Cuando todo se
ha perdido queda el AMOR
Según sean las
dinámicas relacionales de sus miembros, la familia podrá crecer o
destruir. Podrá tener paz y equilibrio,
guerra, resentimiento, dejadez, alegría, dulzura. Podrá ser paraíso o infierno.
Puede existir una vinculación amorosa, o puede que se limite a gestionar
intereses. Entre esos extremos andamos todos, proclamando una creencia que ya
se ha convertido en universal: la familia es la familia. En su seno ocurre
todo, aunque no por ello deba justificarse todo.
Ahora que mucha
gente vuelve a casa, es una buena ocasión para recomponer vínculos rotos,
heridos o abandonados si los hay. Si solo sirve para pagar deudas, dar comida y
un espacio donde dormir, olvidemos que su función es, sobre todo, crear
vínculos afectivos y no ahogarlos. La familia es nuestra primera comunidad de
acogida, y nadie obliga a quererla si no ha habido amor. Luego vendrá la familia escogida. Es ahí donde se
empieza a forjar la respuesta sensible.
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