Todos somos "criaturas" de la soberbia y la vanidad. Ambas nos abrazan con fuerza para no dejarnos liberar de su influencia.
Se hace preciso tomar conciencia y ya en ella abrir-nos y progresar por los senderos de la humildad.
Este transcurrir debe afirmarnos en los propósitos de entrega sin renunciar de nuestra idea de EMANCIPACIÓN manifestada en el trabajo y la constancia en él.
Somos lo que hacemos diariamente y ahí debe estar el esfuerzo de abandonar la discapacidad como zona de confort que nos inmoviliza. Claro que para sobrevivir es mejor dar pena que envidia pero para crecer como humano (de cualquier condición) hay que "sufrir" sin la protección de las creencias.
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