SOBRE EL DESEO
DE FELICIDAD.
Estaba
diciendo que no queremos ser felices. Queremos otras cosas. O digámoslo con más
precisión: no queremos ser incondicionalmente felices. Estor dispuesto a ser
feliz siempre que tenga esto, lo otro y lo de más allá. Pero, en realidad, esto
es decir a nuestro amigo o a cualquiera “Tú eres mi felicidad. Si no te
consigo, me niego a ser feliz”. Es muy
importante entenderlo. No podemos imaginar nuestra propia felicidad sin estas
condiciones. Así de claro. No somos capaces de concebir la felicidad sin ellas.
Se nos ha enseñado a poner nuestra felicidad en ellas.
De modo que
esto es lo primero que tenemos que hacer si queremos despertar, que es lo mismo
que decir: si queremos amar, si queremos libertad, si queremos alegría, paz y espiritualidad.
En este
sentido, la espiritualidad es lo más práctico del mundo. Tu reto a pensar en
algo más práctico que la espiritualidad tal como yo le he definido –no piedad,
no devoción, no religión, no caridad, no adoración, sino espiritualidad-:
¡despertar, despertar! Fíjate en el dolor de corazón que hay en todas partes;
observa la soledad; mira el miedo, la confusión, el conflicto en los corazones
de la gente; el conflicto interno, el conflicto externo. Supongamos que alguien
te facilita un modo de liberarte de todo eso. Supongamos que alguien te ofrece
la manera de detener ese enorme drenaje de energía, de salud y de emoción
procedente de estos conflictos y de esta confusión. ¿Lo aceptarías? Supongamos
que alguien nos muestra un modo de amarnos realmente unos a otros, de estar en
paz, de residir en el amor. ¿Existe algo más práctico? Pero, en lugar de eso,
hay gente que piensa que los grandes negocios son mucho más prácticos, que la
política es mucho más práctica, que la ciencia es mucho más práctica. ¿Qué
sentido tiene poner a un hombre en la Luna cuando no podemos vivir sobre la
Tierra.
De Mello
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