Atentos a las nuevas oportunidades
FRANCESC MIRALLES
Resignarse a lo conocido y no atreverse a poner en marcha los sueños limita nuestras posibilidades. Hasta en tiempos de crisis hay oportunidades a las que tenemos que abrirnos para dar un giro a nuestras vidas.
La vuelta al trabajo, tras un verano lleno de alarmas económicas, hace que muchas personas se reincorporen a la rutina resignadas a reprender su vida en el mismo punto donde la dejaron. Esta inercia de lo cotidiano nos hace olvidar que cada ser humano tiene ante sí un amplio abanico de caminos, aunque creamos encontrarnos en un carril de sentido único.
"Nos sentimos tan agobiados por las obligaciones, que nos aferramos a lo que tenemos sin contemplar otras alternativas"
"Para poder ver las oportunidades hay que dejar de pensar en clave de limitaciones para hacerlo en clave de posibilidades"
Un célebre poema de Robert Frost habla de un caminante que debe tomar una decisión: "En un bosque se bifurcaban dos senderos, y yo... Yo tomé el menos transitado. Esto marcó toda la diferencia." A la mayoría de las personas nos aguardan, no dos caminos, sino un mar de opciones. En el momento en que tomamos conciencia de ellas, la apatía y el conformismo dejan paso a la libertad de elegir lo que queremos ser y hacer, siempre dentro de nuestras posibilidades, que son muchas más de las que suponemos.
Este artículo aborda la ciencia de las posibilidades. Para ello hablaremos de personas que supieron ver algo diferente tras el muro del cansancio y el determinismo. Empezaremos con el caso de dos escritores norteamericanos muy diferentes entre sí: uno es el rey del best seller de consumo rápido; el otro, un firme candidato al Premio Nobel.
Pocos lectores saben que Dan Brown, antes de escribir novelas como El código Da Vinci, era músico -grabó tres discos que pasaron desapercibidos- y profesor de idiomas en un instituto. Se hallaba de vacaciones con su esposa en un hotel de Tahití cuando observó que alguien había olvidado un libro en una tumbona. Se trataba de The Doomsday conspiracy, de Sidney Sheldon. Por curiosidad leyó la primera página y, sin pretenderlo, se tragó aquel thriller de cabo a rabo. Cuando lo terminó, de repente pensó que le apetecía escribir una historia así.
Al regresar a casa empezó a redactar su primer libro sin imaginar que, en solo unos años, sería el escritor más rico del mundo. Nada de esto habría sucedido si Brown no hubiera recogido esa novela que albergaba una nueva y excitante posibilidad.
En el otro extremo, el exquisito Don DeLillo tampoco se había propuesto ser novelista. Quien escribiría obras como Ruido de fondo o Americana procedía de una familia muy humilde, así que se empleó como guardia de seguridad en un parking para poder viajar. Obligado a matar las horas de algún modo, empezó a devorar los clásicos de la narrativa norteamericana. Después de mucho leer decidió que tenía que ser escritor, y se puso a la tarea. El aburrimiento del parking se convertiría en su gran oportunidad.
La vida de cada persona está llena de oportunidades que pasamos por alto, a diferencia de los dos casos que acabamos de ver. Nos sentimos tan agobiados por nuestras obligaciones y miedos, que nos aferramos a lo que tenemos sin contemplar otras alternativas. Incluso en tiempos de profunda crisis como los actuales, las oportunidades bullen en la olla de lo cotidiano a la espera de ser descubiertas. Para poder verlas hay que dejar de pensar en clave de limitaciones para empezar a pensar en clave de posibilidades.
La escuela de la dificultad
"Hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores, y el optimismo, para los peores" (Pere Casaldáliga)
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