¿Puede un ciudadano/a vivir bajo los
principios de la vida cenobítica?
Un acto principal para dar densidad a
nuestra existencia es ofrecer-nos diariamente espacios para la reflexión.
Analizar lo que estamos viviendo nos ofrece un sentido de vida y nos regala la
vocación del “entendimiento”.
La diversidad de ocupaciones impide una
integración constante hacia la reflexión que debemos protagonizar en paralelo a
la actividad cotidiana. Nuestro cerebro nos permite, debidamente educado, estar
en varias dimensiones al igual que un ordenador puede trabajar, a la vez, con
varios programas. Así una ventana a nuestra Emancipación debe ser la reflexión
analítica que debe obviar la espontaneidad y el protagonismo individual.
Más dentro de la actividad intelectual
no debemos mezclar ni confundir aquello que es existencial con actos propios
del momento.
Hay una jerarquización de la actividad
cerebral que debemos conocer a través de conocer-nos; de lo fundamental nace el
cauce de lo accesorio y nos permite distinguir entre esencia y materia.
Así pues “la norma verdadera” debe ser
el análisis a través de la “reflexión” sustituyendo al instinto básico de la
supervivencia. Un buen momento para sintetizar esta actividad diaria es la
oscuridad que llega al finalizar la tarde dado que nos envuelve en el misterio
de la somnolencia.
Tomada pues la rutina de la “reflexión”, surgen acciones y visiones, inicialmente,
inimaginables que en otros momentos habíamos catalogados como imposibles. Cuando
contemplamos esos movimientos que el hábito suavizó, asistimos a la flexible
armonía entre la volición y la acción, entre el querer y el poder.
1 comentarios:
El movimiento cenobítico es una tradición monástica iniciada desde los tiempos más remotos del cristianismo, que enfatiza la vida en común. Se caracterizaba por el comunitarismo monacal, que preservaba el aislamiento de los monjes del común de la sociedad. En Occidente, cada comunidad pertenecía a alguna orden religiosa, y la vida del monje cenobítico estaba regulada por una regla (una colección de preceptos).
El movimiento cenobítico se aseguraba de poner un orden a la vida en común de los monjes, en lo que respecta a la administración de los bienes y productos, así como la formación en la fe, la disciplina y los intereses filosóficos del cristianismo naciente. Se realizaban actividades de meditación y recogimiento, propias de las comunidades religiosas.
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