TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



PADRE NUESTRO DEL COACHING.




Padre nuestro,que estás en el cielo,santificado sea tu Nombre;venga a nosotros tu reino;hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;perdona nuestras ofensas,como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;no nos dejes caer en la tentación,y líbranos del mal.
Amén
EMANCIPACIÓN de todos,
que estás a nuestro alcance,

muestra-te asequible a todos los modelos mentales;

de manera que podamos ser libres.

Condúcemos hacia la liberación de nuestro apegos,

creencias y prejuicios que nos distorsionan.

Sácamos del ostracismo del egoismo diario;

permitiendo-nos aceptar al prójimo como legítimo otro;

así, desde el amor y la escucha activa, nos alejaremos de los oropeles consumistas para entrar en una cotidianidad responsable y solidaria.

AYUDA-NOS

ES MÁS FÁCIL DESINTEGRAR UN ÁTOMO QUE UN PREJUICIO.




Nada es imposible
FRANCESC MIRALLES
A menudo nos ponemos límites psicológicos que nos impiden conseguir algo. Es hora de derribarlos.
El ser humano necesita agarrarse a verdades absolutas, encontrar seguridades en un mundo siempre cambiante. En estas creencias monolíticas se basan las grandes religiones, que no permiten cuestionamiento alguno de su dogma, pero también la ciencia y la economía han padecido el mismo mal. Pensamos que ciertos pilares jamás se moverán de sitio... hasta que el edificio entero se viene abajo y nos damos cuenta de que la realidad es algo muy distinto de lo que habíamos creído.
. De nosotros depende cuestionar la realidad y decidir dónde está el límite"
En este artículo veremos cómo la verdad -cualquier verdad- es provisional como la vida misma. Es únicamente un punto de apoyo que nos sirve hasta que una verdad nueva sustituya a la vieja. También en nuestra vida personal nos aferramos a creencias limitadoras como aquellos que, hace unos siglos, afirmaban que la Tierra era plana. Antes de nada, hagamos un poco de historia de las verdades provisionales de la ciencia.
CIERTO HASTA QUE...
"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Albert Einstein)
Sin duda, el caso más conocido de un hombre que se enfrentó a una verdad inmutable fue Galileo, que desafió la creencia de su época de que la Tierra era el centro del Sistema Solar. La Inquisición le obligó a desmentirse públicamente y de rodillas. Se dice que cuando el viejo sabio se levantó de esta humillación, murmuró por lo bajo la célebre frase "Y sin embargo se mueve".
Por aquellos tiempos, la visión del mundo que propugnaba la Iglesia era aceptada por todos los mortales. En el siglo XX, la ciencia logró ocupar el lugar de autoridad absoluta que había ostentado la religión, pero ni siquiera la física, que avanza a base de prueba y error, se libraba de las verdades absolutas. A partir de Galileo, Newton y otros gigantes de la astronomía, se había llegado a la conclusión de que el cosmos era un preciso mecanismo de relojería donde todo sucede siempre del mismo modo. Asimismo, prevalecía que el tiempo era algo absoluto que transcurría igual en cualquier punto del universo y en cualquier circunstancia.
Con su teoría de la relatividad, Einstein se encargó de desmontar esa creencia. De hecho, demostró cómo a medida que aumenta nuestra velocidad, el tiempo se ralentizaría hasta llegar a detenerse si alcanzáramos la velocidad de la luz: unos 300.000 kilómetros por segundo. Y nació otra verdad absoluta: nada puede viajar a una velocidad superior a la de la luz.
En su novela Quantic love, la doctora en física cuántica Sonia Fernández-Vidal narra una historia de amor en el CERN, donde se encuentra el célebre acelerador de partículas. La acción se sitúa justo en las semanas en las que quizá se rompió esta última verdad absoluta.
Hace apenas unos meses, los científicos del proyecto OPERA realizaron un experimento asombroso con los neutrinos, una partículas extremadamente pequeñas que atraviesan nuestro cuerpo por millones a cada instante. Este equipo de investigación disparó un haz de neutrinos, en línea recta a través de la Tierra, desde el laboratorio del CERN hasta el Gran Sasso, en Italia. Allí los esperaba un detector gigante que llevó a cabo una medición inquietante. Si los resultados obtenidos son correctos, los neutrinos cubrieron los 730 kilómetros del trayecto 60 nanosegundos antes que la luz en el vacío. Es decir, le ganaron la carrera a la luz nada menos que por 18 metros.
De no encontrarse una explicación para esta violación de la velocidad máxima establecida por Einstein, la ciencia se encontrará ante un nuevo panorama en el que todo es cuestionable.
Lo mismo ocurre actualmente con la macroeconomía. Las sucesivas crisis que hemos ido padeciendo han demostrado que nuestro sistema no se asentaba en las leyes de un mercado regulado. Lo que ha sucedido prueba que Gobiernos y bancos se han ocupado de ocultar las anomalías -a diferencia de como procede la ciencia- que hacían peligrar todo el tinglado con el único fin de que no cundiera el pánico y poder conservar así su statu quo.
Una vez más se ha demostrado que esta creencia tenía mucho menos fundamento del que creíamos.
BARRERAS PSICOLÓGICAS
"Nadie llegará muy lejos a menos que no haga lo imposible como mínimo una vez al día"
(Elbert Hubbard)

De la ciencia y la economía nos vamos a la aventura del ser humano individual, que también vive preso de creencias limitadoras. Cuando se habla de fronteras psicológicas, a menudo se cita lo que sucedió con la barrera de los 10 segundos en los 100 metros lisos.
Hasta 1968 se consideraba del todo imposible cubrir esa prueba por debajo de los 10 segundos. Era una verdad absoluta que sería puesta en evidencia aquel año por Jim Hines, un afroamericano que asombró al mundo al lograr la marca de 9,95. Lo más sorprendente, teniendo en cuenta que esa barrera se mantuvo a lo largo de siete décadas, es que pasaron menos de nueve años para que otro atleta, Silvio Leonard, bajara nuevamente de los 10 segundos. El tercero, Carl Lewis, lo hizo cinco años y medio después. Un mes y medio más tarde, Calvin Smith batía nuevamente esa marca.
¿Qué había sucedido? Algo muy sencillo: los atletas abandonaron la verdad absoluta de que era imposible hacerlo y, eliminada esta barrera psicológica, fueron batiendo la marca cada vez más a menudo. El freno de la imposibilidad se había convertido en el reto de lo posible.
El cuento más conocido del psicoterapeuta y escritor Jorge Bucay ilustra de manera muy diáfana en qué consiste una barrera psicológica en la vida cotidiana. Lo hace a través de la historia de un elefante.
Un niño observaba en un circo un enorme ejemplar que, después de hacer gala de gran fuerza durante su número, permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo, con una cadena que aprisionaba sus patas. Era obvio que tenía que ser capaz de liberarse con facilidad de aquel pequeño trozo de madera. El niño se preguntaba qué sujetaba entonces al animal.
Muchos años después, alguien le contó que aquella bestia del circo no escapaba porque había estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado grande para él. Lo intentó hasta el agotamiento, un día tras otro, por lo que el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso tiene grabado el recuerdo de su fracaso cuando era diez veces más pequeño. Jamás ha vuelto a poner a prueba su fuerza.
Del mismo modo que ese elefante, muchas personas que en el pasado no fueron capaces de conseguir algo (encontrar pareja, cambiar de trabajo, aprender un idioma, una nueva habilidad) siguen clavadas a una estaca que podrían derribar con solo dar un paso hacia delante. Todas las verdades son provisionales, incluso las de la actual crisis económica. De nosotros depende cuestionar la realidad oficial y, como Jim Hines, decidir dónde está el límite.

¡¡¡a veces las ideas flojean y nos dejamos llevar por la corriente!!!



La rutina, la costumbre o el hábito ayudan a vivir. Hay que elogiar la rutina, el hábito, y todos los bienes que, humildemente, velan. Frente a los que ven en la rutina un impulso tanático, un freno a la vida, a lo nuevo, ella supone un esfuerzo espléndido y constante que encubre su pasado de lucha por pudor. Esa especie de segunda naturaleza, esa espontaneidad adquirida, se ofrece cotidianamente para librarnos de la incertidumbre paralizante, de la angustia ante lo nuevo, del agotamiento en la lucha. La rutina nos mece en lo conocido, nos espera fiel como una promesa, nos ayuda a seguir

Muchas veces, cuando las ideas no se despliegan o no funcionan con suavidad o nosotras no las hacemos funcionar bien, perdemos la concentración. Eso es una parte de un ciclo natural y ocurre porque la idea se ha enranciado o nosotras hemos perdido la capacidad de verla de una forma renovada. Nos hemos hecho viejas y frágiles como el anciano de los “tres cabellos de oro”. Aunque se han apuntado muchas teorías a propósito de los “bloqueos” creativos, lo cierto es que los bloqueos más ligeros van y vienen como las pautas meteorológicas y las estaciones…. Exceptuando los bloqueos psicológicos, por ejemplo, el hecho de no llegar a la propia verdad, el temor a ser rechazadas, el temor a decir lo que sabemos, las dudas acerca de la propia capacidad, la contaminación de la corriente básica, la aceptación de la mediocridad o de la pálidas imitaciones……
Este cuento, que hemos visto en diferentes episodios (ver epígrafe Pinkola,) resulta excelente porque recorre todo el ciclo de una idea, la diminuta luz que se le concede y que, naturalmente, es la misma idea, la cual se agota y está a punto de extinguirse como parte de su ciclo natural. En los cuentos de hadas, cuando ocurre algo malo, significa que hay que probar otra cosa, que se tiene que introducir una nueva energía, que se tiene que consultar con un ayudante, un sanador, una fuerza mágica.
Pinkola

EL QUE NO CREE EN NADA VIVE SIN "NADA"



Cuando las palabras ingresan en el diccionario
las pobres están perdidas.
Si la palabra está sola, al aire libre,
se levanta en su significado, dice algo,
lo sostiene.
Pero cuando entre en el diccionario, la muchedumbre de significados
la esfixia.
Mario Benedetti.


EL YO SOLO NO EXISTE. SIN LOS DEMÁS NO ERES NADIE.


Todos los seres humanos desean ser queridos. Pero ¿Cuántos aman realmente? El verdadero amor actúa como un alquimista: convierte la ambición en altruismo y transforma el sufrimiento en Felicidad.“Cuando el sabio señala la Luna el necio mira el dedo” .


Que hemos venido a este mundo a aprender a amar es una verdad ancestral. Se descubrió antes de que empezara la historia de filosofía. Zoroastro, Mahavira, Lao Tese, Buda, Confucio, Sócrates, Jesucristo. Todos esto grandes sabios de la humanidad, cuyas enseñanzas dieron origen a las instituciones religiosas que conocemos hoy en día, dijeron esencialmente lo mismo:“Amar a los demás es el camino que lleva a los seres humanos a la felicidad”.Aunque muchos otros han seguido predicando con su ejemplo sobre el poder transformador del amor, pasan los años las décadas y lo siglos , y la gran mayoría de los seres humanos seguimos sin saber amar. Aprender esos no entra en los planes de nuestro proceso de condicionamiento familiar, social, cultural, religioso, laboral político y económico. Como estudiantes nos hacen memorizar lo inimaginable. Luego nos preparan para ser profesionales productivos. Pero se olvidan de lo más básico. Así es como entramos en el mundo: sin saber gestionar nuestra vida emocional.Y si bien el éxito no es la base de la felicidad, ésta sí es la base de cualquier éxito. Por el contrario desde pequeños no hacen creer que el mundo esta lleno de gente malvada. Que no hay que confiar en los desconocidos. Que lo importante es ocuparse de uno mismo e ir tirando. Así, el miedo, la frustración y el resentimiento van pasándose de generación en generación, creando una cultura basada en la desconfianza, la resignación y la insatisfacción.

¿LLEGÓ A TI COMO UNA PRIMAVERA LIBERADORA?




Si miramos nuestra historia de sueños encontraremos, seguramente, el día, en que descubrimos la Emancipación, a través quizá, de un testimonio de alguien o por el impacto de un suceso. Quizás no sabemos explicarlo pero ese impulso llegó a nosotros pasando por el corazón..... reflexiona, entonces, en esos momentos para encontrar la liberación de tu apego.

¿LIDERAZGO?





Mi jefe es demasiado diplomático

FRANCESC MIRALLES

Peor que un líder déspota y autoritario es el líder blando que quiere quedar bien con todo el mundo y no se enfrenta a los conflictos, lo que genera desánimo y frustración en su equipo. Los que dirigen la actividad a la que dedicamos la mayor parte de nuestra vida despierta, el trabajo, influyen de manera decisiva en nuestra felicidad cotidiana. Un mal jefe condiciona de tal manera nuestro día a día, que puede ser causa de apatía, depresión o incluso de una baja laboral.
“Un empleado con un jefe blando debe hacer lo que su superior no hace: pedirle liderazgo y conseguir compromisos”
En el cliché del dirigente a temer se suele mostrar la personalidad autoritaria, que no atiende a razones y carga todas las culpas sobre sus subordinados. Sin embargo, ese no es el perfil más nocivo. Hay algo aún peor que tener un jefe exigente e inflexible: sufrir un líder blando que quiere contentar a todos y, por lo tanto, no toma decisiones ni es justo con sus empleados. El diplomático resulta muy agradable al principio, pero cuando llegan los conflictos, su equipo queda indefenso debido a su falta de liderazgo. Detrás de su aparente moderación y timidez hay una persona que no se moja porque tiene miedo de equivocarse o de ganarse enemigos. Este perfil tan común en algunas empresas huye de los valores de la autoridad tradicional, pero a cambio ofrece más problemas que soluciones.
El líder clásico“Los diplomáticos solo son útiles cuando hace buen tiempo. Cuando empieza a llover, se ahogan con cada gota”(Charles de Gaulle)
Que hayamos superado el modelo de jefe déspota y jerárquico no significa que no debamos rescatar algunas de sus virtudes, ya que toda nave debe ser capitaneada si quiere llegar a puerto.Según la recordada Mercè Sala, que dirigió Renfe y el metro de Barcelona, el líder clásico se caracteriza por la toma de decisiones y la resolución de problemas. Antepone las necesidades de la organización a las de los empleados y se apoya en determinadas reglas que hace cumplir a su equipo. En cierto modo, representa la autoridad patriarcal llevada al mundo de la empresa.En el siglo XXI, en muchas organizaciones esta figura ha sido sustituida por el gestor sin carisma que hace su trabajo y rehúye los problemas. Muchos empleados se desesperan porque su jefe nunca se define e intenta quedar bien con todo el mundo, mientras se acumulan los problemas y las injusticias. Este líder blando puede acabar haciendo más daño que el líder duro y autoritario.En su libro El encanto de Hamelín, Mercè Sala cuestiona así este tipo de liderazgo: “Cuando una organización está muy burocratizada existe la tendencia a no tomar decisiones por miedo a equivocarse. En esta clase de empresa ya no hay un líder que dirija, sino un administrador que sigue la normativa al pie de la letra y es incapaz de detectar los problemas. Por este motivo predomina la ineficacia. (...) Un líder de verdad debe tener el estómago fuerte; liderar no es un plato apto para aquellos que tienen miedo a equivocarse o a crearse enemigos; tampoco lo es para aquellos que necesitan pruebas definitivas antes de tomar una decisión”.Los daños colaterales de esta clase de dirección son:

• Apatía de los empleados, que se sienten parte de una maquinaria gris donde todo funciona por inercia y cualquier propuesta caerá en saco roto.

• Frustración por la desidia de la empresa ante problemas que se podrían solucionar fácilmente y que se enquistan.

• Fricciones dentro del mismo equipo, que se ve obligado a autogestionarse, con lo que se imponen los caracteres más dominantes y, a menudo, tiránicos.

• Sentimiento de inutilidad y de pérdida de tiempo, lo que conduce a aplicar la ley del mínimo esfuerzo.
El líder blando

“Nunca se debe permitir que continúen los problemas para evitar un conflicto, puesto que no se evita, solo se retrasa por hacerse más grande” (Maquiavelo)
Las personas que trabajan en esta clase de entorno laboral se sienten desorientadas y sin motivación. Haciendo un símil con un equipo de fútbol, el entrenador blando sería aquel que no logra imponer una idea de juego, con lo que el equipo se arrastra por el campo a la espera de que un golpe de fortuna haga entrar la pelota. Quien no sabe “a qué juega” tampoco sabrá gestionar las diferencias entre los jugadores, con lo cual en el vestuario acaba mandando la mafia de los más fuertes. Resultado: fracaso asegurado para todos.Sin recurrir al modelo autoritario, el liderazgo efectivo es el que ejerce el entrenador que dirige así a su equipo:

• Transmite unos objetivos comunes y un estilo claro que da identidad.

• Escucha a cada uno de los jugadores y se asegura de que entienden el funcionamiento del sistema. Aprovecha sus virtudes individuales para el juego colectivo.

• Actúa de juez ante cualquier conflicto que se desata en el grupo y procura que no salga del vestuario.

• Cuando uno de los jugadores es irrecuperable y lastra el rendimiento general, lo aparta para que no intoxique el tono general del equipo.Pero si nos toca en suerte un líder blando tendremos que buscar cómo sobrevivir. El consultor especializado en recursos humanos Roberto Debayle sugiere lo siguiente ante el jefe que evita el conflicto a cualquier riesgo y no se moja: “Mi recomendación para un empleado con esta clase de jefe es que haga lo que su superior no hace: pedirle verbalmente el liderazgo que necesita y conseguir compromisos por escrito, si es una persona poco asertiva a la hora de dialogar”.Si nos dirigimos a él o ella con tacto y nuestro discurso es razonable reaccionará con moderado agradecimiento, además de con cierta sorpresa. Dado que su principal preocupación es conservar el puesto, hará los movimientos necesarios para corregir los defectos de su gestión para poder proseguir su silencioso liderazgo.
Cinco jefes indeseables

“Es más temible un ejército de cien corderos guiado por un león que un ejército de cien leones guiado por un cordero”(Charles Maurice)
La consultoría Otto Walter realizó hace unos años una encuesta entre más de 750 profesionales de nuestro país para que calificaran a sus directivos. Entre los modelos de líder más criticados estaban los siguientes:1. El irrespetuoso y prepotente. Tiene los peores vicios del jefe tradicional. Es aquel que humilla a sus empleados en público, se expresa a gritos y es vanidoso. Esta clase de dirigente consigue mantener el orden, pero no inspira ni motiva a sus subordinados.2. El que no escucha. Bastante común. No se puede dialogar con él o ella porque solo se escucha a sí mismo. A menudo vive las aportaciones de su equipo como un peligro para su gestión.3. El que es incapaz de apoyar a su equipo. Por miedo o por falta de personalidad, da la espalda a sus empleados cuando los debe defender ante un superior o un cliente. Esta actitud crea un gran sentimiento de desazón en la plantilla.4. El que se cierra en su despacho. No le gusta relacionarse con los empleados y, cuando habla, parece que lo haga en otro idioma. Vive en un mundo de cifras o abstractos objetivos, lejos de la realidad de su equipo.5. El que no sabe lo que quiere. Depredador terrible para el equilibrio psicológico de su gente, el líder que cambia constantemente de opinión o no da instrucciones claras arrastra a los suyos hacia una deriva que es peor que el “ordeno y mando”.Entre estos modelos negativos, aunque el primero parece el menos dañino, no se adecua en absoluto a las necesidades de nuestros tiempos, en los que los equipos necesitan maniobrar con creatividad y autonomía ante los cambios.Pedro Padilla, que ha dirigido la corporación Televisión Azteca, hace al respecto la siguiente reflexión: “Más que duro o blando con sus empleados, deberíamos hablar del líder justo o injusto. No sirve de nada un líder blando, pero injusto; a la mayoría de los empleados no les importa que su líder sea duro, siempre que proceda con justicia y dé a cada uno lo que le corresponde”.Tal vez ahí esté la clave: actuar con justicia y reconocer los méritos de los demás puede bastar para, una vez fijado el objetivo común, volar todos en la misma dirección.Esa es una lección que no solo deberían aplicarse los jefes y jefas con asalariados. También los padres deben ejercer una autoridad motivadora e inteligente con sus hijos, por no hablar del difícil ejercicio de gobernarse cada uno. A la hora de ser justos y de detectar los problemas hay que empezar por uno mismo.
¿Sumisos o combativos?“Padres, maestros y hombres de negocios han conspirado inconscientemente para producir un país de tímidos. En la infancia muchos padres censuran a los hijos que se atreven a defender sus derechos. Los maestros premian a los estudiantes que no discuten el sistema educativo y tratan con dureza a los que lo cuestionan. Todo empleado aprende, al empezar su carrera, que si protesta no es probable que reciba un aumento o un ascenso. Después, esta actitud se extiende a la vida familiar y social”. Herbert Fensterheim, No diga sí cuando quiera decir no.

¿Y SI LA VIDA SÓLO FUERA UN SUEÑO? PUES LA MUERTE NO EXISTE SIMPLEMENTE HAY PROTAGONISTAS ANÓNIMOS DE ESPEJISMOS





¿Es que ya nadie va a ilusionarse?
XAVIER GUIX
Necesitamos entusiasmo. Es una de las claves de la vida. Además, es contagioso. Vale que las cosas están mal. La crisis, el paro. Pero en la espiral del pesimismo nadie sale del agujero. Nada se puede esperar de quien no cree en sí mismo.
En los repertorios que usamos para interpretar la realidad, algunas palabras como ilusión, alegría, optimismo o entusiasmo han perdido brillo. No se ajustan al contexto, pero sin ellas la vida queda encogida. Siguen ahí, esperándonos.
"Caer no es el problema. Lo será el tiempo que necesitemos para levantarnos de nuevo"
En tiempos de indignación parece contrapuesto estar reivindicando el entusiasmo como motor de nuestra existencia, tanto individual como colectiva. Sin embargo, es un ejercicio necesario el comprender la simultaneidad de nuestras emociones, así como las graves consecuencias que conlleva instalarse en creencias limitantes, más aún cuando se contagian masivamente. Mucha gente se siente hoy invadida por sentimientos de desesperanza, impotencia y pérdida de validez personal. No cabe duda de que existen razones y evidencias para ello. Pero también es cierto que por nuestras venas sigue circulando la vida, que el corazón sigue batiendo, que todo nuestro organismo sigue despierto y sensible. No hemos perdido aún, que se sepa, la capacidad de sentirnos vivos, de decidir hasta dónde queremos que nos afecten los sucesos del exterior y, sobre todo, no hemos perdido la facultad de seguir sintiendo y amando. Tenemos, si queremos, la posibilidad de cambiar, de decidir cómo vivir.
TODO OCURRE SIMULTÁNEAMENTE
"Los ideales que iluminan mi camino y una y otra vez me han dado coraje para enfrentar la vida con alegría han sido: la amabilidad, la belleza y la verdad" (Albert Einstein)
Existen motivos para la indignación y también para la alegría o el entusiasmo. Lo malo del asunto es cuando quedamos atrapados en un sentimiento, en solo uno, y lo convertimos en el filtro por el que percibimos toda realidad. Sabemos que, atrapados en una emoción, no solo se resiente nuestro organismo, sino que acuden a nuestra mente ideas y planes tamizados por dicha emoción. Si hay miedo, por ejemplo, se contrae el estómago, asoman expresiones de terror y acuden a la mente imágenes dramáticas. Si, por el contrario, sentimos emociones positivas, los efectos también lo serán.
Lo curioso del bagaje humano es que podemos sentir emociones y sentimientos contradictorios a la vez. Probablemente, habremos experimentado esas simultaneidades en situaciones reconocibles: en los duelos se mezclan el dolor y el amor; en las tensiones de pareja, el amor y el odio; cuando somos duros y tiernos a la vez con los hijos o con las amistades. Asistimos a un mundo en el que coexisten la avaricia y la especulación con el altruismo y la compasión.
Dicho así, podemos simultanear la indignación o la sensación de impotencia con el coraje y el entusiasmo. Aunque aparenten contradicción, pueden ser experimentados a la vez. Todo dependerá del que fomentemos más, al que consideremos más competente. La trampa consiste en creer solo en una posibilidad.
CONTAGIARSE DE ENTUSIASMO
"Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma" (Albert Schwitzar)
El sustantivo entusiasmo procede del griego enthousiasmós, formado sobre la preposición en y el sustantivo theós (dios), lo que suele traducirse como el ser habitado por los dioses, o por las energías creadoras del universo. El entusiasta tiene el poder de crear dentro de sí mismo y, lo mejor, contagiarlo a los demás. Esa es una de las claves del éxito en la vida. El entusiasmo tiene la mayor capacidad de influencia, mientras que el desánimo ahuyenta. El entusiasta que no vende humo despierta luz en los demás.
La primera ocurrencia errónea, cuando se habla de estas facultades, es considerarlas propiedades naturales o genéticas. Pero el entusiasmo es energía creadora, una fuerza generativa voluntaria. La tenemos todos, porque todos, en algún aspecto, hemos sentido su fulgor ante expectativas ilusionantes. Lo único que puede degollar su presencia son las creencias limitantes; aquí podríamos inscribir los "no puedo", "no sé", "no servirá de nada", "es imposible", "es muy difícil"... ¿Para qué entusiasmarse ante tantas dificultades como nos pone la vida? Para convertirlas en posibilidades. ¿De qué sirve el entusiasmo cuando no se tiene trabajo? Pues precisamente para crear mejores condiciones para conseguirlo. Seligman confirmó en sus estudios que el entusiasmo se encuentra en aquellos individuos que piensan que hay que vivir plenamente cada momento de la vida, evitando el abatimiento y la indefensión.
En cambio, ¿qué se puede esperar del que no cree en sí mismo? ¿Qué acaba contagiando aquél que anda todo el día indignado? No quisiera con ello mostrarme poco sensible ante el sufrimiento de muchas personas, entre los que incluyo a familiares propios. Tampoco propongo brindis al sol y mantenernos ingenuamente contentos, pero engañados. Solo me pregunto: ¿Cuánto tiempo queremos permanecer encerrados en el sufrimiento? ¿Tiene alguna utilidad? ¿Cómo salir de ahí?
DEL DESÁNIMO A LA ILUSIÓN
"La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla; si uno la empuja, la cierra cada vez más" (Sören Kierkegaard)
Es un hecho que el desánimo forma parte de nuestro vivir. Caer, entonces, no es el problema. Lo será el tiempo que necesitemos para levantarnos de nuevo. Hoy sabemos que estos procesos internos, la gestión de nuestras emociones, no depende solo de los estímulos exteriores, sino del manejo de nuestra mente; entre otras cosas, porque esa misma mente es la que crea estímulos que se convierten en estados emocionales. Pasar del desánimo a la ilusión es un ejercicio que requiere manejar sabiamente nuestros pensamientos y nuestras palabras, sosteniendo lo positivo y bloqueando toda anticipación negativa o dramática de un hecho que aún no ha ocurrido. Ocupémonos con entusiasmo del presente y dejemos para mañana lo que es del mañana.
Decía Gregorio Marañón que el entusiasmo es signo de salud espiritual. Quizá sea el remedio que necesitamos ante la avalancha y la indigestión de tanto mensaje catastrofista. Por qué no mirar a nuestro alrededor y poner la atención en las cosas pequeñas, en los gestos amables, en las miradas tiernas, en los detalles que contiene un hermoso día de sol o en la pasión que transmiten los que aman a la vida.

...DE NOCHE LAS COSAS SON DISTINTAS.....¿RESUCITA EL ALMA?



No deberíamos olvidar que aquel que de manera notoria se enaltece será humillado aunque la humildad nos enaltece. La Emancipación nos indica que es más cómodo hablar de los demás y no de nosotros. Más si somos honestos, también en nuestras vidas hay una distancia entre las palabras y los actos.


De noche las cosas son distintas, por lo que, para comprender este cuento tenemos que bajar a una conciencia nocturna, a un estado en el que somos más conscientes de todos los crujidos y chirridos. De noche es cuando estamos más cerca de nosotras, de las ideas y sentimientos esenciales que no se perciben con tanta claridad durante las horas diurnas.
En el mito la noche es el mundo de la Madre Nyx, la mujer que hizo el mundo. Es la Vieja Madre de los Días, una de las viejas brujas de la vida y la Muerte. A efectos de interpretación, cuando es de noche en un cuento de hadas sabemos que estamos en el inconsciente. San Juan de la Cruz lo llama “la noche oscura del alma”. En este cuento, la noche tipifica el período en el que la energía, bajo la forma de un viejo muy viejo, es cada vez más débil. Es un período en el que nos encontramos en cierto modo en las últimas.
Perder concentración equivale a perder energía. Y lo peor que se puede hacer cuando hemos perdido la concentración es correr de un lado a otro para intentar reunirlo todo otra vez. No hay que correr. Tal como vemos en el cuento, lo que hay que hacer es sentarse y acunar. La paciencia, la paz y el movimiento de balanceo renuevan las ideas. El simple hecho de sostener la idea y de tener la paciencia de acunarla es lo que algunas mujeres llaman un lujo. La Mujer Salvaje dice que es una necesidad.
Es algo que los lobos saben muy bien. A veces, cuando aparece un intruso los lobos gruñen, ladran e incluso lo muerden, pero otras veces se retiran hacia el lugar donde se encuentra su grupo y se sientan tal como haría una familia. Se limitan a permanecer sentados y a respirar juntos. Las cajas torácicas se hunden hacia dentro y se proyectan hacia fuera, suben y bajan. Se concentran en sí mismos, preparan de nuevo su terreno, regresan al centro de sí mismos y deciden qué es lo más importante y qué hacer al respecto. Llegan a la conclusión de que “de momento no van a hacer nada, se limitarán a permanecer sentados y a respirar, se limitarán a balancearse juntos”.
Pinkola

EL ENCUENTRO ENTRE DOS PERSONALIDADES ES COMO EL CONTACTO ENTRE DOS SUSTANCIAS QUÍMICAS: SI HAY ALGUNA REACCIÓN, AMBAS SE TRANSFORMAN




Necesitamos Contacto

CRISTINA LLAGOSTERA


El bienestar también depende de las redes de relaciones que tejemos y de la capacidad para derrumbar los muros supuestamente defensivos que construimos a nuestro alrededor.Una enfermera me contaba hace poco que durante la noche, cuando la oscuridad y la quietud reinan en el hospital, algunos pacientes demandan atención de manera repetida. Aducen diferentes tipos de malestar o necesidades que ella, como las demás enfermeras, procura resolver. Sin embargo, su experiencia le dice que detrás de esos síntomas se esconde más bien la necesidad de contacto. La soledad de la noche favorece que emerjan temores e inquietudes. Entonces, una caricia, una mirada atenta, coger la mano o acercarse a la cabecera de la cama a escuchar surten un efecto calmante inmediato.
“Los prejuicios sociales limitan y vetan la comunicación, especialmente en lo que concierne al tacto y la proximidad física”

Generalmente le damos poca importancia a estas “medicinas” gratuitas, pero establecer un contacto cercano y cálido con otra persona depara grandes beneficios tanto para la salud física como mental. Diversos estudios demuestran que la ternura y el tacto ayudan a disminuir el estrés, la ansiedad y el dolor. Bien conocido es el efecto analgésico que puede tener para un niño el beso de su madre. Desde el momento del nacimiento se busca instintivamente ese calor humano. Sin alimento, un bebé no podría sobrevivir, pero sin afecto tampoco. Ya de adultos, además de satisfacer unas necesidades fisiológicas básicas, existe una necesidad igualmente importante: sentir proximidad afectiva.Es posible conectar con otra persona a través de la mirada, la palabra y la escucha, el tacto e incluso el gusto y el olfato. Los sentidos abren una puerta que favorece la comunicación. No obstante, a pesar de necesitarlo y desearlo tanto, el contacto profundo y genuino no abunda.Bienestar compartido

“Todos nacemos del amor.Es el principio de la existencia y su único fin” (Benjamin Disraeli)

Virginia Satir, pionera de la terapia familiar, repetía a menudo: “El contacto afectivo es a las relaciones como la respiración al mantenimiento de la vida”. Cualquier tipo de contacto supone un acto de comunicación. Esta capacidad de conectarse para enviar y recibir mensajes –con o sin palabras– da forma a nuestras relaciones.Los neurólogos insisten en que los seres humanos, igual que las neuronas, necesitan estar conectados, y que su bienestar depende de las redes de relaciones en las que están integrados. Por eso se recomienda mantener intereses compartidos y establecer contacto afectivo con otras personas. Mientras que el aislamiento social se asocia con una mayor incidencia de problemas cardiovasculares, depresión, dolores musculares y deterioro de la memoria, estudios recientes con pacientes de cáncer han demostrado que las relaciones afectivas protegen a la hora de afrontar la enfermedad.El precio del cariño

“La única anormalidad es la incapacidad de amar” (Anaïs Nin)Una tragedia de nuestra sociedad es la cantidad de personas que están solas o se sienten solas sin haberlo elegido. Podemos estar conectados con millones de individuos a la vez, pero escasea el contacto real y cercano. En la era de la comunicación faltan herramientas para establecer relaciones en las que se conecte íntimamente con el otro. A menudo, en la familia se comparte un mismo techo, pero en la práctica se vive de manera separada, sintiéndose aislado incluso en compañía. Gran parte de los conflictos conyugales se debe a una desconexión entre los miembros de la pareja. Y hay personas que, a pesar de desearlo, no consiguen salvar la distancia que las aleja de los demás.Una carencia crónica de cercanía emocional puede desembocar en relaciones en las que se acepta cualquier precio a cambio de cariño. Otras veces, el hambre de afecto se intenta compensar con sustitutos: compras compulsivas, comida, sexo… Una investigación revela que a menudo la mayor motivación para mantener relaciones sexuales es lograr un contacto afectivo.Al contrario de otras necesidades humanas, la necesidad de contacto precisa de la participación de otra persona. Pero además existen barreras personales que pueden dificultar esa conexión. Por un lado, los prejuicios sociales limitan y vetan la comunicación, especialmente en lo que concierne al tacto y la proximidad física. Y otro tanto sucede con las propias defensas que a menudo aparecen ante el temor que genera la intimidad.Una frontera permeable

“Tengo miedo de decirte quién soy. Porque si te digo quién soy, puede que no te guste cómo soy, y eso es todo lo que tengo”(John Powell, músico)

Puede resultar sorprendente: lo que más se desea, en este caso la proximidad afectiva, también atemoriza. Inconscientemente, existe la impresión de que quien se muestra demasiado abierto corre el riesgo de ser invadido. Es lógico. Al entrar en contacto con otra persona nos mezclamos, aunque solo sea ligeramente. Quizá podemos sentir la pena, el dolor o la alegría que está sintiendo el otro, o algunos de sus pensamientos pueden infiltrarse.Al entablar contacto es posible sentirse desnudo o vulnerable. Se desvela una parte interna de la personalidad, y existe el temor a la burla o a que el otro utilice la información para controlar o lastimar. Esta tendencia a defender el espacio personal es saludable, salvo cuando se convierte en una barrera que impide conectar con los demás. Pero el riesgo también implica una ganancia. Solo cuando alguien puede mostrarse como es puede conectar realmente con otra persona y enriquecerse de la relación. Aunque las fronteras personales deben existir, conviene que no sean rígidas e inamovibles, sino permeables según las circunstancias.Bálsamo emocional

“Tu misión no es buscar el amor, sino descubrir todas las barrerasque has creado en tu interior para no verlo” (Jalal ad-din Rumi)

Algunas personas necesitan el contacto. Lo manifiestan en una demanda continua de afecto y en que prefieren estar en compañía. Una exacerbada necesidad puede estar asociada a un pasado de carencias afectivas que han dejado un hueco difícil de llenar. Puede ser consecuencia de unos primeros vínculos distantes o ambivalentes con las personas más cercanas. O, por el contrario, quizá una dedicación excesiva provocó que se creciera centrado en las propias necesidades. Como personas precisamos el placer del contacto sin amenaza de intrusión o abandono a fin de adquirir una sensación de seguridad en las futuras relaciones. Sin embargo, apunta Boris Cyrulnik en su libro El amor que nos cura, ciertas relaciones adultas pueden sanar esas heridas emocionales.No hemos de olvidar que elaboramos una imagen de nosotros mismos a través de la interacción con los otros seres humanos. Por eso, recibir cariño, atención y aprecio ayuda a sentir que se es merecedor del interés y el amor de los demás.El contacto que transforma.





“El encuentro entre dos personalidades es como el contacto entre dos sustancias químicas: si hay alguna reacción,ambas se transforman” (Carl G. Jung)





Todos disponemos de las herramientas necesarias para establecer un buen contacto: las expresiones faciales, la mirada, los gestos, el cuerpo, la voz… La cuestión estriba en cómo las utilizamos. Para establecer un buen contacto es muy importante la congruencia. Significa que las palabras reflejan lo que sentimos y pensamos, y las expresiones corporales y faciales también. Desde esta autenticidad es posible ganar proximidad con los demás. Al abrirnos se produce una reacción expansiva que se mide tanto en el cuerpo como en la sensación de relajación y calor. Mientras que los sentimientos de hostilidad producen una retracción.El beneficio del contacto es simétrico. Si se da una atención afectuosa, procura placer tanto tocar como ser tocado, escuchar como ser escuchado, mirar como ser mirado. Cuando fluye este calor humano, las defensas se aflojan y las personas se sienten más libres. Resulta asombroso, por ejemplo, el efecto que puede tener en una pareja dejar a un lado las pugnas para conectar realmente con el otro.Tenemos a nuestro alcance un recurso económico a la par que efectivo: el contacto humano. Las caricias, las palabras, las miradas… no solo aportan consuelo, alivio, ternura, atención, afecto, sino que tienen la capacidad de transformarnos, haciéndonos sentir mejor y enriqueciéndonos como personas.

¿ES UNA MADRE UN LÍDER-COACH O UN SUSTENTO ALIMENTARIO QUE NOS ENCIERRA EN LA CÁRCEL DEL APEGO?



El pasado es la única temporada que crece cada día.
Desde el hoy solemos contemplarlo con un poco de angustía.
Y nunca está completo.
En el pasado hay remansos de amor y pozos de odio.
Ruiseñores canosos y cigüeñas mudas.
Crímenes y caridades, octubres primaverales y....
junios congelados.
Mario Benedetti
El líder-coach no sólo expande sus habilidades y competencias, si no que motiva, potencia y enriquece el trabajo del equipo. Las capacidades conversacionales, el conocimiento de sí mismo y el aprender, ayudarán a generar cambios en las personas, en los vínculos y en las organizaciones.


Los cambios en una organización no perdurarán si no tienen arraigo en las personas que la componen, en sus sistemas de creencias, en sus valores, en su modo de percibir el mundo, en el modo de relacionarse y en la forma en que asumen responsabilidad.
Una adaptación de este concepto puede ser en la relación "filio-maternal". Es natural ver que cuando somos bebés-niños o adolestentes la relación HIJO-MADRE es casi del 100%.
En la etapa de adolescentes ya empieza a distanciarse las voluntades para empezar a tomar distancia a partir de la juventud. ¿qué falta? ¿puede una madre ser la lider-coach de su hijo de la misma manera que lo puede ser de su hija?

ENTRE LO QUE TÚ ENTENDISTE Y LO QUE YO QUERÍA DECIR



Hablar no siempre es comunicar
FERRAN RAMON-CORTÉS


¿Siente que su audiencia se duerme mientras usted interviene en público? Seducir. Motivar. Desarrollar la empatía. Estas son algunas claves para el éxito de sus discursos.
Asistí a la convención de una importante multinacional. En una mañana nos despacharon un seguido de cinco intervenciones con tan solo una pausa para el café. Al final de la densa mañana pudimos hacer balance del acto: ninguno de los ponentes respetó el tiempo asignado, con lo que fuimos acumulando un considerable retraso al final de la mañana, que se resolvió eliminando el esperado espacio de tiempo libre antes de la comida. Cada intervención contenía un sinfín de desordenadas ideas que eran imposibles de retener. El primer ponente, aún sin pretenderlo, sonó a bronca: su tono de voz resultaba agresivo y exageradamente vehemente. El segundo ponente nos hizo desear el café con desmesura: su monótona dicción y una presentación plagada de tecnicismos nos sumieron en un profundo sopor. El tercero no llegó a presentar ni la mitad de sus diapositivas: se fue por las ramas desde el primer minuto, desconcertándonos a todos. Los dos últimos fueron medianamente correctos. Pero ahora, rememorando la convención, no sabría decir ni por aproximación de qué hablaron.

El resultado es que más de un centenar de personas acabaron exhaustas y sin ninguna idea clara, con una sensación de que estaban allí simplemente porque no había más remedio. Y cinco directivos perdieron la oportunidad de seducirlas, de motivarlas y de transmitirles sus mensajes.
DIFERENCIAS IRRECONCILIABLES

ENTRE HABLAR Y COMUNICAR
"La emoción lleva a la acción, mientras que la razón lleva a la conclusión" (Donald B. Calne)
Hablar es transmitir información, algo que todos somos capaces de hacer sin demasiada dificultad. Comunicar es, además, mover una emoción. ¿Y por qué deberíamos querer, en una presentación en público, mover las emociones de la gente? Los motivos son dos: en primer lugar, porque en nuestra comunicación tenemos la obligación de ser impactantes, de ganar la atención de la gente. Y en segundo lugar porque las emociones serán en gran medida responsables de la memorabilidad de nuestra intervención.
Cuando comunicamos, competimos. Competimos con la enorme cantidad de presentaciones e información que nuestra audiencia recibe y recibirá. Y nuestra obligación es que, con el paso del tiempo, nuestra presentación sea la que se recuerde. La que haya impactado más. Hacerlo requiere técnica, pero está al alcance de todos. No es solo cuestión de talento. También es importante una buena preparación.
PRIMERO: ¿QUÉ SE QUIERE DECIR?
"Si todo es importante, nada es importante" (Garr Reynolds)
Todos sabemos mucho de algo. Y si nos dan la oportunidad de contarlo, podemos llenar horas encadenando un argumento tras otro. Esta no es la manera de construir una presentación impactante. Una buena presentación necesita articularse alrededor de una única idea. Tenemos que poder escribir una única frase antes de empezar a desarrollar la intervención. Si no lo hacemos así, el daño colateral es claro: nos enrollaremos. Hablaremos más de la cuenta. Y la audiencia no sabrá qué mensaje elegir de entre los muchos que habremos dado. Y ha de ser, además, una idea grande, valiosa, que aporte algo nuevo, o una visión nueva de algo conocido. Que la gente tenga la sensación de que ha recibido un regalo de valor, que valía la pena atender. Porque si no, no volverán. Si lo hacen será desconectados, sin la intención de prestar atención. Es una cuestión de respeto a la audiencia, de preguntarse: ¿qué hay de valor para ellos en mi intervención?
EN BUSCA DE LA MEMORABILIDAD
"Si su misión no puede transmitirse en cinco minutos, o con una historia, es que no la tiene" (John Kotter)
La mente es una criatura metafórica. De pequeños, aprendemos con historias, con cuentos, con piezas narrativas que nos transmiten las ideas estimulando nuestra imaginación y estableciendo conexiones con nuestra vida y nuestras experiencias. Y, en cambio, de mayores, parece que tengamos que aprender a base de sofisticadas exposiciones conceptuales, precisas definiciones e información perfectamente ordenada, pero fría y racional, sin concesiones a la narración. Es cierto que estamos preparados para entender una definición, pero no es menos cierto que como más disfruta la mente es con una buena historia, y que las narraciones conectan directamente con la emoción.
Es importante dar la información necesaria, pero es importante también -imprescindible para mí- complementarla con una buena historia. Es lo que nos asegurará la conexión emocional y la memorabilidad. Es mucho más fácil recordar una buena anécdota que una precisa información.
El camino es arriesgado, porque una mala historia, una historia que no tenga que ver con nuestro argumento, nos destrozará la intervención. Pero la literalidad de una explicación conceptual sin ejemplos, sin metáforas o sin elementos narrativos, será olvidada sin remedio. Las cosas que entendemos, las olvidamos. Las que además de entender las sentimos, las recordamos para siempre.
ENTRE LO QUE TÚ ENTENDISTE Y

LO QUE YO QUERÍA DECIR
"Comunicamos lo que sentimos, nada más que lo que sentimos" (Oriol Pujol Borotau)
Podemos tener perfectamente estructurado nuestro discurso. Incluso con las palabras escritas se puede comunicar algo distinto a lo que queremos. La comunicación en público, el tono de voz y el lenguaje no verbal tienen un valor muy superior a la palabra, y si el qué decimos (la palabra) no concuerda con el cómo (tono de voz y expresión no verbal), lo que cuenta, sin duda, es el cómo.
Es necesario estar en contacto con nuestro estado de ánimo a la hora de comunicar: si estamos enfadados, lo transmitiremos. Si no nos creemos el proyecto, se notará. Preparamos a menudo con precisión nuestro discurso. Preparemos también nuestra intervención, empezando por ponernos en el estado emocional que precisa nuestro discurso, porque es lo que la gente captará.
EMPEZAR BIEN... Y ACABAR MEJOR
"Teatro es todo aquello que hay entre un buen inicio y un buen final" (Molière)
Es importante tener un buen comienzo: la audiencia no tardará más de tres minutos en decidir si nos escucha o si se evade. Funcionan muy bien las anécdotas y las historias en este punto. Somos curiosos por naturaleza, y prestaremos atención aunque solo sea para conocer el final. También importa el final, pues nos jugamos el sabor de boca que dejaremos como ponentes. Que puedan decir: "La presentación ha sido interesante, y el ponente ha estado brillante". Este comentario tendrá mucho que ver con un final preciso, escenificado con seguridad, que contenga la idea fundamental de la presentación. Que no sea un final de maratón en el que viendo la línea de llegada, viendo que ya terminamos el suplicio, nuestra voz va perdiendo fuerza para terminar en un tímido "y esto es todo".

Discursos de éxito
En Youtube se puede ver la intervención de Steve Jobs en el acto de graduación de la Universidad de Stanford, un ejemplo memorable que mantiene su vigencia con el paso del tiempo. También resulta especialmente brillante la última presentación de Randy Pausch en la Universidad Carnegie Mellon ('The last lecture'), transformada posteriormente en un libro. El discurso de Barack Obama en Tucson, con motivo del acto de homenaje a las víctimas del atentado que tuvo lugar en dicha ciudad, es un ejemplo de dominio absoluto de los diferentes registros emocionales.
En la página web www.ted.com se pueden repasar algunas de las presentaciones más efectivas y brillantes que se están realizando en estos momentos en todo el mundo.

Cinco claves para una buena intervención en público
1. Un único mensaje. Una idea centrada y valiosa para la audiencia.
2. Explicado de forma memorable, con metáforas, ejemplos, vivencias o cualquier otro recurso narrativo.
3. En un lenguaje que conecte, evitando tecnicismos o lenguajes gremiales.
4. Hay que tener en cuenta que lo que importa es lo que la gente capta, no lo que uno tenía intención de decir.
5. Invitar a la gente a estar de acuerdo, no forzarla.
(Extraídas del libro 'La isla de los cinco faros', de la editorial Planeta).

¡¡¡DIGAMOS QUE LO HEMOS SOÑADO!!!



“Nada sucede exactamente como imaginamos; la imaginación nunca sabe ser tan esplendida como la realidad”
Fantasía creativa como renovación del fuego creador
Imaginemos ahora que lo tenemos todo muy claro, sabemos cuál es nuestro propósito, no nos hundimos en fantasías de evasión, estamos integradas y nuestra vida creativa florece. Necesitamos otra cualidad; necesitamos saber qué tenemos que hacer, no en caso de que perdamos la concentración sino cuando la perdamos; es decir, cuando nos cansemos momentáneamente. ¿Cómo? ¿Qué después de tanto trabajo podríamos perder la concentración? Pues sí, sólo la perderemos provisionalmente, pero es algo natural. He aquí, a este respecto, un cuento bonito que en nuestra familia se llama “Los tres cabellos de oro”.
Una vez, en una profunda y oscura noche, una de esas noches en que la tierra es de color negro y los árboles parecen unas nudosas manos recortándose contra el cielo azul oscuro, en una noche exactamente como ésta un solitario anciano atravesaba el bosque con paso vacilante. A pesar de que las ramas de los árboles le arañaban el rostro y le medio cegaban los ojos, él sostenía una pequeña linterna. Dentro del farolillo la vela encendida se iba agotando poco a poco.
El anciano ero todo un espectáculo con su largo cabello amarillento, sus amarillos dientes medio rotos y sus curvadas uñas de color ámbar. Tenía la espalda tan encorvada como un saco de harina y era tan viejo que la piel le colgaba en volantes de la barbilla, los brazos y las caderas.
El anciano avanzaba a través del bosque, agarrándose a un abeto e impulsando el cuerpo hacia delante para agarrar otro abeto. Y, con este movimiento de remero y el poco aliento que le quedaba, proseguía su camino.
Todos los huesos del cuerpo le dolían como si estuvieran ardiendo. Las lechuzas de los árboles emitían unos chirridos semejantes a los de sus articulaciones mientras él proyectaba el cuerpo hacia delante en medio de la oscuridad. A lo lejos brillaba una minúscula y trémula luz, una casita, un fuego, un hogar, un lugar de descanso. El anciano avanzó con gran esfuerzo hacia aquella luz. Llegó a la puerta exhausto, la vela de la linterna se apagó y él entró y se desplomó en el suelo.
Dentro había una anciana sentada delante de una espléndida chimenea encendida. La anciana corrió a su lado, lo tomó en brazos y lo llevó a la chimenea. Allí lo sostuvo en sus brazos como una madre sostiene a su hijo y lo acunó en su mecedora. Allí estaban ellos, el pobre y frágil anciano que no era más que un saco de huesos y la vigorosa anciana que lo acunaba hacia delante y hacia atrás diciéndole “calma, calma. No pasa nada…
Se pasó toda la noche acunándolo y, cuando ya estaba a punto de rayar el alba, el anciano había rejuvenecido y ahora era un apuesto joven de cabello de oro y largos y fuertes miembros. Pero ella lo seguía acunando: Calma, calma. No pasa nada….
El amanecer ya estaba muy cerca y el joven se había convertido en un niñito precioso de cabello de oro trenzado como el trigo.
Al rayar el alba, la anciana arrancó rápidamente tres cabellos de la preciosa cabeza del niñito y los arrojó a los azulejos del suelo. Los cabellos hicieron “Tiiiiiiiiing¡Tiiiiiiiiiiiing¡ Tiiiiiiiiiing!
Y el niñito que la anciana sostenía en sus brazos bajó a gatas de su regazo y corrió a la puerta. Se volvió un instante para mirar a la anciana, le dirigió una deslumbradora son risa y después dio media vuelta y ascendió al cielo para convertirse en el radiante sol matinal.
Pinkola

La sombra no existe. Lo que tú llamas sombra es la luz que no ves.



Deja de preocuparte tanto


CRISTINA LLAGOSTERA
La sombra no existe. Lo que tú llamas sombra es la luz que no ves



Ocuparse de algo antes de que ocurra da sensación de control a algunas personas. Sin embargo, puede generar estrés y no mejora la capacidad para afrontar las dificultades.Siempre sufriendo por lo que pueda pasar, siempre pensando en posibles peligros o problemas: para algunas personas, la preocupación constituye una compañera permanente que les impide vivir de manera relajada. Se sienten nerviosas con facilidad y pueden incluso tener dificultad para conciliar el sueño o concentrarse. Su mente está siempre alerta, dando vueltas alrededor de los temas que en ese momento les inquietan.Al intentar eliminar de la mente una preocupación, a menudo se obtiene el resultado contrario: se intensifica.No toda preocupación resulta nociva; a menudo, ante sucesos difíciles, es irremediable y humano sentir inquietud.
La palabra preocupación significa justamente ocuparse con insistencia de algo antes de que suceda, lo que causa desasosiego o temor. Pero, ¿tiene sentido angustiarse por lo que todavía no ha ocurrido? Las personas para las que preocuparse supone un hábito necesitan esa actividad mental para hacer su vida más predecible. Si no se agobian, si no piensan en las múltiples posibilidades, especialmente las más negativas, no sienten que dominan la situación.La preocupación produce una ilusión de control. A menudo se considera que esa estrategia permite estar más preparado para cualquier contrariedad o revés del destino. Sin embargo, la realidad suele ser bien distinta: preocuparse por anticipado no sólo no mejora la capacidad para afrontar las dificultades, sino que genera estrés a través de la imaginación, lo cual tiene idénticas repercusiones físicas, mentales y emocionales que una situación real.


La ilusión de control


El hombre tiene sus preocupaciones en todos los rincones de la Tierra" (Confucio)


Nuestro cerebro es una máquina de anticipar. A lo largo del proceso evolutivo ha incrementado paulatinamente su capacidad para predecir, utilizando analogías con el conocimiento acumulado de experiencias anteriores, tanto propias como de los ancestros. Según el escritor y filósofo José Antonio Marina, no existe especie más miedosa que la humana. Es el tributo que hemos de pagar por nuestra inteligencia privilegiada.Por un lado, esta facultad para ser previsores constituye una ayuda inestimable para la supervivencia, dado que permite evitar el peligro incluso antes de que se manifieste. También es un recurso para aprender, así como para planear proyectos y crear medios con que lograr metas futuras. Pero esta habilidad también causa alguno de nuestros fallos más evidentes.Precisamente la capacidad de anticipar es lo que atrapa a muchas personas en círculos viciosos de preocupación. Al vivir entre el recuerdo y la imaginación, entre los fantasmas del pasado y el futuro, se reavivan antiguos peligros o se inventan amenazas nuevas. Resulta fácil entonces confundir la fantasía con la realidad, y sufrir terriblemente por la incertidumbre de lo que pueda pasar.


¿Una cuestión de carácter?


Al hombre sólo le gusta contar sus problemas, pero no cuenta sus alegrías" (Fiódor Dostoievski)


Hay personas que se definen como sufridoras. Consideran la preocupación como un rasgo de su carácter. No sólo se atormentan a sí mismas con esta exagerada aprensión, sino que también suelen desplazar este temor a las personas de su entorno. Piden, o a veces exigen, recibir noticias constantes para lograr su propia tranquilidad y, sin darse cuenta, pueden hacer sentirse a los demás responsables de su sufrimiento.A nivel social, preocuparse por el bienestar ajeno se considera signo de interés y entrega hacia los demás. Posiblemente por este motivo quienes se identifican con esta cualidad la proclaman incluso con orgullo: "Soy así, no puedo evitarlo".En parte esta afirmación resulta acertada. Si se intenta eliminar de la mente una preocupación a menudo se obtiene el resultado contrario: el pensamiento se torna todavía más presente o se intensifica. Se debe al efecto paradójico de la evitación, pues cuando se pretende no pensar en algo, en ese mismo momento ya está ocupando la mente.Intentar suprimir las ideas que generan angustia, por tanto, no supone una verdadera solución. Por eso al final la persona cree que la inquietud es algo irremediable y superior a ella.Adiestrar el pensamiento"Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo" (Franz Grillparzer)Quizá no se pueda evitar que aparezcan preocupaciones, pero sí decidir conscientemente qué hacer con ellas. De ese modo, en vez de crecer e invadir gran parte del espacio mental, pueden definirse de manera más concreta y dar pie a acciones productivas.Sabemos que los pensamientos influyen directamente en el estado anímico y encierran por ello un gran poder. Pero pocas veces se señala que al pensar bien también se aprende, lo cual a menudo ni surge de manera natural ni resulta fácil. Si se deja que la mente vague libre, es posible que la persona se sienta perdida a causa de un pensamiento desbordado y fuera de control.Para empezar, conviene ser cuidadoso con los calificativos que se utilizan al hablar de uno mismo, especialmente si se trata de etiquetas limitantes que cierran posibilidades de cambio. Las personas tenemos ciertas tendencias de carácter, pero lo valioso es utilizar esta materia prima -sea una predisposición ansiosa, perfeccionista, extrovertida...- para sacarle el máximo partido en vez de que se transforme en algo problemático. La clave es aprender a tratar las preocupaciones como lo que son: ideas sobre el futuro pero no el futuro en sí. De hecho, en cuanto aparece una inquietud se puede decidir entre alimentar el temor o ponerle límites.Una cosa son los pensamientos que surgen y otra la persona que los experimenta, que puede observarlos y elegir cómo actuar ante aquello que ocupa su mente. Realizar esta diferenciación permite adquirir mayor dominio sobre los propios pensamientos, aprendiendo a valorarlos, a comprobar su veracidad o a definir la probabilidad de que lo que se teme realmente suceda. De este modo, en vez de estar a merced de las propias preocupaciones, se adquiere la libertad para escucharlas o no según convenga.


Percepción distorsionada


Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias" (John Locke)


La preocupación mantiene a la persona en un continuo: "¿Y si...?", que se traduce en un estado de alerta y tensión, nerviosismo e incluso irritabilidad. Viene a ser como si todas las alarmas estuvieran encendidas.Podemos imaginar lo que implica sostener a lo largo del tiempo un estado de tensión de este tipo. La preocupación excesiva se vincula a trastornos de ansiedad y produce un importante desgaste físico y mental. El sufrimiento de quien se preocupa excesivamente es real, aunque el principal artífice sea su propia mente y no las circunstancias.La psicología nos advierte sobre las distorsiones cognitivas. Consisten en modos de interpretar la realidad que resultan desacertados o extremos y conducen a emociones y estados anímicos desagradables. En la preocupación resulta evidente que las cosas no nos afectan por lo que son sino por cómo las vemos.Las personas que se angustian más de la cuenta suelen sobrevalorar el peligro e infravalorar su capacidad para afrontarlo. Su atención se dirige especialmente a lo que resulta más negativo o amenazador, haciendo caso omiso de las demás señales.De entrada, no hay que creerse al pie de la letra el mensaje que surge desde la preocupación, dado que probablemente se trata de una información distorsionada que es preciso contrastar con la realidad.


Tolerar la incertidumbre


La dicha humana reside en dos cosas: estar libre de enfermedades del cuerpo y libre de preocupaciones del espíritu"(Lin Yutang)


Quien tiende a preocuparse suele tener una asignatura pendiente: aprender a tolerar mejor la incertidumbre.Es precisamente la dificultad para aceptar lo incierto lo que conduce a utilizar la preocupación como una estrategia de control. Ante una situación, se imaginan todas las posibles eventualidades, con el fin de obtener una respuesta adecuada para cada una. Mantener la mente ocupada alivia la inquietud del "no saber".Sin embargo, a pesar de proporcionar esta ilusión de control, sufrir por anticipado no varía la probabilidad real de que algo suceda. Es más, vivir con el alma en vilo conlleva un alto coste: sentirse mal y angustiado durante todo el proceso.


Reorganizar la mente


Hay dos tipos de preocupaciones: las que usted puede hacer algo al respecto y las que no. No hay que perder tiempo con las segundas" (Duke Ellington)


Si nuestra mente pudiera compararse a una pantalla de ordenador sería útil observar cuántos archivos con temas preocupantes están en danza en este momento. Cuando existen demasiadas carpetas abiertas el sistema va más lento, dado que las preocupaciones consumen memoria operativa. Y en ocasiones aparece un tema principal que ocupa toda la pantalla.Siguiendo con el símil del ordenador, al observar las preocupaciones que aparecen en la pantalla conviene valorar si merecen que se les dedique cierto tiempo, si es preferible resolver esas cuestiones definitivamente y cerrarlas o si ha llegado el momento de arrojarlas a la papelera y eliminarlas para siempre del escritorio.Por supuesto, no toda preocupación resulta nociva; a menudo, ante sucesos difíciles, es irremediable y humano sentir inquietud. Entonces puede ser útil preguntarse: ¿estoy mentalmente en el momento presente o más bien en el futuro? o ¿qué puedo hacer ahora para mejorar la situación? Diferenciar lo que está en nuestras manos y lo que no permite vivir un presente más libre de preocupaciones.Seis formas de exagerar los peligros



La preocupación crónica se nutre de una serie de distorsiones cognitivas que acrecientan la sensación de amenaza:


1. Magnificación. Se exagera el peligro que entraña una situación dada.

2. Adivinación. La persona cree que sus pensamientos negativos van a hacerse realidad.


3. Etiquetar. Hablar de uno mismo como “una persona sufridora”, algo muy difícil de cambiar.


4. Filtro mental. Se detectan los aspectos amenazantes mientras se pasan por alto los que no lo son.


5. Generalizar. Un hecho negativo aislado se generaliza al resto de la persona o de la situación.


6. Deducción emocional. Se tiende a sacar conclusiones a raíz de sensaciones o emociones negativas. “Me siento angustiado; seguro que irá mal”.

RAZÓN O EMOCIÓN



Poco a poco parece que nos estamos acercando al momento en que el grande, poderoso y aparentemente indestructible buque que es nuestra moderna civilización, choque contra la gran masa sumergida de nuestro formidable autoengaño, de la estéril racionalidad con la que falseamos nuestra naturaleza social y que nos ha conducido a esta titánica confrontación de fuerzas donde todo entendimiento, toda reflexión profunda, toda revisión de la responsabilidad personal que cabe en la generación de esta abismo parecen ser sistemáticamente abolidas, puesto que "siempre la culpa de todo la tienen los otros"


Aún sin darnos cuenta cada día tomamos múltiples decisiones. Desde dónde las tomamos.... desde la razón o tal vez desde la emoción.....
¿cual es nuestro grado de inteligencia emocional?
¿Cuántas categorias de emociones podemos reconocer?
veámos unas cuantas sugerencias:
MIEDO que tiene la función de protegernos: Anticipación de una amenaza o peligro que nos produce ansiedad, incertidumbre o inseguridad. Quién domine nuestros miedos será el dueño de nuestra existencia. ¿somos dueños de ellos?
SORPRESA que debe cumplir la función de orientarnos en el espacio/tiempo: Nos puede dar una aproximación cognitiva para saber que pasa a nuestro alrededor. Nos puede producir sobresalto, asombro, desconcierto... Es una emoción muy transotoria.
AVERSIÓN que cumple la función de rechazo higiénico: Solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión dado que nos abre emocionalmente hacia el asco y el disgusto.
IRA que posiblemente cumpla la función de destrucción de todo aquellos que, como la aversión, contamina nuestra existencia: Nos produce rabia, enojo, resentimiento, furia, irratabilidad....
ALEGRIA que nos conduce a la reproducción de aquello que nos resulta gozoso: Representa nuestra sensación de bienestar que nos produce, tal vez, una aparente sensación de seguridad, diversión, euforia que nos gratifica y pone contentos.
TRISTEZA que cumple la función de reintegraciónpersonal: Nos lleva a estados de pena, soledad, pesimismo.
La inteligencia emocional trata de conectar las emociones con uno mismo; saber qué es lo que siento, poder verme a mi y ver a los demás de forma positiva y objetiva.
Es la capacidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada.
El desarrollo de una INTELIGENCIA EMOCIONAL posee unas características básicas:
Poseer suficiente grado de autoestima
Ser persona positiva
Saber dar y recibir
Tener empatía
Reconocer los propios sentimientos
Ser capaz de expresar los sentimientos positivos y negativos
Ser capaz de controlar los sentimientos
Motivación, ilusión e interés
Tener valores alternativos
Superación de las dificultades y de las frustaciones
Encontrar equilibrio entre exigencia y tolerancia.
Bueno desde este fabuloso universo de las emociones hacia donde nos embarcamos.¿ Dejamos que ellas marquen nuestro momento y tiempo o las guiamos desde la racionalidad existencial del humano?.
¡¡¡Aquí presentamos la cuestión!!!

¿QUÉ SOMOS CAPACES DE ASIMILAR?


Saturados de Información
JENNY MOIX

Entrar en el bucle de los datos sin fin es muy fácil. Querer saberlo todo provoca angustia y desconcierto. Por eso hay que saber elegir.
Disponía de media hora antes de tener que preparar la cena de los niños. Así que Elena aprovechó para encender el ordenador y buscar una noticia sobre economía que le habían comentado. Creía que podía resultarle útil para la reunión del día siguiente. Tecleó el nombre del economista en Google y el primer puesto en el largo listado que le apareció en la pantalla era un artículo de marketing. Lo abrió porque también le pareció interesante. Leyó unas cuantas líneas y enseguida vio que en este artículo había varios enlaces hacia otros que pensó debería leer. Mientras estaba pensando en guardarlos, apareció la señal de que alguien le había mandado un e-mail, así que abrió el programa y comprobó que tenía muchos mensajes sin abrir. Por los asuntos, todos parecían de los que tenía que responder y que le llevarían trabajo. Se agobió. Sonó el teléfono. Era una teleoperadora que le quería informar de una oferta de telefonía móvil. Muy educadamente le dijo que no le interesaba.
"La cascada informativa de cada día puede frustrarnos al provocar la sensación de que no estamos al día de ningún tema"
Abrumados por los datos
"Los medios de comunicación nos inundan a diario de noticias sin dejarnos tiempo para digerirlas" (José Antonio Freijo)
Según las investigaciones de Peter Lyman y Hal Varian, de la Universidad de California, entre 1999 y 2002 se creó más información que en toda la historia anterior de la humanidad, con incrementos anuales del 30%. Este incremento apabullante de datos va acompañado por un aumento de los canales por los que se difunden. Es como si estuviéramos en una habitación con muchas rendijas por las que se cuela información: televisión, radio, Internet, e-mails, redes sociales... Y la mayor parte no la queremos.
Cuando se habla de infoxicación, normalmente se analiza el efecto que provoca sobre nosotros el rápido acceso al maremágnum de datos de Internet, pero hay otros canales tan caseros como el buzón que tenemos en la puerta de casa o el teléfono de toda la vida, que tampoco se quedan cortos a la hora de infoxicarnos.
La cascada informativa que se nos viene encima a diario puede frustrarnos al provocarnos la sensación de que no podemos estar al día. Un caso paradigmático es el de los científicos, que, por muy concreta que sea su especialidad, no pueden dominar todos los datos. Por ejemplo, existen dos millones de artículos de investigación sobre biología del cáncer (según PubMed). Nadie puede digerirlos todos.
Todos queremos estar bien informados. Entre otras cosas, porque suponemos que la información facilita que tomemos mejores decisiones. Desgraciadamente, demasiada información no nos ayuda, sino que nos despista. Si tenemos en exceso, nos resulta más complicado separar el grano de la paja.
Defendernos de la marabunta
"Tomé un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme 'Guerra y paz' en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia"
(Woody Allen)
Nuestras reacciones ante el tsunami informativo suelen ser varias. Una es la lectura superficial. No nos podemos entretener leyendo a fondo. En 2008, científicos de la University College de Londres investigaron cómo los internautas utilizaban las páginas web de la biblioteca británica. Concluyeron que los usuarios solamente realizaban un rastreo superficial. Alrededor del 60% de usuarios de periódicos apenas entraban en tres páginas. Parece que todo son simples ojeadas.
La información, para convertirse en conocimiento, necesita reflexión. Compararla e integrarla con lo que ya sabemos. No solo debemos procesar lo leído a nivel consciente, sino también inconsciente. Cuando comemos, nos olvidamos de que estamos haciendo la digestión, pero nuestro aparato digestivo va digiriendo el alimento por su cuenta. Lo mismo pasa con el cerebro: cuando engullimos datos, este los procesa aunque nuestra consciencia esté ajena a ese trabajo. Pero si comemos demasiado o tragamos muchos datos de golpe, podemos sufrir un empacho.
Otra forma con la que lidiamos la tormenta informativa es la multitarea. Nos entra información por todos los costados y hacemos malabarismos para atenderlos a todos. Trabajamos en un informe mientras vamos leyendo los e-mails que entran, mientras nos suena el móvil, mientras nos llega un mensajito por Facebook, mientras... Pero ¿es eficaz nuestro cerebro atendiendo varios temas a la vez? Cuando las tareas no son automáticas, precisan mucha atención. Por ejemplo, tecleamos algo mientras hablamos con alguien por teléfono, nuestra atención en ese caso no puede con todo porque ni escribir es automático, ni tampoco hablar con sentido. Así que en este caso la atención es como un foco que va de una tarea a otra, va dando saltos del teclado al teléfono. Pero en los instantes concretos que hablamos no escribimos o lo hacemos mucho más lentamente. Clifford Nass, de la Universidad de Stanford (EE UU), afirma que a pesar de que las personas creen que son buenas haciendo varias cosas a la vez, las investigaciones sobre atención no confirman esta impresión.
Menos información, por favor
"Todo este fenómeno debería llamarse la 'explosión de la desinformación', indigerible y confundidora"
(Hugo Pardo y Cristóbal Cobo)
Otra estrategia que a veces empleamos ante la interminable lluvia informativa es la acumulación. Igual que Elena, con cuyo ejemplo empieza este artículo, se empeña en almacenar información para leer que al final nunca leía. Nos entran informaciones que creemos interesantes, pero como en ese momento no las podemos leer, las almacenamos. A veces en el ordenador y otras gastando árboles. Actualmente se imprime más que nunca. Lo divertido, patético o absurdo (según como se mire) es que pocas veces acudimos a nuestro almacén a leer lo que hemos guardado. Sufrimos una especie de síndrome de Diógenes informativo.
Alfons Cornella, en una conferencia titulada Cómo sobrevivir a la infoxicación, aconsejaba ser selectivos. No podemos estar informados de todo y en profundidad. Así que tenemos que ser muy conscientes de nuestras áreas de interés. Cuando buscamos informaciones, debemos tener muy claro cuáles son nuestros objetivos. Para que no nos pase como a Elena, que al final se va a preparar la cena sin haber imprimido la noticia que le interesaba. Navegar sin rumbo por Internet es frecuente, nos despistamos y al final olvidamos lo que íbamos a buscar.
Es cierto que a veces podemos encontrar artículos que nos interesen al margen de nuestros objetivos. Muchos descubrimientos se realizan por casualidad. En estos casos es adecuado que los archivemos. Pero entre guardar algo realmente importante para nosotros e ir almacenando informaciones "por si acaso en un futuro puedo necesitarlo" hay una gran distancia. Si el día de mañana lo necesitamos, los datos suelen estar mejor clasificados en Internet que en el disco duro del ordenador.