Vivimos en un mundo desesperanzado donde hemos de tener prudencia para no caer en los encantamiento temporales.
Nos ocupamos, como
sociedad base, demasiado de los temas temporales obviando la eternidad.
A ésta la
entendemos como algo póstumo a nosotros y consecuentemente escaso alimento para
la saciedad del YO.
No obstante,
mejorar lo eterno es ocuparse de la sociedad futura y activar el progreso de la
especie humana. Al igual que aquellos que lo conocen, nadie cuestiona el saber
leer; interesarse en lo eterno nos concederá la densidad necesaria para
abandonar la animalidad. La temporalidad será, entonces una anécdota.
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