Cuando somos más grandes que lo que hacemos,
nada puede desequilibrarnos.
Pero cuando permitimos que las "cosas" sean más grandes que nosotros,
nuestro desequilibrio está garantizado.
En un sociedad primaria o en sus ciudadanos primarios, la obediencia en la condición base de toda su organización social. Todo está rígidamente estructurado incluso la familia.
En esta sociedad, el poder, no acepta poderes alternativos que no se sometán a su voluntad incluido, claro está, el fenómeno religioso.
El monarca, primer ministro o accionista mayoritario de la empresa es y debe ser la autoridad única dentro de una organización social básica y simple. Así el sistema concéntrico de poder no telera las opciones de emancipación que supongan una independencia de sus humanos miembros. Consecuentemente todas aquellas acciones o libertades que puedan suponer una organización paralela al mismo poder, serán debilitadas a través de múltiples formas y maneras.
En una sociedad tan jerarquizada como ésta, toda relación social, incluso en el interior de la familia, es una relación de grados de poder. La virtud central de esta sociedad es la obediencia y la sumisión.
Podemos despertarnos y abrazar la incomodidad de la libertad aunque, evidentemente, pocos lo harán por sí solos. Los demás ya solo aspiran a cobrar el paro
¡¡En el coaching puedes encontrar un amigo!!
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