TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



LA LIBERTAD ES LA OBEDIENCIA A LA LEY QUE UNO MISMO SE TRAZA




La palabra es libre; la acción, muda; la obediencia, ciega 
Muchas personas no se permiten ser flexibles con ellas mismas, en cambio lo son mucho más con los demás, aunque les pese. Es decir, les consienten lo que no se permiten a sí mismas, lo que revierte en su propia incapacidad de poner límites. Suelen ser hiperresponsables, obedientes a las órdenes jerárquicas, disciplinadas y de una moral inflexible. Aunque aceptan que cada uno haga lo que quiera hacer, ellas no se lo permiten, no pueden ser "malas" con los demás y, para colmo, se culpan de ello. Si un día se pasan un pelín de la raya, se avergüenzan tanto que la autoinculpación los corroe por dentro.
Muchas personas "obedientes" suelen sufrir de "rigidez mental", es decir, les cuestan horrores los cambios, no les gustan demasiado las sorpresas y prefieren una vida ordenada e incluso repetitiva, antes que verse envueltas en la peligrosa ruleta del azar. Cada vez que llamo a mi amiga Angelines para quedar con ella, a sabiendas de que le encanta encontrarse conmigo, es incapaz de renunciar a sus programaciones previstas. La pobre se pasa la llamada recitándome la agenda de actividades que tiene previstas o las limpiezas que todavía le quedan por hacer en la casa. No se da cuenta de que la mayoría de tareas son autoimpuestas, que no tiene que hacerlo todo, ni nadie le va a pedir explicación alguna. Pero su mente y su moral son inflexibles, no hay espacio para la improvisación.
Existe otra modalidad de esfuerzo autoimpuesto, que practican los que habitan en la insatisfacción permanente, forzando cambios en su vida innecesarios. El gran maestro Jiddu Krisnhamurti ejemplariza esta idea de forma muy entendedora: "Un río pasa fluyendo, lleno, potente, caudaloso. Cruzar el río se convierte en un problema cuando quiero alcanzar la otra orilla, donde creo que hay más libertad, más belleza, más encanto, más paz, etcétera. Pero veo que no puedo cruzar el río: no tengo barca, no puedo nadar, no sé qué hacer. Por tanto, ¿qué le pasa a mi mente? No está satisfecha con permanecer en esta orilla. Pero no tiene ningún problema. Mi herida no es un problema. Es tan simple que nos negamos a verlo".

ES MÁS FÁCIL QUERER A TODO EL MUNDO QUE RESPETAR A UNO SOLO




SINGULAR y SINGULARES

Decir que todos somos iguales en dignidad es fácil. Lo difícil es no mirar con lástima al que cae o con desdén al que despunta. Lo verdaderamente difícil es romper el hielo de la indiferencia en la que vivimos atrapados, consumiendo información como quién ve amanecer sobre un suelo helado.
Los telediarios se abren cada día con las cifras de la temperatura económica y se cierran con las noticias meteorológicas. Al verdadero humano lo recordaremos siempre por la mirada. En ella es fácil de reconocer la dignidad universal. Lo difícil es reconocérsela a cada uno mientras cae o se levanta. Es más fácil querer a todo el mundo que respetar a uno solo, diferente de todos los demás. Basta creer que se quiere para querer, siquiera un poco. Respetar, en cambio, es otra cosa. No es una manera de querer sinO una manera de ser.
A los humanos, personajes del tiempo se les suele recordar por sus obras de utilidad pública aunque deberíamos recordar por la diferencia, que ni es de utilidad pública ni perdura en la memoria de los hombres.
Pocos son los que saben hablar sin palabras mejor que con ellas. Y menos aun quienes saben expresarlo que sienten cuando les oyen.
¡¡¡inténtalo!!!

¿HAY QUE "DEJAR" COSAS PARA CAMBIAR?





"La mente es inteligente, pero la inteligencia está afectada de locura e insensatez" 
Los grandes valores fundamentales que dan sentido y contenido a nuestra vida no dependen de nuestros privilegios, posesiones, roles ni propiedades. Dependerán de nuestra inteligencia, de nuestra conciencia y de ser coherentes e íntegros, de actuar alineados con lo que pensamos y decimos. Debemos aprender a soltar, a no agarrar, a dejar fluir, eso es vivir sin resistencias, siendo creadores de cambios constructivos que provocan mejoras y amplían nuestros horizontes. Para tener esta capacidad de respuesta creativa y positiva es necesario equilibrar la acción con la introversión, el silencio, la reflexión y la meditación. Así iniciamos el camino del autoliderazgo. No podemos ejercer un verdadero liderazgo sobre los demás si no somos capaces de liderar nuestra propia mente, emociones y mundo interior.
Una mente al servicio de la locura no puede servir más que para la destrucción. Para que el barco llegue a su destino, el agua debe permanecer fuera del barco. Para que nuestras mentes puedan servir, la atmósfera del mundo debe permanecer fuera de nuestras mentes. Que no ocurra que la atmósfera circundante penetre en el barco de nuestra mente, sino lo contrario, que las vibraciones de una mente positiva y limpia influyan en nuestro entorno, fortaleciendo a los que viven en el mundo. Para tener una mente capaz de sanar el mundo, primero tenemos que sanarnos a nosotros mismos, cultivando poderes sanadores como la esperanza, la armonía, la compasión, el compromiso, el perdón, la tolerancia y el respeto.

¡Y TÚ QUIÉN DICES QUE ERES?




No te creas nada, experiméntalo



Hablar acerca de la felicidad y del sentido de la vida suele encender nuestras alarmas y ponernos a la defensiva. Y no es para menos. Hay tantos caminos para encontrar lo que estamos buscando como seres humanos existen en el planeta. Pero, dado que todos compartimos una misma naturaleza humana, existen ciertas claves que pueden facilitarnos dicha senda. Eso sí, en relación con este proceso de aprendizaje es imprescindible que no nos creamos nada de los que nos digan, incluyendo, por supuesto, la información contenida en este artículo. Ya nos han vendido demasiadas creencias acerca de quiénes somos y de cómo hemos de vivir nuestra vida. De ahí que sea fundamental que recibamos con escepticismo y pensamiento crítico cualquier reflexión de este tipo. De lo que se trata es de verificar la información a través de nues
tra propia experiencia. 

¿FELICIDAD?




SOBRE EL DESEO DE FELICIDAD.

Estaba diciendo que no queremos ser felices. Queremos otras cosas. O digámoslo con más precisión: no queremos ser incondicionalmente felices. Estor dispuesto a ser feliz siempre que tenga esto, lo otro y lo de más allá. Pero, en realidad, esto es decir a nuestro amigo o a cualquiera “Tú eres mi felicidad. Si no te consigo, me niego a ser feliz”. Es  muy importante entenderlo. No podemos imaginar nuestra propia felicidad sin estas condiciones. Así de claro. No somos capaces de concebir la felicidad sin ellas. Se nos ha enseñado a poner nuestra felicidad en ellas.
De modo que esto es lo primero que tenemos que hacer si queremos despertar, que es lo mismo que decir: si queremos amar, si queremos libertad,  si queremos alegría, paz y espiritualidad.
En este sentido, la espiritualidad es lo más práctico del mundo. Tu reto a pensar en algo más práctico que la espiritualidad tal como yo le he definido –no piedad, no devoción, no religión, no caridad, no adoración, sino espiritualidad-: ¡despertar, despertar! Fíjate en el dolor de corazón que hay en todas partes; observa la soledad; mira el miedo, la confusión, el conflicto en los corazones de la gente; el conflicto interno, el conflicto externo. Supongamos que alguien te facilita un modo de liberarte de todo eso. Supongamos que alguien te ofrece la manera de detener ese enorme drenaje de energía, de salud y de emoción procedente de estos conflictos y de esta confusión. ¿Lo aceptarías? Supongamos que alguien nos muestra un modo de amarnos realmente unos a otros, de estar en paz, de residir en el amor. ¿Existe algo más práctico? Pero, en lugar de eso, hay gente que piensa que los grandes negocios son mucho más prácticos, que la política es mucho más práctica, que la ciencia es mucho más práctica. ¿Qué sentido tiene poner a un hombre en la Luna cuando no podemos vivir sobre la Tierra.
De Mello

PSICÓPATAS




SER PSICÓPATA NO ES UNA ENFERMEDAD ES UNA DISCAPARIDAD.

Un psicópata es ese individuo verdaderamente absorbido en sí mismo sin conciencia ni sentimiento alguno hacia los demás y para quién las reglas sociales no tienen ningún significado. Tienden a operar con una grandiosa conducta, una actitud pretenciosa y un apetito insaciable por satisfacer sus caprichos. Los podemos clasificar en 4 tipos PRIMARIOS, SECUNDARIOS, DESCONTROLADOS Y CATISMÁTICOS.
Los psicópatas no pueden EMPATIZAR –ponerse en los zapatos del otro- ni sentir remordimiento, por eso interactúan con las demás personas como si fuesen cualquier otro objeto cualquiera de sus pertenencias; las utilizan para conseguir sus objetivos, la satisfacción de sus propios intereses y alimentar a su vanidad.
Así la estructura psicópata quita al otro los atributos de persona convirtiéndole, conceptualmente, en un mero objeto con quién satisfacer-se. Los psicópatas tienen como característica necesidades especiales o singulares en función de su entorno natural que satisfacen con una cierta ritualización.
El psicópata tiene un marcado egocentrismo y por tanto cuando da es que está esperando recuperar la inversión. Otra de sus características es la sobrevaloración de su persona y la descalificación de las demás. Puede ser una persona simpática y de expresiones sensatas que sin embarga no duda en desagradar cuando le conviene sin sentir remordimiento.
Sus actos, a efectos penales, les corresponden punición dado que la persona mantiene conciencia de sus actos y puede evitar cometerlos.

TODO SE REDUCE A UN SIMPLE CAMBIO DE ACTITUD



Querer acelerar el ritmo de los acontecimientos es una distorsión de nuestra mente. La clave para cambiar consiste en aprender a disfrutar el momento presente.Me gusta que las cosas sucedan cuando yo quiero”. “Odio que me hagan perder el tiempo”. “Mándame el informe urgentemente”. “¡Hay que ver qué lenta es la gente!”. “Ya va siendo hora de que cambien las cosas”. “¡Date prisa, que llegamos tarde!”. “¡Lo necesito ahora mismo!”. “¿Por qué no me ha llamado todavía?”. “¡Me muero por que sea viernes!”. “No soporto que me hagan esperar”.“Para tener una actitud más constructiva hay que recordar de vez en cuando que todos los procesos tienen su función y su tempo”Si le resulta muy familiar alguna de estas afirmaciones, seguramente conocerá bien qué es la impaciencia. Pero no se preocupe. Es una distorsión psicológica que tiene cura. Tan sólo basta comprender que es inútil. No sirve absolutamente para nada. Por más que nos quejemos, enfademos y lamentemos, las cosas van a seguir yendo a su ritmo, tal y como lo han estado haciendo y lo van a seguir haciendo siempre.Y no sólo eso. Es muy perjudicial para nuestra salud emocional. Cada vez que nos invade la impaciencia es como si tomáramos un vasito de cianuro, vertiendo veneno sobre nuestra mente y nuestro corazón. Eso sí, a pesar de que vivimos en una sociedad que premia y ensalza la velocidad y la inmediatez, desprenderse del hábito de “querer las cosas para ya” es posible. Todo se reduce a un simple cambio de actitud.

NINGUNA PERSONA CAMBIA HASTA QUE SU SITUACIÓN DEVIENE INSOPORTABLE.




Formamos parte de una sociedad tan enferma que a los que quieren sanar se les llama raros y a los sanos se les tacha de locos.

Al obedecer las directrices determinadas por la mayoría, hacemos todo lo posible para no salirnos del camino trillado, rechazando sistemáticamente ideas nuevas. No nos gusta cambiar porque a menudo lo hemos hecho cuando no nos ha quedado más remedio. Por eso lo solemos asociar con la frustración y el fracaso. Tanto es así, que existen siete mecanismos de defensa cuya función es garantizar la parálisis psicológica de la sociedad. El primer mecanismo de defensa es el miedo, el más utilizado por el statu quo como elemento de control social. Cuanto más temor e inseguridad experimentamos los individuos, más deseamos que nos protejan el Estado y las instituciones que lo sustentan. Basta con bombardear a la población con noticias y mensajes con una profunda carga negativa y pesimista.
Enseguida aparece en escena el autoengaño, es decir, mentirnos a nosotros mismos –por supuesto, sin que nos demos cuenta- para no tener que enfrentarnos a los temores e inseguridades inherentes a cualquier proceso de transformación. Para lograrlo basta con mirar constantemente hacia otro lado. Como dijo Goethe, “nadie es más esclavo que quien falsamente cree ser libre”.
Por esta razón, el autoengaño suele dar lugar a la narcotización. Y aquí todo depende de los gustos, preferencias y adicciones de cada uno. Lo cierto es quela sociedad contemporánea promueve infinitas formas de entretenimiento que nos permite evadirnos las 24 horas del día. Dado que en general huimos permanentemente de nosotros mismos, lo más común es encontrarnos con personas que no van hacia ninguna parte.
Con el tiempo, esta falta de propósito y de sentido suele generar la aparición de la resignación. Cansados físicamente y agotador mentalmente, decidimos conformarnos, sentenciando en nuestro fuero interno que “la vida que llevamos es la única posible”. Asumimos definitivamente el papel de víctimas frente a nuestras circunstancias.
En caso de sentirnos cuestionados solemos defendernos impulsivamente por medio de la arrogancia, muchas veces disfrazada de escepticismo. Esta es la razón por la que solemos ponernos a la defensiva frente a aquellas personas que piensan distinto. Al mostrarnos soberbios e incluso prepotentes, intentamos preservar nuestra rígida identidad.
Si seguimos posponiendo lo inevitable, la arrogancia suele mutar hasta convertirse en cinismo. Sobre todo tal y como se entiende hoy día. Es decir, como la máscara con la que ocultamos nuestras frustraciones y desilusiones, y bajo la que nos protegemos de la insatisfacción que nos causa llevar una vida de segunda mano, completamente prefabricada. Tal es la falsedad de los cínicos, que suelen afirmar que “no creen en nada” poniendo de manifiesto que en realidad no creen en sí mismos.
Por último, existe un séptimo mecanismo de defensa: la pereza. Y aquí no nos referimos a la definición actual, sino al significado original. La palabra pereza procede del griego ACEDIA, que quiere decir “tristeza de ánimo de quien no hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría realizar”
En fin, nadie dijo que fuera fácil, pero para empezar a cambiar solo hay que dar el primer paso.

DESDE QUE NACEMOS SE NOS ADOCTRINA PARA HACERNOS EMPLEADOS SUMISOS Y CONSUMIDORES VORACES, Y ASÍ PERPETUAR EL SISTEMA.




Sé obediente. Estudia, trabaja, cásate, ten hijos, hipotécate, mira la tele, compra muchas cosas. Y sobre todo, no cuestiones jamás lo que te han dicho que tienes que hacer.

No hay nadie a quien culpar. Pero lo cierto es que desde el día en que nacemos senos adoctrina para que nos convirtamos en empleados sumisos y consumidores voraces, perpetuando el funcionamiento insostenible del sistema. Así es como al entrar en la edad adulta, seguimos la ancha avenida por la que transita la mayoría, olvidándonos por completo de seguirnos a nosotros mismos, a nuestra voz interior. Por el camino nos desconectamos de nuestra verdadera esencia –de nuestros valores y principios más profundos-, construyendo una personalidad adaptada A LO QUE NUESTRO ENTORNO MÁS CERCANO ESPERA DE NOSOTROS.
Si bien la sociedad y la tradición ejercen una poderosa influencia sobre cada uno de nosotros, el última instancia somos libres para tomar decisiones con las que construir nuestro propio sendero. Es una simple cuestión de asumir nuestra parte de responsabilidad. Sin embargo, tomar las riendas de nuestra existencia nos confronta con nuestro miedo a la libertad. Prueba de ello es que tendemos a ridiculizar procesos y herramientas –como el autoconocimiento y el desarrollo personal- orientados a cambiar nuestra mentalidad

ANTE LA ENVIDIA, ADMIRACIÓN.





"Nadie es lo suficientemente pequeño para ser ignorado"
(Henry Miller)
Nadie merece, ni por accidente, nuestra ignorancia, así que será bueno revisar de vez en cuando la lista e intentar acortarla, que tienda a cero. Porque la gente a la que hacemos invisible lo pasa mal. Y de la que se hace la invisible debemos evitar ser cómplices.
¿Cómo lo podemos hacer? En primer lugar, recuperando y multiplicando aquella comunicación que reconoce la presencia de los otros. No hacen falta grandes conversaciones ni mucho tiempo: sencillamente saludar, sonreír, mirar a los ojos... y no andar por el mundo ajeno a las personas que nos rodean. Si nos cruzamos por la mañana, saludémonos siempre y hagámoslo de forma sincera. Prestemos atención a los seres humanos que tenemos a nuestro alrededor. Es sin duda cierto que es más fácil responder a un saludo que hacerlo, así que este es nuestro reto: llevar la iniciativa.
En este sentido no ayudan los iPods, los móviles o andar por los pasillos leyendo correos. La tecnología, que tanto nos conecta aparentemente, en este aspecto nos está aislando.
Hemos de reservarnos el tiempo y la capacidad de atención para dar a los demás el mensaje "sé que existes". Hagamos del extendido comportamiento de ignorar a los otros porque tenemos prisa o porque estamos concentrados en lo nuestro la excepción, no la norma.

UNA CIUDADANÍA QUE PIDE POLICIAS, ES PORQUE HA IGNORADO A LOS MAESTROS






HEMOS CONSTRUIDO UN SISTEMA QUE NOS PERSUADE A GASTAR EL DINERO QUE NO TENEMOS EN COSAS QUE NO NECESITAMOS”

Nadie está ofuscado por unos trozos de papel ni por unas monedas, sino por lo que significa su carencia. No poder cuidar a los padres enfermos como se merecen, tener que cambiar a los niños del colo y separarlos de sus amiguitos, obligarnos a aguantar un dolor de muelas…Y es que, el dinero es lo más inmaterial del mundo pero le podemos otorgar cuatro grandes significados: logro, en este caso representa la consecución de objetivos propuestos. Estatus, el dinero simboliza prestigio. Seguridad, el dinero significa protección frente al futuro. Preocupación, su falta se encuentra asociada a fantasías muy catastróficas.
Cada uno de nosotros tiene el dinero atado a diferentes significados y emociones. Sin embargo, existen atribuciones casi arcaicas que subyacen en todas nuestras mentes. Ya no nos relacionamos directamente con la naturaleza. Nuestras necesidades más básicas (alimentarnos, tener un refugio), nuestros instintos más primarios se entrelazan estrechamente con la economía. “El dinero es el portador simbólico de la más elemental angustia de supervivencia”. De hecho, en muchas investigaciones se ha puesto de manifiesto que el dinero como incentivo activa los mismos circuitos neuronales que otros refuerzos asociados a necesidades fisiológicas como la comida y el sexo.
Actualmente, por desgracia, muchas personas tienen motivos reales para sentirse asustada. Dejando aparte este tipo de angustias, no son pocos los casos de actuaciones monetarias patológicas. La avaricia de la gente rica. Todos conocemos a personas que teniendo suficiente dinero para vivir ellos y sus descendientes no donan nada y encima se existencia va dirigida a acumular más. Andan obsesionados por sus pertenencias.
Avaros aparte, ¿qué pasa con nuestra tendencia a ahorrar? Actualmente nuestras fantasías catastróficas se ven corroboradas por lo que vemos en la tele o en los periódicos. Con el miedo a cuestas, intentamos ahorrar más que nunca. Además, en el inconsciente colectivo viven cuentos como “la cigarra y la hormiga” que sustentan esta forma de actuar. Ahorrar siempre se ha visto mejor que gastar; así, mientras que gastar mucho se considera una patología: “compradores compulsivos”, no existe la etiqueta de “ahorradores complulsivos”. 

VIVIR SIN CONFIAR EN NADA NI EN NADIE ES NO VIVIR.




NO HAY ABSOLUTOS PARA ALGO TAN RELATIVO COMO LA VIDA HUMANA.

Mantenerse a una distancia excesiva de los demás impide crear confianza, y sin confianza no se puede construir una sólida relación. Hay gente que, por prudencia, se mantiene a una gran distancia psicológica de los otros, en una cómoda zona de protección. Son reacios a compartir información personal y a implicarse emocionalmente en los problemas de los demás. Ciertamente, no sufrirán grandes traiciones con esta actitud, pero tampoco desarrollarán grandes relaciones. La clave para acercarse al otro está en la apertura, es decir, en la capacidad de compartir nuestras experiencias y, sobre todo, nuestras emociones. Si nos limitamos a hablar del mundo, de los demás o del trabajo, poca complicidad generamos y poca confianza construimos.
Crecemos en interrelación con los demás, y esta interrelación exige poner de nuestra parte; si no somos capaces de trascender la conversación tópica, si no somos capaces de hablar de nosotros, de nuestros sentimientos y de nuestras emociones, si no somos capaces de interesarnos por el otro, nos abocamos a una relación superficial, que tal y como ha nacido va a morir y que no nos aportará, como persona, ningún valor. Y si lo que quiero es que el otro se abra, se acerque a mí, poco voy a conseguir exigiéndoselo. Solo puedo hacer una cosa, que es predicar con el ejemplo: abrirme yo, y esperar que el otro siga el camino.
Por el contrario, muchas veces se asume en una relación que cuanto más cerca, mejor. Y no necesariamente es así. El otro extremo, la proximidad permanente, es sin duda también nocivo para la relación. Por un lado, porque no respeta los espacios de intimidad del otro, unos espacios que, siendo distintos para cada persona, no son absolutamente necesarios a todos. Y por el otro lado, porque desde la proximidad excesiva acabamos perdiendo la perspectiva de las cosas. Lo vemos todo exactamente como lo ve el otro, y no podemos aportar puntos de vista que le ayuden. No es bueno para las relaciones estar permanentemente cerca. Se produce un sentimiento de asfixia que desgasta rápidamente la relación y que provoca la necesidad psicológica de “poner tierra de por medio”. Como decía un sabio “lo importante es que la puerta de tu casa esté abierta, no que siempre tengas a la gente dentro”.

UNA DE LAS ALEGRIAS DE LA AMISTAD ES SABER EN QUIÉN CONFIAR



Evitar los abusos de confianza

FERRAN RAMÓN-CORTÉS


Decimos algo a alguien y al día siguiente poco menos que aparece publicado en el tablón de anuncios de la empresa. ¿Cómo podemos gestionar la confianza? ¿Debemos darla a todos por igual? ¿Cómo evitar los abusos?Silvia salió a cenar con una compañera del despacho. Llevaban casi un año trabajando juntas, pero se conocían poco, y Silvia estaba convencida de que podían compartir mucho más de lo que compartían. Cenaron en un discreto restaurante que invitaba a la complicidad. Silvia, tratando de ahondar en su relación, se abrió enseguida a ella, explicándole su vida con todo lujo de detalles. Todo, a pesar de que su compañera no le correspondía en absoluto, ni se mostraba comunicativa.Tenemos un corazón envuelto en distintas capas protectoras. En cada situación podemos decidir cuántas capas nos quitamosTejer una relación de complicidad sin exponerse a abusos es un proceso lento que exige poner todos los sentidos Al día siguiente, al poco de llegar a la oficina empezó a percibir miradas de suspicacia por parte de sus compañeros. A mediodía, y gracias a la confesión de una secretaria, confirmó sus sospechas: lo que le había contado a su compañera la noche anterior había corrido por toda la empresa. La traición a su confianza estaba servida.

DESEAMOS SER FELICES AUN CUANDO VIVIMOS DE TAL MODO QUE HACEMOS IMPOSIBLE LA FELICIDAD




La impaciencia no sirve para nada
BORJA VILASECA



Querer acelerar el ritmo de los acontecimientos es una distorsión de nuestra mente. La clave para cambiar consiste en aprender a disfrutar el momento presente.

Me gusta que las cosas sucedan cuando yo quiero”. “Odio que me hagan perder el tiempo”. “Mándame el informe urgentemente”. “¡Hay que ver qué lenta es la gente!”. “Ya va siendo hora de que cambien las cosas”. “¡Date prisa, que llegamos tarde!”. “¡Lo necesito ahora mismo!”. “¿Por qué no me ha llamado todavía?”. “¡Me muero por que sea viernes!”. “No soporto que me hagan esperar”.
“Para tener una actitud más constructiva hay que recordar de vez en cuando que todos los procesos tienen su función y su tempo”
Si le resulta muy familiar alguna de estas afirmaciones, seguramente conocerá bien qué es la impaciencia. Pero no se preocupe. Es una distorsión psicológica que tiene cura. Tan sólo basta comprender que es inútil. No sirve absolutamente para nada. Por más que nos quejemos, enfademos y lamentemos, las cosas van a seguir yendo a su ritmo, tal y como lo han estado haciendo y lo van a seguir haciendo siempre.
Y no sólo eso. Es muy perjudicial para nuestra salud emocional. Cada vez que nos invade la impaciencia es como si tomáramos un vasito de cianuro, vertiendo veneno sobre nuestra mente y nuestro corazón. Eso sí, a pesar de que vivimos en una sociedad que premia y ensalza la velocidad y la inmediatez, desprenderse del hábito de “querer las cosas para ya” es posible. Todo se reduce a un simple cambio de actitud.


¿CONOCEMOS NUESTRO INTERIOR O SOLO NOS MIRAMOS AL ESPEJO?




¿Controlamos nuestras Vidas?
JENNY MOIX 
Un hecho fortuito, una decisión no premeditada o una simple casualidad pueden cambiar nuestras vidas. Orgullosos, creemos que lo controlamos todo, pero... ¿realmente lo hacemos con lo que pensamos o decidimos?
Historia uno: "Apresurada, bajaba las escaleras hacia el andén. Una niña subía por ellas; tuvo que desviarse levemente para no tropezar con ella. Por un segundo no llegó a tiempo. Tuvo que esperar el siguiente metro. Cuando llegó a casa, se encontró a su pareja atendiendo sus quehaceres habituales". Historia dos: "Apresurada, bajaba las escaleras hacia el andén; llegó justo antes de que se cerraran las puertas. Subió al metro y al llegar a casa, antes de lo habitual, pilló a su pareja con otra mujer". Quien haya visto la película Dos vidas en un instante reconocerá que estas historias se basan en ella. El resto del filme es el transcurrir de las dos vidas que hubiera tenido la misma persona cogiendo o no ese metro. Existencias totalmente opuestas. Desencadenadas por la niña que subía por la escalera. ¿Increíble? No. Nuestra vida es así.

"Muchos estudios demuestran lo patéticas que pueden resultar las justificaciones que damos a nuestros comportamientos""Si analizamos nuestro devenir, nos damos cuenta de que parecemos mecidos por el viento"

" Todas las cosas están unidas entre sí, de tal modo que no puedes agitar una flor sin trastornar una estrella"
(Francis Thompson)
Si damos marcha atrás mentalmente y analizamos nuestro devenir, nos damos cuenta de que, en cierto modo, parecemos mecidos por el viento. Pensemos en por qué vivimos en nuestra casa o por qué trabajamos donde lo hacemos. Podemos encontrar respuestas del estilo: "Decidimos vivir en esta casa porque un día fuimos a una obra de teatro y al pasar por esa calle, la vimos en venta y nos encantó. Y decidimos ir a esa actuación porque por casualidad esa semana nos encontramos a Pepito y nos la recomendó. Hacía años que no veíamos a Pepito".
Cualquier acción por nimia que sea puede acarrear consecuencias insospechadas. Estamos aquí porque nuestros padres el día de nuestra concepción se dedicaron a sus afanes amorosos; si ese día hubieran ido al cine... Somos hijos del azar. O, dicho de otra forma, el destino lo tejen variaciones infinitesimales de factores que a veces ni conocemos.
En ocasiones, sobre todo cuando sucede alguna desgracia, a nuestra mente le puede dar por torturarnos: "¿Y si no lo hubiera llamado? Entonces no habría ido a... y no hubiera tenido el accidente".
Una de las asignaturas que imparto en la universidad se llama educación para la salud. Les explico a mis alumnos cómo deben motivar y enseñar a las personas a comportarse de una forma saludable: alimentación sana, ejercicio físico, reducción del estrés... Mejorar la salud es un objetivo bienintencionado, pero la intención no es lo único que cuenta. Si los profesionales nos pasamos la vida mandando mensajes del tipo: "No bebas", "Come más verduras", "Haz más deporte"..., ¿qué puede pasar cuando alguien enferma? ¡Que se sienta culpable! Enfermo y encima cargando con el peso de que quizá no ha comido suficientes lechugas. La salud y la enfermedad no dependen únicamente de nuestra conducta; también hay factores ambientales y genéticos. Tenemos que cuidarnos, claro está, pero no caigamos en la trampa de tener como certeza que la salud depende completamente de nosotros. Nada depende enteramente de nosotros. Tenemos que ser proactivos, cuidar nuestra salud y perseguir nuestros anhelos, pero teniendo en cuenta que en el universo puede haber una mariposa volando que interfiera en nuestros planes.
¿Control o ilusión?

¿LA MADRE: amor o apego?





El pasado es la única temporada que crece cada día.
Desde el hoy solemos contemplarlo con un poco de angustía.
Y nunca está completo.
En el pasado hay remansos de amor y pozos de odio.
Ruiseñores canosos y cigüeñas mudas.
Crímenes y caridades, octubres primaverales y....
junios congelados.
Mario Benedetti


El líder-coach no sólo expande sus habilidades y competencias, si no que motiva, potencia y enriquece el trabajo del equipo. Las capacidades conversacionales, el conocimiento de sí mismo y el aprender, ayudarán a generar cambios en las personas, en los vínculos y en las organizaciones.Los cambios en una organización no perdurarán si no tienen arraigo en las personas que la componen, en sus sistemas de creencias, en sus valores, en su modo de percibir el mundo, en el modo de relacionarse y en la forma en que asumen responsabilidad.
Una adaptación de este concepto puede ser en la relación "filio-maternal". Es natural ver que cuando somos bebés-niños o adolestentes la relación HIJO-MADRE es casi del 100%.
En la etapa de adolescentes ya empieza a distanciarse las voluntades para empezar a tomar distancia a partir de la juventud. ¿qué falta? ¿puede una madre ser la lider-coach de su hijo de la misma manera que lo puede ser de su hija?

LA MAYORÍA DE PERSONAS QUE ANSÍAN LA LIBERTAD NO QUIEREN RENUNCIAR A SUS CADENAS




"Ten mucho cuidado de aquellos que te vendan sus propias creencias, pues están obstaculizando tu propio descubrimiento de la vida" (Anthony de Mello)
Cuentan que un sabio explicaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre la entendían. "Maestro", le dijo uno de ellos una tarde. "Tú nos cuentas los cuentos, pero no nos explicas su significado". "Pido perdón por eso", se disculpó el maestro. "Permíteme que para enmendar mi error te invite a comer un rico melocotón". "Gracias maestro", respondió el alumno. "Quisiera, para agasajarte, pelarte el melocotón yo mismo. ¿Me permites?" "Sí. ¡Muchas gracias!". "¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?", le preguntó seguidamente el sabio. "Me encantaría, pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro". "No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte. Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo". Y el alumno, con cara de asco, gritó nervioso: "¡No, maestro! ¡No me gustaría que hicieras eso!". El sabio hizo una pausa y concluyó: "Si yo os explicara el sentido de cada cuento, sería como daros de comer una fruta masticada".
Desde un punto de vista emocional, nadie puede ayudarnos. Como mucho, los demás pueden acompañarnos en nuestro proceso. Pensar lo contrario es un acto de soberbia y de superioridad. Las personas que creen que ayudan suelen posicionarse por encima de los que reciben dicha ayuda. En cambio, las personas que ejercen temporalmente el rol de acompañantes procuran mantenerse al mismo nivel, posibilitando que el aprendizaje sea recíproco. En vez de dar consejos y recetas sobre la manera en la que otros deberían vivir sus vidas, es mucho más útil y eficiente hacer preguntas y compartir reflexiones que nos permitan crecer en comprensión.

LOS LIBROS DE AUTOAYUDA PUEDEN SER UN PELIGRO.




Los conceptos y las teorías tienen poco valor si no los aplicamos. Observarse y encontrar las herramientas propias son el único camino para pasar a la práctica.

Colocaron las cuerdas dentro de la bolsa y partieron hacia el motel. A su edad (72 años él y 63 ella), la decisión no había sido resultado de un impulso. Ahora, la idea del suicidio acaparaba todo su espacio mental. El jueves por la noche, el empleado del hotel encontró sus cuerpos colgando del techo y una breve nota en la que ella había anotado: "Tuve un momento muy difícil porque sufro de pulmón y de corazón". El suceso saltó rápidamente a los periódicos. No es usual que un matrimonio decida ahorcarse conjuntamente en un motel, pero lo insólito de la noticia radicaba en que ella era "la sacerdotisa de la felicidad". Con este apodo se conocía a Choi Yoon-Hee en Corea del Sur porque había escrito veinte libros sobre la felicidad y la esperanza, y participado en varios espectáculos de televisión sobre el tema.
"No hay nada nuevo en los libros de autoayuda. Lo que nos falta es practicarlo"
"Debemos estar atentos a nuestras sensaciones, emociones y pensamientos, y cuando se curven, aplicar la teoría que ya sabemos"
"Cada persona descubre sus propias herramientas, y estas son íntimas e intransferibles. La práctica es la clave para encontrarlas"

OJITO CON EL RENCOR





Cuando culpamos a los demás
por aquello que nos ha sucedido
y los responsabilizamos de nuestro
sufrimiento,
podemos caer en las garras
de un enemigo mucho más sutil
y peligroso: EL RENCOR.
Para evitar seguir haciéndonos daño,
es necesario aprender a perdonar,
un acto que refleja amor y humildad,
que pone fin a todo nuestro malestar.
Dado que no podemos cambiar
lo que nos ocurre en la vida,
si podemos modificar nuestra mirada
y nuestra actitud hacia los mismos
acontecimientos para reinterpretar
su significado de una forma más objetiva.