La "caricia" de la Emancipación transforma nuestra evolución llevándonos de la condición de carentes hacia los jardines de la
transformación.
Actuar bajo los
designios del odio y el rencor nunca es una justificación. Los valores de la
inteligencia jamás "sentarían en su mesa" a tan infame acción. Estas
actuaciones, encubiertas por la "queja", recitan una letanía estéril
donde muestran la incapacidad de una población empobrecida por la opulencia de
la comodidad.
Convivir exige
acciones inteligentes donde el respeto al otro sea el sujeto de la oración.
Solo desde ahí podemos adecuar nuestra presencia en el universo donde la
"localización" es una anécdota temporal.
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