sólo quede lo bueno, que los años
arrasen la memoria de los días
de miseria y que el viento,
igual que se llevó nuestras ilusiones,
se lleve las palabras alevosas
con que nos golpeamos
hasta hacernos sangrar.
Que el corazón descanse y que la lluvia
borre la última huella
de la última batalla.
José Fernández de la Sota.
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