Cuando fui joven todo era grande y
llamativo, ahora todo es sencillo y discreto. Ha llegado el momento en que mi
Emancipación habla desde el corazón.
Dos mantenían una acalorada discusión política. Ellos, acostumbrados a que
yo interviniera y ante mi silencio a lo largo de la conversación, me
preguntaron por qué no opinaba del tema que discutían. De forma casi espontánea
les respondí que yo ahora me dedicaba a observar los sacrificios de la
Emancipación.
El episodio sobre el “sacrificio de observación” puede constituir un
enigma para aquellos que, como yo, tiene una idea vaga y confusa del concepto.
El objeto de estas líneas no es otro que clarificar lo que puede significar
para un “lego” los sacrificios de la Emancipación.
Antes de comenzar, procede una advertencia: sobre aquello que vamos a tratar
se han escrito incontables volúmenes de erudición ante los cuales palidece
cualquier comparación.
Debo significar primero que, por sacrificios, entiendo
aquellas delicadas sutilezas que la observación nos aporta para iluminar el
camino de la escucha y la Emancipación.
Y claro está para realizar una buena observación de
hace necesario un generosa renuncia al mundo y sus ruidos. Esta acción nos debe
llevar hacia la renuncia a vivir en medio de la sociedad. Por ello, un
componente fundamental de la vocación emancipadora, es renunciar a determinadas
cosas con un objetivo mayor: la búsqueda de la Emancipación terrenal.
Ahora bien, acabamos
de decir que se lleva a cabo un sacrificio con un objetivo mayor. Esto
quiere decir que la renuncia al mundo terrenal se hace por algo. Este
sacrificio está orientado a un fin concreto. ¿Cuál es ese fin? Se suele
responder acertadamente que se trata de la búsqueda de la Emancipación. Es
decir, la acción humana renuncia a todo para acercarse al TODO, para buscarle
en la soledad y el silencio. Sin embargo, esta afirmación puede ser completada
o mejorada. Al fin y al cabo muchos buscan la Emancipación de alguna forma.
Cada uno de una manera distinta o por vías particulares, esto es, con su
particular espiritualidad. Por ello tenemos que preguntarnos qué es lo que
singulariza la búsqueda de la Emancipación de un ciudadano.
En primer lugar, y como presupuesto previo, hay que
hacer referencia necesaria a la separación del consumo. Hay que encontrar a la
Emancipación dentro del marco de la espiritualidad y sin ese marco no puede ser
entendida. La búsqueda se lleva a cabo mediante una renuncia previa a todo lo
que el mundo tiene de distracción, de superficial, de innecesario (lo cual no
significa que no se aproveche todo lo que el mundo tiene de bello y bueno),
para centrarse en lo único necesario: EMANCIPARSE.
Una vez determinada la característica formal de la
espiritualidad, es tiempo ahora de precisar lo sustantivo y material de esa
espiritualidad. Y no es otra cosa que el ensalzamiento. Debemos buscar a la
EMANCIPACIÓN por medio de un elogio hacia la renuncia a través del sacrificio
para abandonar ese YO que nos oprime e impide escuchar la llamada de la evolución.
En consecuencia buscamos a la Emancipación por medio de la observación y el
ensalzamiento del sacrificio.
Conviene en consecuencia preguntarse cómo podemos
expresar este elogio hacia la acción emancipadora.
La persona en voluntad de búsqueda liberadora podrá no
menos de siete veces al día ensalzar internamente la belleza de una sociedad
que, menesterosa y aturdida, busca su salvación de los reclamos al consumo. Por
supuesto es precisa la renuncia ante los constantes estímulos que, los enemigos
terrenales, lanzan para someter nuestras voluntades.
En pues el absoluto abandono del YO egoísta y mundano
lo que puede acercarnos a la acción salvífica del elogio a la EMANCIPACIÓN; no
como un acto individual aunque si como un acercamiento al otro desde el SÍ
MISMO, aceptando, empero, que si deseamos llegar a ser un humano de verdad
debemos buscar siempre y exclusivamente el último lugar. Dado quién no esté dispuesto a tomar el camino del
fracaso social, no puede seguir a la EMANCIPACIÓN. No hay que engañarse es así.
Quiero
aclaran ese mencionado concepto del SÍ MISMO que según Carl Gustav Jung es el
conjunto íntegro de todos los fenómenos psíquicos que se dan en el ser humano.
Expresa la unidad y totalidad de la personalidad global. Pero en la medida en
que esta última, a consecuencia de su componente inconsciente, nunca puede ser
consciente sino de manera parcial, propiamente el concepto de sí-mismo es
empírico solo en parte y, por tanto, en esta misma medida es un postulado.
Ya en el área de la
EMANCIPACIÓN existen diversos grados de alcanzarla más podemos decir: “deseo
comprender tu verdad, aunque sea imperfectamente, esa verdad que mi corazón
cree y ama. Porque no busco comprender (mi finitud es latente) para creer, sino
que creo para llegar a comprender. Creo en efecto, porque, si no creyere, no
llegaría a comprender”
ooOoo
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