Estrategias para afrontar la crisis
JENNY MOIX
Son muchos los libros y artículos en los que se describe la crisis como una oportunidad. Nos explican que puede suponer un replanteamiento de nuestros valores, un aprender a compartir, un aumento de nuestra creatividad… Aprovechar todo lo positivo que conlleva la crisis es un mensaje muy valioso que debemos tener siempre presente. Sin embargo, estos análisis en positivo debemos interpretarlos con cautela porque algunos podrían confundirnos.
“La manera menos difícil de confiar más en nosotros mismos, de ser más optimistas, es intentando cambiar nuestra forma de actuar”“La evitación no es una estrategia útil. El primer paso para poder empezar a avanzar es mirar a nuestros fantasmas a la cara”
En uno de estos libros, una de las frases que me obligaron a pararme a pensar sentenciaba: “No debemos tener miedo a la crisis”. Intenté imaginar leyéndola a un padre o una madre que sólo dispone de su sueldo para mantener a la familia y que se encuentra a punto de perder el empleo. ¿Qué pensaría? Probablemente, todavía se sentiría peor porque interpretaría su miedo como señal de que no afronta la situación como debería. Cuando, por el contrario, en una situación tan dura, de entrada, el miedo sería mejor indicio de salud mental que cualquier otro tipo de emoción positiva.
El miedo puede constituir una emoción normal ante la crisis. Como también puede serlo la rabia. Imaginemos a un hombre que ha pasado media vida entregándose a la empresa; de hecho, se siente totalmente identificado con ella. Debido a la crisis, lo prejubilan. Aunque entienda que no había otra salida para la empresa, puede sentir que él todavía tenía mucho por entregar o pensar que al menos se merecía algún tipo de reconocimiento especial que no ha visto por ningún lado. Sentir rabia en estas circunstancias sería de lo más humano.
La tristeza es otro sentimiento común en esta época. Si nuestra situación económica nos obliga a vender la casa en la que hemos veraneado toda la vida o a empeñar una pulsera que nos regaló nuestra madre, ¿cómo no vamos a sentir pena?
El miedo, la rabia, la tristeza y muchos otros sentimientos dolorosos son emociones normales ante la crisis. En algunos casos pueden derivar en depresiones o trastornos de ansiedad. Las consultas psiquiátricas se han disparado por estos motivos. Lo que diferencia a las personas que tiran para delante de las que se hunden es precisamente qué hacen con estas emociones, cómo las gestionan.
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