TERTULIAS/CHARLAS SOBRE COACHING EMANCIPADOR EN EL CÍRCULO DE COACHING ESPECIALIZADO.



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El miedo ¿estimula o paraliza?



Con extrema facilidad se pasa de la presión al miedo, y este es un gran sistema para hacer que la gente se involucre.
El miedo.. ¿Estimula o paraliza?

Nueve y cuarto de la mañana en las oficinas centrales de una importante empresa. Comienza la reunión trimestral de ventas. El director comercial se dirige a su equipo. Pinta un retrato catastrófico de la situación: un mercado en recesión, aumento vertiginoso de las devoluciones, una ratio de morosidad importante. Seguidamente plantea los objetivos del trimestre, que pasan por un crecimiento de dos dígitos. Las caras de desánimo de los vendedores son un poema y el director comercial lo percibe. Tras revisar los objetivos zona por zona, y ante las muestras de escepticismo del equipo, termina con una elocuente síntesis. “comprende vuestra inquietud, pero esto es lo que hay; o alcanzamos los objetivos, o en la próxima reunión de ventas sobrarán algunas sillas”. Vivimos tiempos convulsos, tiempos críticos para muchas empresas, que se juegan su subsistencia. Tiempos en los que se tienen que tomar (y es empresarialmente necesario y correcto hacerlo) duras decisiones, que pasan, entre otras cosas, por reestructuraciones y reducciones de plantilla. Es la tormenta perfecta, el escenario propicio para que reaparezcan formas de dirección autoritarias y despóticas que en algunos casos creíamos superadas. El razonamiento para aquellos que las practican es claro: la presión es la única manera de que la gente rinda al 100%, que den lo mejor de sí mismos. Se necesita –según ellos- un cierto nivel de presión para tensionar a la gente, para que sean conscientes de que deben implicarse más que nunca. Para ellos es la única forma eficaz de lograr el máximo esfuerzo de los demás. Piensan, además que en el fondo no están haciendo otra cosa que plantear abiertamente la realidad. Porque en los tiempos que corren, o todo el mundo nada y sin descanso, o la empresa se ahoga. Hay en este planteamiento una certeza en el diagnóstico, pero un error fundamental la terapia: es cierto que en estos tiempos las organizaciones necesitan que todo el mundo dé lo mejor de sí mismo y se implique al máximo, y puede llegar a ser cierto que un cierto nivel de presión ayuda a conseguirlo. Pero con extrema facilidad se pasa de la presión al miedo, y ahí está el error: el miedo es un mal sistema para hacer que la gente se involucre. El miedo no estimula, porque el miedo, por encima de todo, paraliza. Y nadie presa del miedo es capaz de dar ni de lejos lo mejor.
F.Ramón Cortés

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