Si la Emancipación no viviera entre nosotros, no habría ni mundo ni esperanza. Muchos piensan, en España, que la emancipación se alcanza a los dieciocho años, más es un error pues ni se ve ni se toca. Su fuerza podría ser como la gravedad que, sin percibirse, mueve rios y mares. Separarnos de la vileza humana es el reto dado que hemos de reconocer que solo nos han enseñado a consumir con lo que nos han convertido en sílabas de consumo. Vayamos en busca de esa libertad que nos otorgue la posesión de nuestra existencia responsable y solidaria.
Podríamos hacernos una pregunta:
¿Quién soy yo?
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