Los
mensajes subliminales que cotidianamente recibe la "masa ciudadana"
de la Europa Occidental dista mucho de ser alegre.
A todas horas los medios de
comunicación nos inundan con la trágica realidad social de muertos, exiliados y
parados.
Tal intensidad de
"desmembramiento" ocasiona al "hermano social" un deterioro
de su autoestima y una preocupación por su bienestar.
Casi sin darnos cuenta llega,
en silencio, mano de obra barata y sin derechos sindicales. Esto junto a la
deslocalización de muchas empresas está reduciendo sustancialmente el poder
adquisitivo de la clase obrera que silenciosamente lo acata bajo el paraguas de
la solidaridad.
Más ¿es casualidad o está programado?
Me temo no es casual.
La sociedad del bienestar
nacida para parar las revoluciones obreras del siglo XX ha llegado a su fin.
Los más de 100 millones de muertos, en contiendas económicas del siglo pasado (esencialmente de clase popular), han quedado
amortizados y olvidados. Desde esta realidad social, las nuevas generaciones,
viven su mundo virtual con respecto al pasado pero que es una realidad de
futuro.
Europa pretende ser,
socialmente, una alternativa de poder a la opción militar que ofrecen potencias
tales como EE.UU, RUSIA, y CHINA. Ello a costa del sacrificio, una vez más del
proletario por emancipar que a través de los impuestos participa en silencio en
la ampliación de la cadena de consumo.
Somos masa emocional dibujada
de ciudadanos que a través del voto nos hacen participar en una escena con el
guion ya escrito.
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