Recuerdo como no hace demasiado me gustaba estar junto a "otros" para conocer sus inquietudes y perspectivas. Ha pasado el tiempo y añoro la soledad, es más la busco. La soledad permite la coquetería del SER, la evolución del inconsciente y la tranquilidad del espíritu.
Estar solo te acerca a la plenitud de la reflexión donde
entras en una atemporalidad que te
inmortaliza.
Tal ausencia de compañía física te abre a recuerdos
profundos del caminar existencial destilando aquellos muchos momentos que, en
la vida, han sido estériles y sin sentido.
La
soledad debe ser pues, el néctar del SER,
la cuna del amor, pues de la soledad nace la
poesía que nos acerca a las caricias
escondidas del YO agonizante y aturdido.
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