“El primer paso
para emanciparnos es difícil. Consiste en atrevernos a asumir el protagonismo
de resolver los problemas”
No es nada fácil ser
ciudadano en el mundo de hoy. Solo protestar e echar la culpa no asegura el
futuro. Es el momento de tomar las riendas.
Hoy día sobran los motivos
para estar enfadados. Aumentan los impuestos. Sube la inflación. Trabajamos más
horas. Cobramos menos. Se alarga la edad de la jubilación. Y cada vez más
personas engordan la lista del desempleo…. En paralelo, presenciamos a través
de la pantalla del televisor un sinfín de fraudes, escándalos y estafas por
parte de políticos corruptos y empresarios codiciosos. Y como colofón, estamos
siendo testigos de cómo está desmoronándose el sector financiero, poniendo en peligro
la salud y la soberanía económica de todo el país.
Frente a semejante panorama,
el miedo y la confusión no solo se han apoderado de la población, sino que se
han convertido en un virus contagioso. Y como reacción mayoritaria, muchos
seguimos esperando que de algún modo u otro el Estado se encargue de solución a
nuestros problemas. Y tiene sentido que sea así. El paternalismo y el
victimismo son los dos principales legados psicológicos que nos ha dejado la
era industrial. Ambas actitudes se retroalimentan; se necesitan mutuamente para
poder existir.
El quid de la cuestión es
cómo los ciudadanos dependemos absolutamente del Estado, de las empresas y de
los bancos. Sin ellos, muchos no podríamos ni sabríamos cómo sobrevivir económicamente.
Y esta dependencia a dado lugar a nueva forma de esclavitud contemporánea. Y dado que la presión ejercida por quienes
nos gobiernan es cada vez mayor, en los últimos años una parte de la ciudadanía
ha salido de su aletargamiento, expresando su inconformismo a través de
manifestaciones pancartas y megáfonos y especialmente midiendo su consumo.
Una de las revoluciones que
podemos hacer hoy es reflexionar sobre cómo ganamos y gastamos nuestro dinero,
conductas que dicen mucho acerca de las personas que somos. Y una buena manera
de empezar esta senda hacia la madurez y la coherencia es tratar de responder,
con más hechos y menos palabras, a la pregunta ¿Qué
puedo hacer YO para cambiar aquello de lo que me quejo?
1 comentarios:
me reinvento...me acerco...callada...holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!! luego grito........
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