TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



Periódicamente nos reunimos en "petit comité", con un aforo máximo de 10 personas, para debatir sobre COACHING EMANCIPADOR.
Son diálogos participativos para realizar una "iniciación" en la disciplina del coaching adaptada a tu universo de sueños.
Si estás interesada/o en participar GRATUITAMENTE deja tu reserva en paco.bailac@salaidavinci.es y te informaremos de los calendarios previstos.

¡¡¡Ven te esperamos!!!



TEXTOS PARA EL ALMA 370




   El amor es sufrido,  es benigno: el amor no tiene envidia;  el amor no es jactancioso,  no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita,  no guarda rencor; no se goza de la injusticia,  más se goza de la verdad.
Todo lo sufre,  todo lo cree, todo lo espera,  todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser.

TEXTOS PARA EL ALMA 369

 

Nunca dejes de sonreír,  ni siquiera cuando estés triste porque nunca sabes quién puede necesitar tu sonrisa.

TEXTOS PARA EL ALMA 368

"Triste es pedir pero peor es robar".
Bajo este lema son muchos los viajeros del metro que vigilan sus pertenencias en evitación de un descuido.
Son diversos los niveles o grados de socialización que configuran el "modelo mental" que nos acompañara por nuestros escenarios sociales.
Los hay "con escuela" o "callejeros" pero todos nosotros tenemos uno.
Se hace interesante conocer el nuestro y analizar si "nuestra programación social" es la adecuada a los tiempos.
Es muy frecuente no contar con "el otro" para relacionarnos y lo hacemos simplemente si coinciden nuestros intereses o modelos de decodificación de la realidad. Una pena que así sea aunque es lo más habitual.

Aunque hoy la sociedad vive más con la norma que con la voluntad del que más grita.  Quedan demasiados ciudadanos que no han bajado del árbol; si bien los amigos de la norma saben que esta, aunque imperfecta, garantiza el avance social y nos libera de las voluntades contaminadas por el YO.

TEXTOS PARA EL ALMA 367



 La vida es como montar en bicicleta, si quieres mantener el equilibrio tienes que seguir avanzando 
Einstein

TEXTOS PARA EL ALMA 366

 La existencia no se mide en minutos, se mide en momentos
L

LA FORMA EN QUE VES A LA GENTE ES LA FORMA EN LA QUE LA TRATAS, Y LA FORMA EN LA QUE LA TRATAS ES EN LO QUE SE CONVIERTE

Las puertas que abre ser alguien de trato fácil

Sonreír, mantener la discreción, o ayudar a los demás. Claves para ser alguien agradable con quien todos desearán relacionarse.

En inglés se llaman easy going persons. En castellano se podría traducir como personas flexibles, de trato fácil con las que puede relacionarse cómodamente. Todos tenemos en mente a alguien así: dan los buenos días con una sonrisa sincera, se ofrecen y prestan ayuda, hablan con un tono y volumen conversacionales, son discretos y apetece estar con ellos.


Hablo a todos de la misma forma, ya seael basurero o el presidente de la universidad
Albert Einstein

Mostrarse relajadamente le llevará a disfrutar más. Las relaciones que establecemos pueden llegar a ser una fuente de satisfacción o todo lo contrario. Uno está a diario en contacto con otros, desde la pareja a los hijos, pasando por los compañeros de trabajo, el personal que le atiende en una ventanilla o el taxista que le lleva a su destino. De ahí la importancia de tener alrededor a gente de trato fácil y poder entrenarse para ser uno de ellos. Es difícil tener una vida de la que se sienta orgulloso y feliz si no la disfruta. Y si las relaciones sociales son estresantes, su vida también estará llena de tensiones.
Los hombres y mujeres agradables son gente con la que apetece contar y compartir el tiempo de ocio, se les tiene en cuenta para planificar un viaje, una barbacoa o tomar un café relajado, y se convierten en un modelo al que le gustaría parecerse. ¿Por qué? Porque su presencia le hace sentir bien y relajado.
Cambiar nuestra forma de ser es posible. Huya del “yo soy así” y entrene los puntos que aparecen a continuación. Es imposible fallar en todos. Puede que necesite trabajar unos cuantos. No se agobie. Los cambios requieren el deseo de renovarse, planificarlos, pasar a la acción, entrenarlos a través de la repetición y tener paciencia con ellos. Interprete con benevolencia. Si tiene alguna duda de la intención de un comentario o de la acción de alguien, es mejor que le pregunte antes que decidir que lo ha hecho o dicho para fastidiarle. Si piensa que los demás tienen malas intenciones, no se dará cuenta de lo bueno que puedan hacer por usted.
Expectativas positivas. El “piensa mal y acertarás” solo le lleva a anticipar que la gente le va a fallar. ¿Usted falla a los demás, es poco fiable, deshonesto, mentiroso? No, la mayoría de nosotros somos personas de bien. Nos equivocamos y cometemos errores, pero no suelen ser intencionados. Yo creo que ese refrán lo inventó el mismo que dice que “cree el ladrón que todos son de su condición”. Lo que esperamos de los demás condiciona el trato que tenemos con ellos. Si espera cosas buenas, será amable, sonreirá, dará tiempo, se sentirá tranquilo, confiará. Pero también ocurrirá lo contrario. Si espera que le fallen se fijará más en detalles negativos. Está claro que alguien en algún momento de nuestra vida va a ser injusto con nosotros. Pero sacar conclusiones de que todo el mundo será igual es un sinvivir. No es fácil relacionarse con personas desconfiadas porque nos hacen sentir deshonestos.

Busque relacionarse con personas con una escala de valores parecida. Esto le allana el camino y le facilita las relaciones. Las personas parecidas nos facilitan el trato. Las similitudes permiten anticiparnos y estar en una zona confortable. Relacionarse con clientes de otras culturas o con valores distintos genera un sobreesfuerzo, porque lo que usted entiende que está bien, a otros les puede parecer un disparate. Hay culturas en las que los comerciantes no entienden que no se les regatee, y clientes que se sienten incómodos cuando tienen que pactar el precio. Por eso, ser parecidos nos convierte en personas de trato fácil con ese grupo de gente.

Flexibilidad. ¡Qué difícil es mantener una relación tranquila con alguien terco e inflexible! La capacidad de adaptación es una conducta inteligente y requiere flexibilidad. Transigir no es una debilidad. Ceder es tener empatía y reconocer que la opción del otro también es una buena opción. Si consiente, los demás también lo harán. Pero si no es capaz de adaptarse a los planes de los demás y se ofusca cuando no se sale con la suya, nadie querrá contar con usted porque supondrá una barrera para las prioridades del equipo o de otra persona. La flexibilidad mejora mucho la comunicación y facilita el entendimiento.
Dulzura. La dulzura se encuentra en el volumen, el tono, en la expresión facial, en las palabras que elige o en su mirada. Las personas dulces proyectan una calidez sincera. Su expresión facial invita a devolverles una mirada o sonrisa iguales. Su manera relajada de pedirle algo hace que se sienta valorado y querido. La dulzura es la mejor rival de la agresividad y del trato seco.
Transparencia. Guarde un as en la manga para los trucos de magia, pero no para relacionarse con los demás. Hable, exprese cómo se siente, qué le ocurre o lo que le preocupa. Hágalo con naturalidad. Las personas que hablan de sí mismas con naturalidad nos parecen cercanas. Por el contrario, hay personas que parecen misteriosas y que esperan que los demás adivinen lo que les pasa. Es gente que no nos hace sentir cómodos.
Deje la seriedad para las emergencias. No es sinónimo de responsabilidad. Sea divertido y desenfadado. Relacionarse con personas serias a veces es incómodo. No provoca un ambiente relajado y distendido en el que los demás se sientan con confianza para ser ellos mismos.

La flexibilidad mejora la comunicación y facilita el entendimiento
Trabaje su expresión facial y sus gestos. La sonrisa invita al otro a sonreír, y los demás le interpretan como una persona asequible, relajada y abierta a relacionarse. Sonreír es gratis y le abrirá muchas puertas. No mire por encima del hombro, ni levante el dedo acusador. La naturalidad a la hora de expresarse de forma agradable requiere un entrenamiento. Si ha decidido sonreír más, lo normal es que al principio su gesto risueño no le salga con toda la naturalidad del mundo. Pero concédase un tiempo.
Sea un tipo divertido y páselo bien. Cuanto más disfrute de la vida y más desarrolle su sentido del humor, mayor satisfacción y bienestar tendrá. No es atractivo ni grato relacionarse con personas rencorosas, envidiosas y victimistas. Lo mismo que hace ahora puede realizarlo con más diversión: ponga música, sea creativo, caricaturice la situación y recuerde emociones positivas que le hagan sentir vivo durante un momento de estrés. Hay muchas maneras de cambiar su estado emocional. No permita que las situaciones ni otras personas le superen y le sumerjan en la apatía y la rabia. Modifique su mundo y se transformará usted.
Escuche y preste atención. Nos gusta relacionarnos con las personas que se interesan por nosotros y nos escuchan. Haga sentir bien a los demás prestándoles atención, reforzando las pasiones del otro, valorando sus progresos, elogiando detalles, desde la ropa que llevan a su último logro laboral. Deje la crítica y los consejos no pedidos. Se trata de pasar un buen rato, no de dar lecciones a otros.

La forma en que ves a la gente es la forma en la que la tratas, y la forma en la que la tratas es en lo que se convierte
Goethe
Pregunte e interésese por los otros. A las personas les gusta hablar de ellas mismas y se sienten a gusto cuando se les da la oportunidad de contar sus cambios, su vida en pareja, el futuro de sus hijos, intereses, el trabajo… No sea el protagonista de las conversaciones. No necesita tener una relación íntima con la persona para interesarse.
Sea servicial, que no servil. Haga favores gratuitos, de esos que salen de uno con la única finalidad de ayudar y contribuir al bienestar de otra persona. No mida, actúe en función de su corazón, valores y sentimientos. Las personas serviciales se ofrecen: “¿Puedo ayudarte en algo?”. No se trata de estar al servicio de los demás y perder espacio para nosotros. Pero también hay que olvidarse de vez en cuando de uno mismo para pensar en qué y cómo puedo contribuir y prestar ayuda. Busque el término medio para tener tiempo para todo.
Mejor tener paz que tener razón. ¡Qué tranquilidad da poder permitirse no justificar todo, no tener que argumentar las ideas para sentirse comprendido y qué relax para cualquier intercambio, sobremesa o conversación! Las personas que siempre quieren llevar razón son agotadoras. Muestran con orgullo sus conocimientos, argumentos y se creen en posición de la verdad. No es agradable conversar con ellos.
Sea discreto, sobre todo con la información de otros. En este mundo de cotilleo en el que muchos viven la vida de los demás por no vivir la suya propia, se ha terminado por convertir el hablar de otros en algo normal. La indiscreción y la imprudencia le alejan de las relaciones de confianza. No hable de la vida privada, chismes o intimidades de nadie, y menos sin haber pedido permiso. No espere que le digan: “Esto no lo cuentes”. Coja la costumbre de no hacerlo.
Dice un proverbio del libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie: Si quiere coger miel, no pegue puntapiés a la colmena. Esperamos ser bientratados porque forma parte del respeto que merecemos y porque nos hace sentir especiales. Pero este deseo debe acompañarse de comportamientos recíprocos y bidireccionales.
elpaissemanal@elpais.com

TEXTOS PARA EL ALMA 365

 Pocas veces nos paramos a analizar que es la necesidad.
Muchos de nosotros (opulones de nacimiento) estamos en la creencia de que necesidad es dar satisfacción a lo que nos pide el cuerpo, es decir, la vanidad, la envidia y el orgullo.
A través del consumo satisfacemos la peligrosísima "necesidad falsa" que tan frecuentemente nos lleva a olvidarnos de la verdadera necesidad.
¿y que necesita un ciudadano/a? Bueno pues por aquí anda el dilema...
!a ti que te parece?
Diría, en mi simple aportación, que la necesidad primera (después de la básica) es dotarnos de valores que nos permitan caminar junto al "otro" con generosidad y ausencia de vanidad.
Desde esta postura podemos considerar el ejercitar nuestro potencial físico y especialmente intelectual.
Con la constancia podremos distinguir que, las recetas de felicidad televisivas, son pura patraña que adormece el crecimiento personal y afloran necesidades falsas.

No huyas de ti. !!! Descúbrete¡¡¡

TEXTOS PARA EL ALMA 364


 El cauce de los ríos siempre llevan agua; de eso se trata. En el cauce de la vida siempre creemos que pasan cosas cuando lo único que pasa somos nosotros

TEXTOS PARA EL ALMA 363

   Demasiados de nosotros somos meros transportadores de ineficacia. El cauce por donde transita son las debilidades humanas, tales como la soberbia, la vanidad, la cobardía y el egoísmo entre otras.
Así el tejido empresarial está lleno de personajes que se hacen llamar empresarios cuando simplemente son psicópatas caducados llenos de trastornos de personalidad maquillados por la farsa.
Su clientela, que posibilita semejante esperpento, son los obreros opulones que, acomodados en su zona de confort, prefieren fundirse quejándose, y no emanciparse en la acción.
Si, si unos necesitan al otro y viceversa y así configuran la danza de la inoperancia que tenebrosamente muere dejando heridas abiertas y rencores crónicos.

¿Tú dónde estás?

TEXTOS PARA EL ALMA 362



Dicen que se denomina proporcionalidad a una determinada relación entre partes que hace éstas mantengan entre sí un orden capaz de especificarse.
Un célebre ejemplo, es el denominado "hombre de Vitrubio"  donde la simetría  determina la proporcionalidad.
Este lenguaje, al ser universal, puede aplicarse a todo.
Frecuentemente lesionamos la proporcionalidad cuando nuestros intereses no marchan en paralelo con el esfuerzo invertido en conseguirlo o cuando la barriga de un varón es desproporcionada a sus bíceps.
La armonía en "el todo" se hace necesaria para no defraudar a la belleza que desde la proporción muestra su esplendor infinito.
En una dama cuando sus caderas se distancian en sus extremos y rompen la armonía con el diámetro de sus muslos, debe surgir el equilibrio en la proporción de su inteligencia que, con los años, ha generado el matiz.

Proporción, proporción es la clave para mantener el equilibrio del todo dentro de la dicotomía esfuerzo/deseo.

Textos para el alma 361



 Fue en un soleado y frío día de invierno cuando buceando por los clásicos  tropecé de nuevo con Platón. Hacia demasiado tiempo que no paraba la atención en sus enseñanzas y tal sacrilegio me había llevado hacia un cierto embrutecimiento.
Releerlo fue como una brisa en Agosto y especialmente "el mito de la caverna".
Sin duda, la mayoría de los humanos, estamos atados a las cadenas del enorme egoísmo del YO que, bajo el espejismo de la supervivencia, gobierna nuestra voluntad y oscurece todo potencial de crecimiento.
Sin duda vivimos, en el mejor de los casos, interpretando "sombras" que la luz del poder nos muestra para estimular la productividad.
Si, si actuamos como utillaje de fábrica con la única misión de producir y procrear, obviando la luz de la Emancipación que nos puede liberar de la caverna.
Buen mensaje, pues nos dejó los ecos de Platón ya que este permanecería ignorado a no ser por los anónimos flujos de cultura que "otros" nos han transportado"

Busca pues la luz que libera y abandona los engañosos mecanismos del YO que simplemente buscan encadenarte en la caverna

CADA ALMA ES Y SE CONVIERTE EN LO QUE CONTEMPLA

El deseo de desconectar

Queremos libertad pero nos sentimos cojos sin compañía tecnológica. Hay que buscar la felicidad de estar ilocalizables

Cuanto más complejas se vuelven nuestras sociedades, más proclives son a generar paradojas como aquella que hizo furor unos años atrás: “Vivimos mejor a costa de sentirnos peor”. Nuestras vidas transcurren entre dualidades por las que surfeamos intentando encontrar cierta mesura aristotélica. ¿Cómo conciliar el ritmo acelerado con la serenidad? ¿Cómo conjugar la inmediatez con la reflexión? ¿Cómo crear nada si no tenemos tiempo?
Otra de las paradojas actuales, quizás la más llamativa, tiene que ver con la sed de desconectarse. En un mundo que se mantiene hoy más que nunca a través de la conectividad, es sintomático tanto deseo de desconexión. Vivimos conectados, deseando desconectarnos.

No es de extrañar que se oiga con insistencia: ¡nos vamos el fin de semana a desconectar! En realidad, no es más que otra paradoja. Realmente lo que hacemos es ir a encontrarnos con lo que probablemente sea lo único y más necesario: buscarnos por un rato a nosotros mismos, a los nuestros, a lo que es verdaderamente auténtico, a lo natural más que lo artificial. La sustancia frente a la materia.

¿Qué tiene la conectividad que nos atrapa tanto? Doy por hecho el carácter útil y funcional de las tecnologías y programas que añaden valor a la sanidad, la educación, el ocio y las relaciones interpersonales. Aunque se exigen grandes dotes de distinción entre el grano y la paja, la socialización del conocimiento y la información, incluso de las opiniones personales, no tiene parangón.
No obstante, la insaciable capacidad del ser humano de practicar el autoengaño y crear estados ilusorios convierte los mismos instrumentos en señuelos a los que se sucumbe por su poder seductor. Veamos algunos:
Si no estás conectado no estás en el mundo. Ya que las creencias organizan los mundos en los que habitamos, para muchas personas la idea de mantenerse conectadas todo el día les crea la ilusión de que forman parte activa de la sociedad en la que viven. Acaban convencidas de la fuerza de sus opiniones, de su capacidad influyente, del interés que despiertan en los demás aunque sea para que hablen mal de ellas. Hay mucho de narcisismo en una cultura que presume de “colgar en la Red” toda su vida (fotos, opiniones, símbolos, gustos y prejuicios). Es la forma que ha encontrado la posmodernidad de recrear el sentimiento de pertenencia. O te ven o no eres nadie. ¿A quién le interesa que nos lo creamos?
Cada alma es y se convierte en lo que contempla
Cuando uno se pasa el día consultando, opinando, chateando, respondiendo al minuto ante todo lo que pasa, o bien es su trabajo, o bien ha quedado atrapado en la red, nunca mejor dicho. Quizás la idea de estar todo el día conectados esconde una dificultad mayor: llenarse de algo que no existe. Es solo un espejismo pasajero. Como el adicto, se necesita huir del propio vacío, o dolor, o tristeza, para abrazar lo que sucede allí, en un mundo aparente, donde no paran de ocurrir cosas que, en realidad, les pasan a los demás.
Tomarlo como obligación. No cabe duda de que la comunicación interpersonal se ha visto alterada por la obligación de la conectividad. Aparecen hoy múltiples formas de conflictos entre parejas, padres e hijos o colegas de trabajo. No solo por cuestiones de malos entendidos y presuposiciones sobre los mensajes, sino por las exigencias que se atribuyen a la conectividad: hay que estar siempre disponible. Por ahí se cuela un conflicto, de nuevo, entre la libertad y la necesidad.
La confianza hoy no se basa en la sinceridad, sino en la pruebas. Las ingeniosas aplicaciones de los móviles tienen una contrapartida controladora que nos puede convertir en policías del otro. ¿Cómo es que estabas conectado y no me contestaste? Me consta que recibiste el mensaje, ¿dónde estabas? ¡Muéstrame la conversación si es verdad que no tienes nada que ocultar! ¿De quién son esas fotos?

El filósofo y ensayista bilbaíno Daniel Innerarity escribió para EL PAÍS del domingo 24 de mayo de 2015 un artículo titulado La libertad como desconexión. El autor reflexiona sobre la sensación más habitual de estar desbordados, sometidos a un torrente de estímulos que requieren nuestra perpetua atención. La obligación de estar conectados invade todos los ámbitos de la sociedad y convierte la cotidianidad en un asunto extenuante.

Los móviles, los chats, los mensajes son hoy fuente de sospecha. No nos fiamos de la persona, sino del instrumento, como si fuera la máquina de la verdad. En las consultas de los especialistas hay gente que confiesa haber hecho lo inimaginable: meterse en la cuenta de Internet de su pareja; hurgar las conversaciones del móvil; consultar el historial de páginas y lugares que visita... No tener el móvil a la vista o cerrar con contraseña el ordenador son fuente de angustia y de propósitos perversos. No pueden ser entendidos como actos de libertad o autonomía. Son evidencias que someten la relación a consideración.
Es una auténtica incomodidad relacionar la privacidad con el engaño. Dicho de otro modo, si alguien engaña no será por culpa de los instrumentos. En cambio, su uso como pruebas permanentes de sinceridad y de lealtad se convierten en un ataque a la parcela personal y un control desmedido al espacio relacional. La exigencia de transparencia puede convertirse en una necesidad peligrosa. Hay que aprender a ser libremente responsables y resolver, si los hay, los problemas de fondo de toda relación.
Vivir a destiempo. Una de las características más llamativas de la vida en conectividad es su capacidad de romper las barreras del tiempo. Hoy vivimos a destiempo, aunque se imponen la inmediatez y el entretiempo. En el caso de la inmediatez hay que hablar ya de una auténtica obsesión por permanecer conectados y activos, hasta el extremo de conducir mandando mensajes. Nos jugamos la vida por no tener paciencia, por creer que estamos obligados a responder de inmediato, porque hemos acelerado tanto la existencia que ya nos olvidamos de vivir. Cuenta solo el instante. Cuenta hacer la foto más que vivir la experiencia. Tiene prisa el que manda el mensaje y tiene prisa el que lo espera.
Por otro lado, sería interesante comprobar las horas que pasamos conectados. No importa el contenido, sino su entretenimiento. No hay espacio para más mientras estamos en ese entretiempo en el que, en realidad, no sucede absolutamente nada. Porque lo importante está dicho con pocas palabras. Porque lo que realmente importa ocurre. El resto es mera distracción.
La conectividad es tanto un imperativo técnico como moral
Daniel Innerarity
Al final llegamos a la conclusión de que tal vez sería bueno empezar a desconectar o, al menos, reducir los momentos y la necesidad de mantenerse enchufados. De hecho, cada día aparecen más personas que proclaman su baja en las redes. Lo viven como una liberación, como quien se aligera de una pesada carga, de una obligación.
Es necesario recuperar el propio ritmo, ser coherentes con nuestra manera de estar y vivir la vida. No hay que acelerarse; no hay que atender todas las demandas, no hay que saberlo todo, ni estar al día de cualquier cosa que suceda. Hay que rechazar las comunicaciones innecesarias y poner la atención en lo que realmente tiene valor. Hay que aislarse de tantos estímulos y de tanto ruido comunicativo. Hay que encontrar tiempo para uno mismo, para las relaciones reales, e incluso para no hacer nada, para simplemente contemplar. Existe un gran aliado: el silencio. Y existe una estrategia: la felicidad de estar ilocalizable, como diría Miriam Meckel.
La última paradoja es la siguiente: los aparatos que nos conectan posibilitan también la desconexión. Así, no es la tecnología la culpable de nuestros males, sino la actitud que tenemos ante ella. Enredarse es una decisión. Apropiarse del tiempo y del espacio, una liberación.

TEXTOS PARA EL ALMA 360

No renuncies nunca a la posibilidad de abrir tu potencial.
Quizá en tu infancia no se interesaron por tu intelecto obviando gran parte de las cualidades  que la Emancipación tenía reservada para ti.

Nunca es tarde, entrega tu humildad al conocimiento abandonando la soberbia de la ignorancia. Encontrarás múltiples aspectos nuevos dentro de la diversidad de las cosas que, sin duda, te ayudaran a comprender mejor lo que llamamos vida.

TEXTOS PARA EL ALMA 359


Cuando nuestra mente esta despierta, atenta y lista para ser usada, encontraremos que podemos crear cualquier cosa que estemos dispuestos a tener. Nuestra mente y formación nos da el poder tanto para crear como para destruir.
La voluntad es lo que genera la energía y el valor para crear. Esa es nuestra naturaleza.
El querer por sí mismo; no es suficiente. Estar dispuestos nos mueve más allá de nuestras limitaciones y nos conduce hacia la grandeza.
Cuando damos por sentado nuestro éxito, no nos brindamos la oportunidad de aprender del proceso y aplicarlo en otras áreas de nuestra vida. EL FRACASO ES SIMPLEMENTE UN RESULTADO QUE DIFIERE DEL QUE ESPERAMOS.
Podemos tener éxito ahora o más tarde; depende solo de nosotros. El éxito está esperando, aquí y ahora. No le importa de dónde venimos, lo que hacemos o lo que hicimos. Está disponible a todo aquel que lo quiere y está preparado para salir a tomarlo.
NO SIEMPRE PODEMOS OBTENER LO QUE QUEREMOS.
Cuando más practiquemos en crear éxito en un área, mas fácil será crearlo en otras. Mas para ser exitosos lo que hacemos, debe importarnos y comprometernos.

"TODOS LOS DÍAS TENEMOS INFINIDAD DE OPORTUNIDADES PARA APROVECHAR UN NUEVO COMIENZO"

TEXTOS PARA EL ALMA 358


 Establecer la prioridad en cada caso y momento es un reto que requiere cuajo y sabiduría.
Nuestra ubicación en el universo social, habitualmente está regida por las necesidades corporales y emocionales.
Salirse de esa "norma" cuesta mucho y no siempre es posible dado que estamos "presos" en el egoísmo.
¿Cómo escaparse de tan triste destino? ......aquí empieza el reto.
La prioridad no siempre a de satisfacer la demanda personal a corto plazo. Mirar también al bien común nos ayudara a tomar decisiones más holísticas y consecuentemente más completas y plurales.Sin el bienestar social no cabe felicidad individual ya que aparece rápido la incómoda posición del Yo.
Así una prioridad primera es el colectivo y para ello hay que "sacrificar" proyectos individuales de "glorias" momentáneas aceptando que el progreso o es colectivo o no es.
Tal prioridad primera no debe estar soportada por el "fraude" social ni por la inexistencia de valores como el respeto al otro y el amor por el trabajo.
Respetar las "reglas" debe suponer un acto cívico que nos permita abandonar la selva conformando un modelo evolucionado de convivencia.
En este marco la opinión del otro no es un lastre, sino una aportación a la evolución del proyecto fijado por la prioridad pues aunque esta es temporal ayuda a construir en método.
Llegado este "estadio" de "abandono del árbol" aparece el amor en toda su plenitud. Surge entonces como acción vital en la relación humana plena.
Se constituye como PRIORIDAD marco de TODO, donde el mutuo respeto enmarca la paz, la evolución y el progreso de aquello que llamamos vida social y profesional.


EL MAYOR OBSTÁCULO PARA UNA BUENA CONVERSACIÓN ES LA INCAPACIDAD DEL SERE HUMANO PARA ESCUCHAR AL OTRO

La magia de conversar

La verdadera comunicación es algo más que enviar mensajes desde el móvil


Desde la irrupción de las redes sociales y la mensajería móvil, mantener una conversación cara a cara se ha convertido en algo casi exótico. Estamos en contacto de forma abreviada y superficial con un número creciente de personas, pero cada vez nos sentimos más solos.
Para mejorar nuestras relaciones con los demás, comprenderlos y ser comprendidos, es esencial recuperar el buen hábito de hablar con tiempo y verdadera atención.
Parece demostrado que un déficit de conversación hace al sujeto más susceptible de padecer trastornos psicológicos. La falta de comunicación, directa e interactiva, con otras personas que puedan darle su opinión y relativizar los acontecimientos facilita que estos queden atrapados en la mente.
Cuando una experiencia se estanca en el circuito cerrado de un solo individuo, las emociones se amplifican y los mismos hechos se acaban distorsionando, algo que podría haberse evitado con una charla en buena compañía.
Deborah Tannen, profesora de lingüística de la Universidad de Georgetown, explica al respecto que “una conversación bien llevada es una visión de cordura, una ratificación de nuestro propio modo de ser humano y de nuestro propio lugar en el mundo”. Sin embargo, esta actividad tan humana se puede volver en nuestra contra cuando no la realizamos de forma saludable o con las personas adecuadas. “No hay nada más profundamente inquietante que una conversación que fracasa (…) Si sucede con frecuencia, también eso puede hacer tambalear nuestra sensación de bienestar psicológico”.
Esta autora comenta en su ensayo Hablando se entiende la gente que muchas de las disputas que se producen en las parejas heterosexuales tienen su origen en nuestra formación social, durante la infancia y adolescencia, con amigos de nuestro mismo sexo. Esto provoca que, en muchos casos, se creen estilos conversacionales separados por falta de interacción entre géneros.

El mayor obstáculo para una buena conversación es la incapacidad del ser humano para escuchar al otro con inteligencia, habilidad y comprensión
A partir de aquí se generan mitos como que “los hombres no saben escuchar” o que “las mujeres hablan de sus problemas sin cesar”, lo cual son claros prejuicios de género. Como sucede con cualquier otra actividad humana, hay diferentes grados de implicación y dominio en la comunicación oral con los demás. En el lado más ligero de este arte, estaría la charla informal, que según Debra Fine está injustamente poco valorada:
“La charla tiene el estigma de ser considerada la humilde hijastra de la verdadera conversación, aun cuando cumple una función extremadamente importante. Sin ella es muy difícil entablar un verdadero coloquio. Quienes dominan la charla informal son expertos en lograr que los demás se sientan involucrados, valorados y cómodos, y eso ayuda a reforzar una relación laboral, cerrar un trato, dejar la puerta abierta a una nueva relación amorosa o entablar una amistad”.
Según esta experta en oratoria, la conversación informal es el primer paso para que pueda surgir la empatía entre dos personas. Aunque charlemos sobre un tema poco trascendente, en ese primer contacto en realidad estamos diciendo mucho, porque empezamos a crear un vínculo en el que ya se transmite cercanía o distancia, confianza o reservas hacia el otro.

El mito de la locuacidad femenina

Contra la creencia popular de que las mujeres hablan mucho más que los hombres, en 2007 un estudio llevado a cabo por las universidades de Texas y de Monterrey demostró que el número de palabras vertidas diariamente por uno y otro género son prácticamente las mismas. En el curso de las conversaciones cotidianas registradas con un dispositivo, tanto hombres como mujeres invirtieron un promedio de aproximadamente 16.000 palabras al día. En la investigación, publicada en la revista Science, curiosamente, fueron dos hombres los que se situaban en los extremos de la locuacidad. El que más hablaba empleó unas 47.000 palabras en un solo día, y el que menos, cerca de 500.
En palabras de Debra Fine: “La conversación intrascendente es el equivalente verbal a la primera ficha de dominó: dispara una reacción en cadena, con todo tipo de consecuencias”. Contra el prejuicio de que un desconocido no tendrá nada en común con nosotros, al arriesgarnos a charlar nos podemos llevar más de una grata sorpresa.
¿Cuántas parejas, buenos negocios o amistades tienen su origen en una conversación casual? Probablemente, la mayoría. Más allá de las habilidades comunicativas de cada uno, el arte de la conversación puede ser aprendido y potenciado. Los antiguos griegos daban gran importancia a ejercitar la oratoria y, en tiempos modernos, ya en 1875 Cecil B. Hartley mencionaba en su Guía de un caballero de etiqueta una serie de claves que siguen siendo vigentes, ya que lamentablemente aún hoy nos pasan por alto muchas de ellas.
Podemos resumirlas en estos 10 puntos:
1. Aunque estemos convencidos de que el otro está totalmente equivocado, en lugar de discutir es aconsejable cambiar hábilmente de conversación. Es absurdo pretender que los demás estén de acuerdo con nosotros.
2. Nunca hay que interrumpir ni anticiparnos a la historia de nuestro interlocutor. Saber escuchar es la regla dorada del buen conversador.
3. Evitemos poner cara de fatiga durante el discurso de otra persona, así como distraernos con otra cosa mientras está hablando. Hartley mencionaba como entretenimientos “mirar el reloj, leer una carta u hojear un libro”. El equivalente actual sería la irritante costumbre de mirar el móvil.
4. La modestia nos ahorrará muchas antipatías. No hay que exhibir conocimientos, méritos o posesiones que haga sentir a los demás que se encuentran en inferioridad.

Existen pocas buenas conversaciones: debido a la escasez de posibilidades de que dos transmisores inteligentes se encuentren
Truman Capote
5. No es necesario hablar de uno mismo, a no ser que nos pregunten. Nuestros interlocutores se enterarán de nuestras virtudes sin necesidades de que se las precisemos.
6. La brevedad ocurrente es siempre más eficaz que entregarse a largos discursos o a historias aburridas.
7. Criticar o comparar unas personas con otras, así como censurar a los ausentes, puede parecer divertido, pero acabaremos causando una mala impresión.

8. Nunca hay que señalar ni corregir los errores en el lenguaje de los demás, aunque sean extranjeros, ya que se sentirán humillados por la observación.

9. No hay que ofrecer asistencia o asesoramiento a no ser que nos hayan pedido consejo expresamente.
10. El elogio excesivo crea desconfianza, pues nuestro interlocutor puede pensar que tenemos intenciones ocultas.
Al final, la esencia del buen diálogo es nuestra capacidad de entregarnos al intercambio con el otro como si de una coreografía se tratara. Los participantes hacen danzar juntas sus ideas, que se encuentran, se separan –para ampliar su horizonte de opiniones– y vuelven a unirse para crear nuevos significados.
Es por eso que después de una conversación profunda nos sentimos transformados. Nos hemos nutrido con nuevas ideas y hemos sometido nuestra propia óptica a un enfoque diferente que amplía nuestra comprensión sobre el mundo y sobre nosotros mismos.
En su libro Conversación, el pensador Theodore Zeldin sostiene que “dos individuos, conversando con honestidad, pueden sentirse inspirados por el sentimiento de que están unidos en una empresa común con el objetivo de inventar un arte de vivir juntos que no se ha intentado antes”.

Una buena conversación es como el café negro; estimulante y tan difícil de dormir después
Anne Morrow Lindbergh
Puesto que es uno de los pocos placeres que no requieren otra inversión aparte del tiempo, merece la pena recuperar este viejo arte para volvernos a sentir humanos.
Si el tiempo que gastamos en enviar o responder cientos de mensajes de compromiso los dedicamos a compartir nuestro universo con personas que puedan enriquecerlo, viviremos con un mayor “ancho de banda” y afrontaremos los problemas que nos traiga la vida de forma más inteligente y serena.

textos para el alma 357

 Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que llevan siempre a los mismos lugares.
Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.

PESOA.

TEXTOS PARA EL ALMA 356


La vida no tiene sentido se lo das tú; con lo que hagas, con lo que te apasiones, con tus ilusiones.Tú construyes el universo a tú medida.

TEXTOS PARA EL ALMA 355



APRENDIZAJE
El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos territorios sino en tener nuevos ojos.
Todos sabemos que el cambio está ocurriendo; sin embargo nos cuesta mantenernos en constante aprendizaje.
No es frecuente que personas que están en liderazgo se comprometan a aprender por muchas razones conocidas como "los enemigos del aprendizaje" que recuerda, son:
La CEGUERA sobre nuestra incompetencia.
El MIEDO a reconocer nuestra ignorancia.
La VERGUENZA y el miedo al ridículo que puede darnos el aprender.
El ORGULLO que impide pedir ayuda.
La ARROGANCIA de creer que uno ya sabe y no tiene necesidad de aprender.
La PEREZA en dedicar tiempo para prepararse.
La IMPACIENCIA por querer aprender todo ya y no tolerar la frustración de no poder explicarlo inmediatamente.
La desconfianza al no dar autoridad de conocimiento a las demás personas.



TEXTOS PARA EL ALMA 354

 La soledad hace, que muchas veces las personas tomen decisiones desesperadas. La Emancipación siempre llega con su infinito amor en el momento que más la necesitas.
No te deja solo ni un segundo. Te fortalece y te sostiene ante el miedo.
Tus palabras, tus sueños y tus pensamientos tienen el poder de crear condiciones de vida.
Aprovecha esta acción de tu mente para ser positiva
El humano puede acercarse a su plenitud cuando no abandona su lucha por la dignidad.
La felicidad puede estar cuando deposita su confianza en la Emancipación.
En ella está el misterio de la alegría que guiada por el amor al otro es capaz de hacer bailar a las montañas.
Mas es camino empieza en descubrir-nos nosotros. ¿Qué guía nuestros actos? ¿Para qué nos relacionamos con el otro? ¿Vivimos para el momento?
Estas y otras preguntas deben suponer una profunda radiografía de la existencia de aquello que llamamos alma y que no es otra cosa que el "sentido" de la materia.
Si, si todos tenemos un "alma potencial" con amplia posibilidad de mejora. Dicho potencial está dormido dado que "el modelo social" así lo ha determinado. Se trata pues de liberar tu caudal de inteligencia abandonando las "tendencias" que los "arquitectos del poder" han dibujado para ti.
Tu dignidad no está comprando en las rebajas ni viajando por todo el mundo. Acercarse a la libertad que otorga la dignidad puede ser analizar "el modelo social"  que nos propone "la casta" y liberarte de él.

No huyas de gestionar tu libertad.......eso es EMANCIPACION, eso es dignidad.

¿GESTIONAS TU LIBERTAD O LA SUBCONTRATAS?

Cuando nos agobia el tiempo libre

Ser capaces de disfrutar de lo que hacemos, aquí y ahora, desarrolla la atención. Cambiar el ritmo puede aburrir al principio, pero debemos tener paciencia para conseguirlo


Los espacios y tiempos configuran nuestra vida. Vivimos cambiando de velocidad. En casa habitamos en nuestro territorio a nuestro ritmo, y de ahí salimos a otros: el trabajo, la calle, los bares, los centros comerciales, playas, montañas, coches, aeropuertos… Estamos también en zonas de ruido, de conversación, de silencio, de soledad. Vivimos tiempos apresurados, estresados, presionados, tranquilos, aburridos, de competición, de ocio. A menudo ni siquiera podemos decidir cuáles son esos espacios por los que transitamos ni somos dueños de nuestros tiempos. ¿Cómo configuran nuestra vida?
Estamos adaptándonos constantemente a ellos. La dispersión, el estrés y la angustia aparecen a menudo en estos intervalos de adaptación. ¿Sabemos aprovechar lo que estos cambios nos facilitan? ¿Los buscamos o vivimos atrapados en nuestros hábitos y rutinas?
El estrés del tiempo libre. El tránsito del trabajo al ocio puede provocar ansiedad y estrés. Llevamos meses de actividad intensa y de un día para otro estamos de vacaciones. Ahora el tiempo es más nuestro. Sin embargo, nos encontramos con el impulso de hacer, planificar y estar ocupados. El hábito puede estar tan arraigado que llenamos nuestra agenda de visitas, viajes, encuentros y planes. Vamos a un lugar distinto, y la preparación anticipada nos produce a veces más gozo que cuando estamos allí porque queremos asegurarnos de no perdernos nada. Es bueno estar abierto al aprendizaje que supone viajar y ver; sin embargo, ¿cuánto gozamos del momento? ¿Hasta qué punto calmamos nuestro hábito de tener que planificar y estar siempre en acción?
La sensación de agobio puede deberse a nuestra necesidad de buscar siempre cosas mejores y novedosas, y a nuestra incapacidad de encontrarnos cómodos y bien donde estamos y con lo que tenemos. El neurólogo Emrah Düzel lo explica: “Con la percepción de lo nuevo el cerebro libera mucha dopamina, vincula ese descubrimiento a la sensación de que ahí encontrará una recompensa. De no ser esto así, el hombre nunca se habría aventurado a salir del agujero. Colón nunca habría buscado una nueva vía marítima y el vuelo a Marte no sería un objeto de reflexión para nosotros”.

La información se come la atención 
de sus receptores”
Herbert A. Simon
En otros casos, pasamos de estar muy activos a ser espectadores pasivos. Internet, los smartphones, los intercambios constantes por Facebook, Twitter, correos electrónicos y otros medios suponen una multiplicidad de estímulos que influyen en nuestra fuerza de voluntad y capacidad de autocontrol. Incluso en nuestro tiempo libre nos vemos invadidos por las noticias y datos que llegan por nuestros teléfonos. Se convierte en una adicción.
Observamos la aventura de una película o un acontecimiento deportivo en vez de vivir nosotros una o practicar un deporte. Estamos siendo espectadores pasivos, y esto al final no nos proporciona plenitud. En vez de disfrutar del descanso nos aburrimos por falta de vivencias y nos sobreviene el estrés del tiempo libre. Pasar de un tiempo ocupado y activo a otro más libre implica a veces saber aburrirse para ir desacelerando el ritmo.
Domine sus circunstancias. El tiempo libre es deses­tructurado y más difícil de configurar. Uno quiere regresar rápido a casa después de un día intenso de trabajo y luego, cuando llega, al cabo de un rato, no sabe qué hacer y enchufa la televisión o se distrae con Internet. Son distracciones que no nos nutren ni nos producen verdadero descanso. Quizá nos brindan una pausa en los pensamientos y preocupaciones, pero seguimos abiertos a estímulos externos que no permiten un pensamiento creativo, sino que quedamos atontados ante lo que vemos acontecer frente a nosotros.
El “no hacer” nos angustia, provocando la sensación de estar “perdiendo” el tiempo, y el no querer sufrir esa ansiedad junto al deseo de sentirnos activos nos impulsan a la acción. Es positivo no dejarse dominar por la tentación de buscar siempre cosas nuevas para colmar deseos y necesidades que probablemente sean superfluos. Se trata de desarrollar el arte de no ser marionetas de nuestros anhelos sin autocontrol, ya que muchos de ellos son inculcados por lo que se supone que uno debe tener, consumir y hacer y no por lo que realmente se quiere. Sepamos decir basta.
Unas verdaderas vacaciones consistirían en conseguir que nada tire de nosotros, en que nuestra atención esté centrada en gozar del instante presente sin que busquemos estímulos, siendo capaces de pasarlo bien sin hacer nada.
Aprendamos el arte de potenciar la atención cuando nos falten metas, estímulos y retos externos. Para ello necesitamos paciencia. Tomarnos con calma los días de transición de un tiempo apresurado a otro más nuestro. Al principio, quizá nos aburrimos o nos sentimos “descolocados”, pero poco a poco aprendemos a disfrutar de la chispa de cada momento. No permitiendo que la mente ya esté en otro lugar, planificando lo que tendría que venir luego y cuál es el siguiente deseo a cumplir. Se trata de dominar el propio tiempo.

Para ello disfrutemos de lo que hagamos. Hacerlo desarrolla nuestra atención. Lograr estar concentrados plenamente en nuestro quehacer tiene valor en sí mismo. Un día en la playa observé a una niña jugar con las olas, les hablaba, se reía, estaba totalmente absorta en su juego y asombro por el vaivén de las olas, seguía su compás. No se planteaba si ese juego le reportaba algo, más que sentirse feliz en el aquí y ahora. Estaba concentrada y radiante.

Pintar, tocar música en grupo, cuidar las plantas con pasión, fotografiar, jugar, bailar, cocinar algo nuevo en familia, una conversación interesante, reír hasta que se nos saltan las lágrimas son otras formas de disfrutar que contribuyen a desarrollar la concentración y la atención. Se trata de buscar retos que exijan toda nuestra concentración, actividades que ni nos abrumen ni nos aburran y nos permitan ser creativos. Una amiga me confiesa que un solo sábado le cunde mucho más que tres días entre semana. Y ocurre así porque cambia de espacio y de ritmo y eso hace que su concentración y su creatividad florezcan.
¿Variamos de ritmo en vacaciones y en nuestros periodos de ocio? Para que en nuestro tiempo libre logremos romper con la fuerza de la costumbre, con ciertos hábitos y rutinas, es importante que nos planteemos: ¿qué considero esencial en mi vida? Y no perdamos de vista nuestras preferencias. Posiblemente la prioridad está en lo que sugiere Walter Benjamin: “La felicidad es volver a uno mismo y no asustarse”.
Metafóricamente diríamos que volver a uno mismo es llegar a casa, dejar de correr. No me refiero a un lugar físico concreto, sino al espacio interno en el que uno se encuentra. Estar en casa consiste en estar bien con uno mismo. Con lo que piensa y siente, con su cuerpo, con su entorno. Por ejemplo, cuando se inicia el Camino de Santiago, la mente va más rápido que el cuerpo. Poco a poco, caminando, se va habituando hasta que armoniza cabeza y cuerpo, entonces está en casa. Se trata de valorar la sencillez, salir de la dispersión y encontrar la serenidad interior. Es posible vivir esta placentera sensación cuando dejamos de querer controlar las situaciones y a las personas, cuando aceptamos la incertidumbre y la no permanencia como estados naturales del cambio constante que implica vivir, y cuando estamos en paz con nuestros actos.
Si en vez de entrar en sí mismo, lo que hace es huir, no aprenderá a dominar ni su tiempo, ni sus pensamientos ni su energía. Seguirá disperso. Mantenerse distraído para evitar las propias preocupaciones es distinto a encontrarse a sí mismo e ir al lugar en donde experimenta ser, la casa propia. Se trata de estar bien con uno mismo, incluso en estados de inactividad como el sueño, la meditación o el simple acto de mirar por una ventana. Así favorecemos el bienestar, la creatividad y el propio rendimiento.

Cada once minutos...

Cada once minutos, demuestra la experta informática Gloria Mark, somos interrumpidos por teléfono, correo, información o colegas. Estas interrupciones se convierten en un estímulo al que nos volvemos adictos. Acabamos dependiendo de estos chutes de información que activan la adrenalina. Cada vez más nuestras fases de atención y concentración disminuyen y nos es difícil tener pensamientos profundos, creativos y que aporten soluciones a las situaciones complejas en las que nos vemos involucrados.
Dosifiquemos conectarnos por las redes para estar presentes donde estamos, con quienes estamos, y sentir el sabor del instante sin tener que hacer nada ni responder a ningún aliciente que irrumpa en nuestra intimidad. En el tiempo de ocio, creemos estrategias de desaceleración. Una situación que acabará siendo altamente productiva si la aplicamos bien porque nos brindará mayor bienestar y nos permitirá desarrollar concentración, estar más atentos y tener pensamientos más profundos.