Seguimos con
la deshumanización….
DESHUMANIZA estar más allá de la madurez, sobre todo cuando se proclama la
mayoría de edad de nuestro mundo. Son los fundamentalismos, suaves en
apariencia, pero con consecuencias graves, aceptados son tener que justificar
nada, promovidos y premiados, como el individualismo, el facilismo, el éxito,
el placer. Es el simplismo y aun la infantilización que puede llegar a la
cursilería en el lenguaje, a veces en el ámbito de lo político y, con gran
frecuencia, de lo religioso.
Deshumaniza el
acatamiento de Occidente al imperio y al poder. El acatamiento, de alguna
forma, hace partícipe a Occidente de los desmanes económicos y militares, y de
sus violaciones de derechos humanos. Introyecta como normal la imposición y la prepotencia de unos seres
humanos con respecto a otros. Y acepta el alineamiento a sus directrices como
necesario, o al menos comprensible, si se quiere tener asegurado el “buen vivir”,
el “éxito” y “la seguridad” los bienes salvíficos definitivos.
En
suma, deshumaniza el egoísmo, la insensibilidad ante el drama de la miseria y
la crueldad de la pobreza, el sida, la exclusión y la discriminación. Deshumaniza
el desprecio hacia pobres e indígenas y hacia la tierra madre
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