AQUELLO
QUE LLAMAMOS ESPIRITUALIDAD.
Si llamamos a la
iniciación y cultivo de la dimensión absoluta de la realidad “espiritualidad”,
habrá que concluir que en las sociedades dinámicas espiritualidad será
imposible si no se diferencia con toda
claridad la copa –que es nuestra exclusiva responsabilidad- del vino.
La iniciación religiosa
consistirá en aprender a sutilizar las facultades hasta llegar a reconocer la
finura del vino. Sólo cuando se aprende a gustar del vino se llega a saber que
no es la copa, aunque esté contenido sólo en las copas que construyen nuestras
manos.
Cuando leemos a los
maetsros y estudiamos las tradiciones religiosas desde la situación de las
sociedades dinámicas, podemos comprender, con toda claridad, que su enseñanza
es de una fascinante sencillez: tenemos un doble acceso a la realidad, uno
en función de nuestras necesidades y otro absoluto.
Cuando se silencia la
necesidad, y lo que ella construye, se hace accesible un nuevo e insospechado
conocer y sentir desde ese silencio. Entonces podemos conocer y sentir, como
testigos imparciales de esta inmensidad, que hay mundos sobre mundos en la
realidad; nace con ello un nuevo e incondicional interés por todo, que se goza
con todo y se reconcilia con todo.
La invitación que hacen
las tradiciones y los maestros de esas tradiciones a vivir esa dimensión de la
realidad no es una invitación a someterse y creer, sino verificar por sí mismo.
Por consiguiente, lo
importante de las religiones del pasado está en “adónde nos conducen”, no en “los
modos de pensar y sentir con los que nos conducen”; porque las formas de pensar
y sentir con las que nos conducen, cambian al cambiar las culturas.
Lo central de las
tradiciones religiosas no son las concepciones, los sitemas de valores en que
se expresan, los sistemas míticos de representación, porque todo eso depende de
factores relativos; lo fundamental es aquello que no depende de factores
relativos, aunque sólo sea accesible y expresable con modos relativos.
Los mitos, los símbolos,
las creencias y la totalidad de los sistemas de representación son como una
escalera que nos permite subir al ámbito de lo otro. Cuando se ha alcanzado ese
otro ámbito, se abandona la escalera, aunque sea preciso volver a utilizarla cuando
se quiera iniciar a otro.
Las circunstancias
culturales de las sociedades desarrolladas nos fuerzan a poner el acento en los
procesos de transformación y refinamiento de las facultades de los individuos y
de los grupos y no en la “indoctrinación”.
Por todas estas razones,
creemos que, en las sociedades desarrolladas, las religiones, tal como se
concibieron en Occidente durante casi dos mil años, han llegado a su fin o
están en caminos de extinguirse.
Por otra parte, y de
manera paradójica, se da, simultáneamente con ese decaimiento profundo de las
religiones clásicas, un resurgir fuerte del interés por lo espiritual, o,
utilizando términos menos ligados a una antropología del pasado, un interés por
la dimensión profunda y absoluta de la existencia; una dimensión que está muy
ausente de nuestra vida cotidiana.
La época de las
religiones, tal como se vivieron en Occidente, va camino de su fin o, como
mínimo, va camino de quedar en los márgenes de la marcha de la cultura. En la
mayoría de los países desarrollados ya está en los márgenes. Pero lo que está
muriendo no es la posibilidad de vivir la experiencia absoluta de la realidad,
la experiencia espiritual, sino una manera cultural, venerable y milenaria, de
hacerlo.
Las religiones son las
formas sagradas preindustriales, que se expresan en programas mítico-simbólicos
propios de las sociedades estáticas- Dichos programas se articulan como cuadros
de creencias, los cuales son sistemas de dominio, de control. De sumisión y de
exclusión de alternativas. En la medida en que las religiones, nacidas y
desarrolladas en laépoca preindustrial, exijan a las nuevas sociedades, para
acceder a la experiencia espiritual, el sometimiento a la interpretación de las
realidades, a las valoraciones, a la moralidad y a los sistemas de vida
esneñados por los mitos, que son programas para sociedades estáticas, las
religiones serán arrastradas hacia la misma condena y falseamiento que los
mitos; pasarán a la historia como lo hicieron los sistemas de vida de las
sociedades preindustriales.
MCorbí
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