Cuando
las "cosas" no satisfacen,
la elegancia tiene espacio para su manifestación.
No huir corriendo de la contrariedad y analizar las causas es una
acción elegante que tiene la inteligencia del primate superior.
Tal sosiego
tiene como función poder analizar esas "causas" que nos han llevado a
esa insatisfacción que nos agobia. La elegancia, como síntesis de educación,
delicadeza y cultura, debe delimitar el campo de la acción ante la contrariedad
vivida.
Tal
condicionante ofrece una nueva dimensión,
abriendo espacios a nuevas interpretaciones de la perspectiva cuya
lectura del hecho nos ha traído.
Así, pasar
de la emoción de enojo a la de alegría dependerá de la fortaleza que tenga
nuestra voluntad de ser positivos.
Hay que
recordar que no somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos
con ellas.
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