informó de que tardaría aún unos minutos en llegar. Apareció a las nueve y veinte. Disculpándose, me acompañó a la sala anexa a su despacho, donde me dejó diez minutos más mientras, como me dijo, ponía en marcha el ordenador. "Somos especialmente hábiles captando los mensajes a través de las conductas y damos significados muy concretos a cada gesto" "Yo me puedo creer capaz de escuchar a alguien y leer un correo al mismo tiempo, pero la realidad es que no puedo hacerlo" Reapareció Blackberry en mano y cordialmente me preguntó por mi trabajo. Mientras le respondía, se dedicó a leer, con un disimulo mal llevado, todos sus mensajes. Estábamos a punto de abordar el tema central de la reunión cuando le sonó el móvil, y sin plantearse lo contrario respondió a la llamada. Yo hice un ademán de levantarme para dejarlo solo en la sala y preservar así su intimidad, pero con un gesto me indicó que me quedase. La llamada se resolvió en no menos de diez minutos, en los que me hice notar un par de veces para intentar que la abreviase. Al término de todo ello (eran ya casi las diez), se levantó, se dirigió a la pequeña cafetera que tiene en un rincón de la sala y, dándome la espalda al tiempo que se servía un café, me anunció: "Verás, quería hablar contigo porque tengo un resultado desconcertante de la última encuesta de clima interno: la gente se queja de que no estoy por ellos...". La fuerza de los gestos

"Tus actos siempre hablan más alto y más claro que tus palabras" (Stephen Covey)

En nuestro día a día realizamos un sinfín de acciones que dicen mucho de nosotros. La mayoría las hacemos de forma rutinaria, sin darnos cuenta, ignorando que tienen un claro significado a los ojos de los demás. Y lo cierto es que la gente nos juzgará, sobre todo, por estas acciones. A la hora de configurar la imagen sobre una persona, lo que le veamos hacer pesará siempre mucho más que lo que le oigamos decir. Además somos especialmente buenos captando mensajes a través de los comportamientos, ya que como seres humanos estamos genéticamente programados para detectar señales de conducta y para entender rápidamente su significado. Y si palabra y conducta son contradictorias, si estamos ante alguien que predica una cosa y vemos hacerle constantemente la contraria, nuestro juicio se basará indudablemente en los actos, ignorando las palabras. Somos especialmente hábiles captando los mensajes a través de las conductas, y socialmente hemos creado un pequeño diccionario dentro de nosotros que da un significado muy concreto a cada gesto que observamos y lo traduce en una determinada actitud. Así, por ejemplo, llegar tarde a una reunión tiene su significado en nuestro diccionario de conductas: "Mi tiempo es más valioso que el tuyo". O mirar el reloj en plena entrevista tiene también su claro significado: "Se te ha acabado el tiempo". Todos estos actos conformarán la idea que se acabe haciendo nuestro interlocutor de nosotros. Por ello no es de extrañar que alguien pueda salir del despacho de su jefe, tras una entrevista de una hora y media, afirmando rotundamente que no le ha escuchado, o que alguien pueda captar claramente que no es bienvenido a un grupo que le da oficialmente la bienvenida. Este diccionario no es universal, pues dependiendo de cada uno de nosotros, de nuestra sensibilidad (o de nuestra susceptibilidad) y de nuestras costumbres, daremos matices a los significados y a la interpretación de cada gesto. Pero la mayoría de ellos, matices aparte, tiene un significado básico común, que es bueno que conozcamos pues será la base del juicio que hagan de nosotros. Desmontando hábitos nocivos "La conducta es un espejo en el que cada uno muestra su imagen" (Goethe) El primer problema al que nos enfrentamos para mostrar integridad, y para que nuestros actos respondan a nuestras intenciones, es la inconsciencia de muchos comportamientos cotidianos que realizamos sin pensar, ya que los tenemos totalmente integrados en nuestras pautas de conducta. Hacemos cosas que hablan muy mal de nosotros y ni tan siquiera caemos en ello. Es importante, pues, ante signos de alarma -como la opinión de gente de nuestro alrededor, o los comentarios que captamos sobre nosotros- revisar nuestros comportamientos. Una buena medida consiste en repasar y repensar todos aquellos hábitos automáticos que realizamos a diario sin pensar: ¿cómo entramos en la oficina?, ¿cómo saludamos a la gente?, ¿qué posición adoptamos cuando escuchamos a alguien?, ¿dónde está nuestro móvil durante una entrevista?, ¿qué es lo primero que hacemos cuando llegamos a casa? Si este análisis nos refleja conductas disfuncionales, tenemos que desmontarlas, y solo lo podremos hacer tomando plena consciencia de lo que hacemos. Podemos sustituir un comportamiento nocivo por uno positivo, pero para hacerlo debemos actuar a conciencia hasta que el positivo haya sustituido al nocivo y podamos entonces dejar de fijarnos en él y darle la consideración de hábito. Cambio de perspectiva

"Nuestra conducta es la única prueba de sinceridad de nuestro corazón" (Charles T. Wilson)

Muchos de los actos que esconden mensajes negativos los hacemos porque en el fondo nos convienen: nos ahorran tiempo, nos permiten hacer más cosas, y porque desde nuestro punto de vista no hay malicia. Pero hemos de pensar en los demás (además de ser sinceros con nosotros mismos) y entender el efecto que producen en ellos. Yo me puedo creer capaz de escuchar a alguien y leer un correo al mismo tiempo, pero la realidad es que no puedo hacerlo de forma efectiva, y, aun pudiendo, la impresión causada al otro seguiría siendo negativa. También algunas veces estos actos tienen buena intención, pero en el diccionario del otro tienen un significado peligroso. Por ejemplo, yo soy muy escrupuloso con el tiempo que me dan para una intervención cuando hablo en público. Intento -y lo consigo casi siempre- ceñirme a los minutos asignados, y esto implica que durante la intervención miro el reloj con cierta frecuencia. Un asistente a una conferencia me hizo notar que daba a la gente la impresión de que "tenía prisa", de que "no les daría ni un minuto más de lo pactado", cosa que no puede estar más lejos de mi intención. Al darme cuenta de ello, he cambiado mi conducta. Hoy día pongo el reloj en la pantalla de mi ordenador, de manera que lo pueda ver echando un vistazo sin realizar, por tanto, ningún gesto visible. Ayudando a los demás. Todos tenemos a nuestro alrededor un montón de gente a la que vemos decir una cosa y practicar justamente la contraria. Un montón de "pequeños farsantes" que viven convencidos de que se comportan de forma absolutamente distinta de la que nosotros experimentamos. En algunos casos acabamos justificando sus actuaciones por el hecho de ser un hábito: "Siempre lo hace", nos decimos. Pero lo cierto es que pasar por alto estos comportamientos no ayuda a nadie. Es bueno avisarles. No hace falta censurar sus actos ni criticarlos, sencillamente avisar de que su comportamiento no es congruente con su prédica. Es una manera de ayudarles a quitarse la venda de los ojos, y es lo que más puede ayudar a quienes tenemos a nuestro alrededor. Yo he tenido la ocasión de quitarme muchas vendas de los ojos gracias al generoso aviso de los que me rodean, y aunque en el primer momento haya pasado un mal rato, lo he agradecido.


Pequeño diccionario de mensajes ocultos


Estos son algunos actos cotidianos que realizamos y el mensaje que ocultan: Llegar tarde: "Mi tiempo es más valioso".

Responder al teléfono mientras estamos con alguien: "Lo tuyo no es tan importante".

Mirar el reloj: "No tengo más tiempo para ti".

No invitar a sentarse: "Te voy a dedicar muy poco tiempo".

Cambiar repentinamente de tema: "No me interesa lo que me cuentas". Cerrar ostensiblemente los ojos ante algo que me dices: "No quiero escucharlo (por miedo o porque no estoy preparado)".

Interrumpir al otro: "Lo que yo tengo que decir es más importante".

Leer correos en la Blackberry mientras hablamos: "Hay cosas más importantes que merecen mi atención".

Marchar precipitadamente: "Ya has tenido suficiente de mi presencia". Hacer comentarios marginales: "Cambia de tema, no quiero hablar de esto".

Traer una tercera persona a una entrevista: "Traigo testigos, no me fío de lo que me cuentes".

Fallar a una cita: "No era muy importante para mí".

Pasear la mirada por la sala de extremo a extremo: "Me estás agobiando, ¿dónde está la salida?".

Entrar con un saludo general sin mirar a las personas: "Miradme vosotros a mí. Yo soy el importante".

¿SOMOS DUEÑOS DE NUESTRA EXISTENCIA?



"Si conocemos nuestra materia, podemos obligar al individuo -o al menos ayudarle- a darse razón a sí mismo del sentido último de su propia acción. Me parece que esto ya no es tan poco, ni siquiera desde el punto de vista de la vida puramente personal".
Max Weber 1919.

Con confianza en la vida y con alegría de vivir por el camino de la vida; pero ¿cuál es el sentido de la vida?
Seguir el propio camino, eso no siempre resulta fácil. A toda persona puede asaltarle en cualquier momento la pregunta por el sentido. Por eso, ¿no sería mejor planteársela uno conscientemente con vistas a su orientación en la vida antes de caer en una crisis profunda?
¿no sería eso, mejor que confrontarse hasta el agotamiento de forma puramente teórica con las discusiones más o menos ingeniosas, y a veces aburridas, de filósofod y literatos en torno a los conceptos "vida, sentido, sentido de la vida?
¿radica el sentido en las cosas mismas o sólo en nuestra mente, en nuestro pensamiento? ¿Poseen, pues, las cosas un sentido inherente, ínsito en ellas, o constrimos nosotros mismos ese sentido y atribuimos a las cosas ficciones lingüisticas?
Se puede reflexionar y especular en teoría sobre si existen varios sentidos o un solo sentido, un sentido para determinados ámbitos de la realidad o fases de la vida o un sentido para la entera vida humana, para la realidad toda.
Todo hombre puede atravesar -también desde un punto de vista muy personal- alguna crisis en el curso de su vida, una crisis desencadenada por una enfermedad o incluso por una crisis laboral y/o existencial. No obstante toda decisión existencio/terrenal lleva asociado un riesgo. El desarrollo de una vida humana es tan poco susceptible de cálculo anticipado y control como la evolución de la economía. Sea como fuere, uno debería contar con el riesgo en la mayor medida posible y tomar en consideración no sólo el best case (el mejor caso inamginable), sino el worst case (el peor caso imaginable). Sin olvidar:
"quien mala cama hace, en ella se yace".

¡¡¡QUEJARSE ES EL PASATIEMPO DE LOS INCAPACES!!!



La belleza no es lujo es sensibilidad.

Quejarse o reclamar.

La queja es un elemento extraordinariamente presente en las conversaciones. Nos quejamos por las cosas que nos suceden y por las que no nos suceden, nos quejamos cuando juzgamos que una determinada situación nos perjudica o es injusta, nos quejamos cuando algo o alguien frustra nuestras expectativas, nos quejamos cuando alguien incumple una promesa o rompe un compromiso.
La queja es una conversación que expresa frustración, porque las cosas no se han producido como esperábamos, una conversación que genera en nosotros y en nuestro entorno emociones negativas: frustración, resentimiento, deseo de venganza, y también juicios negativos sobre la cumpabilidad del otro, sobre nuestra situación de víctimas, sobre nuestra incapacidad para cambiar las cosas.
Podemos mantener una conversación de queja a tres niveles: con nosotros mismos como conversación privada; ante terceras personas, es decir, ante alguien que no participó en los hechos, pero a quien escogemos como confidente o ante aquel que generó nuestra frustración.
La queja expresada únicamente en una conversación privada, con nosotros mismos, se produce cuando creemos que no es conveniente tener esta conversación públicamente, porque tenemos miedo de las consecuencias, porque pensamos que no servirá de nada, porque nos preocupa que afecte a la relación. Así una conversación que no puede ser externalizada se convierte en una conversación interna que se repite una y otra vez y que se vuelve tóxica haciéndonos sentir mal durante horas, días o años.
Algo parecido sucede cuando la queja la expresamos ante terceros, aunque en este caso buscamos un testigo con quien desahogarnos. Reproducimos ante esta persona las escenas de lo que ocurrió y lo que debería haber ocurrido, hablamos de lo que se dijo y de lo que se debió haber dicho, comentamos cómo nos sentimos o nuestros juicios sobre la otra persona. Cuando nos quejamos ante un tercero, lo que estamos necesitando, más bien, es afirmarnos en nuestro punto de vista, conseguir adhesiones, que nos den la razón, que se compadezcan, que estén de acuerdo con nosotros. La queja ante terceros puede conllevar además mucha necesidad de venganza, asociada a la legitimidad para llevarla a cabo. Por eso, tampoco estas conversaciones son muy útiles en la mayoría de los casos. Puede que nos sirvan para desahogarnos o para vengarnos, pero despues de afirmarnos a nosotros mismos, despues de haber logrado la adhesión de nuestro interlocutor, incluso después de habernos vengado, seguiremos sintiendo lo mismo respecto a lo que ocurrió, continuaremos estando frustrados, resentidos, tratados injustamente.
La queja expresada ante la persona que generó nuestra frustración supone un paso importante respecto a las dos opciones anteriores, ya que tenemos la oportunidad de hablar de aquello que nos ha generado frustración con la persona adecuada. Sin embargo, también en este nivel la conversación puede llevarnos a ningún lugar si no estamos dispuestos a hacer algo más productivo que quejarnos, si el único objeto de la conversación es la queja, el desahogo, la acusación. De ahí la diferencia entre tener conversaciones para quejarnos a para reclamar.
Veamos algunos ongredientes a tener en cuenta a la hora de hacer una reclamación:
Contexto: muchas veces pensamos en lo que le queremos decir a alguien, pero pocas nos paramos a reflexionar sobre cómo, dónde o cuándo vamos a hacerlo.
Dónde: en el lugar más adecuado, donde la conversación pueda mantenerse sin interrupciones, de forma distendida, con confidencia.
Cuándo: ni muy pronto ni muy tarde. A veces es mejor dejar pasar un poco de tiempo, porque las emociones pueden estar a flor de piel, pero no tanto que el tema quede olvidado y ya no sea pertinente.
Cómo: en un contexto de franqueza, hablando con la mayor sinceridad posible, procurando dejar a un lado los reproches y las acusaciones.
Mantener la calma: hablar de lo que ocurrió sin carga emocional negativa, expresando los hechos desde nuestro propio punto de vista.
Indagar: entender el otro punto de vista, porque muchas veces se producen malentendidos.
Buscar la reparación: ¿de qué manera se pueden reparar los daños producidos?
Aprender del error y hablar del futuro: es muy probable que la situación, sea la que sea, nos sirva de aprendizaje.

Tú memoria como equilibrio del futuro.



Siempre he pensado, EMANCIPACIÓN, que por amor a nosotros nos muestras tu lado humano. También percibo deseas manifestarte para ayudarnos a crecer haciéndonos abandonar los postulados del YO. Acepto tu bondad y agradezco tus enseñanzas que me acampañan por los senderos del aprendizaje.

La aptitud para ser conscientes de nosotros mismos o la percepción de la propia individualidad parece ser un atributo exclusivo y esencial de la especie humana.
La aparición de la luz de la conciencia y la creación de símbolos con los que designar y comunicar los diversos aspectos de nuestro SER aumentaron extraordinariamente el papel de la memoria en nuestra especie.
La memoria es un potencial del alma que depende de una masa de neuronas, desparramadas por el cerebro, en las que registramos no solo hechos concretos, sino nuestras interpretaciones de los hechos y los sentimientos y emociones que los acompañan.
Por eso los recuerdos son de vital importancia para el humano.
La conciencia, el lenguaje y la memoria nos permiten mantener un diálogo con nosotros mismos sobre todo lo que nos sucede.
Habitualmente utilizamos la luz de la conciencia cuando nos enfrentamos a decisiones importantes, analizamos nuestras relaciones afectivas, cuidamos nuestra imagen pública, programamos nuestro futuro, tratamos de entender nuestros deseos o comportamientos y reflexionamos sobre el signficado de la vida o nuestro papel en el mundo.
Es desde esa conciencia que nos formulanos sueños, en principio quiméricos. Un proceso de coaching debe estructurar dichos sueños y "colaborar" al coachee para que se acerque lo más posible a ellos.
Sueño + acción = realidad tangible

¿ESCUCHAR?



ALGUIEN TE ESCUCHA?
Escuchar es el lado oculto del lenguajeEn los procesos de escucha la forma de generar una interpretación que sea coherente es un tanto delicado.Tomamos de FREUD la existencia de otra entidad en el proceso de escucha, el inconsciente.Así podemos afirmar que las intenciones inconscientes son aquellas que, supuestamente, residen en el segundo cerebro y logran ser "descubiertas" por el coach.
Partimos en nuestra cultura que si existe una acción es que alguien la hizo.Así, entendemos, que un trueno alguien lo hizo aunque el sujeto sea invisible o divino.
Destacamos que podemos separar la acción del YO, en todo proceso, dado que es interesante observar que una de las fortalezas del pensamiento científico es que, desde sus comienzos, se liberó del supuesto de que hay una persona creando los fenómenos.En un proceso de coaching que, debe tratar el "ser" y no el "hacer", realizamos un cambio de observador transportando la existencia del coachee de un universo del YO hacia un escenario sistémico del proceso donde él es el protagonista.

¿ESTÁS SATISFECHA CON LA OBRA DE TU VIDA?




Para vivir a mi manera
FRANCESC MIRALLES


La canción popularizada por Frank Sinatra es, además de una balada crepuscular, una autoayuda que en tres minutos nos da las claves para vivir según nuestros propios principios.
En 1969, Frank Sinatra grabó la adaptación al inglés realizada por Paul Anka de Comme d'habitude, una canción popular francesa de la que solo quedó la melodía. Aunque el disco no fue un éxito inmediato, con el tiempo esta balada crepuscular se convirtió en la enseña del cantante y actor. El mismo Mijaíl Gorbachov, como dirigente soviético, bautizó su política de no intervencionismo en los países de la órbita comunista como la "doctrina Sinatra".
Todos sabemos gozar del lado soleado de la vida, pero la 'doctrina Sinatra' exige ser también uno mismo cuando llegan los golpes
¿Qué tiene esta pieza que ha inspirado a artistas tan dispares como Elvis Presley, Luciano Pavarotti o Sid Vicious?
Es, en esencia, una autoayuda en forma de pieza de tres minutos, ya que en su relato retrospectivo habla de tomar decisiones, de nuestra actitud frente a los éxitos y dificultades, así como del valor de seguir un camino propio.
Además de revisar el contenido de este clásico popular del siglo XX, en este artículo analizaremos en clave práctica siete momentos de la canción para que cada cual pueda vivir a su manera.
EL FINAL YA ESTÁ AQUÍ
"Lo que es capaz de matarte también puede hacerte renacer" (Boris Božic)
Cada vez que experimentamos un cambio dramático nos vemos obligados a partir de cero. Suponen momentos de gran impacto emocional, pero también son oportunidades de emprender otros rumbos que de otra manera jamás habríamos podido explorar. Algunos ejemplos de finales que llevan a nuevos principios:
• La ruptura con una pareja que no funcionaba bien crea el espacio para encontrar a alguien que sí encaje.
• Ser despedido abre la puerta a una nueva orientación profesional y a descubrir incluso la verdadera vocación.
• Un accidente o una larga enfermedad permite analizar nuestra vida, corregir errores y renacer con un nuevo proyecto.
En todo final está escrito el principio si estamos dispuestos a empezar de nuevo con un horizonte que sea nuestro, en lugar de uno prestado.
RECORRÍ TODOS LOS CAMINOS
"No importa lo negras que parezcan o sean las cosas. Levanta la mirada y mira las posibilidades: no dejes de verlas porque siempre están ahí" (Norman Vincent Peale)
Uno de los temas presentes en My way es la encrucijada de caminos que es la vida de todo ser humano. Hay desvíos, largos rodeos y senderos divergentes que nos obligan a tomar decisiones. Esto separa a las personas de perfil conformista de los emprendedores. El conferenciante y motivador Anthony Robbins asegura que las personas con éxito tienden a tomar decisiones con rapidez y tardan en retractarse de sus planteamientos, porque creen en ellos. A la inversa, las personas que fracasan suelen ser lentas en decidirse y cambian de opinión con frecuencia. Cada decisión en nuestra vida nos obliga a definirnos, por lo que incluso si el resultado no es el esperado, haber elegido por nosotros mismos nos lleva un paso más adelante en nuestra evolución personal.
PASOS MÁS LARGOS
"No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas" (Séneca)
Son pocas las personas que disfrutan embarcándose en proyectos aparentemente imposibles. El resto se aferran a mantenerse lo más alejadas posibles del riesgo.
El especialista en estrategia empresarial César Gutiérrez señala que tomar decisiones produce fatiga cerebral, ya que incluye estos tres procesos:
a) Considerar las diferentes opciones.
b) Sacrificar las ventajas de una a cambio de lo que nos ofrece la otra.
c) Transición de un estado mental evaluativo a otro decisorio.
Elegir es cansado, sobre todo cuando nos enfrentamos a decisiones radicales. Sin embargo, el inmovilismo acaba siendo más agotador incluso, ya que nos sume en la frustración de ver cómo se nos escapan trenes que podrían conducirnos a otros destinos.
AMIGO, LO DIRÉ SIN VUELTAS
"En caso de duda, cuenta la verdad" (Mark Twain)
Este momento de la canción nos habla de la importancia de expresar nuestro parecer ante los demás. Las personas que manifiestan abiertamente lo que piensan pueden encontrarse en un primer momento con algunas fricciones, pero a la larga evitan muchos conflictos.
Quienes tratan de agradar siempre y callan si no están de acuerdo, tendrán que soportar reacciones desproporcionadas cuando disientan. Esto es así porque el entorno de cada uno se acostumbra a un determinado nivel de sumisión. Por consiguiente, viviremos mucho más tranquilos si somos capaces de decir sin vueltas lo que pensamos y sentimos.
ME TOCÓ GANAR, TAMBIÉN PERDER
"La victoria y el fracaso son dos impostores y hay que recibirlos con idéntica serenidad y un saludable punto de desdén" (Rudyard Kipling)
Tomar decisiones y definirse a través de ellas implica estar expuesto a los vaivenes de la fortuna. Las personas proactivas fracasan a menudo, pero saben extraer de ello lecciones para volver a la carga con otras estrategias y objetivos, con lo que el balance final siempre es positivo. En cambio, los que temen perder se aferran a lo que tienen y son incapaces de salir de su zona de confort. Su inmovilidad les impedirá alcanzar nuevas metas.
SER FIEL A SÍ MISMO
"Hace falta valor para crecer y convertirte en lo que realmente eres" (E. E. Cummings)
Siguiendo el hilo de la balada, ser fiel a uno mismo es elegir nuestro propio camino según los planes y objetivos diseñados por cada uno. Sin embargo, nuestra capacidad de escribir nuestra historia a veces queda anulada por miedos o barreras que nos ponemos.
Según el psiquiatra Theodore Rubin, estos son algunos de los bloqueos más comunes para tomar decisiones:
1. Pérdida de contacto con los propios sentimientos. La persona está tan habituada a no escucharse que ya no sabe qué es lo que quiere.
2. Evitar problemas y ansiedad. Para no experimentar sufrimiento, muchos se anclan en la inacción y se resignan a ser espectadores de la vida.
3. Falta de confianza en sí mismo. Detrás de los que saltan constantemente de una alternativa a otra puede haber la convicción inconsciente de que ninguna opción suya es suficientemente buena.
4. Necesidad de agradar. A menudo evitamos tomar decisiones para huir de los conflictos o el rechazo.
5. Perfeccionismo. La creencia de que hay situaciones perfectas retrasa la toma de decisiones, a la espera de que se den unas condiciones ideales.
6. Temor a equivocarse. Este sentimiento de inseguridad se retroalimenta, limitando cada vez más nuestra capacidad de actuar.
7. Distorsión de la presión del tiempo. Pensar que no hay tiempo para cambios frena la toma de decisiones.
LO HICE TODO A MI MANERA
"Caer está permitido. Levantarse es obligatorio" (proverbio ruso)
Al trazar nuestro propio camino, están aseguradas las equivocaciones y derrotas, las pequeñas y grandes pérdidas. También los aciertos, los éxitos y las ganancias. Todo el mundo sabe gozar del lado soleado de la vida, pero la doctrina Sinatra exige no dejar de ser uno mismo cuando en lugar de parabienes nos llegan golpes. Si reaccionamos con rabia y resentimiento, culpando a terceras personas, estaremos negando que somos dueños de nuestros actos y, por tanto, abandonamos el mando de la situación.
Quien sabe vivir a su manera encontrará su propia vía para salir de la crisis. Solo así, cuando caiga "el último telón" del que habla la canción de Paul Anka estaremos satisfechos con la obra de nuestra vida.

¿CONSCIENCIA o CONCIENCIA? ¿QUO VADIS?



La sombra no existe:
Lo que tú llamas sombra
es la luz que no ves.

Consciencia: Conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones.Conciencia: Propiedad del espiritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. Conocimiento interior del bien y del mal.
¿Hay CONCIENCIA sin CONSCIENCIA?
Es más que frecuente vivir cada día casi sin saber si nos hemos despertado. La vorágine de nuestra angustia es tal que tenemos una presencia en la sociedad sin tener un horizonte que de sentido a nuestra presencia.
Es como si vamos a una fiesta sin que nadie nos invite y por lo tanto sin que nadie nos espere.Disfrutamos escasamente del momento y, como consecuencia, no disponemos de una razón noble que justifique nuestra presencia aquí.
No hay necesidad de adaptarse al sufrimiento:existe la posibilidad de librarse por completo de él.
Pero el camino es un poco difícil;el camino es un desafío.
¿Donde está el sentido?
¿Entonces?

LA MUERTE COMO PARTE DEL CÍRCULO DE SENTIDO EN LA EMANCIPACIÓN.



La muerte como molécula de sentido existencial del frágil ciclo humano.


La muerte es también un fenómeno natural, es decir, posee propiedades que si conviven a la constitución esencial de hombre como ser compuesto de espíritu y matería. La razón para postular ese núcleo esencial natural en la muerte no es tanto y en primer término la idea de que el hombre evidente y naturalmente muere, por ley de su esencia misma; la razón es más bien la evidenciacia de que si la muerte no tuviera esta parte natural y, como si dijéramos, neutral, no podría ser acontecimiento tantp de salud como de perdición.
Pero la muerte no es sólo manifestación de despedida como seres privilegiados. La mueste es también manifestación de nuestro convivir con el privilegio, la culminación de la apropiación, por parte nuestra, de la acción liberadora sobre nuestro sentido como humanos.
La muerte como acercamiento y culminación del proceso de Emancipación es precisamente lo que da sentido a la vida en la medida que nos otroga la transcendencia a nuestra razón de SER.
Sin la muerte completa la vida no tendría sentido toda vez que no existiría el ciclo de sentido y el matiz de las etapas.
Vivamos pues estos ciclos desde la mayor plenitud acercándonos a la Emancipación desde la atalaya del amor pleno ausente de egoísmo.

UN FRACASADO ES UN HUMANO QUE HA COMETIDO UN ERROR, PERO QUE NO ES CAPAZ DE CONVERTIRLO EN EXPERIENCIA.



Error o Fracaso
El aprendizaje es un proceso en el que la práctica y el error se suceden de forma natural y lógica. Aprender algo nuevo implica exponernos, probar, explorar y equivocarnos una y mil veces antes de encontrar el método más sencillo, la idea más innovadora.
Sin embargo, mechas veces estas ideas nos resultan evidentes sólo a nivel teórico, porque en la práctica a menudo nos cuesta mirar el error de forma adecuada y provechosa.
Vivimos en una sociedad extraordinariamente enfocada a los resultados y que valora el error como un obstáculo y por tanto como algo que hay que penelizar. En este contexto, hemos aprendido a temer el error, a vivirlo com un tremendo fracaso, a ocultarlo, a negárnoslo a nosotros mismos o a atribuírselo a otros. Veámos, empero, cuatro reflexiones:
1.- Cuando pensamos que error es igual a fracaso, tenemos miedo a explorar y a probar cosas nuevas. No hay posibilidad para la innovación, para la creatividad. Aunque sepamos que: "si hacemos lo de siempre, obtendremos los resultados de siempre".
2.- Cuando pensamos que error es una oportunidad de aprendizaje, las equivocaciones no son tan terribles, sino interesantes oportunidades para mejorar. Por lo tanto, el error se puede mirar de frente, sin miedo. Podemos analizar las causas con más objetividad, diseñar planes de mejora tomando medidas para evitar que vuelva a producirse en el futuro.
3.- Cuando pensamos que el error es igual a fracaso, las emociones asociadas más frecuentes serán miedo, temor, desconfianza, twnsión, irritabilidad, enfado. Este estado de ánimo nos impide a disfrutar y hace que el trabajo resulte duro y penoso.
4.- Cuando pensamos que error es igual a fracaso, es más probable que juzguemos negativamente los errores de los demás. Nos decimos que no son responsables, que no son cuidadosos, que no pusieron la debida atención, que no están comprometidos. Así que nos esfadamos y reaccionamos con reproches. Cuando el líder de un equipo tiene esta forma de ver las cosas, el equipo reacciona arriesgándose lo menos posible, consultando cada nueva acción, esperando instrucciones, ocultando los errores. Los directivos que no saben ver el error como una oportunidad para aprender generan equipos que actúan en consecuencia.

¿CUÁNDO REGRESAS A LOS PAÑALES?



Ejercicio sin excusas
JENNY MOIX

Hacer deporte asegura una mejor vejez. El reto es encontrar actividades placenteras que no se aparquen a la primera.
La bolsa azul de deporte se encontraba ya lista en la entrada de su casa. De esta forma, Isabel, cuando llegaba de trabajar no tenía que entretenerse a prepararla y podía ir directamente al gimnasio. Todo meticulosamente organizado. El problema es que la bolsa llevaba allí quietecita y sin moverse ocho meses seguidos. Su marido, día sí, día también, le rogaba que la sacara de en medio y que se diera de baja. Era un derroche ridículo. Pero ella le respondía una y otra vez con sincero convencimiento que mañana sí iría. La misión de la bolsa era recordar a Isabel lo que debería hacer y no hacía, su fallo constante. Esta historia es penosamente representativa de lo que les pasa a muchas personas. De hecho, los gimnasios viven, en gran parte, gracias a los socios que pagan religiosamente sus cuotas pero no acuden.
"En el deporte, además de ejercitar la musculatura, se entrena la gestión del sufrimiento, la planificación, la constancia..."
"Si el ejercicio entra en la agenda con calzador, tiene los días contados. Además, debemos encontrar algo que nos divierta"

Amén de las personas que por motivos extremos no pueden practicar ejercicio físico, la humanidad se divide en las que lo practican y las que se sienten culpables por no hacerlo. La culpabilidad es el sentimiento más usual cuando no hacemos lo que sabemos que deberíamos hacer, y en esta sociedad todos somos conscientes de la necesidad de mover el cuerpo. A diario y por diferentes medios recibimos el mensaje de la importancia de practicar algún deporte para prevenir o curar todo tipo de enfermedades (cardiovasculares, digestivas, dermatológicas, musculares, psicológicas...).
La necesidad que tiene nuestro cuerpo de moverse cae por su propio peso. Nuestro organismo no se diseñó para vivir en las condiciones actuales. El esqueleto, la musculatura, todo el sistema está pensado para correr y huir de los depredadores, para cazar, para andar durante horas buscando una cueva donde refugiarnos... El cuerpo que tenían nuestros antepasados hace miles de años era prácticamente idéntico al nuestro. Y ahora lo que hacemos con él es estar sentados la mayor parte del tiempo. No lo utilizamos para lo que fue diseñado. Y aquí estamos sufriendo muchos trastornos que se podrían prevenir sencillamente moviendo el esqueleto.
Organizarnos para introducir el ejercicio físico en nuestra vida no es nada fácil. Si lo fuera no sería el típico propósito que millones de personas se prometen para luego no cumplirlo. En muchos casos, el motivo principal es la falta de tiempo. Y no suele ser una excusa, porque es la norma empalmar una actividad tras otra. No queda ningún agujero donde meter el ejercicio.
La falta de tiempo
"No corras, ve despacio, que adonde tienes que ir es a ti solo"
(Juan Ramón Jiménez)
Si metemos el ejercicio con calzador en nuestra agenda, tiene los días contados porque tenemos que ir programados al segundo, con un agobio apabullante. Así que los beneficios del ejercicio no compensan el estrés que supone toda la planificación.
Realmente es necesario reestructurar a fondo nuestras prioridades para que el ejercicio pueda encajar cómodamente en el día a día. Imaginémonos de aquí a diez años si seguimos sin practicar deporte y persiguiendo los objetivos que ahora nos parecen tan importantes. Con mucha suerte a lo mejor los conseguimos, pero nuestro cuerpo se encontrará en baja forma y achacoso. Ahora visualicémonos de aquí a diez años, pero habiendo practicado ejercicio físico a costa de dejar a un lado diligencias que ahora nos parecen esenciales; está claro que quizá, solo quizá, no habremos alcanzado algunas metas, pero nuestro cuerpo probablemente estará en forma, nos sentiremos bien y con energía. ¿Qué preferimos? Y no olvidemos que diez años pasan volando.
Tengo un amigo bastante sedentario que este año se ha tomado muy en serio lo de ir al gimnasio. El otro día le pregunté qué le ha impulsado a este cambio tan radical. Me explicó que su madre y su tía (su única familia) están ingresadas en un geriátrico. Su madre está ciega y su tía sufre Alzheimer en una fase avanzada. Él va a verlas varias veces por semana. El panorama del centro es desolador. El rostro más duro de la vejez se le muestra cada día que las visita. Muchos de los ancianos no pueden levantarse de la silla o de la cama. "Por eso ahora hago tanto ejercicio, porque quiero poner todo lo que dependa de mí para no acabar de esta forma".
Él lo está viviendo muy de cerca, pero todos sabemos que nuestro cuerpo necesita muchos cuidados porque el paso de los años no perdona. Sin embargo, muchas veces optamos por dar la espalda a la cruda realidad. Evitar lo que no nos gusta oír es una estrategia muy humana; un claro ejemplo nos lo ofrece Jim Morrison, que declaró: "El día que leí que el alcohol era malo para la salud dejé de leer". No llegó a cumplir los 30 años.
Concienciarnos de que nuestro cuerpo necesita moverse es solo el primer paso, luego tenemos que reestructurar a fondo nuestra agenda para dar una cabida holgada y no apretada al ejercicio. Así que deberemos eliminar algo. Intentemos identificar qué es realmente esencial para nuestro bienestar y qué es superfluo, qué hacemos por pura autoexigencia, por no decir que no, por pura rutina... Intentemos practicar el egoísmo sano.
A veces argumentamos que no tenemos tiempo para ejercitar nuestros músculos porque nos parece que cuando lo hacemos lo estamos desaprovechando, nos da la sensación de que no es un tiempo productivo, pero concienciémonos de que, sobre todo a partir de cierta edad, quien más rinde no es quien más trabaja, sino quien más se cuida.
Automotivación
"Corre, trota o camina, esta práctica a diario es un buen ejercicio, pero lo es más si lo haces persiguiendo una ilusión"(Maclidel)
Supongamos que por fin vemos con total lucidez que hemos de practicar ejercicio, y supongamos además que hemos conseguido planificarnos de forma realista para hacerlo sin estrés. Pues la batalla todavía no está ganada. Ahora falta algo indispensable: disfrutar. Si no, nuestra intención no va a tardar mucho en arrugarse.
De entrada, tenemos que encontrar una actividad que nos guste y adecuada a nuestras condiciones, así que quizá habremos de probar algunas antes de dar con ella. No olvidemos que implicarnos en algo no solo depende de las características de la actividad, sino de nuestras ganas de convertirla en algo atractivo. Una de las formas para que el ejercicio no signifique una carga es plantearnos retos.
En septiembre me apunté a un gimnasio. El primer día me subí a una cinta y empecé a andar a una velocidad que me parecía inhumana, al rato, cuando ya estaba sudando a raudales, me percaté de que la única que andaba en la cinta era yo, todos los demás ¡corrían! En ese mismo instante vi que algo no iba bien. Decidí que tenía que llegar algún día a correr como ellos. Mi meta exactamente la situé en correr 20 minutos seguidos. Me planifiqué para correr medio minuto el primer día, un minuto el siguiente y, así, ir ampliando medio minuto cada día. Lo conseguí, no sin pensar millones de veces en desistir de mi empeño.
Cuando expliqué mi proeza a algunos amigos me acusaron en cariñoso tono burlón de que mi gradualidad del medio minuto era exagerada. Sé que para mucha gente correr 20 minutos es una minucia. Pero en este caso lo que importa es el sentimiento de cada uno. Yo estoy orgullosísima de mis 20 minutos.
Practicar ejercicio suele conllevar una lucha interna considerable. Tu cuerpo te pide parar, tu mente te traiciona y te va susurrando: "Hoy no podrás, para qué sufrir de esta manera". Así que si no te inventas una estrategia mental, la parte traicionera puede contigo. Cuando los deportistas de todo tipo explican su secreto, muchas veces coincide y suele consistir en el paso a paso. "Cuando haya llegado a tal sitio miro la media que llevo". " De aquí a tres minutos me recompensaré con un poco de agua". Los que van con música: "Cuando acabe esta canción miro cuántos kilómetros llevo". Este tipo de diálogo interno es muy típico. Otras estrategias consisten en repetirse frases como: "Si no sufro no avanzo". La cuestión es que cada uno encuentre su propia táctica psicológica.
Un banco de pruebas
"Se juega como se vive"
(Pacho Maturana)
Pep Marí es uno de los mejores psicólogos del deporte con los que cuenta nuestro país y puedo presumir de tenerlo como amigo. Así que lo invité a tomar un café para hablar del tema que nos ocupa. Me trasladó una visión muy motivadora del deporte como un excelente banco de pruebas donde, más allá de ejercitar la musculatura, entrenamos la gestión del sufrimiento, el establecimiento de objetivos, la planificación, la constancia, la autosuperación..., que después podemos trasladar a nuestras vidas.
Investigadores de la Universidad de Harvard se plantearon estudiar qué actividades nos hacen sentir mejor. A 2.200 personas les iban enviando mensajes a su iPhone en distintos momentos. Ellos debían responder qué estaban haciendo y puntuar de 0 a 100 lo bien que se sentían en ese momento. La actividad ganadora resultó ser el sexo. Y la medalla de plata la obtuvo el ejercicio físico.

Dar el primer paso
1. Esta es una lista con las barreras más usuales que nos impiden realizar ejercicio. Identificar la nuestra puede constituir un excelente primer paso.- Tengo demasiado trabajo.- Me da pereza.- No me gusta la sensación de agujetas.- No tengo el equipo necesario.- El gimnasio está muy lejos de casa.- Tengo miedo a que los demás juzguen mi apariencia física.- Me canso mucho.- Tengo demasiadas obligaciones familiares.- Prefiero hacer otras cosas más divertidas.- Me da vergüenza no estar tanen forma como los demás.2. PELÍCULAS 'Rocky', de John G. Avildsen. 'Carros de fuego', de Hugh Hudson. 'Invictus', de C. Eastwood.3. LIBROS '¿Dónde está el límite?', de Josef Ajram (Plataforma, 2010). 'De qué hablo cuando hablo de correr', de H. Murakami (Tusquets Editores, 2010). 'Jugar con el corazón', de Xesco Espar (Plataforma, 2010).

NUNCA ME ENFADO POR LO QUE LA GENTE ME PIDE, SINO POR LO QUE ME NIEGA


Te doy gracias, EVOLUCIÓN, porque nos has creado a todos diferentes. Nuestros rostros tienen todos los colores y la luz que reflejan es de gran variedad.
Nos has regalado lenguas distintas para poder expresar la diversidad de la vida y hablar de tí de mil maneras.
Todos los hermanos somos diferentes y esto nos ayuda a esforzar-nos para entender-nos. EMANCIPACIÓN te agradezco me permitas descubrir otras cosas para compartirlas con los demás. Tú eres nuestra unidad y razón de existir.
Gracias por hacer-nos diferentes.
PETICIONES
Hacer y recibir peticiones es parte habitual y constante de la interacción humana. Pedimos y aceptamos peticiones constantemente. Este baile de peticiones es tan freciente que podemos entresacar un buen número de distinciones.
Una primera reflexión sobre las peticiones es que nacen de una carencia. Pedimos porque necesitamos algo del otro, algo que nos falta o que no podemos obtener sin ayuda. Esta necesidad nos coloca en un punto de vulnerabilidad que a veces nos cuesta aceptar. Cuando esto ocurre, nos cuesta hacer peticiones de forma clara y abierta y manipulamos nuestro lenguaje para encubrir nuestra vulnerabilidad.
Hacer peticiones nos incomoda, nos cuesta trabajo, nos da miedo, no ya sólo porque pone al descubierto nuestra necesidad, también porque nos expone. Cuando pedimos algo, quedamos expuestos a que el otro se moleste, a que juzgue impropia nuestra petición, a que nos diga que no. Tenemos miedo al rechazo. Cada vez que evitamos hacer una petición amparándomos en especulaciones y suposiciones, no sólo generamos la aparición de estados de ánimo de frustración y resentimiento, también estamos cerrándonos muchas posibililidades de acción. Si en lugar de poner el foco en las posibles consecuencias negativas que nuestra petición podría generar pensáramos en la manera más adecuada de llevarla a cabo, seríamos muchos más eficaces. Cuando hacemos una petición de forma abierta,directa y honesta, obtenemos una respuesta inmediata. Si la respuesta es positiva, logramos antes aquello que necesitamos ahorrándonos muchos momentos de insatisfacción. Si la respuesta es negativa, tenemos la posibilidad de buscar alternativas, reflexionar sobre posibles opciones, buscar aquello que necesitamos en otra parte.

Si puedes reconocer tu vulnerabilidad en la derrota, aprendiendo de la enseñanza y no viendo un fracaso. Tuya es la tierra.....


¿cómo aceptas tu vulnerabilidad?

Podemos considerar la vulnerabilidda como la capacidad para poder ser herido física o moralmente. Muchas personas la consideran como una debilidad y se desarrollan ideas como "los demás están esperando a ver tu punto flaco para atacarte". Sin embargo, esta no es la única manera de ver las cosas. La vulnerabilidad, lejos de ser una debilidad, es más bien una fortaleza. Las personas que se atreven a mostrar su vulnerabilidad, a decir no sé, a pedir ayuda, son percibidas más cercanas y resulta más fácil conectarse con ellas.
Si pensamos que vulnerabilidad es igual a debilidad, tendremos más dificultad para mostrar nuestras carencias y nos costará más aceptar que no sabemos acerca de algún tema o que necesitamos ayuda de los demás. Incluso las expresiones de gratitud nos resultan difíciles, porque dar las gracias implica siempre un cierto exponerse.
Si pensamos que vulnerabilidad es igual a fortaleza, tendremos más facilidad para aceptar nuestras limitaciones y carencias, y esto nos permitirá pedir ayuda, aceptar que todos somos ignorantes aunque no de las mismas cosas. Si la consideramos una debilidad estaremos más cerrados al aprendizaje. Si la consideramos una fortaleza no necesitaremos enconder nuestros errores, los afrontaremos con humildad y desde ella, con esperanza de mejora.
¡¡¡qué bien, YO también soy vulnerable!!!

¿RECOGEMOS LO QUE SEMBRAMOS?



Las casualidades no existen
BORJA VILASECA


No somos marionetas en manos del azar. La vida no es un accidente regido por la suerte ni las coincidencias. Por más que nos cueste creerlo, recogemos lo que sembramos. Veamos la vida como un continuo aprendizaje.
Formamos parte de una sociedad materialista, desencantada del mundo en el que vivimos. Por eso, en general solemos creer que nuestra vida es un accidente regido por la suerte y las coincidencias. Es decir, que no importan nuestras decisiones y nuestras acciones, pues en última instancia las cosas pasan por "casualidad". Esta visión nos convierte en meras marionetas en manos del azar.
"Según la ley de la sincronicidad, lo que nos ocurre, bueno o malo, está ahí para que aprendamos algo acerca de nosotros mismos"
En paralelo, muchos individuos nos hemos vuelto "nihilistas".
No es que no creamos en nada. Simplemente "negamos cualquier significado o finalidad trascendente de la existencia humana". De ahí que orientemos nuestra vida a saciar nuestro propio interés.
Pero ¿realmente la vida es un accidente que se rige de forma aleatoria? ¿Estamos aquí para trabajar, consumir y divertirnos? ¿Acaso no hay una finalidad más trascendente? Lo irónico es que la existencia de estas creencias limitadoras pone de manifiesto que todo lo que existe tiene un propósito, por más que muchas veces no sepamos descifrarlo. No en vano creer que no tenemos ningún tipo de control sobre nuestra vida refuerza nuestro victimismo. Y pensar que la existencia carece por completo de sentido justifica nuestra tendencia a huir constantemente de nosotros mismos.
Es decir, que incluso estas creencias no están ahí por casualidad, sino que cumplen la función de evitar que nos enfrentemos a nuestros dos mayores temores: el "miedo a la libertad" y el "miedo al vacío". Mientras sigamos creyendo que nuestra propia vida no depende de nosotros, podremos seguir eludiendo cualquier tipo de responsabilidad. Y mientras sigamos pensando que todo esto no es más que un accidente, podremos seguir marginando cualquier posibilidad de encontrar la respuesta a la pregunta ¿para qué vivimos?
DEL POR QUÉ AL PARA QUÉ
"El caos es el orden que todavía no comprendemos"(Gregory Norris-Cervetto)
Cegados por nuestro egocentrismo, solemos preguntarnos por qué nos pasan las cosas, en lugar de reflexionar acerca de para qué nos han ocurrido. Preguntarnos por qué es completamente inútil. Fomenta que veamos la situación como un problema y nos lleva a adoptar el papel de víctima y sentirnos impotentes.
Por el contrario, preguntarnos para qué nos permite ver esa misma situación como una oportunidad. Y esta percepción lleva a entrenar el músculo de la responsabilidad. Una actitud mucho más eficiente y constructiva. Favorece que empecemos a intuir la oportunidad de aprendizaje subyacente a cualquier experiencia, sea la que sea.
Y esto es precisamente de lo que trata la "física cuántica". En líneas generales, establece que "la realidad es un campo de potenciales posibilidades infinitas". Sin embargo, "solo se materializan aquellas que son contempladas y aceptadas". Es decir, que ahora mismo, en este preciso instante, nuestras circunstancias actuales son el resultado de la manera en la que hemos venido pensando y actuando a lo largo de nuestra vida.
Si hemos venido creyendo que estamos aquí para tener un empleo monótono que nos permita pagar nuestros costes de vida, eso es precisamente lo que habremos cocreado con nuestros pensamientos, decisiones y comportamientos. Por el contrario, si cambiamos nuestra manera de pensar y de actuar, tenemos la opción de modificar el rumbo de nuestra existencia, cosechando otros resultados diferentes. El simple hecho de creer que es posible representa el primer paso.
LA TEORÍA DEL CAOS
"El aleteo de una mariposa puede provocar un 'tsunami' al otro lado del mundo" (proverbio chino)
Lo mismo nos sugiere "la teoría del caos". Por medio de complicados e ingeniosos cálculos matemáticos "permite deducir el orden subyacente que ocultan fenómenos aparentemente aleatorios". Dentro de estas investigaciones, destaca "el efecto mariposa". Para comprenderlo, un ejemplo: imaginemos que un chico se va un año fuera de su ciudad para estudiar un máster en el extranjero. Y que al regresar a casa entra a trabajar de becario en una empresa. Allí aparece una nueva becaria, a quien sientan a su lado. Nada más verse, los dos jóvenes se enamoran. Y seis años más tarde se casan, forman una familia y viven juntos para siempre.
En este ejemplo, "el efecto mariposa" estudiaría la red causal de acontecimientos que hicieron posible que el chico coincidiera con la chica en un lugar físico determinado en un momento psicológico oportuno.
Al observar su historia detenidamente, comprobamos que el joven decidió estudiar un máster a raíz de la separación con su exnovia, a quien conoció años atrás en una discoteca. Remontándonos a esa noche de fiesta, destaca que el chico decidió salir con sus amigos tras perder una apuesta. Es decir, si no hubiera perdido la apuesta no habría ido a aquella discoteca y, en consecuencia, no habría conocido a su exnovia. Y si esta no lo hubiera dejado, no habría estudiado el máster, que es lo que le permitió entrar a trabajar de becario. Y fue precisamente este empleo el que le posibilitó conocer y enamorarse de la mujer con la que pasaría el resto de su vida. Perder una simple apuesta le llevó a ganar un amor eterno.
LA LEY DE LA SINCRONICIDAD
"Lo que no hacemos consciente se manifiesta en nuestra vida como destino" (Carl Jung)
Nuestra existencia no está gobernada por la suerte ni el azar, sino por "la ley de la sincronicidad". Esta determina que "todo lo que ocurre tiene un propósito". Pero como todo lo verdaderamente importante, no podemos verlo con los ojos ni entenderlo con la mente. Esta invisible red de conexiones tan solo puede intuirse y comprenderse con el corazón.
La ley de la sincronicidad significa que "aunque a veces nos ocurren cosas que aparentemente no tienen nada que ver con las decisiones y las acciones que hemos tomamos en nuestro día a día, estas cosas están ahí para que aprendamos algo acerca de nosotros mismos, de nuestra manera de disfrutar la vida".
De ahí que mientras sigamos resistiéndonos a ver la vida como un aprendizaje, seguiremos sufriendo por no aceptar las circunstancias que hemos cocreado con nuestros pensamientos, decisiones y acciones. No existen las coincidencias. Tan solo la ilusión de que existen las coincidencias. De hecho, "la ley de la sincronicidad" también ha descubierto que "nuestro sistema de creencias y, por ende, nuestra manera de pensar determinan en última instancia no solo nuestra identidad, sino también nuestras circunstancias". Por ejemplo, que si somos personas inseguras y miedosas, atraeremos a nuestra vida situaciones inciertas que nos permitan entrenar los músculos de la confianza y la valentía. Así, los sucesos externos que forman parte de nuestra existencia suelen ser un reflejo de nuestros procesos emocionales internos. De ahí la importancia de conocernos a nosotros mismos.
LA LEY DEL KARMA
"Cada uno recoge lo que siembra"(Buda)
Si bien la "física cuántica", "la teoría del caos", el "efecto mariposa" y "la teoría de la sincronicidad" son descubrimientos científicos llevados a cabo en Occidente a lo largo del siglo XX, lo cierto es que no tienen nada de nuevo. En Oriente se llegó a esta misma conclusión alrededor del siglo V antes de Cristo. Según los historiadores, por aquel entonces se popularizó "la ley del karma", también conocida como "la ley de causa y efecto".
La ley del karma afirma, en esencia, que "todo lo que pensamos, decimos y hacemos tiene consecuencias". De ahí que en el caso de que cometamos errores, obtengamos resultados de malestar que nos permitan darnos cuenta de que hemos errado, pudiendo así aprender y evolucionar. Y en paralelo, en el caso de que cometamos aciertos, cosechemos efectos de bienestar que nos permitan verificar que estamos viviendo con comprensión, discernimiento y sabiduría.
Esta es la razón por la que los sucesos que componen nuestra existencia no están regidos por la "casualidad", sino por la "causalidad". Según "la ley del karma", cada uno de nosotros "recibe lo que da", lo que elimina toda posibilidad de caer en las garras del inútil y peligroso victimismo.

Ya ha desaparecido el concepto de vencedores y vencidos... llega el amor.



ODIO versus PERDÓN
¡¡¡Cuándo termina el conflicto!!!
No hace más de treinta años que la resolución de los conflictos se orientaron hacia lo que dió a llamarse los "resultados" del proceso de resulución. Se realizaron las siguientes distinciones:
a) La influencia del pensamiento militar mantenía al conflicto como un enfrentamiento de voluntades y a su resultado como la "imposición" de la voluntad de uno de los actores sobre el adversario. El que ganaba, declarado vencedor, imponía su voluntad al que perdía que era declarado "perdedor".
b) Otro supuesto puede consistir en que uno de los actores abandone la lucha, es decir, abandonaba su acción conflictual. A esta acción la podemos denominar "retirada".
c) La observación de algunos conflictos mostraba que algunos actores concluían el conflicto porque uno de ellos adoptaba los valores de su adversario, aceptándolos como propios. Es decir, llega la conversión.
d) Los resultados que se obserban en numerosos conflictos son un intercambio de concesiones recíprocas que en cierta manera satisfacen, al menos parcialmente, los valores de cada uno de los actores. Estos resultados de "compromiso" precisan en la mayoría de los casos de determinadas sesiones de coaching. Coaching "comprometido" y no "analgésico/docente"