Cuando culpamos a los demás
por aquello que nos ha sucedido
y los responsabilizamos de nuestro
sufrimiento,
podemos caer en las garras
de un enemigo mucho más sutil
y peligroso: EL RENCOR.
Para evitar seguir haciéndonos daño,
es necesario aprender a perdonar,
un acto que refleja amor y humildad,
que pone fin a todo nuestro malestar.
Dado que no podemos cambiar
lo que nos ocurre en la vida,
si podemos modificar nuestra mirada
y nuestra actitud hacia los mismos
acontecimientos para reinterpretar
su significado de una forma más objetiva.
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