El modo más seguro de corromper a la juventud es enseñándole a admirar más a aquellos que opinan como ella que a los que opinan diferente.
Nietzsche
Nietzsche
LA HISTORIA DEL MARTILLO
Un hombre quiere colgar un cuadro.
El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno.
Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste un martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenia prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mi. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Porqué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como este le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo.
Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir "buenos días" nuestro hombre grita furioso: "¡quédese usted con su martillo, so penco!"
¡¡Ojo!! con las conversaciones privadas que tenemos donde el diálogo entre nuestros deseos y creencias puede desvirtuar la felicidad de nuestras acciones. Alinear nuestros miedos puede ayudarnos a conseguir un equilibrio emocional que garantice la estabilidad.
¿Tienes conversaciones privadas con tus miedos?
¿cómo las gestionas?
El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno.
Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste un martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenia prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mi. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Porqué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como este le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo.
Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir "buenos días" nuestro hombre grita furioso: "¡quédese usted con su martillo, so penco!"
¡¡Ojo!! con las conversaciones privadas que tenemos donde el diálogo entre nuestros deseos y creencias puede desvirtuar la felicidad de nuestras acciones. Alinear nuestros miedos puede ayudarnos a conseguir un equilibrio emocional que garantice la estabilidad.
¿Tienes conversaciones privadas con tus miedos?
¿cómo las gestionas?
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