El éxito de las religiones
depende del talento del misionero.
Cuando me vaya de la sociedad la dejaré
con las mismas luces y sombras
que la encontré.
Mi vanidad habrá pavimentado
los caminos del olvido
y los niños que veo hoy
aún no serán adultos
cuando me ausente.
Así, no merece la pena, enorjar-se
ni desear
pues sólo el absurdo
nos entretiene.
Si acaso quieres sembrar
algo, cultiva el amor
en la comprensión del
otro.
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