“SI
FELICITAMOS EN EL MOMENTO OPORTUNO Y CON LA ACTITUD ADECUADA, LA OTRA PERSONA
SE SENTIRÁ IMPORTANTE Y COMPROMETIDA”
La felicitación es una
tierra fértil y rica que cultivada adecuadamente hace florecer la autoestima en
los demás, mejora las relaciones personales y trabaja a favor de nuestra
capacidad de empatía. Aun así, usamos poco y mal el arte de la felicitación orientada
a reconocer los méritos de quienes nos rodean, y usamos aún menos y peor la
felicitación encaminada a reconocer aquello que nosotros mismos hemos
hecho bien y merece, por tanto, nuestro reconocimiento. Sea hacia los
demás o sea hacia nosotros mismos, lo cierto es que evitamos hacer uso de esta
palabra que no por casualidad es familia directa de esta otra: felicidad.
“La manera de
dar vale más que lo que se da”
Palmadita en la espalda y un
masticado “muy bien”. Manos en los bolsillos, mirada al suelo y un escueto “no
ha estado mal”. Felicitar así es como dar un regalo sin envolver ni quitar el
precio. O peor aún, como decir “bueno, cómprate algo, que ya te lo pago yo”. Y
como precisamente estamos hablando de uno de los regalos más bonitos que
podemos hacer, vamos a ver cómo debemos
envolverlo:
LA IMPORTANCIA DEL
PRESENTE. Cuando felicitamos un
cumpleaños, solemos hacerlo el mismo día. Obvio, Cuando más alejado del
momento, menos efecto tiene nuestra felicitación. ¿Será por eso que presente
también significa regalo? No lo sé. Lo que sí sabemos es que debemos felicitar
en el momento en el que algo nos ha hecho sentir felices. No dejar pasar el
tiempo. No perder la ocasión. Ser oportunos, es decir, aprovechar esa
oportunidad única de poner en valor y destacar a aquella persona.
La actitud
adecuada. Siguiendo con los regalos
de cumpleaños. Imagínese que va a una fiesta y lanza una bolsa encima de la
mesa con un escueto “toma ahí va”. No es manera, ¿verdad? Cuando nos sentimos
felices, es necesario que nuestro lenguaje corporal y verbal muestre esa
felicidad, que seamos espléndidos en nuestras palabras y calurosos en nuestro
reconocimiento. Debemos esforzarnos para transmitir con fuerza y entusiasmo lo
que sentimos para salvar ese abismo que en ocasiones son las relaciones
humanas.
Involucrarnos en
nuestras palabras
. Además de usar el momento
preciso y la actitud adecuada, es imprescindible que involucremos nuestros
sentimientos. De este modo, el regalo se transforma en algo personal, único y
muy valioso.
Si
somos capaces de felicitar en el momento oportuno, con la actitud adecuada e
involucrándonos emocionalmente en nuestras palabras, la otra persona se sentirá
importante y comprometida para seguir adelante con una actitud que tiene, tal y
como hemos demostrado y transmitido, un efecto positivo en su entorno
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