Reconozcamos
que una cultura, en la cual cada uno quiere ser el portador de una propia
verdad subjetiva vuelve difícil que los ciudadanos deseen integran un proyecto
común más allá de los beneficios y deseos personales.
En
la cultura predominante, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo
inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede
el lugar a la apariencia. La globalización ha significado un acelerado
deterioro de las raíces culturales con la invasión de tendencias pertenecientes
a otras culturas, económicamente desarrolladas pero éticamente debilitadas.
La
Emancipación postula algo denso que parte desde “la semilla del verbo” ya que
se trata de una verdadera elevación del cuerpo humano convirtiéndole en
espíritu libre del cuerpo y su temporalidad. Se hace preciso e irrenunciable
incorporar a las culturas el abandono del YO para subrayar la necesidad de
actuar convencidos en la potencialidad del nosotros atemporal. Toda cultura y
todo grupo social necesitan purificación y maduración. Sin dudas convivimos con
alginas debilidades como el culto al YO, el alcoholismo, el feminismo y
machismo y especialmente el culto a las riquezas materiales.
Bergoglio
Bergoglio
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