La
convivencia humana debe contemplar los desequilibrios en la Emancipación. Cada
uno de nosotros tiene su "tempo" y evolución propia, circunstancia
que, a veces, hace difícil el compartir espacios comunes.
¿Pero
quién tiene la verdad? ¿Quién está en la evolución adecuada?
Sin
duda nadie y ahí está la premisa a considerar: NADIE ES MÁS QUE EL OTRO.
Todos
los estadios hacia la liberación de ese YO que nos ensombrece son manifestaciones de la liberación
humana de su cárcel básica y primaria.
Así hay que huir de comparaciones y competiciones que
enfrenten experiencias de evolución. Cada uno tiene la suya y aquel que mayor
visión tenga debe dar la mano a los que llegan detrás, de igual manera que un
adulto ayuda a un niño para facilitar su evolución.
Aquel quien, cerrado en su microcosmos, entienda está en
posesión de la certeza es un peligro para la evolución de la sociedad de igual
manera que aquellos que, instalados en la comodidad, interrumpen el flujo de
esfuerzo que solicita la evolución.
A estos dos supuestos evolutivos; el "enterao"
y el "vago" debemos ayudar con nuestro plural flujo de esfuerzo para
mostrarles la belleza de la abierta pluralidad.
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