"La mortaja no tiene bolsillos"
La locura llamada afirmar, la enfermedad llamada creer, la infamia llamada ser feliz....Todo eso huele a mundo, sabe a esa triste cosa que es la tierra.
La locura llamada afirmar, la enfermedad llamada creer, la infamia llamada ser feliz....Todo eso huele a mundo, sabe a esa triste cosa que es la tierra.
Se indiferente.
Ama el ocaso y el amanecer, porque no tiene ninguna utilidad, ni siquiera para
ti el amarlos. Viste tu SER del oro de la calle muerta, como un rey depuesto en
una mañana de rosas, con Mayo en las nubes blancas y las sonrisas de las
vírgenes entre las quintas retiradas. Que tu ansia muera entre mirtos, que tu
tedio cese entre tamarindos y que el murmullo del agua acompañe todo como un
atardecer junto a los márgenes de un rio sin otro sentido que el de seguir
corriendo, eterno, hacia remotísimas mareas. Lo demás es la vida que nos deja,
la llama que se apaga en nuestra mirada, la púrpura gastada antes de que la
vistamos, la luna que vela nuestro abandono, las estrellas que extienden su
silencio sobre nuestros momentos de desengaño. Asidua, la aflicción estéril y
amiga que nos aprieta contra su pecho con amor.
Mis dominios
estuvieron en otro tiempo en valles insondables. El ruido de unas aguas que
nunca supieron de la sangre que riega el oído de mis sueños. Las copas de los
árboles que la vida olvida eran verdes siempre en mis olvidos. La luna era fluida
como el agua entre las piedras. El amor nunca llegó a aquel valle y por eso
todo allí era feliz. Ni sueño, ni amor, ni dioses en un templo, viviendo entre
la brisa y el tiempo siempre uno, y sin saber de añoranzas, de las más
prescindibles de las creencias.
Mi destino es
la decadencia.
Pessoa.
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