Pobreza
y humildad
Cada día con mayor frecuencia me pregunto si la humildad debe
abrazar la pobreza.
Es una cuestión de apariencia sencilla más puede resultar
compleja. Entiendo pobreza como la ausencia de cualquier ostentación que nos
lleve hacia un consumo mayor del necesario. Pero no debe ir acompañada de
compartimentos miserables ni mezquinos.
La pobreza puede ser el justo equilibrio entre la
dignidad humana y sus necesidades básicas de supervivencia. La pobreza no
siempre es carencia puede ir acompañada también de renuncia e inquietud.
Inquietud por observar y comprender precisamente los pecados de la opulencia.
Y precisamente aquí llega la humildad. Silenciosa y
callada pero enérgica y fortalecedora. Abrazar la humildad fortalece al humano
pues lo instala en el abandono de ese YO egoísta que tanto nos envilece.
Con la humildad descubrimos el amor que se revela
esencial en la cotidiana existencia.
Sabemos entonces que nuestro YO no es el centro del
universo y que será la pluralidad aquello nos fortalezca verdaderamente.
El cielo, como símbolo de nuestra ignorancia, ni se gana
ni se asalta. Cada día con humildad y pobreza nos separamos de esa terrenidad
de la que la evolución nos hace partir.
0 comentarios:
Publicar un comentario