EL SECRETO DE LA PALABRA.
Todos recordamos la ilusión
cuando éramos niños y esperábamos la llegada de los Reyes Magos. Esa capacidad
por imaginar que podía ser, aunque pareciera imposible. Tampoco olvidamos el
momento en que descubrimos o nos cuentas su verdadera naturaleza. La
desilusión, la decepción, las ganas de algunos de seguir aferrados a la magia
de lo imposible, sin querer aceptar la revelación del secreto.
Las experiencias de ilusión
forman parte de nuestra vida. Ilusionarse tiene que ver con verbos como soñar,
animar, alentar, desear. Con la capacidad de asombrarse. Cuando somos niños es
más simple, porque nos asombramos de lo desconocido, de lo que despierta
nuestra curiosidad, de lo que hay por descubrir. Con los años perdemos esta
capacidad de comprender y reconocer el mundo y todo lo que nos envuelve. Pero
asombrarse también es una de las facultades clave de la inteligencia
espiritual. Las personas que cultivan esta inteligencia siguen maravillándose
por las cosas y las personas.
“Las personas
espiritualmente inquietas e indagadoras se asombran por todo: de cómo son las
cosas, de la misma existencia de la realidad, de uno mismo en el mundo” Sin
esta capacidad nos perdemos lo más importante de nuestra experiencia.
Esa facultad de reconocer,
de indagar, de descubrir y saber apreciar. Cuando nos asombramos, saboreamos la
vida.
1 comentarios:
Excelente Paco.
Te dejo un abrazo y mi gratitud por todos los aportes que nos dejas, eres un trabajador incansable.
Besitos.
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