Finaliza el día y el depredador regresa a su cueva o madriguera -actual piso-para reparar su físico desgastado. La mayoría pegados al móvil fingen estar solicitados cuando su soledad es más que evidente.
La jornada ha sido repetitiva dado que contratan su fuerza/obediencia y no su talento. Si, si ignoran el intelecto humano fomentándolo solo lo preciso para trabajar con la máquina. El potencial es obviado sin compasión y después lamentan tener una población poco comprometida.
El espectáculo del metro al anochecer merece estar en un museo. Pocos irían a verse podrirse en la conquista de su sustento. Ahhh, bajo en la próxima.
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