EL SER Y
LA SED
Amanecimos. Fuimos lanzados al oleaje de la existencia
como gotas grávidas de ser.
Amanecimos y amanecemos sin cesar de la profundidad de
donde proceden todas las posibilidades. De ahí y de ningún otro lugar –Lugar que
está en todos los lugares- proviene la vida que se va haciendo en nosotros
apertura y conciencia.
Contenidos en su insondable inmensidad, emergemos.
Lo hacemos como contornos separados, como fragmentos
del Todo para que podamos reunificarnos de nuevo mediante la ofrenda de la
porción que somos.
Recorremos la vida a partir de la irrepetibilidad que
nos es confiada y después, vaciamos nuestro cuenco repleto de experiencia y de
existencia en el Pleroma total .que se
enriquece con la aventura de cada individuación.
Así, grávidos de ser, se nos desgaja de la Unidad
primera para que aprendamos a ser y nos responsabilicemos de ser.
Existiendo, posibilitaremos el darse del Mar en nosotros.
Al darnos regresamos a él.
Alcanzamos la razón de vivir cuando comprendemos que
nuestro ser es el suyo vertido en nosotros para que lo vertamos en él.
Cuanto más íntegro este retorno, más se revela la
razón de todo cuanto es. Cada instante es una oportunidad, una brecha, un
pasaje que se va abriendo y nos va haciendo ceder lo que somos en EL que es.
Así es la danza del Ser: movimiento incesante de
salida y de retorno, éxtasis y enstasis que en cada contorno toma la forma
única de lo que cada cual es.
Olas en el Mar, cada una lo expresa de un modo singular.
El Mar se expresa en una profusión inacabable de formas, movimientos y
procesos.
La sed de SER es la paradoja del agua que tiene sed de
acuidad. ¿Será acaso que somos agua congelada en algún glaciar remoto,
procedente de nubes que vinieron del Océano para que, tras el deshielo, podamos
recorrer la distancia que separa las cumbres solitarias de las mansas playas de
arena?
Tenemos sed de Océano porque el agua que somos en
estado de hielo tiene impreso el recuerdo de haber sido parte de su Azul fluido
e inmenso.
Se nos da el ser para que aprendamos a ser y repletos
de ser, estreguemos nuestro ser.
“Por nosotros, en nosotros, sin nosotros, comprendió
Marguerite Porete, audaz mujer del siglo XIII que ardió en llamas por ver lo
que pocos son capaces de ver y de soportar ese ver.
Este continuo movimiento de asumir y desprendernos de
lo-que-somos en El-que-es.
A través de nuestra existencia retornamos a la Fuente
que se vierte en el Mar de donde proviene.
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