"La mente es inteligente, pero la inteligencia está afectada de locura e insensatez"
Los grandes valores fundamentales que dan sentido y contenido a nuestra vida no dependen de nuestros privilegios, posesiones, roles ni propiedades. Dependerán de nuestra inteligencia, de nuestra conciencia y de ser coherentes e íntegros, de actuar alineados con lo que pensamos y decimos. Debemos aprender a soltar, a no agarrar, a dejar fluir, eso es vivir sin resistencias, siendo creadores de cambios constructivos que provocan mejoras y amplían nuestros horizontes. Para tener esta capacidad de respuesta creativa y positiva es necesario equilibrar la acción con la introversión, el silencio, la reflexión y la meditación. Así iniciamos el camino del autoliderazgo. No podemos ejercer un verdadero liderazgo sobre los demás si no somos capaces de liderar nuestra propia mente, emociones y mundo interior.
Una mente al servicio de la locura no puede servir más que para la destrucción. Para que el barco llegue a su destino, el agua debe permanecer fuera del barco. Para que nuestras mentes puedan servir, la atmósfera del mundo debe permanecer fuera de nuestras mentes. Que no ocurra que la atmósfera circundante penetre en el barco de nuestra mente, sino lo contrario, que las vibraciones de una mente positiva y limpia influyan en nuestro entorno, fortaleciendo a los que viven en el mundo. Para tener una mente capaz de sanar el mundo, primero tenemos que sanarnos a nosotros mismos, cultivando poderes sanadores como la esperanza, la armonía, la compasión, el compromiso, el perdón, la tolerancia y el respeto.
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