Con más frecuencia de la deseada responsabilizamos
al "otro" de todas nuestras desventuras.
Con esta práctica conseguimos liberarnos de nuestra
propia responsabilidad y evitamos revisar los
errores cometidos.
¡¡¡la culpa no es mia!!!
Una alternativa es poner en práctica una de las herramientas
que nos proporciona la Emancipación:
El amor al prójimo o reconocer al "otro" como legítimo "otro".
Desde este nuevo escenario de amor a los demás empezamos
a amarnos también a nosotros. Al no culpar a los otros
de los fracasos que nos atormentan podemos analizar
aquellas áreas de mejora que tenemos por desarrollar y que
son las que nos ocasionan los tormentos.
Así despertará el interés por nosotros mismos y desde
la Emancipación ofreceremos amor a los demás y nos
desarrollaremos por los caminos de la plenitud.
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