La
actitud individual y global que personal y colectivamente tomamos ante
"las cosas" es el eje de la
acción social de la ciudadanía.
De ese estado de ánimo, reflexionado o no, nacerá el
abecedario de nuestro discurso ante el "otro" lo que contribuirá a
configurar una atmósfera pura o contaminada.
Ejemplo de ello puede ser aquel colectivo que, infectado
de nepotismo se autodestruye al pensar más en las prebendas a obtener que en el
esfuerzo a realizar.
Se es feliz y pleno si se tiene una actitud positiva y
abierta a los tiempos. El ayer solo es historia y las nuevas generaciones
caminan hacia un futuro configurado por sus esfuerzos e ilusiones y no por las
frustraciones de aquellos que llegaron antes.
Así aquellas actitudes avinagradas y basadas en el rencor
poco tienen que decir a los dueños del futuro. Claro que hay, diariamente,
motivos de enfado y desasosiego, por supuesto. Ahí está la clave.....aceptar
que quizá, el dolor que hoy recibes ayer lo provocaste tú. La actitud es lo que
nos salvará de aquello que banalmente llamamos "dolor" cuando
simplemente es vida.
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