SILENCIAMIENTO
La
pausa entre dos notas, el espacio en blanco entre dos palabras, la página
virgen entre dos capítulos, la noche tras la actividad del día, los árboles
despojados en invierno tras la lluvia e flores en primavera, la abundancia de
frutos en verano y la caída de las hojas en otoño que dejan en el suelo una
alfombra de colores calmos…..
Todo
ello habla del silencio necesario, de la quietud indispensable inscrita en el
ritmo de las cosas. Se requiere este acallamiento para no quedar inundados de
ruidos, formas, movimientos y significados que nos desgasten con su agitación
febril….
Así
detenidos, se gesta lo OTRO, allá en lo
hondo.
Insondable
lejanía albergada en la proximidad de nuestro aquí, ese Allí-Aquí inasible para
el pensamiento porque cuando lo pensamos se desvanece. Únicamente emerge cuando
la mente vencida, cede.
El
silencio es el vacío que posibilita lo pleno. Todo lo lleno anhela el vacio
para no quedar saturado de sí mismo. El silencio de los sentidos, de los
deseos, de la mente. El silencio que nos devuelve al estado prístino de ser, de simplemente ser en el SER.
Quietos,
callados y acallados, solo siendo y sintiendo la respiración llenando y
vaciando nuestro anhelo.
Abriéndonos
mansamente, nos disponemos a recibirnos en la inmensidad anegada de Presencia.
Presentes
en la Presencia, nuestra conciencia le da eco.
Con
el silencio llega la experiencia y la certeza de que todo está habitado.
Silencio,
sonido de Alteridad tornada mismidad.
Silencio
de Presencia sin contenidos porque todo lo contiene.
Silencio
exento de deseos porque todo he sido dado y no es posible desear ni recibir
más.
No
hay nada que esperar porque hemos regresado y todo ha regresado.
Silencio
que habita en la calidez del Ser.
Quien
se sumerge en él es hospedado en su abrazo.
Permanecer,
así, quietos y acallados, simplemente siendo en El-que-Es.
Las
heridas más antiguas causadas por lo que faltó cuando era necesario dejando
brechas de ansiedad se sanan en este sumergirse,
La
Presencia calma el clamor de la Ausencia. Estaba ahí pero no había capacidad
para captarla.
El
ahora que aguardaba se abre como fruto maduro.
Quietos
grávidos de Ser, repasamos brotando del ser
al Ser.
1 comentarios:
Buenas tardes. Este poema no es suyo. Lo menos que puede hacer es citar a su autor. No es nada espiritual apropiarnos de lo que no es nuestro.
Publicar un comentario