Entregar "amor
al prójimo" con constancia y sin esperar nada a cambio es un reto que los
humanos no aceptan con facilidad dado que han sido educados para poseer no para
ofrecer.
Ante tal egoísmo
merece la pena recapacitar sobre nuestra presencia en sociedad.
Vivir en la
desconfianza y el egocentrismo representa un enorme vacío existencial que nos
aísla y reprime ante la diversidad.
Las personas no son
una utilidad son un sentimiento y las debemos potenciar a través de la
aceptación y del amor sin conveniencia.
Lo que nos conviene
lo adquirimos en un supermercado pero nuestras emociones deben ser guiadas por
el afecto y respeto al otro.
No debemos ser
adictos al egoísmo y podemos intensificar nuestro proceso liberador de las
dependencias del YO.
Nos han secuestrado
la voluntad a través del consumo, por el consumo destrozando valores tales como
la solidaridad y la emancipación haciéndonos dependientes de todas las
mezquindades humanas que tan bien le van al capitalismo.
0 comentarios:
Publicar un comentario