¡¡¡PODÉIS CORTAR TODAS LAS FLORES MÁS NO PARAREIS LA PRIMAVERA!!!
¡¡Pero es que vosotros, los comunistas,
queréis establecer la comunidad de las mujeres!! Nos grita a coro toda la
burguesía. Para el burgués, su mujer no es otra cosa que in instrumento de
producción. Oye decir que los instrumentos de producción deben ser de
utilización común, y, naturalmente, no puede por menos de pensar que las mujeres
correrán la misma suerte. No sospecha se trata precisamente de acabar con esa
situación de la mujer como simple instrumento de producción. Nada más grotesco,
por otra parte, que el horror ultramoral que inspira a nuestros burgueses la
pretendida comunidad oficial de las mujeres que atribuyen a los comunistas. Los
comunistas no tienen necesidad de introducir la comunidad de las mujeres: casi
siempre ha existido. Nuestros burgueses, no satisfechos con tener a su
disposición las mujeres y las hijas de sus obreros, sin hablar de la
prostitución oficial, encuentran un placer singular en encornudarse mutuamente.
El matrimonio burgués es, en realidad, la
comunidad de las esposas. A lo sumo, se podría acusar a los comunistas de
querer sustituir una comunidad de las mujeres hipócritamente disimulada, por
una comunidad franca y oficial. Es evidente, por otra parte, que con la
abolición de las relaciones de producción actuales desaparecerá la comunidad de
las mujeres que de ellas se deriva, es decir, la prostitución oficial y
privada.
Se acusa también a los comunistas de querer
abolir la patria, la nacionalidad.
Los obreros no tienen patria. No se les
puede arrebatar lo que no poseen. Más, por cuanto el proletariado debe en
primer lugar conquistar el Poder político, elevarse a la condición de clase
nacional, constituirse en nación todavía es nacional, aunque de ninguna manera
en el sentido burgués. El aislamiento nacional y los antagonismos entre los
pueblos desaparecen de día en día con el desarrollo de la burguesía, la
libertad de comercio y el mercado mundial con la uniformidad de la producción
industrial y las condiciones de existencia que le corresponden.
El dominio del proletariado los hará
desaparecer más de prisa todavía. La acción común del proletariado, al menor el
de los países civilizados; es una de las primeras condiciones de su
emancipación. En la misma medida en que sea abolida la explotación de un
individuo por otro, será abolida la explotación de una nación por otra. Al
mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones,
desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí.
En cuanto a las acusaciones lanzadas contra
el comunismo, partiendo del punto de vista de la religión, de la filosofía y de
la ideología en general, no merecen un examen detallado. ¿Acaso se necesita una
gran perspicacia para comprender que con toda modificación sobrevenida en las
condiciones de vida, en las relaciones sociales, en la existencia social,
cambia también las ideas, las nociones y las concepciones, en una palabra, la
conciencia del hombre? ¿Qué demuestra la historia de las ideas sino que la
producción intelectual se transforma con la producción material? Las ideas
dominantes en cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase
dominante. Cuando se habla de ideas que revolucionan toda una sociedad, se
expresa solamente el hecho de que en el seno de la vieja sociedad se han
formado los elementos de una nueva y la disolución de las viejas ideas marcha a
la par con la disolución de las antiguas condiciones de vida.
En el ocaso del mundo, las viejas religiones
fueron vencidas por la religión cristiana. Cuando en el siglo XVIII las ideas
cristianas fueron vencidas por las ideas de la ilustración, la sociedad feudal
libraba una lucha a muerte contra la burguesía entonces revolucionaria. Las
ideas de libertad religiosa y de libertad de conciencia no hicieron más que
reflejar el reinado de la libre concurrencia en el dominio de la conciencia.
“Sin duda –se nos dirá-, las ideas religiosas, morales, filosóficas, políticas,
etcétera, se han ido modificando en el curso del desarrollo histórico. Pero la
religión, la moral, la filosofía, la política, el derecho, se han modificado
siempre a través de estas transformaciones. Existe además, verdades eternas,
tales como la libertad, la justicia, etcétera, que son comunes a todo estado de
la sociedad. Pero el comunismo quiere abolir estas verdades eternas, quiere
abolir la religión y la moral, en lugar de darles una forma nueva, y por eso
contradice a todo el desarrollo histórico anterior. ¿A qué se reduce esta
acusación? La historia de todas las sociedades que han existido hasta hoy se
desenvuelve en medio de contradicciones de clase, de contradicciones que
revisten formas diversas en las diferentes épocas.
Pero cualquiera que haya sido la forma de
estas contradicciones, la explotación de una parte de la sociedad por la otra
es un hecho común a todos los siglos anteriores. Por consiguiente, no tiene
nada de asombroso que la conciencia social de todas las edades, a despecho de
toda variedad y de toda diversidad, se haya movido siempre dentro de ciertas
formas comunes, dentro de unas formas –formas de conciencia-, que no
desaparecerán completamente más que con la desaparición definitiva de los
antagonismos de clase. La revolución comunista es la ruptura más radical con
las relaciones de propiedad tradicionales, nada de extraño tiene que en el
curso de su desarrollo rompa de la manera más radical con las ideas
tradicionales.
El primer paso de la revolución obrera, es
la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.
El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando
gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los
instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado
organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible
la suma de las fuerzas productivas. Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al
principio más que por una violación despótica del derecho de propiedad y de las
relaciones burguesas de producción, es decir, por la adopción de medidas que
desde el punto de vista económico parecerán insuficientes e insostenibles, pero
que en el curso del movimiento se sobrepasarán así mismas y serán indispensables
como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción. Estas
medidas, naturalmente, serán diferentes en los diversos países. Sin embargo, en
los países más avanzados podrán ser puestas en práctica casi en todas partes
las siguientes medidas:
- Expropiación
de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los
gastos del Estado.
- Fuerte
impuesto progresivo.
- Abolición
del derecho de herencia.
- Confiscación
de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.
- Centralización
del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital
del Estado y monopolio exclusivo.
- Centralización
en manos del Estado de todos los medios de transporte.
- Multiplicación
de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de
producción, roturación de los terrenos incultivados y mejoramiento de las
tierras, según un plan general.
- Obligación
de trabajar para todos; organización de ejércitos industriales,
particularmente para la agricultura.
- Combinación
de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer
gradualmente la oposición entre la ciudad y el campo.
- Educación
pública y gratuita de todos los niños; abolición de trabajo de éstos hasta
alcanzar la mayoría de edad.
Una vez que en el curso del desarrollo hayan
desaparecido las diferencias de clase y se haya concentrado toda la producción
en manos de los individuos asociados, el Poder público perderá su carácter
político. El poder político, hablando propiamente, es violencia organizada de
una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el
proletario se constituye indefectiblemente en clase, si mediante la revolución
se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la
fuerza las viejas relaciones de producción, suprime al mismo tiempo que estas
relaciones de producción las condiciones para la existencia del antagonismo de
clase y de las clases en general y, por tanto, su propia dominación como clase.
En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus
antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desarrollo de
cada uno será la condición del libre desarrollo de todos.
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