NO SE LO DIGAS
A NADIE
El principal motivo de
nuestra incontingencia verbal es que el ser humano es un animal social que
necesita involucrar a su clan en las decisiones que toma, ya que la aprobación
del círculo íntimo le resulta vital. Un segundo motivo para revelar lo
inconfesable, sobre todo en asuntos frívolos, es el morbo de poder contarlo. Es
más, a veces los interlocutores tienen la impresión de que ciertas proezas
tienen como principal objetivo ser contadas.
Vamos a ponernos en el
lugar del confidente que desea ser fiel a su promesa de silencio. Si seguimos
estas reglas, no sucumbiremos a la intención de irnos de la lengua o al menos
minimizaremos los daños:
Piense que un secreto es
una prueba de amistad que, si no superamos, repercutirá negetivamente en la
confianza de quien nos lo ha contado. Si por nuestro carácter somos incapaces
de guardarlo, es mejor decirlo de entrada.
Antes de revelar una
confidencia de otro, debemos medir las consecuencias que puede tener para esa
persona. Hay que distinguir una anécdota simpática e inofensiva de algo que
comprometa gravemente al otro.
Jamás transmita una
confidencia por mensaje de texto. El desafío de todo mensaje interesante es ser
rebotado a los destinatarios más inesperados.
El tiempo medio que
tarde en revelarse un secreto es de 22 minutos, aunque las confidentes en
aseguran que podían guardarlo un máximo de dos días. Antes de hacer circular
una información, deberíamos estar completamente seguros de que es cierta y de
que el hecho de hacerla circular contribuirá positivamente en el seno de la
organización. Si no es así, es un virus.
Para que los demás no
comercien con nuestra vida privada y la tergiversen, tenemos dos soluciones
extremas: el silencio o la total transparencia. Si no queremos construir un
muro alrededor de nuestra intimidad, lo cual conlleva un esfuerzo de
ocultación, la otra opción es ser un libro abierto. De hecho, muchas personas
populares suelen explayarse sobre sus intimidades con naturalidad. Sin
necesidad de entrar en detalles obscenos o en la vida privada de otros, hablar
con claridad de lo que piensa y hace aporta la serenidad de no tener que representar diferentes papeles.
Esta es una buena manera
de evitar múltiples versiones sobre la realidad. Como decía un sabio romano,
compórtate en privado como si te estuvieran mirando y nunca tendrás que hacerte
reproches. Ni contar secretos, podríamos añadir.
Miralles
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