La capacidad
de adaptación es una herramienta esencial para dar lo mejor de uno mismo para
cualquier situación.
El ser humano
es una de las especies más adaptables y camaleónicas del planeta, lo que
explica cómo con un cuerpo frágil y poco poderoso hayamos desbancado a especies
mucho mejor datadas para la lucha por la supervivencia. ¿Qué es lo que nos ha
permitido tomar peligrosamente el control del planeta y poner el resto de
especies a nuestro servicio?
Las personas
conservadoras o rígidas otorgan al adjetivo “camaleónico” connotaciones
negativas, ya que entienden que un sujeto que se adapta rápidamente al medio
tiene que ser por fuerza engañoso, inmoral, arribista….
Para un ser
humano, lo camaleónico tiene mucho que ver con la flexibilidad y la empatía.
Aquel capaz de trasladarse, de forma sincera y efectiva, al universo mental del
otros tiene asegurado el triunfo en cualquier ámbito, sea laboral, creativo o,
incluso, sentimental. Ser flexible es una virtud que define un estilo de vida y
permite a las personas adaptarse mejor a las presiones del medio. Una mente
abierta tiene más probabilidades de generar cambios constructivos que redunde
en una mejor calidad de vida y en la capacidad de afrontar situaciones
difíciles. Una mentalidad rígida no solo es más propensa a sufrir todo tipo de
trastornos psicológicos y emocionales, sino que además afectará negativamente
al entorno en que se mueve.
Algunos
ejemplos cotidianos de adaptación positiva serías: el comercial siempre atento
al feedback de sus clientes, con lo que adapta constantemente la presentación
de los productos y su estrategia de venta según “prueba y error” de
experiencias pasadas; o la pareja que, tras un tiempo de convivencia, ha
detectado qué puntos crean fricción en el otro y cuáles generan unión y
complicidad, con lo que minimizan los primeros y promueven los segundos.
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