SINGULAR y SINGULARES
Decir que todos
somos iguales en dignidad es fácil. Lo difícil es no mirar con lástima al que
cae o con desdén al que despunta. Lo verdaderamente difícil es romper el hielo
de la indiferencia en la que vivimos atrapados, consumiendo información como
quién ve amanecer sobre un suelo helado.
Los telediarios se
abren cada día con las cifras de la temperatura económica y se cierran con las
noticias meteorológicas. Al verdadero humano lo recordaremos siempre por la
mirada. En ella es fácil de reconocer la dignidad universal. Lo difícil es
reconocérsela a cada uno mientras cae o se levanta. Es más fácil querer a todo
el mundo que respetar a uno solo, diferente de todos los demás. Basta creer que
se quiere para querer, siquiera un poco. Respetar, en cambio, es otra cosa. No
es una manera de querer sinO una manera de ser.
A los humanos,
personajes del tiempo se les suele recordar por sus obras de utilidad pública
aunque deberíamos recordar por la diferencia, que ni es de utilidad pública ni
perdura en la memoria de los hombres.
Pocos son los que
saben hablar sin palabras mejor que con ellas. Y menos aun quienes saben
expresarlo que sienten cuando les oyen.
¡¡¡inténtalo!!!
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