Cuando nos deja un ser
querido el alma se retuerce un poco. Aunque tal desapariciÓn es lÓgica, al
llegar, nos da un impulso hacia el vacÍo, hacia la soledad.
MÁs como la muerte es
vida, al poco de conocerla , se hace amiga y nos empuja a vivir con la fuerza
del ausente. DirÍa que nos fortalece para aprovechar cada minuto de nuestra
existencia. Es un regalo que todos tenemos y nunca deseamos
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